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La ladrona de besos

Pasaron 2 años desde la última vez que April estuvo con Óscar. Él la buscaba por todas partes, pero sin ningún éxito, y todo indicaba que había desaparecido. Desde su partida era un hombre nuevo, aprendió a dejar la inmadurez y tomar las riendas de su vida. Su empresa fue un éxito, y gracias al trabajo inicial que April realizó, logró un gran lanzamiento en sus inicios. —¿A dónde fuiste? —Él estaba sumergido en sus pensamientos cuando el sonido de la puerta lo interrumpió.

—¿Sabes lo que acabo de recordar? Se acerca tu cumpleaños número 35 ¿Que tienes planeado hacer? —pregunta Daniel al entrar a la oficina de su hermano con gran algarabía.

—Tengo mucho trabajo pendiente y pocos deseos de salir. Aún no encuentro la persona que llevará el control en la administración de la empresa y esto roba mi tranquilidad.

—¡Qué tenemos aquí! Todo indica que te has convertido en una fruta, después de negarte a hacerlo y has madurado. ¿No me dirás que Paula es quien te trae tan tranquilo y juicioso? —Óscar, coloca en blanco sus ojos.

—¿Sabes algo de las hermanas Williams?

—Eres muy extraño, primero deseabas terminar el matrimonio y ahora preguntas por ellas.

—Es muy extraño, solo desaparecieron. Pensé que después del divorcio volverían a intentar acercarse, pero no fue así. Yo tampoco volví a tener contacto con Sabrina.

Óscar se queda pensando en aquella noche. Por más que intenta olvidar el olor de su piel, no lo ha logrado. —¿Les habrá sucedido algo?

—¡Obvió! Se sacaron la lotería, pues estuvieron casadas con los solteros más codiciados, bellos y poderosos de todo Miami, y para cerrar con broche de oro, se llevaron medio millón de dólares. ¿Te parece poco?

Óscar reconoce que a Daniel no le importó su relación con Sabrina para nada, pero para él sí era importante volver a encontrar a April. —Pienso que también fuimos afortunados. Pues las mujeres de hoy en día son ambiciosas y vanidosas, en cambio, estas fueron diferentes.

—Hablas con propiedad, puesto que Paula es todo lo antes mencionado.

—Sabes que Paula es mi novia por petición de mi madre. Odió las mujeres caprichosas y posesivas.

—Te lo repetí mil veces en aquella ocasión, te dije que debías presentar a April como tu esposa. Ella te ha impuesto a Paula, ya que nunca te ha conocido una novia.

—No soy un niño y soy quien va a elegir con quién voy a casarme, mañana me reuniré con mi madre para hablar sobre esto.

—Eso lo dices cuándo no la tienes desnuda y solo para ti en tu apartamento.

—Las dos cosas no pueden relacionarse. Tener sexo es diferente a tener una relación.

—Yo no quiero saber de compromisos ni de molestas mujeres caprichosas, y mi cuñadita es todo lo ya mencionado.

No termina de hablar y ve a Paula entrar en la oficina toda glamurosa como siempre. —¡Amor mío! —se dirige a besar a Óscar después de saludar.

Daniel coloca los ojos en blanco y susurra. —A esto me refiero, es como tener a alguien que controle tu vida en todo momento.

—¡Hola Paula! —responde seco y cortante.

—Quiero ir de shopping con mis amigas y comprar tu regalo de cumpleaños.

—¡Genial!

—¿Qué haremos para celebrar?

Daniel aclara su garganta para interrumpirla. —Ya hicimos planes para ese día, así que lo siento.

Ella no le responde, ya que sabe que no puede ganar contra su hermano, así que ya de mal humor, se despide.

—Tú sí que sabes cómo hacer para que se retire y no insista.

—Solo habla de shopping y sus amigas ¿Cómo la soportas? Ha de ser excelente en la cama. —él lo mira cortante haciendo que cierre la boca y se retire.

Óscar sigue perturbado con el trabajo y su próximo viaje. Todo está muy cerca y aún no cubre el espacio de administración.

—Señor, ¿Qué deseas? —se presenta María.

—¿Ya tenemos el área de administración cubierta?

—Aún no encontramos el perfil que usted está exigiendo.

—¡No puede ser! María, necesito terminar con esto.

—Sí, señor, el próximo lunes vamos a recibir nuevas solicitudes. Espero encontrar esa persona.

Pasan los días y ni cuenta se dio que había llegado su cumpleaños.

—¿¡Dónde está el festejado?!

Daniel, cómo siempre, se presenta con su hermano y hace planes para compartir su día especial. Óscar se niega, pero Daniel no recibe una respuesta negativa.

Mientras, April acaba de regresar de España. Viajó con una amiga porque le interesaba comprar su apartamento y regresar a Miami. El esposo de su amiga le había regalado un apartamento y ellas estaban decorando y conociendo el lugar.

—¿Qué te parece? —le pregunta Sarah, presumiendo lo prestigioso del lugar.

—Digno para alguien como tú, pues cumple todas tus exigencias.

—Por eso eres mi amiga y compañera, April, me conoces como nadie lo hace.

—Pensé que nos tomaría más tiempo terminar de comprar las cosas y decorar el apartamento.

—Como puedes ver no es así, y ahora vamos a celebrar. —ella va por una botella de Champaña y la destapa con gran algarabía.

—¿Estás segura de que él no vendrá? —pregunta April algo angustiada, pues conoce que el Sr. John tiene un temperamento fuerte.

—Ya te dije que él no vendrá hasta mañana. Ahora quiero que me digas si vendrás de regreso o te regresas a España.

—Te dije que no me fue tan bien con el idioma que hablan, también tienen una manera diferente de llevar la contabilidad y no es conveniente para mí.

—Siendo así, te regaló el que fue mi apartamento.

—¿De verdad haría eso por mí? Ya estaba dispuesta a comprarlo.

—Ya te lo había dicho antes, mañana iremos a ver lo que le hace falta y me aseguró de que te sientas cómoda.

—¿Mañana?

—Sí. Ahora nos arreglaremos y saldremos a robar besos.

—¡Noo!

—Tú fuiste quien me enseñó.

—A mi edad no tengo novio y tampoco lo deseó ¿Qué mejor que robar besos? Ja, ja, ja. En cambio, tú, te acabas de casar y esto no es apropiado.

—Inapropiado, sería no disfrutar de esta noche.

Ellas se arreglan y van a la disco. Sarah está disfrutando su último día sin ser controlada, y April después de tanto tiempo, está aprendiendo a vivir la vida. Están tomando y bailando sin parar. Cuando de repente Sarah visualiza el objetivo de la noche.

—Hoy sería mi primer intento siendo una ladrona de besos.

Ella acomoda su vestido y se acerca a un desconocido, después de darle una sonrisa, se acerca y le roba un beso. Él reacciona feliz e intenta agarrar su mano, pero ella no lo permite y se pierde entré las personas.

—¡Ehhh! —forman un alboroto —Sí, que eres muy buena alumna.

—Es tu turno y como eres la maestra debes ir hasta el VIP —ella con la mirada daba la vuelta en todas las direcciones y su mirada cae justo en aquel fino traje negro, donde hay algunos globos, y al parecer estaban festejando. Le llamó la atención que aquel personaje estaba solo. Así que de inmediato la mira y con la mirada le habla.

—¡Noo!

—"Si es el festejado, un beso probado es el mejor regalo" ¡Vamos ladrona de besos!

Ella toma un trago de tequila, se arregla su pantalón y se dirige a aquel hombre que estaba de espaldas. Sube con sensualidad cada peldaño y cuando se encuentra frente a él cierra los ojos, y le robó un beso, solo que al abrirlos se encontró con aquellos ojos que había dejado cerrado hacía ya 2 años.

—¡April!

Ella escucha su voz y en ese momento dejó de escuchar el sonido de la música fuerte y su mundo se detuvo, pues jamás pensó que volvería a probar el dulce de sus labios. En cuanto reacciona se suelta y sale casi corriendo hasta llegar hasta donde está su amiga que en la espera con una gran sonrisa.

—¡Debemos irnos de aquí ahora!

—¿Qué sucedió April? ¿Estás bien? —ella se exalta bastante, pues el rostro de April estaba pálido.

—Te cuento después, pero ahora debemos irnos.

Ella no miró hacia ningún lugar, simplemente corrió hacia la salida, le molestaban sus tacones, sentía sudor por su rostro y estaba muy nerviosa. Cuando ya estaba en la salida del lugar, siente aquellas grandes y fuertes manos que la sostienen.

—¡Por favor espera, tenemos que hablar!

—¿Quién eres tú y por qué estás agarrando a mi amiga? ¡Debes soltarla!

—Perdón, pero no soy un desconocido. Soy el exesposo de April, ella me conoce.

—¿Tu exesposo? ¿Y cuántos rayos estuviste casada? —Sarah se queda más que sorprendida.

—Estás incumpliendo tu estúpida cláusula, pues como puedes notar, ni siquiera mi mejor amiga conoce nada de esto, así que debes guardar silencio, no seas estúpido.

Él la sostiene por la cintura y la lleva hacia su rostro, rozando sus labios y chocando su mirada. —¿Soy un estúpido?

—¡Ya basta, Óscar, por favor!

—No te pienso dejar ir, necesito hablar contigo.

—Todos nos están viendo, esto es algo incómodo ¡Por favor déjame ir!

—Te he dicho que necesito hablar contigo, es algo muy urgente, no me importa que me estén mirando.

Ella se queda pensativa y siente cómo su cuerpo se estremece y sus manos están temblando, así que para no sentirse débil ante él, rápido se inventa una excusa. —Pues a mí sí me importa, porque le pueden ir con chisme a mi novio.

—¿Tienes novio?

—¿Por qué no lo tendría?

—Por favor necesito hablar contigo, no lo haga más difícil.

Ella ve que Daniel, viene acercándose y como no quiere mirarlo, toma su pintalabios, anota el número de Óscar y luego se marcha.

Todo fue tan deprisa que su amiga quedó totalmente sorprendida.

—Hasta ahora me doy cuenta de que siendo tu amiga me ocultas cosas.

—Esta historia no es muy larga, así que te la puedo contar. Si no lo hice antes, es solo por seguir cumpliendo por un bendito contrato y unas cláusulas que, por lo que acabo de ver, no sirvieron para nada.

Ellas se marchan y Óscar se quedó con deseos de seguir hablando.

—¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?

—Estoy bien. —responde indeciso de contarle lo acabó de suceder.

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