Capítulo 4: ALEXANDER
No es fácil llegar a casa y ver que no estará su hermosa sonrisa para recibirte. Todo estaba perfecto a su lado, siento que mientras pasen más los años, su recuerdo sigue en cada célula de mi ser. Siento rabia hacia el mundo por permitir que todo esto pasara, por un idiota que venía borracho, un alma pura y sin una pizca de maldad, murió. Yo merecía morir ese día, no ella, siento un apretón de mano y reacciono al ver a mi madre, me sonríe, sé que le duele que esté así.
—Necesito descansar.
—Hoy comienza la nueva niñera.
Asiento y subo las escaleras. Después tendré tiempo para conocerla mejor, no quiero una lunática cuidando a mi hermana. Entro a mi habitación, me quitó la ropa y voy a darme un baño, me veo en el espejo y hasta su recuerdo está aquí, me meto en la ducha con ganas de olvidarme de todo lo que me lastima, es tan difícil vivir así. Vivir sin ella. Termino de bañarme y salgo, me pongo unos pantalones, enciendo mi teléfono y colocó de fondo nuestra canción, es lo que me hace relajarme y poder descansar bien. Lagrimas comienzan a caer sin poder detenerlas, nada tiene sentido sin Anne. Miro la foto que tengo en mi habitación, cierro los ojos y me la imagino a mi lado.
***
La alarma suena. Me levanto y veo la hora en mi teléfono. Apenas son las seis de la mañana, tocan la puerta de mi habitación.
—¿Estás ocupado? —Mi madre entra.
—No ¿Pasó algo?
—Solo te quería informar que saldré a un viaje a Venezuela por negocios. Llegaré mañana en la tarde, antes de irme hablaré con la niñera. Sé que tienes mucho trabajo en la empresa y no quiero quitarte tu tiempo.
—Estaré pendiente de Ross. No conozco a la Señorita todavía. Así que estará a prueba unos días más.
—Está bien. Nos vemos pronto. Cuídate —Besa mi mejilla y sale de mi habitación.
Sé que le molesta la desconfianza que he tenido hacia las personas, pero no puedo evitarlo. Y más si se trata de mi familia.
Voy al baño, lavo mi cara y me cepillo. Salgo con la toalla puesta en mi cintura, colocó en mi cama el traje que me voy a poner el día de hoy y comienzo a vestirme, un poco de loción, peino mi cabello, acomodo mi corbata y bajo a desayunar. La servidumbre al verme, va rápido hacia la cocina, no sé por qué hay en esta casa personas tan incompetentes, me siento y me pongo a leer el periódico, mientras espero. La sirvienta trae mi desayuno con una taza de café.
—Quiero todo listo a tiempo. No me gusta que se demoren y lo saben.
Ella asiente y se retira. Comienzo a desayunar, suena el teléfono y es un mensaje de Ignacio.
"Bienvenido al mundo del hombre trabajador. Tenemos muchos problemas que resolver"
Dejé el periódico a un lado y traté de calmarme. Quisiera devolver el tiempo y evitar que mi padre dejara a cargo a Diego. Respire un poco, me levanté y salí de casa, dejando mi desayuno intacto. Ordenó que me traiga el auto. Mientras espero, entra una chica rubia, saluda al vigilante con mucho entusiasmo. La detallo bien, demasiado pálida para mi gusto. Su estatura no pasa de los 1.60, tiene curvas en los lugares adecuados, pero no me emociona y se nota que es muy niña. Me subo al auto y salgo molesto hacia la empresa, me llega un mensaje de Serena.
"¿Quieres salir a cenar?"
El semáforo está en rojo. Aprovechó para responderle.
"Está bien. Nos vemos más tarde"
Conozco a Serena desde la preparatoria. Somos mejores amigos desde ese entonces, puede ser un poco déspota y malcriada, pero ha sido una amiga excelente, una ayuda en los momentos difíciles. Llegó a la empresa, salgo del auto y le doy las llaves al vigilante. Entro, esta gente sabrá que es verdaderamente trabajar. Estoy cansado de personas que no hacen nada y tengo que venir yo a solucionar sus estupideces, mi hermano solo hizo de esta empresa un desastre, no sé qué pensó mi padre para dejar a Diego a cargo. Si no hubiera sido por mí, esta empresa estaría en bancarrota. Voy a la sala de reuniones. Entro y están todos, por lo menos son puntuales. Los miro.
—Si con mi hermano jugaban a la pelota, conmigo no. Aquí se viene a trabajar y espero que lo tengan claro a partir de hoy. No quiero quejas de nadie, porque no me temblará la mano para despedirlos —Me siento— Empecemos.
La reunión se extendió hasta el medio día. El tema principal fueron los próximos negocios que queremos hacer futuros con distintas empresas internacionales, uno de ellos es España. No apartaba la mirada de cada uno de los trabajadores mientras sigo hablando, cinco personas estaban interesados en lo que estaba diciendo, mientras que otros, solo bostezaba y se notaba en sus caras que no querían estar en este lugar. Me molesta en gran manera sus actitudes. Mi hermano se fue a Chile y no le importó dejar a nuestra madre a cargo, siendo consciente que ella no sabe nada del manejo de la empresa. Mi padre estaría decepcionado del hijo perfecto en quien puso la empresa, sin saber que iba a cometer el error más grande, terminamos y todos salieron. Salgo de último junto a Ignacio, es el vicepresidente de la empresa y un gran amigo de años, creo que es el único que me soporta a pesar de mi forma de ser.
—No te extrañaba ni un poco —Me abraza, palmeando mi espalda— ¿Almorzamos juntos? Así me cuentas cómo esta todo.
—Claro. Vamos.
Salimos de la empresa. Decidimos ir en su auto. Optamos por ir a un restaurante de comida china, no era mi especialidad. Pero no iba a quejarme.
Llegamos al restaurante, bajamos del auto y entramos. El mesero nos lleva a nuestra mesa. Ordenamos una botella de vino.
—Cuéntame ¿Qué tal Brasil? —El mesero llena nuestras copas de vino—. No pensé verte tan pronto, imaginaba que te quedarías un año mas —Toma su copa y bebe.
—Estaba en mis planes, pero mi madre me llamó. Se puso muy insistente, no dejaba de llamarme y sabes cómo suele ser.
—No me lo tienes que decir —Comenta—. Elegiste la mejor decisión, Alexander. Ella no podía estar a cargo de la empresa. Incluso le imploro a Diego que no se fuera, que se quedará, hasta que tú regresaras.
Diego era un imbécil, solo se preocupaba por él. No le importaba su familia.
—Mi padre cometió un error. Su amor ciego por Diego, no lo dejó ver, la clase de calaña que tenía como hijo —De un trago, bebo mi copa de vino—. Las cosas van a cambiar a partir de hoy.
Nos traen la comida, solo pedí una ensalada. Hablamos un poco de todo. Recordando viejos tiempos de la juventud, me habla de Serena. Mi amigo siempre ha sentido cierta atracción hacia Serena, pero ella no le da ni la hora. Aunque Ignacio insiste mucho, no me sorprendería si Serena cae en sus encantos. Terminamos de comer, nos levantamos y salimos del restaurante. Subimos al auto, suena el celular y es un mensaje con una foto que me envió mi hermana Ross. Solo ella me hace feliz, llega otra foto, pero esta vez no está sola, está con la niñera, ella le da un beso en la mejilla mientras que mi hermana ríe. Le daré un voto de confianza. Se nota que se lleva bien con mi hermana y eso es lo más importante. Llegamos a la empresa y entramos. Nos despedimos y cada uno se fue a sus respectivas oficinas, había tanto que hacer y tan poco tiempo. La hora pasaba muy rápido, me estiré un poco y así relajar mis músculos. Al subir la mirada me encuentro con Serena recostada en la puerta. Se acerca y me besa con pasión, la tomó del cuello.
—Al parecer. Llegue en buen momento ¿Ya te vas? —Se sienta en mis piernas.
—Sí ¿Te parece si cenamos en casa? Mi madre está de viaje y Ross está con la niñera. Es nueva y quiero estar al pendiente.
—Me encantaría —Se levanta y salimos de la oficina.
Le abro la puerta del auto y entra, hago lo mismo. Serena y yo tenemos una relación sin compromiso, ella solo quiere un juego y yo olvidarme de lo que me atormenta, somos una dupla perfecta, no hay celos, nos vemos cuando tenemos tiempo. Sin agobiar la vida del otro y estamos bien así. Llegamos y salimos del auto, al entrar, me encuentro con una escena demasiado ridícula. Mi hermana y la niñera están bailando. La chica me está dando la espalda, por eso tengo una buena vista de su trasero. Carraspeo y ella voltea, abre los ojos, se pone roja, me causa gracia.
Ross me ve y viene hacia mí.
—¡Hermanito! —La cargo.
Cuando ve a Serena, le pone mala cara, la bajo y se va dónde está su niñera nuevamente y le agarra la mano. Jamás entendí la actitud de Ross hacia Serena, estoy claro que su amor hacia los niños es nula, pero Serena jamás ha dicho algo malo o ha tratado de una forma incorrecta a mi hermana.
Llega una de las sirvientas y nos informa que ya la cena está lista y que podemos pasar al comedor. Al ver que la niñera se queda en su lugar, le hago seña para que camine. Ella me mira y obedece. Serena está a mi lado, al otro lado la niñera y a su lado está Ross. Serena comenta que el mes que viene irá a Italia para unas fotos, me alegro por ella.
—Dime princesa ¿No te gustaría ser modelo más adelante? —Ross hace una mueca.
—No —Niega—. Las modelos son tontas. ¿Verdad hermanito?
Llevo mis manos a mi cuello. Porque esta niña tiene que ser tan boca suelta. Serena se incómoda con la respuesta y la niñera la ve con los ojos muy abiertos, después de esa respuesta por parte de mi hermana, un silencio demasiado incómodo reinó en la cena hasta que terminamos. Ross se va a su cuarto con la chica y yo respiro.
—Lo siento, sabes cómo es Ross…
—No te preocupes, cariño. Solo quiero estar contigo esta noche —Me besa—. Te deseo tanto, Alexander.
La llevo a mi habitación. En nosotros solo hay un deseo que saciar, no hay amor y mucho menos una vida juntos. Solo queremos divertirnos, la hago mía de una forma que a ella le encanta, fuerte y sin ser delicado, se separa de mí y me mira.
—Eres el mejor.
Me da la espalda y se duerme. Bajo a la cocina por un vaso de agua, me encuentro a la chica con su celular.
—Deberías estar pendiente de mi hermana. No estar pegada a ese teléfono, para eso te pagamos. —Ella se sorprende al escuchar mi voz.
—Está durmiendo, solo vine por un vaso de agua. Pero ya me retiro, no quiero incomodar Señor.
Veo y no hay ningún vaso. Nos salió mentirosa la niña. Abro la nevera y bebo un poco de agua.
Miro todo a mi alrededor, esta no es la vida que quería para mí, no sin ella a mi lado. A veces no comprendo por qué tuvieron que suceder así las cosas, porque a ella, yo que siempre fui un desgraciado, salí ileso del accidente. A mi Anne, le gustaba ayudar a todos y siempre era amable, incluso con personas que no se lo merecía. La vida puede ser cruel muchas veces con las personas equivocadas y esta vez fue demasiado, quisiera haber muerto yo, no ella, tenía mucho que vivir y sueños que cumplir. Aunque pagué bastante dinero para que jamás saliera de la cárcel el asesino de mi esposa, no disminuyó el dolor que todavía siento. Su esposa vino a explicarme y a pedirme por favor que perdonara la vida de su esposo, no me tome la molestia de escucharla y mande a sacarla de mi oficina, quería que sufriera como yo lo hice, termine de beberme el agua y fui acostarme. Mañana sera otro día.
****
Suena la alarma. Me levanté y Serena no estaba en la cama. > Me hubiera avisado, hasta que escuchó su voz. Es ella, cantando como si fuera una diosa en eso, lo es, pero solo en la cama. Abro la puerta del baño y entro, veo su silueta a través de la cortina y mi pequeño amigo la desea más en este momento. Corro la cortina y entró. Ella se asombra y me mira con una sonrisa pícara, sabe lo que deseo en este momento, sin más la atraigo hacia mí. La beso y disfruto de su cuerpo. Serena sabe complacerme y darme lo que deseo.