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4

MARGARET

Con el paso de los días, mi padre tuvo la decisión de viajar por asuntos de negocios, mientras tanto yo, quede acá, sola, con mis padres bilogicos, aprendí a realizar un sin número de oficios los cuales no estaba acostumbrada en la mansión de New York, sin embargo la experiencia que estaba experimentando me gustaba, hacíamos de todo un poco y por las tardes visitaba la zona boscosa para leer libros, hasta que un día se me contó la triste y dura verdad que mi hermana menor,  se vería casada con un sujeto de mucha más edad que ella, me platicaron un poco acerca de las tradiciones y costumbres que se llevaba a cabo en este país, una de las penas a pagar si no se cumplía el mandato era la mismísima muerte, mi hermano y mi padre me explicaron,  la posible solución para que ese matrimonio no se llevará acabo, lo único que  a ellos se le había ocurrido es que yo, me sacrificara  en su lugar,  me sentía  aterrada porque me casaría primeramente con un hombre al cual nunca había visto y por otro lado tenía mi vida atada a New York,  yo no tenía ni la más mínima idea de qué hacer,  pero creo que lo más correcto es que yo, salvara a mi propia hermana.

—¡Por ningún motivo pienses hacer una locura! —me dijo Marcos, él, tenía un revólver en sus manos apuntándonos a la frente—créeme que si no soy yo quien te clava esta bala, será otro si tú no firmas ese papel— yo estaba en una sala en donde llegaria un abogado para los trámites del matrimonio, tenía un velo y un vestido de color blanco, jamás creí que mi boda sería de esta forma, pero ya no había ningún remedio.

—Discúlpenme por haber tardado un poco—el bogado había llegado con su maletín, se situó en frente de mí y colocó los demás documentos en el escritorio, en una esquina estaba mi nombre y en el otro estaba el nombre de mi futuro esposo, Damián Hills, era lo que decía al pie de la página, exactamente en un extremo, el espacio ya estaba firmado— así que, ¿acepta señorita, Margaret Monroe, a, Damián Hills, como su legítimo esposo? — fue la pregunta más incómoda que he recibido en mi vida.

—¡Vamos, firma! —me dijo Marcos susurrándome al oído, colocándome el revólver en la espalda, no tenía más opción que tomar el bolígrafo y poner mi firma, esa firma que más adelante me costaría la felicidad de mi vida.

DAMIÁN

Mi casa. mi casa estaba a reventar, mis padres, habían hecho una fiesta en honor a mi matrimonio con la chica que ni siquiera había visto, yo, Estaba sentado frente a muchos invitados, pero mi corazón y mi mente estaba en otro planeta, sentía que todo esto me parecía una broma.

—Muchas felicidades, jefe, —me dijo uno de los mejores sirvientes que tenía a mi disposición entregándome un regalo que me hizo recordar cuando me casé con mi primera esposa, jazmín, enseguida hubo muchas detonaciones al aire que me hicieron salir del estado de trance en el cual me encontraba.

—¡Basta, basta de hacer tantos escándalos! —les grité llamándoles la atención.

—Pero señor, usted sabe perfectamente que estas son las costumbres que nosotros tenemos— ellos bajaron sus armas.

—Lo sé, pero últimamente he pensado que hay ciertas cosas que deben de cambiar en este imperio— traté de dejarles en claro, sin embargo, escuché más detonaciones al aire, giré mi cuello hacia la izquierda y ahora era mi Primo jeff.

         

—Lo siento mucho, Damián, pero una vez que tomas el arma y tiene algunas balas hay que vaciarlas todas— me lo dijo con esa mirada fría que siempre tenía, mi primo por alguna razón siempre me tenía algún tipo de envidia, lo conocía bastante bien para no darme cuenta.

MARGARET

Luego que firmé ese documento me sentí terriblemente perdida, sentí que mi vida se venía abajo, mis sueños y mis esperanzas. estaba hecha un mar de lágrimas.

—¡Oh! mi querida hija, cuánto lo siento— mi madre María había llegado a la habitación a consolarme, colocó sus manos en mi rostro de forma circular en mis mejillas—sé que tú no tenías nada que ver con esto, pero me siento mal, soy tu madre y créeme que también sufro.

—Estoy muy triste, madre— la abracé—necesito irme a mi verdadero hogar, las cosas de acá no me gustan para nada, ya firmé el documento y eso es lo que querían, ¿no?, suéltenme por favor— le imploré.

—Yo, tu madre, más que nada quisiera hacer eso, pero es imposible, las leyes en este país son muy diferentes y las costumbres que tenemos acá son muy estrictas, si tú haces eso sin duda matarán a Marcos y tampoco me gustaría sacrificarlo e incluso si fuera mi propia vida la que está en riesgo con gusto aceptaría.

—Querida— llegó una tía, hermana de María, — cuando yo me casé créeme que también lloré de felicidad— me dijo, sin embargo, mis lágrimas eran de sufrimiento, tampoco conocía al hombre con quien me había casado—pero te apuesto que luego te acostumbrarás, lo aprenderás amar—me dijo con tanta simpleza, definitivamente las tradiciones de acá eran inhumanas.

       

—¡Déjenme ir! —me aferré al vestido de novia que llevaba—lo único que quiero es regresar a casa—lloré y lloré desconsoladamente—si en verdad les importara mi condición me dejarían ir.

—Lo siento, pero así son las cosas—elevó sus manos en forma de paz—verás que, a como te digo, aprenderás a amar a ese hombre, ademas, Damián, es un buen tipo, te apuesto a que te hará la mujer más feliz de este mundo e incluso te amará más allá de la muerte—ninguna de las cosas que me dijeran me hacía sentir mejor.

—¡Lárguense! —les grite como una loca—¡lárguense en este mismo momento! no quiero ni siquiera verlas, para mí son un par de desconocidas.

DAMIÁN

—¿Qué te pasa, Damián? —me preguntó Omar, mi mejor amigo, nos habíamos criado juntos desde la infancia y creo que más que un amigo lo consideraba mi hermano— te acabas de casar y no te veo la cara con felicidad, vamos cámbiala—yo solo puse mis labios en una sola línea, estábamos en una mesa, a mi otro lado estaba Jeff Y al lado de Omar estaba mi suegro Roberto, pero a los pocos segundos llegó Brisa y le comentó algo en el oído a Roberto.

—Con su permiso—dijo Roberto levantándose de la mesa.

—¿Qué es lo que pasa, Roberto? —quise saber por su cara de preocupación.

—Es Margaret, creo que está un poco enferma—de inmediato fruncir el ceño— pero tranquilo, no es nada alarmante, iré a ver qué es lo que pasa— retirándose.

—Chicas de ciudad...—comento mi primo Jeff con un tonito que no me gustó para nada—no te preocupes, supongo que las chicas de por allá son un poco enfermizas al clima de acá,  pero con el tiempo se irá  acostumbrando querido primo—palmeó mi hombro mas sin embargo sabía que las palabras que él siempre decía  eran hipócritas—espero esta vez seas muy feliz ya que en tu primer casamiento no lo fuiste—empezó a sonreír, me contuve ya que mi padre y mi madre estaban presente y hacer un escándalo frente a mis invitados sería vergonzoso para la Familia.

ROBERTO

—¿Qué es lo que está pasando acá? — entré a una habitación de la casa de Damián, pues una de las costumbres que se tenía acá es que una vez que la novia firmaba el documento de matrimonio viviría en la casa del novio, Ella estaba acostada en un pequeño sofá boca arriba.

—Es Margaret— dijo Maria con un poco de preocupación— ella no se encuentra nada bien, está devastada por todo lo que está pasando y creo que nosotros hemos hecho una cosa muy atroz.

—Para nada, ella, se encuentra bien estaba—seguro que esta chica estaba fingiendo—ahora vámonos de este lugar— les ordené como el jefe de la casa.

MARIA

—Lo siento mucho, mi niña— me coloque de cuclillas para acariciar su rostro— pero créeme que cuando seas madre comprenderás muy bien las cosas, lo único que he hecho es amarte— ella seguía con su vista perdida acostada en ese sofá.

—¿Pero qué diablos estás hablando?— ella de pronto se levantó y empezó a gritar—  vine con la intención de verte porque mi padre y mi hermano me habían dicho que estabas muriendo y ahora qué es lo que resulta de todo esto,  ahora estoy casada con un hombre el cual no conozco y estoy enterrada en este lugar en donde las mujeres no valemos nada, ¿te parece poco? una vez más me abandonaste, una vez más me has vendido a como lo hicieron cuando recién vine a este mundo—sus palabras estaban quemando mi alma.

—Te prometo que es un buen hombre a como dijo tu tía, es un hombre que entrega sus sentimientos sólo a una mujer—tomé sus manos e inmediatamente me rechazó.

—No me importa quién es, Damián, ni cómo es, todos ustedes en este lugar están locos, sus costumbres y sus tradiciones.

—¿Aún no se han ido? —llego Roberto enfurecido—déjame a solas con ella—tenía que obedecerle, el hombre acá era muy superior a nosotras las mujeres, todo el tiempo vivíamos bajo su mano y si intentábamos hacer lo contrario, siempre la paga era la muerte.

MARGARET

Mi padre cerró la puerta de manera que ni siquiera yo, podía salir de esta habitación, estaba aterrada porque al tipo que tenía en frente de mí no era nada parecido al sujeto que había llegado a mi casa.

—Te diré una cosa niña insolente, tú, tienes que hacer lo que yo diga, ¿entendiste bien? — me dio un golpe en la cara que hizo sangrar mi nariz, caí al suelo y creí que me mataría en este mismo instante.

—¡No tienes el derecho de tocarme maldito monstruo! — le grité—pero esto no se quedará así, mis padres regresarán por mí y si tú, no me defendiste cuando apenas era una niña, ellos si lo harán, porque ellos si conocen el verdadero valor de una hija.

—Por supuesto que no—empezó a reírse burlescamente—ellos no podrán poner un pie en este lugar y si sigues con esa idea loca pues yo mismo te sacaré de esta habitación, pero hecha un cadáver—me gritó y tomó de mis muñecas con mucha autoridad— ahora compórtate como toda una mujer decente—se retiró y aseguró la puerta.

—¡Por favor déjame salir en este mismo instante! — golpee la puerta una y otra vez, estaba totalmente atrapada y mis ilusiones se vieron rotas poco a poco cayendo de rodillas al piso.

MARIA

La desesperación me agobiaba así que tuve que reunirme con los padres de Damián para platicar algo que ellos no sabían, quizás de esta forma alguna solución habría.

—señor y señora, Hills, lamento interrumpirlos, sé que cuentan con poco tiempo, pero necesito hablar con ustedes— los tres estábamos sentados en el balcón.

—Claro mujer, de ahora en adelante somos familia—dijo el padre Damián, Augusto.

—Bien, lo que pasa es que nuestra hija, Margaret, no sabía que hoy se casaría— al instante ambos fruncieron el ceño.

—¿Cómo es eso posible? —espetó Rose, su madre, a la vez estaba llegando a Roberto.

—Ven acá, Roberto, —Augusto le cedió un lugar—necesitamos hablar, según tu mujer dice que, tu hija Margaret, no sabía que hoy se casaba, ¿cómo es eso posible? — creo que estábamos en serios problemas.

—¿Eso es cierto? — preguntó Rose.

—Así es, pero lo hicimos por un motivo, señor, como usted sabrá, existen tradiciones a las cuales tenemos que respetar y si no ofrecíamos a una de nuestras hijas sabemos perfectamente que Marcos y Karina morirían.

—Tienes razón—Augusto estaba pensativo, creo que al igual que nosotros a, él, no le gustaría perder a su propia hija— haremos una cosa, lo que acá se ha hablado será un secreto, no podemos comentarle nada de esto a los demás, ya mi hijo ha sufrido demasiado como para aumentarle una desgracia más a su vida.

DAMIÁN

A pesar de que me había casado seguía siendo un hombre solo y deprimido, creo que ni la misma riqueza me generaba felicidad, tenía mi espacio en esta mansión en donde siempre que recordaba cosas del pasado venía aca.

—Damián...—mi hermana Karina había llegado, ella estaba con un vestido de novia, pues ese mismo día ella también se había casado con Marcos y como dictaba nuestra ley, ella también tenía que ir a casa de su esposo—ha llegado la hora—me dijo con esos ojos vidriosos— tengo que irme—me dio un fuerte abrazo, igual que yo, sentí algo en mi pecho que estaba apunto de explotar.

—Qué Dios siempre guíe tu camino, te guarde, te proteja y sobre todas las cosas, vivas una vida muy feliz— no pude contenerme y al igual que ella se me escaparon algunas lágrimas puesto que Karina y yo, nos habíamos criado juntos e inseparables, éramos como la luna y la noche.

—No puedo pedirle más a la vida al haberme dado un hermano tan bueno y tan generoso como tú, Damián, —Ella seguía llorando— no podría agradecerte por lo que has hecho por mí, gracias a ti no me ejecutaron, sin embargo, tú, estás atado a una mujer que ni siquiera conoces, lo siento mucho mi hermano, lo siento mucho.

—No te preocupes, ven acá—sostuve sus manos haciéndola que me mirara directamente a los ojos— es lo menos que podría hacer por ti, Karina, tú sabes que eres mi vida y te protegería con la misma, ahora lo importante es que seas feliz con tu esposo.

—Te sigo debiendo la vida, si un día la vida me presta años para demostrártelo lo haré, espero seas feliz con tu esposa—giró sobre sus talones yéndose, ella al igual que yo, estábamos dolidos por las cosas que estábamos viviendo, tan sólo era injusto.

Los invitados iban saliendo uno a uno despidiéndose de mamá y de papá y por supuesto mi hermana estaba despidiéndose de mi madre, por lo que pude notar mi madre estaba llorando, ella nunca se había separado su hija y era un golpe bastante bajo, pero una vez más teníamos que seguir al pie de la letra las leyes. 

Cuando todos habían salido yo había quedado con mi padre, mi tío y mi primo Jeff.

—Te felicito mucho, sobrino, — mi tío me estaba estrechando la mano— espero que, sobre todo, le des a esta familia muchos nietos, acuérdate que el jefe de nuestro imperio tiene que dejar una descendencia— me sentí un poco incómodo con lo que me había dicho.

—Así es, querido primo, yo le he dado a nuestra familia, dos queridos nietos, espero que, tú, también puedas tenerlos—sabía a lo que se refería y creo que estaba disfrutando de provocarme—que tengas una buena noche, disfrútala al máximo—lo dijo con tanta picardía, sin duda mi primo sabía cómo provocarme.

MARGARET

Por más que intenté salir de esta habitación me fue imposible, incluso quise salir por las ventanas, pero dada a la altura no podría escapar, terminaría muerta si intentaba saltar, sin embargo, necesitaba buscar una solución o terminaría loca.  no tuve más remedio que, sentarme y tomar de mis cabellos, en ese instante recordé mi vida en Nueva York, lo tenía todo, amigos, dinero, felicidad a mis padres y sobre todo las metas que tenía propuestas, ya no iría a las vacaciones, ni mucho menos a la universidad, no sé en qué momento mi vida cambió totalmente y ahora me encontraba en un lugar desconocido y con personas desconocidas.

Escuché cuando abrieron la puerta creí que nuevamente era Roberto y estaba temblando de miedo, creí que vendría a golpearme nuevamente, pero era una mujer muy elegante estaba de vestido negro y con joyas lujosas.

—Vine para ver si necesitabas algo, tan sólo dilo y las cosas te vendrán a esta habitación, pero sobretodo, no intentes retar tu destino pues él ya está hecho y no hay marcha atrás— sus ojos me infundían miedo.

—Supongo que, usted es la madre de, Damián, ¿no es así? — la mire con desdén.

—Así es, soy la madre de Damián y Karina y ahora tú, formaras parte de mi familia y cualquier cosa que necesites tan sólo llama a nuestra criada, Rubí, ella de inmediato vendrá al igual que mi hijo, no sé si tu madre te lo explico o qué, pero a partir de ahora, Damián es tu marido y tienes que someterte a él, tienes que respetarlo y hacer todo lo que está a su voluntad— definitivamente ella y yo no nos llevaríamos bien, era una víbora.

No sabía ni qué hacer, pero una mezcla de emociones era  la que estaba experimentando,  por un lado estaba triste,  estaba rota,  pero por el otro tenía una rabia incontenible que decidí destruir todo lo que estaba mi paso, nada había quedado en pie, rompí jarrones, desgarré las sábanas, lo único que quería era volar libre como una vez lo fui.

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