Sinopsis
Geovane Geordano quiere declararse a la mujer de su vida, prepara una fiesta y compra un anillo. Cuando el coche se detiene, abre inmediatamente la puerta y se arrodilla para pedirle matrimonio. La ansiedad y el nerviosismo se apoderan de la escena. Cuando Mia Madson abre la puerta del coche, se encuentra con un hombre arrodillado y un grupo de personas felices esperando su respuesta. Debido al nerviosismo del momento, responde con un "sí". La familia entra en éxtasis, pero cuando las miradas del hombre y la mujer se cruzan, él se da cuenta de que ha cometido un error al declararse a una desconocida en lugar de a la mujer que ama. MIA MADSON Y GEOVANE GEORDANO Se invitan mutuamente a su boda.
Bodas
Mia Madson
Mientras caminaba por aquel pasillo, pensaba ¿qué estaba haciendo allí? ¿Cuál era la verdadera razón por la que estaba haciendo esto? La gente me miraba, cuchicheaba, y algunos tenían una sonrisa que no sabría decir si era de alegría por estar allí viendo un circo o si se burlaban de mí por mi pintoresco pasado, me entraron ganas de reír. Sonreí, al fin y al cabo todos esperaban eso de mí. ¿Qué hace una actriz? Actúa e interpreta su papel. No conocía a la mitad de aquella gente, pero ellos me conocían a mí, al fin y al cabo, ¿quién no me conoce? Digamos que soy un poco peculiar.
Todo se hizo deprisa, pero es bonito y mira esas flores... Una breve observación. Los lirios blancos que adornaban la pequeña capilla de la propiedad de los Geordano, me impresiona tanta belleza y cómo el dinero puede pagar una fiesta así tan rápidamente. El ramo en mis manos era perfecto, las hermosas rosas rojas que yo misma elegí, después de todo yo era la novia. ¿Y el novio? Dios mío, qué perfección, pero esto lo guardo sólo para mí, nadie tiene por qué saber esta parte. Todos allí se preguntaban, ¿por qué Geovane Geordano se casaba conmigo? Yo también me lo preguntaba. Después de todo, el Playboy, que disfrutaba de su vida y le gustaba decir a todo el mundo que nunca se casaría, se casaba conmigo. Justo conmigo, me entraron ganas de reír otra vez, pero no iba a hacerlo en mi boda. Sí, porque estoy en mi boda con uno de los hombres más ricos de Italia.
Otra cosa que era muy visible, era la felicidad del novio, su cara era tan malhumorada que cualquiera que viera esa escena no entendería la razón de toda esta puesta en escena, pero al fin y al cabo yo soy actriz y estoy actuando, y él es el que no está interpretando su papel. Al fin y al cabo, el acuerdo era que los dos interpretarían sus papeles. Sé que mi reputación no es tan grande, que tengo algunos escándalos, pequeños, en mi opinión, nada demasiado escandaloso. Pero a la gente le gusta hablar, hablan de mí sin saber siquiera lo que ocurre. Lo siguiente que sé es que una simple sonrisa mía se convierte en materia para todo Internet.
Aunque nuestra boda se celebró en la capilla de la propiedad familiar de Geovane, optamos por un juez de paz y no por un cura, al fin y al cabo nuestra boda no era de verdad, así que para qué meterse con las cosas de Dios, ¿no?
- ¿Aceptas a Geovane Geordano, como tu legítimo esposo? - dice el juez.
- Sí, lo acepto -pongo mi mejor cara de pasión.
- ¿Aceptas a Mia Madson, como legítima esposa? - le dice esta vez el juez.
- Sí - fue todo lo que respondió y de forma gruesa - no tengo otra opción - era evidente que no quería casarse.
- Os declaro casados según la ley de los hombres y os deseo todo lo mejor - por fin se acabó todo el bla bla bla.
Salimos de la iglesia sin esperar siquiera las fotos o cualquier otro tipo de ritual, en especial el tan esperado beso y casi hago un puchero, esperando ansiosa, después de todo quien no quería besar al hombre hermoso, pero Geovane prácticamente se fue delante de mí yendo directo a la recepción que sería al aire libre. El cielo ese día estaba hermoso, y todo tenía un aire romántico, el verde del lugar donde se escogió para poner las mesas, las flores blancas y una rosa en medio de ellas le daban un aire sofisticado y solitario a esa fiesta y algunas mesas se colocaron en el porche de la casa para la familia de mi esposo ya que no tenía mucha gente que invitar.
Mi marido, el vividor Geovane Geordano, estaba siempre con una copa de vino en la mano y alejado de mí, yo tampoco me esforzaba por estar cerca de él. La gente comentaba sobre nosotros dos, era de lo único que se hablaba en aquella fiesta, un matrimonio repentino con un novio malhumorado, cuando pasé desapercibida para dos señoras que comentaron mi reputación y dijeron: "Está embarazada, por eso la boda fue tan rápida y ella seguía siendo tan cínica". La otra respondió haciendo una pregunta: ¿es realmente su hijo? Puede que ni siquiera lo sea, sé las cosas que hace". Esa chica no es buena. Di un sorbo a mi vino y seguí paseando, ya que no conocía a mucha gente, cuando me llevé un susto.
- Ven aquí -Geovane me cogió del brazo, pillándome por sorpresa mientras escuchaba la conversación, y tiró de mí hacia el interior de la casa-.
- Oye, vas a hacer que derrame el vino sobre mi vestido de novia -me reí burlonamente y él me miró con una cara de enfado que me dio miedo- Imagínate una novia con el vestido sucio de vino, dirán que eso no es buena señal y que puede traer mala suerte a la pareja -el odio en sus ojos era tan visible que me asusté.
Seguí corriendo detrás de él y ese vestido no me dejaba ir rápido y ¿por qué elegí un vestido tan ajustado? No me dejaba caminar y él, con sus largas piernas, daba pasos largos y yo no podía mantener el mismo ritmo que él. Entramos en la casa, y él fue directo al despacho, abrió la puerta y entró, corrió detrás del gran escritorio de madera y abrió un cajón, de allí sacó una carpeta y me la lanzó deslizándola.
- ¿Qué es esto? ¿Una especie de regalo de bodas? No sabía que serías tan amable -por supuesto me burlé de él-, para entonces ya había bebido mucho vino.
- Este es nuestro acuerdo de divorcio.
- Sabía que nuestro matrimonio no duraría, pero no imaginé que sería tan rápido -caramba, ni siquiera esperó.
- Mia, no seas hipócrita, ni tú ni yo queremos este matrimonio, todo este lío, fírmalo y nos libraremos el uno del otro -realmente no quería, pero no podía ser tan rápido, necesitaba tiempo.
- ¿Y si no firmo? - pregunto preocupada.
- Firmarás, aunque tenga que obligarte.
- No, no tengo que firmar nada, ese no era nuestro acuerdo. Saldremos en todos los periódicos, como la pareja que no estuvo casada ni una hora.
- Mia, deja de ser testaruda y firma esto, no ves que no quiero esto, este matrimonio de payasos, no sé ni cómo he podido aceptar esto, este circo que han montado. No me hagas obligarte a firmar.
- Quiero un mes - pedí, ya con pánico.
- ¿Un mes? ¿Cómo que un mes? - pone cara de no entender nada.
- Quiero que nuestro matrimonio dure un mes, es todo lo que te pido, eso es todo -casi suplico y si tuviera que hacerlo lo haría.