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3

MARCOS

—El dinero que él nos paga por nuestro silencio, señora, —le aclaré, quizás estaba haciendo mal con decirle la verdad, pero no teníamos otra opción.

—Pero, ¿de que dinero están hablando estos caballeros, Alex? te exijo que me digas, ¿que es lo que está pasando en este mismo instante? —movía su cabeza de un extremo a otro muy confundida, pobre señora—¿por que nos dijiste a mí y a, Margaret que sus padres habían muertos? —quizás se estaba volviendo histérica, mientras que el señor, Alex respiraba de manera agitada—le has mentido a tu propia hija, me das vergüenza.

—Y, ¿Qué querías que hiciéramos? No podíamos tener hijos y fue la única solución que vi en ese momento, además ellos aceptaron el trato, yo no lo vi mal—el señor Alex trataba de excusar sus actos.

—No lo puedo creer...—su esposa se tomaba de su frente.

—Bueno, ya que ahora todo se ha esclarecido—habló mi padre—creo que lo más conveniente es que, Margaret, sepa que sus verdaderos padres aún siguen con vida, la llevaré conmigo para que despida a su madre.

—¡No! por supuesto que, ¡no! —dijo el señor Alex de manera prepotente— Margaret, no se irá de su casa.

—Y, ¿quien me lo va impedir? — dijo mi padre con vos exaltada, al parecer los modales se había ido al carajo— soy su verdadero padre y estoy en todo su derecho.

—¡Clara, Clara! —el señor Alex había llamado a la sirvienta— necesito que llames a los guardias y saques de inmediato a estos vagabundos—no podía creer que las personas millonarias fueran así, pero nosotros de ninguna manera saldremos de esta mansión si no era con mi hermana.

—Por supuesto que nadie se irá de esta casa— esta vez fue Margarita quien tomó la palabra.

—Por favor no te metas en estos asuntos—dijo el señor Alex, tomando las riendas del caso.

—Claro, ¿no? como siempre haciéndome a un lado en las cosas importantes, pero esta vez no será así, no volveré a caer en tus mentiras, porque si ya nos mentiste una vez a tu hija y a mí, bien podría hacerlo por una segunda vez.

—Margarita...—musitó.

—¡Por supuesto que no! hay una madre que está muriendo y por supuesto que, yo, no seré partícipe de seguir haciéndole daño a esa pobre mujer, nuestra hija tiene que conocer a su madre—tal parece que la señora Margarita era una mujer justa.

Al instante escuchamos cuando abrieron la puerta principal de la casa y se podía distinguir el murmullo de algunas voces, la señora margarita se había levantado apresuradamente.

—Margaret—salió a su encuentro, nosotros nos pusimos de pie y nos giramos hacia ella—¿Qué te ha pasado? —espetó, llevándose su mano a la boca, pude observar que el vestido de la chica que había entrado tenía sangre.

—No es nada, mamá, —ella trato de calmarla.

—Así es señora, tuvimos un pequeño accidente, pero no es nada alarmante, toda la situación está resuelta y venimos acá para que, Margaret, se cambiara el vestido—un tipo de un buen porte estaba a su lado, quizás sospeché en ese momento que podría ser su prometido.

—¡Gracias al cielo! — respiró más aliviada—creí que les había pasado algo.   

—Tranquila, mamá, —ella se acercó hacia la sala en donde estábamos, nos miro fijamente, con la misma forma en la que lo había hecho la sirvienta cuando estábamos afuera—Hola, papá, —me volteó a ver—y, ¿ellos quienes son? —silencio y más silencio, la hora de la verdad estaba a punto de explotar.

—Mucho gusto—mi padre dio un paso al frente de ella, sentía que no podía tragar con facilidad, creo que todos estábamos tensos en ese instante—mucho gusto, hija, soy tu padre—le tendió su mano, sin embargo, la chica había fruncido el ceño, no era para menos, al instante salió corriendo con lágrimas en sus ojos.

—¡Espera un momento! —Margarita iba al auxilio.

MARGARITA

Mi corazón se había roto en dos pedazos cuando vi a Margaret llorar de esa forma, sin embargo, el sentimiento de madre era mucho más fuerte que cualquier mala noticia, no pude resistir, así que corrí tras ella, habíamos llegado a su habitación, ella estaba situada en la ventana que tenía vista hacia la ciudad, sabía que estaba muy confundida, sin embargo, yo, al igual que ella tan solo fuimos objetos de burla.

—Dime una sola cosa— ella estaba de espaldas— ese hombre, que estaba en la sala y dijo ser mi padre, ¿está diciendo la verdad?

—Así es, hija—baje la mirada, muy apenada.

—Pero, ¡me dijiste que ellos habían muerto! —su mirada era de rencor, me sentía mal por todo esto—todo este tiempo me mentiste—se sentó a la orilla de la cama.

—Por supuesto que, no te he mentido, hija, a como tú, yo, también no sabía de estas cosas—la abracé, no quería perderla por nada del mundo, era lo más Preciado que tenía en mi vida—tu, papá fue quien lo ocultó todo este tiempo.

—Entonces, ¿tú, no lo sabías? —me miró con dolor.

—¡Claro que no! de no ser por esos señores que han venido, yo, estuviera tan inocente como, tu, hija—sostuve sus manos—pero, créeme que eres lo más hermoso que tengo en mi vida, no hay nada más importante que tú y supongo que tu padre actuó de esa forma para llegar a tener la familia que hoy tenemos.

—Pero, ¿ellos que hacen acá? —sabía que preguntaría eso.

—Al parecer, a tu verdadera madre también le habían ocultado que, tú, estabas viva y ellos han venido con el propósito de que los acompañes, ya que ella está muy enferma y uno de sus últimas voluntades era de poder conocerte—sentí un poco de miedo en mi interior, si se iba— pero, no estás obligada a ir, hija, si tú no quieres pues, no vas.

—Por favor déjame un momento a solas, mamá, necesito tratar de procesar lo que acabo de saber, para mí, no es nada fácil, todo este tiempo creí que ustedes eran mis padres y ahora ellos aparecen y han dejado mi cabeza hecha un caos—se tomó de sus cabellos, sentí como estaba sufriendo.

—Quizás yo no te di a luz, pero soy tu madre, si, soy tu madre—coloqué mis manos en su pierna— por favor no me odies, yo no tengo nada que ver con todo esto.

—Sólo, sal, un momento, mamá, por favor...

—Entiendo—me levanté—entiendo perfectamente como te debes de sentir, pero a pesar de todo nunca olvides que,  te amo,  y te amo más que a mi vida,  eres lo más importante que tengo— mis lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas, sentí la necesidad de darle un abrazo,  sin embargo me contuve,  me contuve tanto que pude sentir como, mi pecho se oprimía, pero tenía que respetar su espacio así que, con mi mirada puesta hacia el suelo,  salí derrotada de esa habitación,  lo único que escuché al cerrar la puerta fue el llanto de Margaret.

ROBERTO

—Haremos un trato—dijo Alex—Margaret, tiene la edad suficiente y ella misma determinará si ira o no, a ver a su madre.

—Me parece un trato justo—le dije—pero, ella, aún con cualquier decisión que tomé, tendrá que ir, se trata de su verdadera madre quien está muriendo.

—Si ella llegara a ir, yo, tendré que ir con ella, Margaret, está bajo mi responsabilidades y por nada del mundo me permitiría darme el lujo de que vaya sola—Margarita estaba llegando.

—Y dime, mujer, ¿qué decisión ha tomado nuestra hija? —Alex, estaba al parecer tan seguro que Margaret diría que no.

—Aún no lo sé, ella, me pidió que la dejara un momento a solas y no tuve tiempo de saber cuál fue su decisión— pero asombrosamente Margaret venía detrás de Margarita, todas las miradas en esa habitación se habían dirigido hacia ella.

—No hay tiempo que perder—lo dijo con tanta seguridad— ¿a qué hora nos vamos? —preguntó, en ese mismo instante parecía que las palabras de Margaret le habían caído como balde de agua fría a sus padres, mientras tanto, nosotros estábamos completamente felices.

KARINA

Luego de haber recibido la llamada de Marcos diciendo que finalmente Margaret vendría a casa, mi suegra María se había vuelto loca de emoción, tanto así que, estábamos haciendo algunos preparativos en la casa para recibirla a como se debía, preparando platillos exquisitos entre otras cosas.

—Crees que, ¿este atuendo estará a la altura de mi hija? —María era una señora muy sencilla y ese día se había vestido con su mejor atuendo, quizás para impresionar un poco a su hija.

—Suegra, por supuesto que te ves hermosa, tú, de por si, eres hermosa con lo que te pongas, pero, lo más importante es que, veremos a tu hija—ambos estábamos saltando de la alegría.

MARGARET

El calor por estos lugares era bastante sofocante, tanto así que tenía que estar tomando agua constantemente, pero para mi mala suerte el agua ya se me había acabado y no había un lugar cerca donde comprar, al parecer las cosas acá eran un poco más escasas que en Nueva York.

—Es increíble la manera en que viven las personas de acá—le comenté al chofer mientras íbamos de camino hacia la casa de mi madre biológica, pero afortunadamente había una pequeña fuente adornada quizás de un material similar al mármol, nos estacionamos, pero había un chico de una buena estatura, estaba sin camisa, su cuerpo estaba totalmente definido,  Tenía barba cerrada y su cabello era liso— Discúlpame,  mucho gusto— le tendí mi mano y me la estrechó, no podía negar que era bastante guapo y sin camisa,  aún, más sexy— ¿vendes flores o algo así?— digo, por lo que habían muchas flores en esta fuente.

—No, ninguna de estas rosas está disponible, pero si quieres una te la daré— tomo un girasol del racimo y me lo dio.

—¡Muchas gracias! — inhale profundamente— pero, dime por favor, quiero darte un poco de dinero quizás, tú, lo necesitas más que yo.

—No, gracias, tranquila, no hay ningún problema— el chico se había negado rotundamente, de esa forma entré nuevamente al coche y justo antes de arrancar, nuestras miradas chocaron, de ninguna manera la bajaría.

—Y, dime, ¿que dijo? —mi padre, él estaba al lado mío—el chico, ¿no te quiso vender las flores?

—No, quién sabe por qué, le dije que se las compraría todas, pero él, insistió en que no las iba a vender, estaban hermosas, ¿verdad?  a lo mejor se las estaba apartando a alguien en especial, no sé, quizás a su prometida o algo por el estilo.

—Así es, las personas de por acá tienen algo en común y es que son muy cariñosos— como a mí me gustaba la lectura, utilicé el girasol para ocuparlo de separador en el libro que venía leyendo durante el camino.

El viaje hasta por acá había sido bastante cansado, en el coche de adelante iba Roberto con mi hermano, en el coche de atrás ibamos, mi padre, un escolta y un chofer, las calles de por acá eran muy diferentes a las de New York, la arquitectura era bastante rústica y Las casas tenían otro tipo de material, pero luego de media hora, finalmente nos estacionamos frente a un portón un poco grande y una puerta de madera, Bajamos del coche al igual que mi padre y mi hermano.

—Finalmente hemos llegado a casa—Roberto, mi padre me había tomado del brazo dirigiéndome al interior de la casa,  justo al momento de abrir la puerta observé el interior— espero te sientas cómoda,  después de todo esta es también tu casa—di unos cuantos pasos hacia delante y por lo que estaba viendo ellos eran de escasos recursos, vivían de manera sencilla, pero creo que eso no sería ningún obstáculo para mi— esta es tu hermana menor— una niña muy linda se había acercado a mi— se llama a bisa.

—Hola—me dijo la niña con su dulce y tierna voz abrazando mi pierna.

—Hola, pequeña—acaricié su sedoso cabello.

—Ella es, Karina, tu cuñada—me la presentó y era muy hermosa, Era de tez blanca, cabello liso de color negro y tenía unos ojos muy azules— Y, ella...—señaló hacia la puerta principal, una mujer de vestimenta sencilla iba saliendo de la casa—ella,  es tu madre—se acercó hacia mí y en ese momento experimente un sentimiento que jamás había sentido por alguien, era una mezcla de emociones las cuales aún no podía distinguir, ella se acercó hacia mí aún más,  Empezó acariciar mi pelo de manera sutil, tocó mi rostro una y otra vez, sus ojos brillaban tanto y creo que estaban un poco lagrimosos, quizás de la emoción.         

—Mi hija—musito—mi dulce y pequeña hija—segundos después se había desmayado, enseguida sentí un pánico, pero todos en ese momento la auxiliamos llevándola a un sofá que estaba un poco cerca.

—Necesitamos llamar a un doctor—sugirió Roberto, mientras tanto yo, sostenía su cabeza entre mis piernas, la verdad no podía negar que estaba ansiosa porque apenas estaba viniendo a este lugar y creo que ya estaba causando problemas— ¡tráiganme un poco de alcohol! —enseguida Karina había traído un pañuelo con un poco el cual lo colocamos en Su nariz y, afortunadamente había regresado a la vida.

—¿Te encuentras bien? —tomé su mano, era lo menos que podía hacer.

—Por supuesto que si—lo dijo besándola—ahora que tú, estás conmigo me siento mucho mejor, me siento feliz y siento que he vuelto a la vida con más propósitos—Supongo que no era fácil haber estado lejos de su propia hija desde que la dio a luz— toda mi vida creí que te había perdido, pero ahora que, estás acá no dejo de creer que todo esto me parece un sueño— ella no dejaba de besar mi mano, en poco tiempo cuando ya se sentía un poco mejor la ayude a reincorporarse— realmente te pareces mucho a mi, hija, es algo que no se puede ocultar jamás pero dime, ¿cómo te encuentras?

—Estoy muy bien, pero, ¿me podrían decir dónde se encuentra el baño?

—Por supuesto que sí—dijo Karina—yo mismo te llevaré— tomó mi mano y me llevó hasta donde se supone que sería el baño—ahí está—me señaló, lo quedé viendo y me parecía increíble, ni siquiera podía considerarlo un baño, no había privacidad, pero si no entraba creo que las personas de acá se ofenderían un poco, así que no tuve otra opción más que entrar, me fijé en la abertura que tenía en la puerta y Karina se había ido, así que tome el celular para comunicarme con mamá, creo que ella debe  de estar ansiosa, todo este tiempo que salimos y ni siquiera tenía información de nosotros— hola, mamá, ¿cómo estás?  espero que estés muy bien, no te había llamado porque la verdad no habíamos tenido tiempo, pero ya estamos acá y todo está bien.

—¡Qué alegre, hija! cuando salieron quedé muy preocupada, tú sabes que esos viajes son largos y las cosas por allá son muy diferentes, pero dime, ¿cómo se encuentra la señora Maria? ¿ella está bien? ¿todo está bien por allá? —mama era de esas mujeres muy sobreprotectoras.

—Si, no te preocupes, las cosas acá marchan a la perfección—intenté calmarla ya que mi mamá era bastante nerviosa.

—¿Está tu papá cerca? — quiso saber—si está cerca por favor ponlo en la línea, necesito hablar ciertas cosas con el.

—Un momento, por favor no cortes— salí del baño y me dirigí hacia donde estaba mi padre, él estaba con Roberto en el patio, sentados en una mesa, creo que estaban comiendo o algo así— discúlpenme por interrumpirlos, pero, papá, —lo quede viendo—mamá, está al teléfono necesita hablar contigo.

—Sí, perfecto, discúlpame un momento, Roberto, — él se levantó tomando mi celular.    

ALEX

—¡Hasta que por fin me puedo comunicar con ustedes! Pero, cuéntame, ¿cómo están las cosas por allá? ¿como está la señora María? Según Margaret dijo que no había ningún problema.

—No te preocupes, acá todo está bien, el camino estuvo bastante cansado, pero las personas acá nos atienden con mucha amabilidad y desde que llegamos no nos han dejado de atender, y, respecto a tu hija, está muy bien.

—Y, ¿cuándo piensan regresar? no quiero que dilaten mucho tiempo allá, estar sola en la mansión me causa cierto temor, además hay muchos negocios que dejaste pendientes y sería irresponsable de tu parte que estés ausente por muchos días.

—No te preocupes, regresaremos lo antes posible, pero tampoco quería venir acá e irnos dentro de uno o dos días, se vería bastante mal el hecho de qué vengamos y enseguida nos regresemos, por favor, yo mismo te regresaré la llamada luego, ¿vale? —Colgué y me dirigí hacia la mesa del patio, Margarita era muy celosa y sabía que no podía permanecer ni un segundo más separada de nosotros.

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