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Capítulo 4

-Bember…- murmuré estremecida -no hay nada probado en mis palabras, solo un sentimiento fuerte como ningún otro, que se liberó dentro de mí cuando lo mencionaste- dije sin saber siquiera lo que decía y él me miró Yo en silencio, esperando que terminara de hablar. -Creo que hay algo en mí que me empuja a profundizar más y sentí ese algo cuando me mencionaste su nombre- admití refiriéndose a Nathan .

-¿Crees que realmente podría haber algo que te conecte con lo que te dije?- se mostró incrédulo, con un imperceptible hilo de emoción que desmoronó su tono de voz. Quizás la emoción de poder creer que él también ha encontrado un fragmento de su pasado. No hubiera querido admitirlo, antes de ese momento no lo habría dicho aunque me viera tanto en el personaje de esa pequeña, que tan bien me lo había descrito. Pero ahora había algo dentro de mí que me decía que lo hiciera, que pusiera esperanza en todo esto.

Sólo entonces podría realmente profundizar en mis recuerdos.

-Tal vez los dos estamos locos por creerlo, pero ahora cómo es que siento que es un sí- y ese pellizco de emoción que hacía temblar mis párpados todavía me empujaba a querer llorar, como si realmente hubiera una razón para ello y Sonreí, sintiéndome mejor por primera vez en el camino correcto. -Te ayudaré a recordar... si realmente eres tú, tanto tú como yo merecemos entenderlo-, y tenía toda la razón. Mi corazón de repente dio un vuelco ante la mera idea de que podría estar encontrando una manera de comprender quién era realmente, en el inmenso laberinto de misterios que había sido mi vida hasta ahora.

Porque Bember había reavivado una esperanza que ya no quería dejar morir.

Punto de vista de Cesar

Bember y yo no nos habíamos visto mucho en los últimos dos días, pero había pensado mucho en él... y en todo lo que nos habíamos dicho esa noche. Ya no podía sacarme de la cabeza el nombre de aquel niño que en una realidad paralela podría haber sido mi hermano.

Ni siquiera le había preguntado cuántos años tenía, pero aun así lo imaginaba mucho más joven que yo, tal vez con ojos claros y cabello brillante.

Fue lindo fantasear con todo esto, pero no fue tan lindo ver cómo a pesar de todo, mi mente seguía siendo un enorme agujero negro. Un acantilado de oscuridad en el que sólo puedes caer sin poder volver a subir.

No había ni un solo rayo de luz en él.

Y era un tormento no poder recordar. ¿Y entonces por qué? El mayor dilema fue no tener idea de qué era capaz de apagar mis recuerdos.

En parte tenía miedo de descubrirlo.

Continué caminando hacia la sede, agarrando en mis manos el capuchino que aún no podía terminar en pequeños sorbos. El cielo hoy parecía despejado, afortunadamente un día gris y lluvioso como ayer no hubiera podido soportarlo y relajé los hombros, tratando de distraerme un poco.

Pensar obsesivamente en las historias de Bember ciertamente no me ayudará a recordar todo de repente, por mucho que desearía que fuera tan fácil de hacer.

-¡No pero no me esperes!- mi atención fue inmediatamente atraída por esa exclamación, la cual me despertó de mis mil pensamientos y me hizo frenar y automáticamente girar detrás de mí, donde Drake con un gorro de lana del cual solo me miraba molesto su hermoso mechón de cabello.

-Oye hola..- sonreí relajando las comisuras de mi boca y él arrugó la nariz -¿no leíste mi mensaje?- Luego me preguntó, casi ofendido.

Saqué mi celular de mi bolsillo, tratando de entender de qué estaba hablando y solo cuando la pantalla se encendió mi ceño se frunció en una expresión de asombro.

-No lo había visto en absoluto-, le expliqué, recién ahora leyendo que me había pedido que lo esperara frente a la cafetería. De hecho, todos los miércoles caminábamos juntos para llegar a este lugar, desde que descubrimos que asistíamos al mismo curso, pero yo estaba totalmente ausente.

-¿Quién te hace sentir tan en el aire, señorita?- preguntó a mi lado y me escondí en un sorbo de capuchino, sintiéndome casi avergonzado al responder su pregunta.

Miré el campus frente a nosotros, la pequeña calle por la que caminaba no estaba muy concurrida hoy, pero todavía había suficientes niños caminando en la misma dirección que nosotros, y saqué la tarjeta de mis labios.

-¿Puedo abstenerme de contestar?- Le pregunté de nuevo, esperando salvarme de su curiosidad, pero él sacudió la cabeza y entrecerró su mirada hacia la mía.

Mientras tanto, arrojé el vaso ahora vacío que sostenía en mis manos al primer cubo que encontré a mi lado mientras caminábamos, y lo miré brevemente a los ojos nuevamente.

-Uno de tus compañeros de cuarto- admití distraídamente, viendo la silueta del cuartel general al final de la calle donde, finalmente, casi habíamos llegado y adivinó.

-Dime que no es Damon- resopló con desagrado, dada nuestra cercanía hace algún tiempo y negó con la cabeza. Incluso si ya no compartía con ellos todo el odio hacia ese chico... tal vez fui el único que vio más allá de eso.

Todos vieron a Damon, de la forma en que yo lo veía antes de pasar todo ese tiempo con él, antes de que se abriera a mí. Antes de comprender que llevaba una máscara, detrás de la cual al final… es un niño que sólo quiere poder devolverle a su madre una vida digna.

A pesar de todo, la admiro por esto.

-Es para Bember…- susurré en voz baja, casi como si fuera un secreto y vi sus ojos abrirse -¡Bember!- ella gritó casi como una adolescente enloquecida y yo me lancé a su boca tapándola con mis manos.

-¡Pero te has vuelto loco!- Abrí mucho los ojos, lo miré y lo vi reír, mientras muchos de los presentes nos miraban y seguían caminando.

-Lo siento…- se rió entre dientes cuando lo solté y sus ojos color avellana se entrecerraron en dos rendijas mientras me miraba divertido -¿estás seguro de que quieres ir contra alguien como Brianna?- Bromeó, mirándome y yo resoplé, ahora de pie frente a él.

-Como si ya no lo tuviera-, murmuré distraídamente y sacudí la cabeza para sí mismo, -¿lo sabe?- preguntó, insinuando que sentía algo por su amigo, y mi estómago se estremeció de nuevo.

-El sábado por la noche en tu fiesta... nos besamos- Decidí admitirlo sólo porque, a pesar de toda su exuberancia, Drake seguía siendo quizás el único amigo verdadero que había hecho desde que estaba en el campus. -¡Lo tienes, Bember!- él sonrió mirándome con toda la naturalidad del mundo y cada vez me sorprendía ver lo diferente que era decirle algo así a un niño que a una niña.

Se lo tomaron todo tan a la ligera que resultaba desconcertante.

-¿Qué piensa usted al respecto?- Pregunté por primera vez buscando una opinión que fuera neutral, sincera, una opinión externa en cierto sentido.

Pero ver la calma con la que me miraba fue suficiente para no hacerme sentir mal, para no hacerme sentir que se estaba aprovechando de que después de todo, Bember hace apenas poco más de una semana dejó una relación tan larga.

-No le veo nada malo Cesar- admitió mirándome a los ojos -Creo que el punto que le hizo a la historia con Brianna debería haberlo hecho hace un tiempo y que el amor entre ellos dos, si existe -Alguna vez lo fue, terminó mucho, mucho antes de que tú y él se conocieran... Bember simplemente tenía que entenderlo-, me sorprendieron sus palabras.

No esperaba tal respuesta, pero fue suficiente para olvidarme de que podría haberme entrometido de alguna manera en una pareja.

-Sólo lamento estar casi seguro de que definitivamente tendrás algo que decir, incluso si ya no tienes derecho a interferir en la vida de mi amigo- Me encogí de hombros, sabiendo que era exactamente así y cuando miré la Mientras hablaba por el móvil enderecé la espalda.

-Tal vez nos distrajimos un poco- solté mostrándole la pantalla y sus ojos se abrieron -mierda- exhaló tomándome del brazo y arrastrándome detrás de él que era tres veces más rápido e inteligente que yo, y luché por mantenerme arriba con él.

-Tú serás la causa de mi fracaso en esta materia, al hacer que acumule tardanzas y lecciones perdidas-, exclamó con sarcasmo, haciéndome medio reír mientras seguía siguiéndolo hacia el edificio del que estábamos cerca y lejos. .

Cuando entramos al salón estaban todos tan concentrados y absortos escuchando la lección que ni siquiera el profesor se molestó en detenerse y darnos la conferencia habitual, era un hombre bastante meticuloso pero dejó pasar nuestra negligencia, que al final solo afectó a nuestro. Pasé el resto de las lecciones tratando de recopilar la mayor cantidad de información posible para enriquecer mis notas lo mejor que pudiera... en las últimas semanas me había permitido distraerme demasiado por una serie de eventos que no habían hecho nada. pero distraeme.

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