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Capítulo 5

Seguí las lecciones así todo el día, intentando no perderme nada y una vez que llegué al final, me detuve en la biblioteca para pasar otras dos horas poniéndome al día con todo lo que había dejado atrás. La sensación de satisfacción que sentí cuando recogí mis cosas una vez terminado el trabajo fue satisfactoria.

Saliendo de la biblioteca me dirigí hacia las escaleras que me llevarían a la planta baja, me sentí orgulloso y en paz conmigo mismo en ese momento que al reconocer su figura a lo lejos, de repente me sentí tan feliz.

Bember estaba saludando a un chico en la salida de la sala de reuniones de estudiantes, luego de una palmada en el hombro se dirigió hacia la puerta de salida con una sonrisa aún en su rostro pero tal vez mi mirada ardía tanto en él mientras todavía caminaba por la calle. escaleras escaleras, quien levantó la cabeza en mi dirección.

Me avergoncé de haberlo hecho sentir observado, pero seguí bajando la rampa hasta acercarme a él, que parecía estar esperándome.

-Hola hola- me saludó con aire tranquilo, estirando sus labios en una sonrisa sincera y yo hice lo mismo deteniéndome frente a él -Pensé que era de los pocos que se quedaban aquí hasta tarde- admitió mientras caminábamos juntos hacia la salida y me encogí de hombros.

-Tuve que recuperar algunas cosas-, admití cuando llegué frente a la puerta y cuando puse mis dedos en el mango para empujarla, él lo hizo por mí, abriéndola.

-Ah bueno, simplemente me paré a charlar con un amigo- se rió con toda la naturalidad del mundo, la misma con la que poco antes me había abierto la puerta y yo lo miré con admiración.

Extrañaba ver su rostro tan de cerca, todos esos rasgos que me habían llamado la atención desde el primer momento.

Y su olor...

Caminamos juntos todo el camino de regreso, no había mucha gente alrededor, la noche había caído rápidamente dada la temporada baja y cuando llegó el momento de girarse, para mi sorpresa se ofreció a llevarme a mi dormitorio. Hablamos de todo con tanta fluidez que recordé por qué cuando nos hicimos cercanos por primera vez, me sentí tan cómodo estando con él.

Éramos dos personas tan parecidas, que pasamos de hablar tan libremente, a la vergüenza que de pronto sentí en cuanto me miró a los ojos un poco más de lo necesario, sin añadir palabras.

-Estamos aquí-, susurró, deteniéndose frente a mí y levanté la barbilla, deteniéndome para mirarlo. Esa fue la única vez que quise cuadriplicar la distancia entre mi dormitorio y la sede donde odiaba ir todas las mañanas sin importar lo lejos que estuviera.

Pero para él el viaje le pareció demasiado corto.

-Gracias por la compañía-

Sonreí levemente mientras lo miraba desde mi baja estatura y lo vi inclinarse para saludarme con un beso en la mejilla y mi estómago dio un vuelco de repente. Instintivamente me puse de puntillas para hacer lo mismo... pero en mi agitación volví la cara en sentido contrario.

Mi boca terminó bajo sus labios, con la misma velocidad con la que mi corazón casi parecía salirse de mi pecho.

Ese beso pareció durar una eternidad, pero fue el momento más hermoso que pude recordar haber sentido en mi vida.

Mis mejillas ardían bajo mis ojos ahora y cuando él se apartó, estaba tan avergonzada que accidentalmente lo había besado así. Pero no dijo nada, sus ojos seguían en los míos, me miró en silencio y con los labios entreabiertos mientras todavía estaba demasiado cerca de mí.

Había chicas pasando a nuestro alrededor, algunas entrando y otras saliendo del dormitorio, pero solo vi sus ojos frente a los míos, envueltos en la oscuridad.

-Lo siento, no…- pero me di cuenta de que ese fue el mejor error que pude haber cometido cuando incluso antes de dejarme terminar la frase que me costaba formular, volvió a colocar sus labios sobre los míos.

Ya no entendí nada.

Bember me atrajo hacia él, sus manos agarrando mis caderas mientras retrocedía detrás de la pared del edificio detrás de nosotros y yo todavía no respiraba.

Me quedé sin aliento en el momento exacto en que se sumergió en mis labios y el calor de ese beso hizo que me derritiera en sus brazos. Levanté mis manos, sosteniéndome de su cuello mientras mi espalda encajaba perfectamente contra la pared ahora detrás de mí.

Bember había sido cualquier cosa menos mi primer beso, pero en ese momento cuando su boca se abrió en la mía y nuestras lenguas se tocaron, cálidas y ansiosas, sentí como nunca había sentido ningún otro.

Fue como vivir por primera vez el momento más hermoso que jamás podría desear vivir. Me dolía el estómago por lo mucho que me hormigueaba, con una sensación constante de éxtasis y ansiedad, que parecía dejarme en algún lugar entre la excitación y el miedo en la balanza.

Ese beso fue un descubrimiento, como tocar el tallo de una rosa... pero besarlo fue sublime, algo tan irresistible para mí que si no me estuviera sosteniendo habría temido caer. Era como si estuviera teniendo una explosión de sensaciones diferentes en mi interior y todas tan terriblemente hermosas que me olvidé de todo lo demás.

Todo.

Sus manos subieron, se posaron a los lados de mi cara y solo después de un tiempo, se separó de mi boca, alejándose lo suficiente para mirarme a los ojos y sus iris oscuros ahora brillaban como nunca antes.

-Me hubiera gustado hacer las cosas con calma, dada mi situación- murmuró sin aliento, mirándome a los ojos con los labios levantados en una de sus más hermosas sonrisas -pero me tentaste- un momento después volvió a besarme y con Él mi estómago parecía tener exactamente la misma reacción que antes.

El agarre más placentero que pude sentir.

-La otra noche cuando te pregunté si te acordabas de todo lo del sábado… es porque a pesar de que estaba vergonzosamente borracho, realmente hablaba en serio todo lo que te dije Cesar- dentro de mi pecho el corazón ya era un tambor, la melodía nunca paraba resonante que dictaban escalofríos y sonrisas.

-No puedo resistirme…- jadeó con sus labios rozando ardientemente los míos -No quiero hacerlo- y caí, succionada por el vórtice de emociones que sus palabras me hacían sentir, fibrilando como un rayo. .

Estaba extasiada, totalmente absorta en ese momento en el que incluso olvidé dónde estábamos. Bember fue la excepción para mí, el único chico que me había hechizado como el príncipe de un cuento de hadas que quería vivir, página a página. Me hizo temblar, me puso las piernas gelatinosas con solo mirarme y me prendió fuego en las mejillas cuando me besó. Lo había deseado todo este tiempo, incluso sabiendo que no podía tenerlo, incluso sabiendo que estaba equivocado, tratando de olvidarlo y convenciéndome a mí mismo y a los demás de que no me importaba.

Mi mayor tentación, de la que de una forma u otra nunca había logrado escapar y ardía en el deseo mismo de vivir algún día este momento. Tanto es así que ahora no me parecía real. Sus labios presionados contra los míos detuvieron mi respiración de la manera más dulce que pude sentir, dándome una emoción tan fuerte que puso mi corazón patas arriba.

Ella palpitaba y palpitaba cada vez que se movían contra la mía, tan lujuriosa que casi me hizo creer que ella deseaba este momento casi más que yo. Pero ¿cómo fue posible...?

Podía sentir los latidos de su corazón golpeando contra mi pecho cuando nuestros cuerpos, entrelazados y envueltos en esa oscuridad, se tocaron, se fusionaron y me hubiera gustado vivir ese momento para siempre. Como si tuviera miedo de que no volviera a suceder.

Quién sabe lo que sintió.

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