No es así.
MIA MADSON
Se me partía la cabeza y me dolía tanto que no quería ni abrir los ojos, he tenido unas cuantas resacas en mi vida después de acontecimientos recientes, pero las peores son las de vino y whisky.
- Tengo que dejar de beber. Hablando de beber, ¿dónde estoy? - Intento sacar de mi memoria lo que me ha pasado, pero algo me intriga, ¿qué es ese ruido de agua? ¿Estoy goteando en algún sitio? No espera, ¿parece ser una ducha? - Oh no, ¿qué he hecho esta vez? - Me pongo la mano en la cabeza.
Abro sólo uno de mis ojos, porque la luminosidad me hizo cerrarlos, necesito saber dónde estoy, no recuerdo mucho, ya te dije que el vino y yo no vamos juntos. El ruido de la ducha cesa y me siento en la cama, al menos estoy en una cama blanda, he estado en sitios peores. El lugar tenía poca luz, pero aun así me dolían los ojos y era tan acogedor, ese lugar se veía tan romántico, tal vez si mi matrimonio fuera de verdad estaría con mi nuevo esposo en este lugar y disfrutando de mi noche y no bebiendo todos los tragos, como debí hacerlo, pero eso es lo que más me molesta y me pone más nerviosa. ¿Qué es lo que he hecho?
Es un lugar hermoso, las paredes eran una mezcla de madera y piedras, algunos follajes verdes hacían más acogedora la decoración, al sentarme en la cama pude observar mejor el espacio, no era muy grande, pero era tan acogedor y me gustó mucho, algunos portarretratos estaban esparcidos, una pequeña cocina hacía una composición con la habitación, dos copas de vino estaban sobre la mesada que separaba la cocina del dormitorio, algunas botellas de vino también estaban paradas mirándome, como acusándome.
Entonces me vino la pregunta: ¿quién está en ese baño? Y sólo llevo una camiseta, acabo de darme cuenta.
- Oh Dios, ¿qué he hecho? ¿Quién está en ese baño? - Dije esto en voz baja - ¿Me pregunto si salí con un padrino? No puedo haber hecho eso.
Encuentro el valor para abrir esa puerta muy despacio y ver quien hay dentro, se que estoy aquí en el fin del mundo, pero dependiendo de quien haya dentro, aunque me roben un coche, patearé la puerta. Llego a la puerta y compruebo si está cerrada o abierta, y sólo está apoyada en ella. Pero cuando pongo la mano en el picaporte para abrirla, ahí está.
- Ahí - grito.
- Ahí - él también grita - Qué pasa, Mia, me estás dando un susto de muerte.
- Creo que eres tú quien me está asustando, Matteo - el hermano de Geovane.
- ¿Qué hacías en la puerta del baño, intentas ver a tu cuñado?
- Deja de hacer el tonto, sólo quiero saber qué ha pasado aquí - Hago un gesto - Tú sabes todo esto - Vuelvo a hacer un gesto - Nosotros dos, ¿sabes? La verdad es que no me acuerdo...
- Oh, me hiciste pasar un mal rato, cuñadita - Se detiene en la puerta del baño y yo me quedo mirándolo, Matteo en realidad es bastante guapo, al igual que el idiota de Geovane, ambos se ven bien, cualquiera podría confundirlos - ¿Mia?
- ¿Qué ha pasado? No recuerdo mucho... - Me rasco la cabeza.
- ¿No recuerdas nada?
- ¿Yo? Sólo recuerdo algunas cosas - pero era mentira, no recuerdo prácticamente nada, el vino acaba conmigo - Sabes, fue un día muy duro para mí.
- Te pillé en la carretera.
- Eso sí lo recuerdo, después de que el gilipollas de tu hermano me dejara allí.
- Vinimos aquí, aquí hay una casita dentro de la propiedad de mi familia, este es el rincón de Geovane, desde pequeños nos quedábamos aquí, luego reformó el lugar y nos quedamos aquí cuando estamos en la bodega.
- ¿Y por qué estoy yo aquí? - sonríe.
- Fuiste tú quien insistió, querías beber o ibas a ir a por mi hermano y matarlo - Matteo está más ligero y alegre - Como quiero a mi hermano, te dejé beber todas las botellas de vino de la mini bodega de la casita. Y aún quería más. Te va a matar, porque te bebiste unos vinos que guarda para ocasiones especiales.
- Era mi boda, una ocasión especial -me encojo de hombros-. Hice eso, ¿en serio?
- ¿Hiciste tanto que no tienes ni idea? - su siguiente frase - Y ahora sé todos los secretos que escondes - sonrió burlonamente.
- Sé que el vino hace que me pierda un poco en mis pensamientos - me llevo la mano a la cara - ¿Pero qué he hecho? Tengo miedo de lo que he dicho - estaba preocupado por lo que había dicho.
- Después de beber y beber, puedes mirar en mi copa que aún está llena y en la tuya, querías irte a tu casa, y cuando te levantaste de la silla casi te caes de bruces al suelo, así que te sujeté y tú aún vestida de novia vomitaste sobre mí y sobre todo tu vestido. Así que vine a ducharme. Y te cambié de ropa, te quité el vestido vomitado y te puse una camiseta que encontré en el armario de mi hermano y te metí en la cama a dormir.
- ¿Así que no pasó nada entre nosotros? Uf.
- No, yo no haría nada contigo así de borracha.
- Oh bien, estaba preocupada, pensé que lo harías, ya sabes, los dos, nosotros.
- No contigo borracho, soy un caballero y tú eres la mujer de mi hermano -dijo suavemente.
- Bueno, creo que me voy, creo que ya he hecho bastante trabajo por hoy -cuando me giré para dejarle, tropecé con la bolsa que había en el suelo y casi me caigo.
El casi fue porque Matteo me sujetó y gracias a Dios fue rápido, estaba un poco mareada por el alcohol y mis movimientos eran lentos, si no me sujetaba me daba de bruces contra el suelo, el gran cuerpo musculoso detrás de mí, apretándome en sus músculos, soy una chica pequeña y delgada, es extraño estar ahí dentro de esos brazos y sentir ese cuerpo caliente detrás de mí. Nos quedamos en esa posición un rato, supongo que todavía estaba asociando lo que me estaba pasando y entonces la puerta del chalet se abrió muy deprisa y Geovane se quedó mirándonos.
- ¿Qué está pasando aquí, Matteo? - sus ojos barrieron toda la escena.
- Nada de lo que crees, hermano.
- ¿Por qué te aferras a mi mujer? - Me mira y parece haber despertado el odio en él-. No puedes pasar un día sin escandalizar a Mia Madson y que te arda la cara de vergüenza, me dice y yo me enfado porque quiere hacerme daño.
- Mira aquí -le señalo con el dedo- No puedes hablarme así, no me conoces y no sabes quién soy.
- Eres un loco que sólo avergüenza a la gente, ¿quién no te conoce? Siempre estás en los medios con tus escándalos. ¿Ahora coqueteas con mi hermano? Te has pasado de la raya. Manipulador.
- ¿De qué estás hablando? Estás loca. No le he tirado los tejos a tu hermano.
Mientras yo discutía con mi "marido", su hermano fue al guardarropa y se cambió y vino hasta donde estábamos, Geovane salió del chalet y se paró en la zona exterior y ya empezaba a cansar tanta discusión, qué hombre más turbulento, y nunca termina una conversación como un adulto.
- Me voy - Matteo estaba cerca de mí y vino a darme un beso en la mejilla despidiéndose.
- ¿No te vas a quedar aquí? - pregunto preocupada.
- No, preciosa - me dijo al oído - Conozco tus secretos, no lo olvides - me guiñó un ojo y salió por la puerta para hablar con su hermano. ¿Le he contado cosas que no debía? ¿He abierto mis secretos?
Dios mío, ¿qué sabe este hombre de mí? Estaba angustiada, empecé a pasearme de un lado a otro dentro de la casita, ¿qué había averiguado Matteo sobre mí y cómo lo había averiguado? Me senté en un sillón, el mismo que estaba tomando unas horas antes y me llevé las manos a la cabeza, no podía ser descubierta, todo estaba perfecto, así que nadie averiguaría nada y cómo sabía este chico de mí. Resoplé, sabiendo la respuesta y odiándome por haber bebido demasiado y tal vez contar el porqué de todo.
Geovane entró en la cabaña, y se dirigió al armario, oí los ruidos de las perchas golpeándose entre sí. Sin decirme una palabra, se quedó allí un rato, y pude notar que estaba nervioso por mi presencia allí. Salió con una maleta en la mano y la tiró sobre la cama. Me pregunto si estuve en su casa. Sí, supongo que sí, y era obvio que yo no era bienvenido allí.
- Quiero un acuerdo de divorcio en treinta días, me lo devolverás y no quiero volver a verte delante de mí, puedes quedarte aquí si quieres.
- ¿Es esta tu casa? - pregunto sin saber.
- Sí, es mi casa, eres tan grande que hasta me has quitado mi casa.
- ¿Por qué me odias tanto? - le pregunto.
- Porque has conseguido quitarme todo, todo lo que era importante en mi vida, has conseguido destruir todo lo que te rodeaba -se enfadó, gritándome, señalándome con el dedo.
-Porque lograste quitarme todo, todo lo que era importante en mi vida, logras destruir todo lo que te rodea -se alteró, gritándome, señalándome con el dedo cerca de la cara- Arruinaste mi vida, no vales nada. Podrías haber dicho que no.
- Geovane, yo...
- No digas nada -me hizo un gesto para que me detuviera-. No digas nada más, por favor. No quiero hablar más contigo, quédate aquí el tiempo que necesites, luego dejarás el trato y te irás.
- ¿Por qué este hombre me odia tanto?
No era mi casa, pero pretendía pasar allí el resto de la noche, me dolía tanto la cabeza que me abracé a una almohada, me tumbé en aquella cama y me quedé mirando un punto fijo de la pared. ¿Qué le había contado a Matteo? ¿Qué secretos llevo conmigo que le conté? ¿Y por qué Geovane me odia tanto?