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Capitulo 3

Me apoye en el balcón tomando de mi copa de vino, mi habitación tenia la vista al estacionamiento el cual estaba repleto de vehículos lujosos.

Hoy era el cumpleaños número 37 de Javier y solo las personas más pudientes estaban invitadas a la celebración. Volví dentro sentándome en el sofá, encendí la televisión, de seguro había algo bueno que ver, pase los canales distraída tomándome a fondo lo que quedaba en la botella.

-Ágata ¿estás despierta?- dijo Alex entrando luciendo un elegante traje blanco.

Yo voltee saludándolo con la mano, mirándolo de arriba a bajo sin pudor.

—Estas guapísimo vestido así, mi amor, de seguro eres el galán mas cotizado de la noche –dije, notando como se sonrojaba un poco por mi alago.

—Ejem –se aclaro la garganta—. He venido a escoltarla a la fiesta – dijo mirando a su alrededor.

—¿Perdón? –dije confusa, realmente no me esperaba estar invitada y tampoco quería bajar y ser observada por todo mundo como un bicho raro. Entró a mi vestidor

—Como escuchó, por ordenes de mi padre tiene que estar presente –decía desde dentro mientras lo escuchaba mover cosas.

Yo agarré la botella de vino tomando directamente de ella apoyándome en el marco de la puerta viendo como él revisaba entre mis ropas.

—Aún así no pienso ir –dije serena.

—No diga eso, es bueno que salga de estas cuatro paredes de vez en cuando –me alentó.

—¿No será que me quiere tener cerca para evitar que escape entre tanta gente saliendo y entrado? —pregunte, a decir verdad se me había ocurrido la posibilidad, pero no tenía planeado a donde ir después de salir de la mansión, así que desistí de la idea.

Alex me miro serio.

—¿Tan obvio es? –dijo sacando un vestido blanco que ni recordaba que tenía.

—Más obvio fue que podría ser mi plan, por eso no lo hice, seguro Javier quiere mostrarle a sus invitados que soy de su propiedad –volví a tomar de la botella hasta que se vació—. ¡Ah! Que rico vino –dije sintiendo algo de calor.

Él se acerco a mi quitándome la botella.

—¿Cuántas botellas te has tomado? –pregunto serio.

—Mmm, unas cinco o seis –dije contando con mis dedos algo mareada.

Él negó con la cabeza.

—Tendré que encargarme de usted –dijo dejando mi vestido a un lado sobre mi cama—. Vamos tiene que darse un baño –me olfateo un poco—. Apesta a alcohol –dijo arrugando la nariz tapándosela con un pañuelo luego.

Yo reí a carcajadas.

—Pero tienes que bañarme tú –dije riéndome y colgándome de su brazo.

—¡Ah! ¡qué puto asco! Suéltame, me pegaras algo! —Gritó eufórico intentando liberarse, forcejando hasta conseguirlo, tirándome al suelo sin ninguna delicadeza—. Tengo que hacer una llamada –dijo antes de salir corriendo de allí—. Tenemos un problema –dijo a la persona del otro lado de la línea—. Está muy ebria y así no podré llevarla abajo —Afirmó.

Yo por mi parte buscaba otra botella en mi closet destapándola, realmente no quería ir y ser el centro de atención.

—Que delicia de vino —susurré por lo bajo después de probarlo.

El rubio se recostó a la puerta.

—Sí, lo sé, pero no creo que sea buena idea,

podría traer complicaciones para mí en un futuro, padre. Está bien como usted ordene –colgó el teléfono molesto y volvió a hacer otra llamada—. Ana ven a la habitación de la Sra. Villarroel, te necesito –dijo mirando su brazo ya no sintiéndose tan incomodo.

—¿Pasó algo malo? –pregunte sentándome en el borde de la cama notando como Alex entraba acompañada de su esposa.

—Tienes que ir conmigo, así sea a rastras o sino Ana y yo seremos expulsados de esta casa–dijo de mala gana, la rubia solo me miro y bajo la mirada luego sin decir palabra alguna.

—¡¿Qué, acaso Javier enloqueció?! –grite molesta, entrando en cordura por la sorpresa.

-Eso mismo quisiera yo saber –comento tomándome del brazo—. Vamos, tiene que bañarse –dijo arrastrándome al baño con la ayuda de su esposa.

-¡No pienso ir! –grite agarrándome del pilar de la cama.

—Por favor, hágalo por nosotros, se lo suplico –dijo el rubio jalándola por una pierna.

—No se resista y cumpla con las ordenes de su dueño – dijo la esposa jalando la otra, obviamente molesta por la tarea que tenia.

-¡Nooo!, ¡primero muerta!, ese imbécil solo quiere exhibirme como trofeo, me niegooo –dije desesperada.

La rubia me soltó de golpe.

—¿Y eso que importa?, no puedo creer que mi suegro nos amenazara de esta forma por culpa de una amante, esto es indignante -dijo cruzándose de brazos.

Alex me soltó también.

–Querida, discúlpame por todos los problemas que te ocasiono – dijo muy apenado.

Ella lo miro enterneciendo la mirada

–No es tu culpa –le dijo mirándome luego a mi de manera seria –Es culpa de esta mujer –dijo entrando al baño—. Ella da miedo –le dijo mirando a Alex aferrándome al pilar—. Bien –dijo la rubia cargando un balde lleno de agua—. Si no quieres entrar, solo tenemos que bañarte aquí y listo –dijo antes de tirármela encima.

—¿Eh? –Dije sorprendida temblando de frio empapada de pies a cabeza –Alex tu esposa da mucho miedo –me quejé comenzando a llorar infantilmente.

—Deja de llorar como una niña y tú ve a traer más agua –le dijo con tono autoritario, haciendo que el rubio corriera a cumplir sus órdenes –si te llevas tan bien con mi esposo, por lo menos podrías poner de tu parte para no perjudicarlo –dijo quitándome los zapatos.

—¿Tú estas preocupada por Alex? –dije curiosa dejándome desvestir.

–Claro, es el hombre que amo –afirmó desabotonando mi camisa.

—A pesar de su problema, ¿lo amas? –inquirí muy interesada, después de todo ella siendo de tan alta clase social, estaba ocupándose de mí en vez de ordenárselo a alguna empleada.

—Claro, por lo menos soy la mujer más cerca a él y mi esposo intenta acercarse a mí a pesar de su fobia, así que quiero hacer to… —Se quedó muda y me soltó al ver mi piel después de quitarme la camisa asombrada—. Esto – tartamudeo, pero no pudo decir más.

—Traje las cosas –dijo Alex colocando un balde de agua en el suelo junto al jabón y las esponjas.

Yo baje mi mirada apenada sabiendo lo que le asombraba

—¿Tú sabías de esto? –dijo mirando a su esposo.

—Sí, así es mi padre con ella – admito el rubio apenado.

Ella toco mi hombro.

—Todas estas marcas –dijo aun estupefacta

.

Yo sonreí, después de todo mis senos estaban cubiertos de tatuajes, mis hombros, cuello y brazos, aun tenían las cicatrices de los mordiscos de Javier, algunos todavía tenían las costras, chupones rojos por todos lados hasta donde alcanza la vista.

—No quiero que todo el mundo se entere de esto –dije—, y ese vestido sería mi muerte —Lo señale—. Después de todo sabía que yo no lo había comprado porque jamás utilizaría un vestido de tiras con escote en v en el pecho y la espalda, ¿Qué no ven? –dije con la voz entrecortada—. No es que no me preocupe por ustedes, Javier es de lo peor, lo siento –dije mirándolos a ambos.

—Aún así, asistirás –dijo Ana colocándose de pie—. Hay una manera. Báñate tu misma y yo me encargare del vestido, Alex acompáñame –dijo tomando el vestido antes de irse por la puerta.

Yo los mire irse, sonreí, después de todo, no tenía manera de negarme desde el principio porque lo que tomé el móvil y marque al ser más despresiable. El teléfono sonó y me quedé esperando a que me contestaran.

—Eres el diablo en persona –dije una vez me contestaron del otro lado.

—Me alegra oír tu voz nena –dijo sereno.

—Muy bonito vestido, pero no debiste tomarte la molestia – dije asomándome al balcón.

—Me alegra que te gustara, muero de ansias por verlo en ti, no me hagas esperar mucho – dijo con vos cantarina.

—Asistiré, pero a cambio me gustaría salir unos días, este encierro me tiene loca, además creo que Alex y Ana se merecen una recompensa –dije apretando el teléfono con fuerza.

—Lo pensaré, sabes que odio esperar –dijo con un tono de voz burlona.

—Siempre has sido un niño malcriado –dije antes de colgar.

El bullicio de la gente se oía detrás de la puerta, yo tragué en seco, nerviosa a más no poder

–Alex, no puedo hacerlo, tengo miedo –admití aferrándome a su brazo.

—Tranquila recuerda que yo estoy contigo y no me separare de ti, además estas muy hermosa hoy –dijo alentándome—. Además solo serán un par de horas y acabara rápido –afirmo tirando de mi mientras entrabamos al gran salón.

La gente inundaba el salón, apenas y había espacio para caminar entre la multitud, a la derecha e izquierda podían verse sillas y mesas cerca de los ventanales, mis piernas temblaron al sentir la vista de todos sobre nosotros

–Sabía que iba a ser un bicho raro –dije en lo bajo.

—Tranquila solo sienten curiosidad por que estás con nosotros –dijo Ana mientras se aferraba al otro brazo de Alex—. No tienes que hablar mucho, solo sonríe y asiente con la cabeza –dijo mientras nos adentrábamos en la multitud.

Un asiático se topo en nuestro camino

–Alex, cuánto tiempo sin verte –dijo el joven estrechando su mano, mirándome de reojo.

—Xiao Chen, años diría yo –contesto Alex contento, de seguro eran viejos amigos.

—Veo que estás muy bien acompañado—dijo mirándonos a Ana y a mi—. Encantado, mi nombre en Xiao Chen –me extendió la mano.

Yo se la estreche.

–Ágata Villarroel, el placer es todo mío –dije sonriéndole, tratando de ocultar mis nervios.

-Ágata es la amante de mi padre así que ni se te ocurra mirarla por tu bien –comento el rubio –si me disculpa tengo que ir a llevársela a mi padre, cuando quieras eres bienvenido en esta casa para conversar –dijo dando final a la conversación escapando entre las personas.

—Eso no fue muy Cortez –comente siguiéndolo.

—Ese chico es un verdadero amigo, solo le hago un favor, allí esta mi padre –dijo caminando más rápidamente.

Yo palidecí al ver a Javier acompañado de sus tres esposas detrás de él.

—Es mi fin –comente en lo bajo maldiciendo al castaño por meterme en tantos problemas.

Nos acercamos con calma, interrumpiendo la conversación de Javier, sus esposas y otras cinco personas más.

–Padre, me alegra verlo –dijo Alex soltándome y abrazándolo –feliz cumpleaños lo felicito antes de volver a mi lado.

-Delicitaciones por este nuevo año suegro –dijo la ojiazul sin separarse del lado de Alex.

—¿Y quién es el diseñador de ese hermoso vestido? –pregunto Javier sonriéndome malditamente, tratando de ocultar su enojo.

—Bueno tengo que admitir que alguien me lo regaló, pero era de tan mal gusto que le modifique cierta cosas –dije sonriente, agradeciéndole en el alma a Ana. Tenía colocado unos guantes blanco que llegaban más arriba de mis codos, y un chal de tela fina, suave con encajes que cubría el resto de mi piel.

Él tomo mi mano besándole el dorso apretándomela con fuerza.

—Estas hermosa –dijo sin soltarme, mirándome fijamente.

Alex tomo mi mano prisionera entre las de él—. No se entusiasme mucho o pondrá celosas a mis madres, padre –dijo reído acercándome más a su lado.

—¡Oh, eso es cierto, no hay nada peor que una mujer celosa –dijo un hombre junto a nosotros sorprendido.

_Si –afirmo Ana –Podemos ser muy peligrosas –mirando a su esposo de reojo.

—Hijo no sabía que traerías compañía –dijo Miriam la primera esposa seria, era obvio que estaba molesta porque yo estuviera allí al igual que las otras dos rubias que me miraban como si fuera el mismísimo demonio y ellas las inquisidoras.

—Madre, sabe que siempre he sido muy obediente a mi padre–dijo Alex.

—Querido, ¿qué significa esto? –dijo Estephania, la segunda esposa, comprendiendo que Javier era el culpable.

—¿Qué tiene de malo que quisiera que todas las mujeres que amo estuvieran presentes en mi fiesta de cumpleaños?, ¿no es normal que venga mi consorte? –dijo mirando a sus tres esposas, mientras los presentes murmuraban en voz baja, sorprendidos por esa confesión.

—i nos disculpan y si mi esposa nos acompañan, le prometí a la Sra. Villarroel que bailaríamos toda la noche–dijo Alex sacándonos de allí una vez Ana hubiera aceptado.

—Te dije que era mejor si no venía –comenté en lo bajo tomando una copa de champán de uno de los mesoneros.

—Pero ordenes son ordenes –dijo quitándomela—. No tomes de aquí, no sabes cuanta gente pudo haberla usado ya –dijo devolviéndosela al mesonero.

—Oye, no es justo –dije en protesta—, pero Javier casi que te mata con la mirada cuando me invitaste a bailar –comente quitándole la copa a otro mesonero tomándomela de golpe por si intentaba quitármela.

—Cierto y mis suegros ya comenzaron una discusión –admitió Ana mientras nos acercábamos al centro de la pista—. ¿Sabes bailar? – me pregunto.

—Me encanta –admití.

—Entonces baila la primera pieza tu, yo voy a saludar a unas amiga –dijo desapareciendo entre la multitud.

—Oarece que está decidido –dijo el rubio –¿aceptaría bailar esta pieza con este humilde servidor hasta que yo pierda el conocimiento por estar muy cerca de una mujer?- dijo tendiéndome la mano.

Yo no pude evitar reírme por su exageran actuación.

—Claro —acepté su invitación, una vez hubo comenzado la música comenzamos a girar guiados por el sonido de la orquesta.

—Por lo menos es buena bailarina —Comentó, acercándome un poco mas apretando su mano en mi cintura. Yo sonreí.

—Vengo de una familia de bailarines, aunque prefiero música más movida, como la salsa o el merengue —comente dejándome llevar.

—No mentía cuando dije que te ves hermosa esta noche –dijo de pronto provocando que me sonrojara.

—Si Ana te escucha se molestará –dije, desviando la vista a otro lado, para ocultar mi rostro.

—Cierto, pero ella no tiene porque enterarse —admitió sonriendo.

—Debo admitir que nunca pensé ver a su hijo tan feliz en compañía de una mujer. Quizás es obvio que su matrimonio dio frutos, querida Ana —comentó la anciana junto a ellos, a lo cual sus padres no se veían muy contentos.

—Si, claro —dijo la rubia viéndolos no muy contenta a decir verdad, solo recordaba haber bailado con Alex el día de su boda y nada más comenzó la pieza después de un minuto se desmayo.

—Esto es obra tuya de seguro –le dijo Miriam a Javier por lo bajo.

—Claro que sí —Admitió no muy contento siguiéndolos con la mirada.

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