Capitulo 4. Lo quiere acusar
—Les recomiendo que no se salten mis clases, suelo evaluar casi todo el tiempo. No creo que les agrade una mala calificación a final de semestre —añade mientras mira a Livia —. Veo que tenemos a personas nuevas en la clase, si es tan amable señorita de presentarse.
Livia se percata de que la cosa era con ella y se tensa, ella mira a su querido profesor y siente de inmediato que lo odia por intentar dejarla en ridículo. Pero Livia se pone en pie.
—Me llamo Livia Hamel.
—Bienvenida señorita Hamel —responde con voz ronca y seductora.
La clase fue muy incómoda para Livia ya que su nuevo profesor no le quitaba los ojos de encima, trataba de no mirarlo tanto, pero era un trabajo bastante complicado no hacerlo puesto que era el profesor.
Pero finalmente la clase culmino y antes de quedarse de última en ese salón ella recoge sus cosas para salir de allí y tomar el transporte a tiempo. Baja las escaleras rápidamente, pero choca con otras alumnas que hacen la fila para salir.
Entre el tumulto de personas Livia siente que alguien la sujeta del brazo impidiéndole avanzar, la joven frunce el ceño llevando la mirada hacia su brazo y es cuando observa una enorme mano agarrarla.
Ella percibe aquellas venas en esa mano que la hace sentirse inquieta.
Livia levanta la mirada para observar a su profesor quien la miraba con ojos de peligro. La joven regresa la vista a la salida vislumbrando que sus compañeros se retiraban sin percatarse de que el profesor le impedía irse.
Hace amago de liberarse, pero él no la suelta a cambio ejerce un poco más de presión cuestión que la asusta… para cuando el ultimo estudiante se marchó cerraron la puerta y es en ese momento que el corazón de ella palpita con frenetismo.
—¿A dónde vas Livia? —ella se tensa —. No crees que necesitas hablar con tu profesor —Livia gira el rostro para verlo a la cara.
—¡Es un profesor!
—Eso ya lo sé—jala el cuerpo de ella para que quedara muy junto al suyo.
—¿Qué clase de profesor es usted? Si recuerda todo lo que me hizo en ese salón abandonado.
—Jamás podría olvidarlo —responde envolviendo su cintura con sus brazos.
Livia se tensa toda al estar tan cerca de su profesor, ahora la cosa empeoraba drásticamente al darse cuenta que un profesor de su universidad se había involucrado con una estudiante. El escándalo seria mucho peor con su familia.
—No puede estar haciendo esto, es un profesor y yo soy una alumna.
—¡Mi alumna! —el corazón de ella se estremece.
—No continuare con este ridículo juego en el que piensa involucrarme.
—¿Y qué piensas hacer al respecto? ¿Me acusaras con el director de la institución?
—¡Lo haré! —responde con enojo.
Dante observa esos labios carnosos y provocativos de su alumna que lo transportan a la locura. Medio muerde su boca sintiendo esas feroces ganas de besar a esa chica que intenta ser rebelde más era una joven muy inocente.
—¿Eso harás? —en un ágil movimiento sujeta a Livia por la curvatura de sus nalgas elevándola del suelo, gira con ella encima hasta sentarla sobre su escritorio.
—¿Qué es lo que intenta hacer? —ella golpea su hombro y hace amago de querer bajarse de la mesa, pero Dante se lo impide.
—Respóndeme.
—Por supuesto que lo haré, esto no se quedara así. Hablare con el director para contarle que uno de su querido profesor seduce a las chicas de su institución.
Dante sonríe con burla al mismo tiempo que aprieta un poco más su cintura con el fin de acercarla un poco más a su cuerpo.
—Muy bien, hazlo…
—Lo haré—Livia trata de empujar a su profesor, pero no consigue alejarlo ni un poco.
—Pero antes de que lo hagas te besare.
—¡¿Qué?! —ella ensancha la mirada ante tanta sinceridad.
Y de la nada recibe un beso bastante intenso por parte de su profesor, ella abre un poco más sus ojos al sentir que su boca es invadida por una enorme lengua húmeda y tibia. Ejerce presión para apartar a Dante, pero no lo consigue.
A cambio de eso él aprieta su cuerpo contra el de él consiguiendo que sus tetas sean aplastadas contra su enorme pecho, ella se aferra a los brazos de su profesor para apartarlo, pero no puede era muy fuerte.
Luego siente como él la toma por el cuello haciendo de ella cenizas, las barreras que había levantado se derrumbaron en cuestión de nada, y allí estaba una vez más respondiendo a los besos de su profesor.
Livia cierra los ojos para luego permitirle a Dante que la besara, se deja llevar por sus caricias transportándola a otro mundo. Ella se olvida de sus principios, de donde estaban y del resto del mundo.
Él tenía una destreza para envolverla y hacerla caer en sus redes sin hacerle sentir remordimiento alguno, en esos momento no pensaba en nada, únicamente en esos labios que se la estaban devorando.
Poco a poco comienza a deslizar las manos por sus brazos, llevándolas hacia su cuello el cual envuelve lentamente. Al mismo tiempo la joven siente como él se hace paso entre sus muslos colándose entre ellos.
Livia siente la masculinidad de ese hombre, su aroma, su arrogancia eran tan evidentes que llego a pensar que esa actitud era la causante de su confusión y sumisión. Y la enloquecía, puesto que nunca se sintió interesada por ningún chico hasta que conoció a ese profesor.
Al recordar que él era su profesor se separa bruscamente de él.
—No, ¿Qué es lo que estamos haciendo? Usted es mi profesor y esto no está bien.
—No, no está bien, pero ¿y eso que? —responde mientras suaviza la comisura de sus labios —. Nadie tiene porque saberlo, solo tú y yo —añade al mismo tiempo que desciende su mano a una de sus tetas.
Ella entre cierra los ojos ante el contacto de esas enormes manos sobre su seno, él la tocaba de una forma tan… que es que ni sabía cómo explicar la sensación, solo podía tragar saliva en seco ya que se sentía muy vulnerable.
—Debe detener esta locura—musita para luego relamer sus labios resecos —. Soy una alumna.
—Sé que no eres menor de edad —Dante se aproxima a su oreja —. Y si lo fueras, no me hubiera importado tampoco —susurra aquellas palabras para conseguir que los vellos de Livia se erizaran.
—No —niega jadeando.
Para ese momento su profesor había introducido la mano por debajo de su blusa tomando posesión de una de sus tetas.
—¡Ahh! —jadea con fuerza —. ¿Por qué me hace esto? —inclina la cabeza hacia atrás, entonces empieza a recibir besos húmedos por parte de Dante.
—Porque me gustas —gruñe contra la curva de su cuello.
Desciende con sus besos hasta la parte “V” de su pecho, prosigue el camino hasta alcanzar una de sus tetas. Levanta la blusa únicamente la parte de su seno descubierto, al mirar aquel pezón tan pequeño y rosado lo deseo.
Llevándoselo a la boca lo primero que hace es envolverlo con su lengua hasta succionar, se aferra a Livia por su espalda para mantenerla donde desea, la cabeza de ella se hallaba inclinada hacia atrás mientras que le devoraba el pezón.
—¡Ahhh! Por favor, detente…—ella suplicaba, sin embargo sus manos decían otra cosa ya que se aferraba al cabello de Dante con fuerza para que no se alejara de su pezón.
El pelinegro recuesta el cuerpo de ella sobre el escritorio una vez más, abriendo sus piernas de par en par. Sube su cuerpo sobre la enorme mesa de mármol para quedar justo sobre ella.
—¿Quieres que me detenga? —pregunta mientras suaviza una de sus tetas desnudas.
—Yo no lo sé…—su respuesta estaba cargada de dudas situación que excito aún más a Dante.
—Tus respuestas solo incrementan mi estado de excitación Livia, ¿lo sabias?
Ella solo consigue mojar sus labios con su lengua para luego recibir otro fiero beso por parte de su profesor, y aquel fue peor porque nublo su mente dejando todo en blanco. La mano de Dante se posó sobre su teta la cual comenzó a masajear mientras la besaba.
Dante sabía que se estaba haciendo muy tarde para ella, por la hora que era perdería el trasporte. Si no la dejaba partir en ese momento la podía meter en serios problemas, y aun no era momento para darle tantas dificultades.
Sin embargo le cuesta mucho separarse de Livia, no obstante no tuvo que hacer nada ya que ella misma fue la que termino por alejarlo abruptamente. Él se alejó a raíz de la fuerza que esa chica ejerció para separarlo.
La mira con asombro vislumbrando como ocultaba su desnudes.
—No se atreva a hacer eso de nuevo —baja de la mesa enfurecida con ella misma —. El juego se le acabara muy pronto querido profesor —masculla entre dientes.
—Eso quiero verlo —se cruza de brazos al verla salir por la puerta echa una furia —. Hasta luego señorita Hamel.
Livia camina con pasos firmes hacia la salida, aun no podía creer que hubiera permitido que aquello sucediera una vez más. Es que cuando ese hombre la tocaba algo muy extraño le sucedía.
Niega justo cuando abandona las instalaciones de la institución, mira hacia ambos lados percatándose de que todo estaba bastante solitario a esas horas de la noche.
—Santo dios, he perdido el transporte —baja las escaleras con algo de miedo, no tenía idea de cómo llegar a la casa de sus tíos.
En eso observa que un coche se aproxima por aquella calle un poco solitaria, ella retrocede dos pasos al notar que el auto se estaciona justo frente a ella.
—¡Eh! ¿Qué haces aquí? —era Ray el amigo de su prima.
—He perdido el transporte.
—Eso noto, si quieres puedo llevarte a casa. Sé dónde vive Pamela.
Livia se lo piensa mucho, no conocía a ese chico aunque siempre lo veía al lado de su prima. Sin embargo no frecuentaba la casa de sus tíos. Por otro lado, no tenía medios para regresar a casa.
—Señorita Hamel —esa voz la sobre salto a sus espaldas, ella mira por encima de su hombro percatándose de que su profesor se encontraba allí mirándola.
Ella mira a su pervertido profesor y luego a Ray quien la miraba ceñudo.
—Señor Brennar, buenas noches —saluda el chico enderezándose en su asiento —. Livia perdió el transporte, como se dónde vive su prima me ofrecí para llevarla.
—¿A si? —Dante responde seriamente.
—Sí, gracias por el ofrecimiento —la joven corre hacia el coche dándose cuenta de Ray era su salvación.
Al subirse al coche ella ni siquiera voltea a mirar a su profesor, pero sabe que la estaba observando.
—Hasta luego señor Brennar.
En cuanto el coche avanza Dante no le quita los ojos de encima. Por dentro estaba hecho una furia al ver que ella se había ido con Ray. Le cabreaba que ese chico estuviera merodeando a Livia.
Sus intenciones quizás no eran para nada buenas.
[…]
—Debes tratar de no perder el transporte, es muy difícil salir a esta hora de la universidad cuando tienes un coche.
—Pamela no tenía clases.
Él lo sabía muy bien, de hecho si las tenía, pero ambos estaban follando en las aulas abandonadas hasta hace un rato, luego se marchó a casa muy rápido. Le contó que no podía recoger a su prima porque ya había puesto de excusa que se iría a casa temprano.
Con tal de follar, Pamela hacia lo que fuese necesario por un buen polvo que la dejara muy satisfecha.
—¿Cómo sabes donde vive mi prima?
—También le he dado aventones.
—Pero ella tiene coche.
—No siempre ha tenido.
—Entiendo.
Ray conduce el coche mientras que mira de reojo a su compañera, aunque Pamela dijera lo que sea de ella, a él le parecía una chica bastante atractiva. Se notaba lo delicada que era, y si pensaba meterse a monja lo más probable es que ella fuese una…
El chico ensancha la mirada al pensar que llevaba al lado a una virgen…