Capitulo 3 parte 1
Melisa me cuidó lo mejor que pudo, sin hacer muchas preguntas además de las de rutinas y alguna de cortesía. Pero seguro podía adivinar por la manera en que seguía cada uno de sus movimientos en que no confiaba en ella por más que luciera como un ángel hecha persona con un cabello con delicados hilo de oros y ojos brillantes y amarillos, llenos de vida.
Luego de todo el día de su atención esmerada y ver lo bien que había pasado a mi detallada, silenciosa y casi sobrecogedora inspección sobre ella, le sonreí dándole luz verde de a que por fin se acercara de su lugar en un rincón de la habitación revisando algunos archivos en su Tablet.
Levantó la miraba de su trabajo, observando mi cambio de expresión y caminó hacia mi dejando su dispositivo en su lugar sobre el asiento.
- Doce horas en un coma inducido, una pierna destrozada y varias fracturas menores que harían a cualquier hombre grande gemir como una niña pequeña y ni hablar de las múltiples infecciones por vivir en las calles. Aun así tus ojos no han dejado de seguirme como un león en su caza. ¿Ya terminaste de medirme? – preguntó parándose frente a mí con los brazos abiertos, vestida de pies a cabeza con un traje de mono y camisa manga larga blanca. Del odioso blanco que inundaba la misma habitación que he estado soportado por 12 horas.
- Tal vez. – dije compartiendo la misma sonrisa brillante que ella, aun cuando no daba la talla. – ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro. Dispara. – dijo sentándose a mi lado en la cama a una distancia prudente. Me había quitado la argolla minutos después de que Lykar se fue para inspeccionarme mejor y me aseguró de que no volvería a esposarme. Le parecía inhumano y no creía que con el estado de mi pierna pudiera avanzar ni mucho menos escapar.
- ¿Quién es Lykar? – esto pareció tomarla desprevenida por cómo se reflejó la sorpresa en su rostro y tardó un par de minutos pensando en una respuesta.
- No sé realmente lo que quieres saber. ¿Si es confiable? ¿A qué se dedica? o… tienes que ser más específica.
Tenía tazón en pedirlo pero todavía me costaba confiar en ella o saber que tanto sabia de mí, pero tenía que saber cuánto conocía Lykar de mí y cuanto le había contado a ella. Así que hice mi mayor esfuerzo en relajarme y le ofrecí a cambio:
- Me ofreció un puesto en su equipo pero digamos que… No logro creérmelo del todo. Sonaba muy bueno para la asesina de uno de sus chicos. – admití con algo de inseguridad, levantando la miraba para verle. – ¿por qué crees que quiera tenerme aquí? Sobre todo después de lo que he hecho.
Se lo pensó un buen rato hasta que su dispositivo sonó llamando su atención, antes de que fuera a recogerlo me miró a los ojos de la forma más pura y sincera que alguna vez alguien me haya visto.
- No somos personas con un historial limpio del todo, el que estés con nosotros no te hace la oveja negra. Creo que si Lykar te lo ofreció es porque ve algo en ti que puede funcionar en nuestro equipo. Algo bueno o que puede llegar a ser bueno. – dijo con toda la sin-ceridad que había en ella. Sonaba como algo bueno pero…Era difícil de creérmelo. Sobre todo porque ella no conocía mi historial y que había matado a su chico a Sangre fría, fácil.
Estuve a punto de decírselo pero no me pareció correcto así que dejé que contestara la llamaba mientras pensaba mejor las cosas. No duró mucho, intercambio algunas afirmaciones con la persona del otro lado de la línea antes de apagar su dispositivo y girarse a mí.
- ¿Entonces eso quiere decir que es una buena persona? – pregunté enarcando una ceja, incrédula a creerlo todavía.
- Lykar es... Un buen líder. Si te dio su palabra sobre protegerte lo hará, a su modo tal vez. Consta de ti averiguar si es bueno o malo.
No es la persona favorita de todos pero cumple sus promesas.
Pues no me servía de mucho que fuera un hombre de palabra si no conocía que clase de bastar-do era pero… No podía tomar el atajo y pedirle toda la respuesta. Así que me conforme en guardar silencio.
- Bien, ahora ¿crees que puedes ponerte de pie? – preguntó parándose recta frente a mi evaluándome con su miraba. Me había cambiado por ropa mucho más cómoda y venda-do dos veces la pierna y las costillas pero no había probado aun a ponerme de pie.
- Tú eres mi médico, ¿crees que pueda? – pregunté echándole una miraba a mi pierna con temor.
- Técnicamente no, pero te has curado increíblemente bien y rápido a pesar de todo. ¿Probamos? – ofreció sus palmas abiertas frente a mí para que me apoyara en ella y con un suspiro que sonó más a un bufido se las tomé tomando fuerza y poniéndome de pie.
Dolió y no solo en mi pierna, mi cabeza dio un martilleo fuerte pero aun así me mantuve con mis manos sobre las suyas apagando la sirena de dolor que me empujaba a que volviera a acostarme. Me puse de pie todo lo recta que podía y dando un pequeño paso adelante y luego otro con su ayuda hasta que me acostumbre a estar de pie y lo encontré soportable.
- Bien, eso es increíble. Vas muy bien, ¿crees que puedes ir en pie? Lykar me pidió que te llevara a la azotea. Creo que ya es hora de partir. – dijo sosteniéndome con fuerza y esperando por mi confirmación. Hice una mueca de dolor tanto por la noticia como por el esfuerzo pero orgullosa asentí y esperé a que recogiera sus cosas antes de avanzar lentamente hacia fuera y por un largo pasillo de cerámicas blanca donde la gente iba y venía despreocupadamente.
- A pesar de haber vivido prolongadamente en las calles no estás tan mal, has tenido suerte. – comentó luego de un rato que llevábamos avanzando.
- Temo que mi suerte se ha acabado si he llegado otra vez aquí, al mismo camino. No debe de ser secreto que soy una simple vagabunda, algo te habrá dicho Lykar. – respondí mientras cruzábamos el pasillo, tratando de ignorar a todo el mundo que no se perdía detalle de nosotras, de mi al menos. Mi aspecto debería ser un misterio frente a lo impecable y lo sano que se veían todos.
Aunque pocos sabias, o intentaban ignorar, que se estaban pudriendo por dentro con tanto químicos y aire contaminado.
Asintió distraídamente con la miraba perdida antes de volverla hacia el frente.
- me ha contado poco, en cambio tus fracturas e historial médico me dice que eres más fuerte de lo que parece, pero un consejo: llévalo con calma y no caigas en provocación. Eres la presa nueva y todos, y lo quiero decir en serio, querrán sacudirte un poco intentando probar de que estas hecha. – dijo observándome de reojo con el semblante serio, implacable.
Eso hacía que mantuviera arriba aún más mis defensas, dejándome un incómodo cosquilleo de incomodidad y prisa cubriendo mi espalda. Ahora que mi mente estaba un poco más descansada y clara no me había creído ni una palabra de Lykar ni su actuar. Alguien que supiera tanto de mí, de VIdra o hasta que fuera más lejos de eso y supiera de Jack y de mí, nunca me dejaría ir así de fácil.
- Lo tendré en cuenta. – fue lo único que le dije mientras esperábamos a un lado del pasi-llo el ascensor.
Escuché como me daba una breve introducción a lo que me esperaría, y que esto no sería mucha gentileza por parte de ninguno de ellos, cuando el ascensor por fin se abrió para nosotras. Di un paso adelantándome para entrar pero choqué con alguien que intentaba salir de este.
De no ser porque me sujeto de los brazos hubiera caído al piso, pero aun así mis músculos se quejaron por el impacto.
- Te tengo. – dijo dándome la cara y estabilizándome en mis pies. Era joven, con expresión algo severa. Suficiente lindo por si alguna vez me interesaran los Lighters, o cualquier hombre en la faz de la tierra.
- Ya intentaste matarla una vez, podrías tener más cuidado. – le reclamó Mells, observándolo con el ceño fruncido. Sus palabras me dejaron como piedra y más por la aptitud en-tre ambos así que me permití mirarlo con más detenimiento y notar los profundos rasguños en sus antebrazos y una de sus mejillas.
- ¿Matarme? – enarqué una ceja hacia ambos esperando una respuesta, y al segundo pu-de ver el arrepentimiento en la cara de mi médico por su falta.
- Bonita manera de introducirme, pero sí. Siento lo de tu pierna, para la próxima solo res-ponde en nuestro idioma. – dijo guiñándome un ojo como si me estuviera haciendo un favor con su consejo.
Tal vez Mells notó el cambio en mi carácter ya que se puso entre nosotros manejando muy bien la tranquilidad en su rostro.
- Siento mucho eso, aunque no finjas que no has pedido una medalla por atraparla. – lo fulminó con la miraba antes de girarse hacia mí con una expresión más conciliadora. - Maia, este es Nicolás. Mi hijo menos problemático dentro del equipo. – presentó con sus ojos brillantes de desaprobación hacia el muchacho que me hacía creer todo lo contrario.
Se veía que ella estaba de mi lado, pero no podía definir todavía si era todo genuino o no. No estaba de ánimos tampoco para descargar un arma contra ellos.
Me escaneó con su miraba de pies a cabeza y se hizo a un lado para que entrara al todavía abierto ascensor.
- Lykar me envió por ti. ¿Me haces el favor? – pidió con amabilidad pero sin que eso llegara más allá de sus palabras. Que cabron tan duro y controlado.
Le di una miraba igual de vacía como lo había hecho él y antes de entrar por completo en el as-censor me paré a su lado mirándolo casi cara a cara.
- La próxima hazlo bien o podrás saludar a Ángelo en el infierno. – dije sin una pizca de consideración o vacilación en mis ojos.
Entré en el ascensor y tuve que aguantar la miraba de desaprobación que me dirigía Mells.
- No cuentes con tus bendiciones tan rápido ni creas porque Lykar te quiere aquí significa que eres intocable. – dijo entrando en el ascensor y presionando el botón hasta el último piso, sin molestarse en mirarme siquiera.
- No le he dicho que sí, así que él y yo no tenemos nada que ver. Y si tienes un problema conmigo puedes intentar esta vez venir de frente. – dije encogiéndome de los hombros despreocupadamente, esperando a ver que le hacia mi provocación, pero no mordió el anzuelo. La única que se veía perturbada por ello era Mells separaba de nosotros y en silencio.
- ¿Crees, en serio que puedes escaparte tan fácil? No llegarías ni a dos pasos fuera del ascensor así que te sugiero que cierres tu maldita boca. – espetó, concentrando sus mestizos ojos hacia mí. No lo suficiente dorados ni marrones. Era alto, y dentro del ascensor se sentía como un gigante junto a mi posición tan débil, pero de ninguna manera le mostraría que lo sentía así. Todavía quería ver si caía en mí provocación.
- ¿Crees que me intimida el chico que hace los mandados? Si mal no recuerdo fue un muro el que me detuvo, no un mestizo. – verlo caer me causó una ráfaga de placer que se ex-tendió deliciosamente por mi pecho. Tal vez fueron sus ojos centelleando en mi dirección y en la forma que sus puños se cerraron a un costado. Mi parte favorita fue la amar-ga sonrisa que me dio antes de mandarme a la mierda y darme la espalda.
- Ustedes sí que se llevaran bien. – Masculló Mells con los ojos abiertos en preocupación en mientras yo sonreía como una triunfadora. El orgullo de los Lighters siempre era tan débil.
Las puertas del ascensor se abrieron para nosotros y Nicolás se hizo a un lado para dejar pasar a Mells primero. Al menos tenía ciertos modales.
Antes de que pudiera dar un paso adelante presionó el botón de cerrado de emergencia y me empujó hacia el fondo del espacio haciendo que me golpeara la parte trasera de la cabeza.
Creo que había picado muy en el fondo, pero cuando se dio la vuelta y me observó, no había más que calma en su expresión, total control.
- Tu carácter no te llevara a ningún lugar y menos si sigues recordando que mataste a Ángelo. Siendo sincero no me importa que lo hayas hecho. Pero los otros dos que mataste en el almacén aquella noche y que posiblemente no recuerdes no lo merecían. Así que, ¿podrías al menos explicarme como es que de ahora en adelante tengo que lidiar con una snob? –exigió aun manteniendo su tono de voz, como si no quisiera empezar una pelea o una lucha. Me gustaba, y más que hubiera hablado con honestidad.
Tal vez por eso, y por qué en verdad quería salir de aquí, le mostré la misma amabilidad y honestidad.
- Tampoco lo sé, y no me mires de esa manera, realmente no sé lo que quiere Lykar con-migo porque yo no le he pedido ningún favor. Así que ambos estamos estancados en es-ta situación. – le aseguré tratando de borrar su irónica miraba sobre mí. Podía verlo también, no tenía el aspecto de alguien por el que te jugarías el cuello, no ahora.
Lo que había concluido de nuestra conversación es que sabía que estaba relacionada con Jack, y cualquiera que tuviera el más mínimo sueño de ascender a la Elite Smooker sabía que ganarse el beneficio de Jack era ganarse un boleto dorado. Por otra parte, sabia lo suficiente de mi para conocer que daría mi vida entera por volver a estar con Vidra y que si ponía más presión de la necesaria sobre mí lo mataría en un abrir y cerrar de ojos. Pero prefería mantener esa información para mí misma.
No pareció creerse toda mi historia pero por expresión corporal sabía que lo dejaría ir por ahora. Manteniendo un ojo encima, por la manera en que todavía me miraba.
- ¿Eso es todo? Odiaría hacer esperar a un hombre al que le romperé todas sus esperan-zas. – dije, esta vez con fingido arrepentimiento.
Me escaneó con su miraba por un minuto guardando su espacio sobre mi antes de suspirar y dejarlo ir.
- Es todo, aunque tampoco menciones lo de ser mestizo. No te queda el papel de Snob pretenciosa. – dijo mientras por fin abría la puerta y me daba permiso para salir primero del ascensor, teniendo en cuenta mi cojera.
- Pfff, ¿por qué no visto de pieles y medallas? – dije mientras trataba de seguirle el paso. Observé alrededor pero Mells había desaparecido, dejándonos prácticamente solos en el pasillo que conducía a una pequeña escalerilla hacia arriba.
- Creo que más bien es por todo esto - dijo señalando a toda mi cabeza. Desde el cabello rapado totalmente como a la mancha oscura en mi cuello que Mells había insistido en borrar, haciendo una mueca de desaprobación.
Lo entendía, pero había escogido la salud en contra la belleza, y no era muy saludable tener el cabello largo durmiendo en un callejón con quien sabe qué tipo de bichos de cualquier forma. Además de que necesitaba de un cambio de imagen.
- Soy mejor de todo esto que ves, no te confundas. – me conformé en decir mientras observaba con dolor que tenía que subir un pequeño tramo de escaleras para acceder a una puerta que nos llevaría al exterior.
Fue de primero quedándose a medio camino con la puerta abierta hasta que tomé el suficiente valor para subir.