Capítulo 2| Parte 2

— ¿Le dijiste eso a papá? — cuestionó Henry y yo asentí — ¿Piensas ser una rebelde ahora? — no respondí — ¿Sabes que significa?

— Henry, es evidente que la seguridad será mayor, además de que es un no definitivo.

— Olvida la respuesta o el aumento de la seguridad, Leah. Justo ahora, mamá y papá, sabrán que estás cambiando, y que quieres hacer cosas nuevas. Esas cosas nuevas te servirán para poder estar tranquila. ¿No sientes al menos que te liberaste?

— Realmente si, si siento que el peso ha disminuido.

Pero quería saber si el resto del peso podría disminuir pronto.

Henry fue a su clase de literatura, y yo esperaba a la profesora Ethel de historia, sin embargo, mis ánimos eran distintos a los anteriores. Ojeaba mis apuntes sobre la Tierra, las maravillas y dificultades de vivir en ese planeta, aunque es inquietantemente interesante. Supongo que esa sensación sería reemplazada por otra instantáneamente, al momento de estar ahí.

— Buenas tardes, princesa, lamento, la demora — se disculpó después de entrar.

— No hay problema, profesora. Estuve muy ocupada de igual manera.

— ¿Puedo preguntar por qué? — dejó sus cosas cerca del escritorio.

— Lo mismo desde que recuerdo.

— La tierra. Planeta de lo interesante, pero desconocido para los que aún no han pisado ese suelo.

— Profesora, no quiero parecer entrometida, pero, ¿usted ha estado en la Tierra? — pregunto, pero al instante trato de pensar en qué otras palabras puedo decir —. Lo pregunto, porque de cierta manera los libros son de muchísima ayuda, aunque no es lo mismo que vivir la historia. No es necesario que respondas.

— Estaré encantada de responder su pregunta, princesa — sonrió y sacó de su bolso su laptop —. Estuve en la Tierra por un par de años, mi experiencia fue buena, y tuve mucha suerte de tener amigos, a los cuales, hasta el día de hoy, puedo llamar familia.

— ¿Familia? Esa palabra es muy importante y no cualquiera puede estar dentro de ese término.

La profesora Ethel, una vez que la laptop estaba encendida, entró al icono de fotos, y me mostró cada una de ellas. Empezando por una en la que estaba con tres personas, todos abrazados y posando para la foto.

— La foto fue tomada por un celular de la Tierra, y no tuvo una buena calidad de imagen, pero pude resolver el problema — explicó —. Ellos son la familia Vincent. Ella es la abuela, Lina Fields. Una señora muy encantadora, además de muy buena cocinera de galletas con chispas de chocolate — era una señora de baja estatura, o al menos eso podía ver en la foto, ya que estaba a la altura del hombro de la profesora Ethel, y con solo ver sus ojos verdosos, me convencía de lo encantadora que era —. Y al otro extremo está su hija, la señora Hudson, una persona simpática, y la que me dio casa, comida y comprensión. Al principio me mostré un poco desconfiada, pero después entendí que no era como las anteriores personas con las que traté.

— Son personas maravillosas, profesora Ethel. Por la sonrisa que tienes en la foto, es evidente que te sientes a gusto con ellos.

— Ellas fueron buenas desde el principio, pero siempre hay alguien distinto.

— ¿Habla del chico que está entre usted y la señora Lina? — ella asintió.

— Cuando revelé mi verdadera identidad fue aún peor. Si bien entendía que era una completa extraña, nunca actué como si buscara problemas, e incluso ayudaba en casa. Pero Holden interpretó que yo pretendía invadir su vida familiar, y cuando se cumplieron los dos meses, decidí decirles de donde vengo. Al principio no creyeron en mis palabras, pero no tenía razones para mentir, no desvariaba y tampoco me arriesgaría a perder a las únicas personas que me dieron una oportunidad — hizo una mueca de tristeza, mezclado con incomodidad, y sabía que era por el chico de la familia —. Holden suponía que era extraña, rara o un bicho raro.

— ¿Él podía catalogarte de esa manera sin tener consecuencias?

— Las leyes de la Tierra no son iguales a las de aquí, princesa. Existe la justicia, pero eso no impide que las personas digan comentarios o palabras que lastimen a las personas.

— Pensé que en la tierra el respeto era obligatorio.

— En algunos países, y ciudades, el respeto es difícil de tener y dar. Hay robos, discriminación, entre otras cosas. Tal vez no en su totalidad.

Ahora los tonos cambiaron, ya no me sentía tan entusiasmada.