Capítulo 2
Su cabeza subía y bajada. Lamia mi interior para luego mordisquear mis labios, primero suavemente y luego con fuerza, enloqueciendome.
Envolvió sus brazos con mis piernas abriéndomelas aun más para que él pudiera profundizar más en mi interior
—No sabes cuánto me enloqueces –dijo, subiendo ahora a mis caderas mordisqueándola.
—No, no —decía yo, moviéndome como podía—. Me haces cosquillas —Proteste, mirándolo por primera vez fijamente. No llevaba camisa, así que, su pecho perfectamente marcado era visible. Unas tiras de cuero apretaban sus musculosos brazos y un jean negro tallado al cuerpo aprisionaban su sexo erecto.
Me soltó bajándose de la cama, tomo un vaso de agua sin apartarme la vista.
—Me tienes bajo tu hechizo —me dijo tirando el vaso a un lado con fuerza—. Odio que sea así —dijo molesto tirándose sobre mí con fuerza, sentándose en mi cintura—. ¿Qué me has hecho? –me pregunto claramente molesto. Yo sonreí.
—Estás loco, yo no te he hecho nada imbécil —le dije, mandándole una mirada llena de odio y resentimiento.
—Esos ojos tuyos debería arrancártelos para que no me desafíes más con esa mirada impertinente que tienes —me dijo con los ojos chispeantes de ira.
—Entonces mátame, ¡mátame! —grité eufórica, ya queriendo liberarme de este suplicio.
—¡Cállate! —Gritó, ahorcándome con sus manos y montándose encima de mi—. Nunca me vuelvas a gritar —m dijo serio sin hacer mucha presión.
—Eres tan cobarde que no lo puedes hacer con tus propias manos —Le dije con la voz algo entrecortada.
Él me presiono con más fuerza y luego sonrió.
—No te libraras de mi tan fácil
—dijo soltándome—. Nunca morirás, siempre serás mía —. Sonrió ahora desabrochándose el jean liberando su sexo—. Solo tú me puedes producir tanto placer —dijo, llevando una mano atrás jugando con mi vagina.
—Estás demente Javier –le dije confusa por su cambio de actitud.
—Tú me pones así —Se colocó a mi lado poniéndome de medio lado y quitándome el brassier mientras masajeaba mis senos—. Eres tan hermosa —susurro en mi oído.
—Auch- me quejé en proteste pues me estaba lastimando—. Con cuidado –le reproche dejándome hacer.
—o me des ordenes —me reprendió, en tanto se quitaba el jean con una mano y frotaba su sexo con mis nalgas—. ¡Oh!, como me excita tu cuerpo —Besó mi cuello, succionándolo con fuerza.
—Mmm —yo gemí de placer al sentir su mano explorar el interior de mi.
—Eso es, grita para mi, nena —me dijo, penetrando mi vagina de golpe embistiéndome con fuerza.
—Ah! —grite por la sorpresa—. ¡Joder! ¡Ah, ah! —pero, después gemía sin parar, escuchando como nuestros cuerpos chocaban.
—Así, nena, así —Me decía complacido, salió de mi interior, coloco mis piernas sobre sus hombros antes de volver a penetrarme profundamente, haciéndolo un poco doloroso.
Yo apoye mis manos en la cabecera para evitar golpearme con ella por las fuertes embestidas que me propinaba.
—¡Ah, ah! Más despacio, ¡oh, por Dios! —pedí, dado que mis caderas dolían por los fuertes golpes de la suya.
-no, así me gusta a mi – dijo entre gemidos besándome con lujuria.
-suéltame las manos, por favor –le suplique –quiero abrazarte –metí, pero si seguía arremetiendo así contra mí me estrellaría contra la pared.
Él lo dudo un poco, luego me beso superficialmente.
—No me golpees —Me advirtió, antes de soltarme sin salir de mi.
Yo inmediatamente lo besé con profundidad abrazándolo con fuerza.
—Así es mejor —Susurré sobre sus labios antes de volver a besarlo con fuerza mordiendo sus labios con rudeza haciéndolo sangrar un poco, esto en vez de frenarlo lo alentó más, me abrazo de la misma manera y me embistió con más fuerza si era posible, mordiendo mi hombro apoyando su frente en las sabanas.
—¡Oh, sí! Nena eres lo mejor —me dijo volviendo a morderme.
—¡Ah! Más suave, más suave —Pedí tirando de su cabello para alejarlo un poco—. Yo, yo —dije sintiendo el clímax venir—. ¡Ah! —gemí con fuerza convulsionando bajo su cuerpo, mientras, las estocadas de placer me invadían por completo al venirme.
—Yo también —Se incorporó sobre sus brazos mirándome fijamente dándome dos estocadas más antes de inundar mi interior, besando mis labios con delicadeza, cayendo sobre mi cuerpo.
Ambos respirábamos agitadamente, yo acaricie su espalda distraída, era raro a pesar de lo sádico que era, siempre en el sexo a pesar de lo duro que le gustaba, al final siempre quedaba satisfecha, ¿sería que mis gustos por el sexo estaban cambiando? O ¿acaso Javier me estaba amoldando a su forma?, negué con la cabeza alejando ese pensamiento—. Estás muy pesado —proteste.
—No está mal para ser la primera ronda —me dijo, antes de quitarse de encima de mí y entrelazando su mano con la mía—. No escaparás de mí, no importa cuánto lo intentes —afirmó apoyando su cabeza en mi hombro.
—Ya lo veremos —dije solo por tener la última palabra cerrando los ojos por el cansancio.