Capítulo 1| Parte 3
— Princesa, mantenga el equilibrio, de lo contrario caerá al suelo — indicó Agatha, mientras caminaba a la par mía.
— ¿Hay algo más insoportable que practicar la postura con un libro?
— Es una costumbre, pero al menos coloqué dos más. Recuerdo que mi madre hablaba sobre lo asombrada que estaba cuando la reina logró caminar con ocho libros sobre su cabeza, al caminar.
— Eso es asombroso, me pregunto si yo también quedaré como un récord — murmuré.
Agatha es la diseñadora de la familia real, algunas otras personas importantes, o con cargos respetables, y es la profesora encargada de enseñarnos etiqueta, entre otras cosas. Es mayor que yo por diez años, y una mujer con pretendientes, con una inteligencia asombrosa y encantadora. Prácticamente perfecta, pero hasta donde yo sé, no tiene planes de formar lazos con alguna otra persona, y eso está bien, porque es su decisión.
— Bueno, creo que es suficiente — dijo y sacó su celular, y presionó un botón, dejando ver el holograma de los vestidos que serían para mi coronación, en diciembre.
— ¿Terminaste los diseños? Pensé que los vería la siguiente semana, ¿has dormido aunque sea lo estimado? — me dio el celular y pasé una por una los modelos. Eran realmente sensacionales, y sería complicado decidir solo un vestido.
— Me gustaría que tuvieras uno para así poder comunicarte los cambios que puedo añadir.
— No creo que eso pase, con un poco de suerte puedo usar mi laptop los fines de semana, y tener un celular no haría la diferencia. Ya sabes lo que la reina opina sobre eso.
— Entiendo el pensamiento de la reina, pero no todos pueden ser dependientes de alguien, o algo. Quizás, en algún momento, la reina Aleid cambie de parecer.
— Los adultos no cambian, Agatha. Son como los árboles, si no les das los debidos cuidados, y te confías de que mágicamente puede salvarse con agua y sol, es una equivocación. Ya no tiene salvación, y debes plantar otro. Tienes otra oportunidad — suspiré —. Mi punto es que un adulto debe nacer de nuevo.
Sacudí la cabeza para ahuyentar más pensamientos con relación a los anhelos reprimidos.
— Es mejor pensar de manera positiva, princesa. Ahora, ¿quieres darme las críticas constructivas? — sonreí al mismo tiempo que ella.
Un par de horas después estaba en cama, cepillando mi cabello un poco húmedo, y meditaba sobre lo mentalmente exhausta que me siento en comparación con otros días. Tengo que colocar en la balanza imaginaria los pros y contras de hablar con mis padres sobre lo que deseo hacer, antes de ser coronada, y disminuir mi libertad. Por supuesto, lo primero en el platillo de los contras es cuán decepcionados estarán mis padres al saber que pienso solamente en lo que quiero, luego la desconfianza que sentirán hacia mí y el soportar sus miradas de desaprobación. Aunque, en el platillo de los pros, es que, al menos por el tiempo que dure, podría experimentar la libertad, el poder decidir que hacer desde que amanece hasta el anochecer, y sabría el significado de ser verdaderamente feliz.
— Annika, ¿en verdad para ti fue sencillo dar a conocer lo que querías en la vida, y hacer frente a los inconvenientes? — suspiré y tapé mi rostro con una almohada.