capitulo 3. la virgen del italiano
Bianca avanza en la bici, estaba a punto de llegar a casa cuando de pronto unas potentes luces blancas la iluminan desde la parte de atrás, la joven frunce un poco el ceño puesto que eran muy fuertes.
Hace a un lado su vehículo de dos ruedas para dejar pasar a ese molesto coche, en cuanto lo hace el automóvil se detiene abruptamente frente a ella que la obliga a frenar de golpe. Pero termina por perder el equilibrio y cae al suelo con un poco de violencia.
—¡Ahh! —Bianca se queja al mirar su pierna enredada con la bici.
En eso la joven alza la mirada para ver al coche y es cuando nota que dos hombres de trajes negros se bajan del mismo encaminándose directamente hacia ella, Bianca frunce el ceño, se aproximan tanto a ella que trata de salir de la bici.
Pero no lo consigue y es cuando esos dos hombres la toman por los brazos.
—¿Qué están haciendo? —los mira con expresión de miedo y al cabo de unos segundos ella mira como ellos la conducen hacia el coche—. No, ¿Qué hacen? ¿Quién son ustedes?
—¡Cállate!
Cuando ella oye aquella palabra hace amago de gritar con todas sus fuerzas, pero uno de esos hombres cubre su rostro con un pañuelo que poseía un olor desagradable y adormecedor. Ella parpadea varias veces y trata de resistirse, peor termina por cerrar los ojos.
[…]
Vittorio sonríe al mirar algunas de sus bailarinas moverse, ese día era importante para él ya que recibiría una visita bastante importante. Se cruza de brazos e inclina su cuerpo hacia atrás, a lo lejos puede ver a su pequeña perra preferida.
Sus ojos brillan cuando la observa, por supuesto que esta ni lo voltea a mirar. Lo odiaba.
—Señor Vittorio —la sonrisa de esta se apaga cuando oye la voz de Fabian.
—¿Qué demonios quieres? —lo mira de reojo.
—Señor —habla con miedo —. Su pedido está hecho.
Vittorio regresa la vista al frente y sonríe una vez más, luego asiente y se pone en pie para ver a Fabian.
—¿Y bien? ¿Dónde la tienes? —Fabian asiente rápido.
El rubio es llevado a la parte de atrás del antro, ingresan en una habitación y en cuanto la luz se enciende Vittorio observa a una joven rubia acostada en la cama. Sus manos y pies estaban atados con una cinta blanca al igual que su boca.
Vittorio observa las facciones de esa chica que lo hace parpadear varias veces, se acerca a ella para verla un poco mejor y es cuando percibe que ella estaba despertando. Al mirar sus ojos azules él se sorprende.
—¿Es ella? —musita, y justo allí la joven levanta la mirada para verlo y cuando lo hace ensancha más la mirada.
—Lo que pidió mi señor…—él sonríe con malicia, se agacha a la altura de la rubia para mirar su rostro.
—Eres justo lo que pedí—Bianca hace amago de retroceder, pero no lo consigue y empieza a negar una y otra vez—. Muy hermosa y con cara de niña.
—Si señor, así se la he conseguido.
Vittorio afina la mirada para ver esos ojos azules cargados de inocencia, no cabía dudas que esa chica era virgen.
—Serás la virgen del italiano —los ojos de Bianca se nublan cuando oye aquellas palabras—. Y serás una buena chica, obediente y complaciente —ella niega mientras que él aparta un mechón de pelo de su cara—. Lo serás, o te ira muy mal con el italiano.
Bianca deja de luchar y simplemente se queda inmóvil. Traga saliva y piensa en sus abuelos y lo preocupados que estarán cuando amaneciera. ¿Quién iba a cuidar de ellos? Algunas lágrimas escapan de sus ojos al pensar que los dejo solos y con el alma destrozada.
—¿Cómo se llama?
—Sus documentos dicen que se llama Bianca.
—Bien, Bianca, bienvenida…
Vittorio se pone en pie, observa a la rubia en cuerpo entero notando que era bastante delgada para su gusto, pero era seguro que a su amigo si le iba a encantar esa chica. Se da la vuelta para salir del cuarto.
—Tenla lista para esta noche.
—Si señor…
La puerta se cierra y Bianca solo puede ver como su libertad se esfuma. Parpadea puesto que sus ojos estaban inundados de lágrimas. Empieza a gemir y trata de soltarse de los amarres de sus manos, pero los nudos estaban muy ajustados.
En eso la puerta se abre y por esta ingresa una joven castaña, ambas se miran y es cuando Bianca empieza a gemir enloquecida.
—Shhh… es mejor que te comportes, no estes alterada, ¿entendiste? —Bianca la mira y parpadea varias veces —. Voy a quitarte esto, pero no debes gritar o el jefe se cabreará y te golpeará.
La joven castaña le quita la mordaza y luego le muestra una leve sonrisa.
—Por favor, por favor, ayúdame a salir de aquí —la joven la ve con asombro —. Me secuestraron, debo volver a casa con mi familia.
—Cálmate, si te alteras no conseguirás nada.
—Ayúdame.
—Me llamo Isabella, ¿tu cómo te llamas? —pregunta mientras afloja los nudos de sus pies.
—Bian… Bianca.
—Muy bien Bianca, será mejor que te acostumbres a este lugar. No eres la primera ni la única en este sitio, no hay privilegios para ninguna, así que si te portas bien nadie te lastimara.
Bianca comienza a negar puesto que no entiende nada de lo que estaba diciendo esa muchacha, le estaba pidiendo ayuda y ella le salía con ese chorro de estupideces.
—¿De que estas hablando? Te estoy pidiendo que me ayudes a escapar de este lugar, ¿Por qué me dices todas estas cosas?
—A las chicas buenas las premian, así que si haces lo que te piden seguro que serás premiada por tu comprador o quien sea que quiera follar contigo.
Los pies de Bianca estaban libres finalmente, luego la joven castaña procede a desatar sus manos mientras que ella la mira con si se hubiera vuelto loca.
—¿Qué sucede contigo? Te dije que estoy secuestrada, estoy aquí porque unos hombres me durmieron y me secuestraron. Debes llamar a la policía —Isabella mira a Bianca seriamente.
—Te dije que guardaras silencio, o tendré que ponerte la mordaza de nuevo.
—¿Qué lugar es este?
—Tu peor pesadilla, niña. ¿eres virgen? —Bianca retrae su cuerpo.
Isabella espera impaciente por su respuesta, la mira fijamente a los ojos y aunque esperaba que ella respondiera, era evidente que lo era. Era muy tonta como para no ser una virgen.
—¿Lo eres? Más te vale no mentir, de hecho, te conviene no decir mentiras—Bianca traga saliva y asiente mientras que suelta varias lagrimas —. Suerte que tienes entonces, no todas la tienen.
—¿Qué van hacer conmigo?
—No lo sé, supongo que harás lo que hacemos todas —Isabella se pone en pie —. Allí hay un baño, dúchate y cámbiate de ropa, he traído esto para ti, creo que te servirá.
—¡No quiero! —la castaña la mira con pena.
—No tienes muchas opciones, niña.
La joven se da la vuelta para encaminarse a la salida, Bianca ve que cierra la puerta y luego escucha como pasa seguro… se queda sentada en la cama mirando sus muñecas enrojecidas, luego ve la ropa y regresa la vista a la puerta.
Necesitaba salir de ese lugar.
[…]
—¿Y bien? —Vittorio espera una respuesta de Isabella.
—Me confirmo que es virgen.
—¿Miente?
—No creo que mienta, le dije que no le convenia hacerlo.
Vittorio sonríe con malicia, esa chica era perfecta, demasiado perfecta para la ocasión. Observa a la castaña ante él y le hace un gesto para que se aproximara a él.
Ella se acerca quedando a poca distancia.
—Has sido buena chica, creo que mereces una grata recompensa —le dice mientras desliza las manos por debajo de su vestido, al tocar las tiras de sus pantaletas empieza a deslizarlas hacia abajo.
Isabella se tensa cuando sabe lo que sigue después de eso, tendría que follar una vez más con ese sujeto que odiaba.
—Sabes lo que me gusta ¿no? —Vittorio mete su mano entre los muslos de la castaña hasta lograr sentir los labios vaginales de ella —. Vamos, no seas tan arisca conmigo. Hemos follado varias veces, abre más las piernas para mí.
Ella obedece y es cuando siente como él introduce dos dedos dentro de su coño que la hace sentirse incomoda, mira hacia arriba entre tanto su jefe hurga en su vagina a su antojo. Muerde sus labios al mismo tiempo que él mete y saca el dedo de su cuerpo.
—Vamos, sé que te gusta —le dice con voz morbosa, la sujeta de una de sus nalgas mientras que penetra su vagina con dos de sus dedos.
En ese instante a Isabella no le queda de otra que gemir para hacerle creer que le resultaba placentero y lo estaba disfrutando. Las otras chicas se lo enseñaron para que no tuviera problemas a la hora de follar con esos idiotas pervertidos.
—¡ahhhh! Si, me gusta señor Vittorio.
—¿A si? —él levanta su falda para meterse debajo de la misma.
Separa un poco más sus muslos para ver los labios principales de su vagina abierta, saca su lengua y la mete entre ellos con fuerza incluyendo sus dientes… Isabella coloca una mano sobre la cabeza de él ya que siente dolor.
A Vittorio le gustaba mucho morder su coño, era muy doloroso. De hecho, le ardía mucho cada vez que a él se le apetecía follar con ella.
El rubio chupa el coño de Isabella con fuerza, sorbiendo el mismo mientras que se aferra a las nalgas de ella… de pronto se aleja de ella, se pone en pie, baja la cremallera de su pantalón para sacar su polla erecta.
Hace que la castaña se arrodille ante él situando su boca justo contra su pene.
—Vamos nena, dame una buena mamada —ella mira la polla de su jefe, traga saliva y abre la boca para que él pudiera meterla en su boca yendo directo a su garganta —. Muy bien, chupa como me gusta y nada de mordiditas.
La joven comienza a chupar el pito de su jefe, siente que él la sujeta por la nuca para empujarla más hacia adelante. Prácticamente la estaba ahogando con su polla, pero por supuesto a él eso no le importaba.
—¡Oh, si! Vamos nena, se una buena puta y dame una buena mamada… siiii, así me gusta, chúpalo con fuerza.
Vittorio inclina la cabeza hacia atrás, sus labios se encontraban entreabiertos mientras que disfrutaba de la mamada de esa chica. Poco a poco iba aprendiendo como propinar un buen sexo oral, aunque con esa le estaba costando mucho.
Era muy terca e insípida, los clientes se quejarían de inmediato.
—Mas dulce, se más dulce y chupa con más interés o me vere obligado a golpearte mujer.
Isabela se sujeta de los muslos de su jefe mientras sigue chupando y lamiendo su pene, quería llorar, pero se aguantaba puesto que no deseaba que la golpeara de nuevo.
—¡ohhhh! Siiii, ya casi, ya casi nena…
Vittorio agarra con fuerza la nuca y parte del cabello de la castaña cuando siente que estaba por eyacular, muerde sus labios y con la mano libre agarra a la joven por el mentón, con el pulgar rosa sus labios de manera brusca justo cuando siente que se viene.
—Mierdaaaa… —jadea con fuerza cuando su semen sale expulsado yendo directo a la boca de ella.
Abre los labios y es allí cuando sujeta su polla por la base, masajea un poco y baja el rostro para ver como las ultimas gotas del líquido blanquecino caen dentro de la boca de ella.
El rubio le cierra los labios mientras que sonríe con malicia, luego desliza el glande de su polla sobre los cerrados labios de ella. Embarra un poco con su semen mientras que mira los ojos de Isabella.
—¡Trágatelo todo! —mancillara era el mejor trabajo que podía tener, sonríe con perversidad mientras que sus ojos denotaban advertencia y amenaza.