Capítulo 5
-No me gusta este camerino, parece maldito.- Aun con esas fuertes palabras ella entra dudosa y se sienta en el sofá de cuero.
Meg me ayuda a acomodar mi ropa y luego se percata de que tengo otra maleta.
-¿Qué llevas ahí?- Me pregunta mientras me señala la misteriosa maleta.
-Mis perfumes, maquillaje y el estuche de mi violín- Camino hacia la maleta y la acerco para acomodar las cosas.
-¿¡Tocas el violín?!- Su voz emocionada y excitada hace que suene de forma chillona.
-Sí, mis padres me llevaron a clases de violín desde que tengo memoria al igual que de piano, canto, entre otros instrumentos, pero la verdad es que se me da mejor tocar el violín y el canto-
-Entonces, usted es alguien de la clase alta ¿No señorita Dagmar?- Me mira con sospecha.
-No señora Giry- Me muerdo la lengua al darme cuenta de que hable de más. –Tuve un benefactor y su esposa, ellos eran como mis padres- Digo de forma nerviosa mientras saco las cosas de mi maleta.
-¡Como Christine mamá!- Musita su joven hija.
-Ohhh… ya entiendo- Me contesta de una forma un poco más tranquila.
Acomodamos todos los perfumes y el maquillaje en el tocador. Ya con todo arreglado, puedo notar como Meg tiene los ojos clavados en el estuche de mi violín.
-¿Podrías…?- Señala tímidamente el estuche.
-Sera en otro momento mi niña, ya que es tarde y tenemos que ir a descansar, recuerda que mañana tienes que levantarte temprano para tus ensayos, ya sabes que la siguiente obra está a la vuelta de la esquina-
-Si mamá, ya lo sé- Meg niega con la cabeza mientras toma a su mamá del brazo.
Ambas se despiden de mí y me dejan sola en el camerino. Miro en dirección al sofá y me doy un leve golpe en la frente.
-Ais… Olvide pedirle cobijas al señor Moncharmind-
Salgo del camerino y camino hacia la oficina de los directores, pero para mí mala suerte me pierdo un par de veces en la ópera.
-Es muy diferente de noche… este lugar da un poco de miedo si esta así de vacío-
Camino un poco más por los pasillos tratando de ubicarme, pero no tengo éxito, dejo caer los hombros derrotada y me resigno a volver al camerino con las manos vacías, giro sobre mis talones y puedo distinguir una figura escondida entre las sombras, es demasiado alta para ser la de una mujer, pero también es delgada, me muerdo el labio inferior y camino a paso tembloroso hacia la persona.
-Disculpe señor- Digo en un tono algo fuerte.
La persona al darse cuenta de que me quiero acercar, retrocede un par de pasos y yo me detengo.
-Lamento si lo incomodo o le molesto, pero quería saber si usted podría ayudarme- De forma inconsciente juego con mis manos por lo nerviosa que estoy. –Es que estoy buscando al señor Moncharmind o al señor Richard, lo que pasa es que quería saber si podrían ayudarme a conseguir unas cobijas o si usted sería tan amable de ayudarme-
Mientras le hablaba iba caminando hacia el despacio y con movimientos suaves, a mitad de camino las luces se apagan repentinamente haciendo que de un brinco del susto.
-Fantástico, lo que me faltaba- Digo en voz baja y entre dientes.
Miro a mí alrededor buscando a la persona que estaba en frente de mí, pero no distingo absolutamente a nada ni a nadie. Junto mis manos sobre mi pecho temerosa de lo que me está acechando en las sombras como si fuera una presa fácil de atacar, respiro hondo y estiro uno de mis brazos ya que siento la presencia de alguien en frente de mí.
-¿Disculpe… podría ayudarme? Por favor-
Puedo sentir como alguien me toma del brazo con fuerza y tira de mí con brusquedad, luego un aliento cálido se posa sobre mi rostro y un aroma fresco se cuela por mi nariz, aspiro ese aroma que me recuerda mucho a los días nevados de mi país natal.
-¿No te advirtieron que estar a estas horas en la ópera es peligroso?- Su voz es áspera, tosca y agresiva, más sin embargo no me hace daño.
-Si señor…- Trago con dificultad y no puedo dejar de temblar, no solo por el miedo que me produce el hombre que tengo en frente, sino también porque el aire se volvió muy frio. –Es solo que, acabo de llegar de mi tierra natal Suecia y como no tengo a donde ir los directores de la opera me ofrecieron refugio aquí mientras busco un lugar donde quedarme-
Él suelta un fuerte resoplo y se pone a caminar sin soltarme, esto hace que prácticamente me lleve a la fuerza.
-No te separas de mí en ningún momento-
Era imposible que me pudiera separar de aquel hombre ya que me seguía sosteniendo con fuerza del brazo, pero para no hacerle enojar más asentí con la cabeza como si pudiera verme.
Nos pusimos en marcha, de vuelta la zona donde están los camerinos.
-¿En qué camerino te estas quedando?- Su voz se escucha un poco más relajada, pero sigue con la guardia arriba.
-El que está al final del pasillo-
Se detiene de forma repentina haciendo que choque contra su espalda, su aroma sin igual se vuelve a colar por mi nariz.
-Lo siento- Me disculpo torpemente mientras me separo de él; La verdad es que me gustaría seguir llenando mis pulmones de ese aroma que me recuerda a casa.
-¿Te contrataron para reemplazar a Christine?- Cuando pronuncia el nombre de mi hermana, puedo notar un ligero tono de dulzura y termina en su voz, pero también le acompaña un toque amargo y triste.
Puedo notar como él se gira hacia mí y me acerca a un más a él, al punto de que puedo sentir su pecho y escuchar con claridad su respiración.
-Es la tercera persona que me pregunta eso- Contesto con algo de enojo y fastidio. –No señor, solo vine a hacer la limpieza-
El hombre no dice nada más y sigue caminando sin soltarme del brazo, pero ahora si agarre no es tan fuerte como antes, ya estando en frente de la puerta me suelta y antes de que se vaya le tomo de la mano.