Capítulo 2| Parte 1

Es la primera vez que decido caminar por el laberinto, a ver si consigo que mis dudas y miedos se pierdan, aunque no estoy segura de si esto sea lo mejor. ¿Por qué? Porque sería huir, no afrontarlos y de que no soy lo suficientemente fuerte como para resolver mis temas.

— ¿Aquí es donde mi hija se esconde? — volteé y en la entrada del lado derecho del centro del laberinto estaba el rey Ernist. Caminó hacia mí y para ser el inicio de la semana, tenía un semblante relajado — ¿Puedo hacerle compañía, princesa?

— Sabes que sí, papá — sonreí y él se sentó a mi lado.

— Sabes, al principio pensé que no era una buena idea construir una fuente con bancas a su alrededor, y después entendí por qué tu madre insistía — comentó —. Para ella estas cuatro bancas somos nosotros, cerca, algunos más que otros, y tenemos como centro la fuente con el agua que sube, y se mantiene de esa forma.

— ¿La fuente tiene algún significado?

— Todos nuestros propósitos, sueños y anhelos deben ser como el agua. Deben mantenerse en lo alto, nunca caer, y hacer lo posible por cumplirlos.

Estaba hablando sobre propósitos, sueños y anhelos. ¿Debía aprovechar esta oportunidad?

— Y por el silencio, deduzco que di en el clavo. ¿Hay que deba saber?

— Necesito una audiencia contigo, papá. Es lo correcto, ¿no?

— Siempre se puede hacer una excepción, ¿verdad?

Dejé de pensar por un segundo, y lo solté de golpe.

— Quiero viajar a la Tierra.

— ¿A la tierra? — cuestionó aún en pleno asombro —. Hija, lo que estás diciendo es serio, sabes que no está permitido que tú viajes a la tierra.

— Lo sé papá, tengo obligaciones aquí. Pero es lo que más me gustaría realizar, y no estoy segura de sí, en el futuro podré hacerlo.

— Tu madre no lo aprobará, lo sabes.

— Tú puedes intervenir. Ella te escucharía y estaría de acuerdo, con un argumento lo suficientemente fuerte y…

— Leah…

— ¿Has soñado con realizar viajes, o tener historias importantes que contar, ni siquiera anhelos? — giré para verlo y él igual —. Sé que tengo responsabilidades aquí, sin embargo, siento que si no hago lo que deseo, no estaré tranquila. Solamente pido que consideren como me siento. Desde que tengo seis años, he obedecido y respetado sus decisiones con respecto a mí, pero no, no considero que ahora pueda hacerlo — por su expresión era evidente que estaba confundido —. No es mi estilo pensar solamente en mí, eso tú lo sabes, pero por primera vez seré egoísta.