Capitulo 3. ¿Mi profesor?
Ella se encontraba en una especie de trance, todo lo que estaba sucediendo no estaba bien. Aquello era incorrecto, tener a un completo extraño entre sus piernas no era para nada decente.
¿Qué clase de mujer era?
Sin embargo, ver a ese enorme musculoso hombre inclinarse hacia su vagina la enloqueció. No pensó que era incorrecto, cuando el toco sus piernas desnudas ella pensó que era la gloria. Tanto que tumbo su cuerpo espontáneamente sobre el escritorio.
Abre sus piernas sin saber bien lo que estaba dejándose hacer y es cuando siente que algo muy húmedo y bastante tibio roza su coño que la lleva a intentar cerrar las piernas.
—¡No! —ella escucha decir provocando que alzara la cabeza y cuando lo hace se da cuenta que el cabello negro de ese hombre era lo único que podía ver entre sus piernas.
—¿Qué hace?
Pero no recibió respuesta a cambio de eso su coño es golpeado con un fuerte sorbete que la hace inclinarse toda hacia atrás, arquea su cuerpo y abre esas piernas. Livia abre los ojos al mismo tiempo que se sujeta del borde del escritorio.
—Por dios, ¿Qué me estás haciendo?
Sus labios se entre abren, frunce la mirada y aprieta el borde de la mesa con fuerza. Sus muslos se tensan al sentir como ese hombre juega con su sexo.
—Debes parar —suplica entre jadeos.
—No lo creo…
Ella pudo oír esas palabras provocando que su cuerpo le subiera la temperatura rápidamente, Livia muerde sus labios justo cuando siente un pequeño piquete en su coño. Le produjo dolor, sin embargo ella no objeto.
Sus piernas fueron abiertas un poco más y solo lograba oír el sonido producido por la lengua de ese hombre.
¡Aquello era una completa locura!
Todo lo que estaba haciendo estaba muy mal, ella deseaba ser novicia, ¿Cómo es que estaba permitiendo que un hombre la tocara de esa manera?
Abre los ojos de nuevo al sentir un cosquilleo en la parte baja de su vientre, rápidamente posa una mano allí al darse cuenta de que la intensidad del hormigueo se hace intensa.
—Esto… yo…—gime con ganas.
Se aferra con lo que puede al borde de la mesa en cuanto la intensidad del cosquilleo se intensifica.
—¡Ahhhhh! —jadea, sus piernas se tensan tanto que ese pelinegro sube ambas sobre sus hombros —. Por favor, por favor —gime como chiquilla.
Frunce el ceño entre tanto su coño estaba siendo devorado, ese hombre lamia, sorbía y hasta mordía los labios de su vagina con tanta fuerza, pero a la vez con tanta delicadeza que ella se encontraba subida en una montaña rusa.
Cuando ya no puede soportarlo más, Livia decide entregarse a ese cosquilleo que burbujeaba en su vagina.
—¡Ahhhh! ¡Ahhhh!
Su pelvis se eleva un poco y de pronto una mano se postra sobre el consiguiendo que vuelva a permanecer acostada sobre el escritorio. En ese instante experimentaba un increíble placer que jamás en su vida se hubiera imagino sentir.
Dante sorbe la dulzura de ese coño tan pequeño y delicioso y se empalaga del mismo mas no se separa de él ni por un instante, Livia era deliciosa por ese coño. De hecho toda ella era placentera y eso que aún no se la devoraba como era debido.
Con dos de sus dedos entre abre los labios vaginales de su coño para poder ver el interior rosado y palpitante de su sexo.
—Joder —musita al mirar todo rosadito por dentro.
Relame sus labios para luego pasar su lengua por aquel diminuto agujero, en eso oye a Livia gemir y hasta dar un respingo después del contacto de su lengua que lo hace soltar una risita perversa.
Sujeta a Livia por la parte baja de su culo de esa forma la acerca un poco más a su boca y chupa con ímpetu. Era como si estuviera besando unos labios, pero aquellos eran vaginales. Mete la lengua en esa hendidura y vuelve a sacarla.
—Por favor, detenteeeee—jadea mientras que abre un poco más sus piernas.
Dante obedece al mismo tiempo que se incorpora, se posiciona sobre ella percibiendo aquellas mejillas sonrojadas que lo llevan a sonreír un poco.
—¿No quieres más? —Dante posiciona una mano sobre el escritorio para sostener su cuerpo, mientras que con la otra toma un mechón de cabello de Livia —. ¿Agotada?
—No puedo seguir con esto —su pecho sube y baja, le faltaba la respiración a Livia.
—Pero si apenas estamos comenzando —aquellos cristales ojos azules lo miraron con susto y eso lo confundió un poco, sin embargo se sintió tan cautivado por ellos —. ¿No quieres que siga?
Livia niega rápidamente, ahora que comenzaba a entrar en razón se daba cuenta de la gravedad del asunto.
—¿Por qué quieres que me detenga? ¿No te ha gustado? —la mano de Dante se deslizo del mechón de pelo hacia el montículo de su teta la cual sujeta desde la base.
—¡Ahh! —Livia jadea sin poder controlarlo, no obstante coloca su mano sobre la de ese pelinegro atrevido —. No sigas, por favor —suplica con esa voz tan cargada de inocencia que las barreras de Dante se derrumban.
Él retira la mano para colocarla igual que la otra, sin embargo continúo en la misma posición, sobre ella viéndola fijamente a los ojos.
—Me detuve Livia —la joven rubia traga saliva puesto que ahora no sabía que iba a hacer —. ¿Qué es lo que quieres hacer? —ella parpadea varias veces al mismo tiempo que siente que su corazón late frenético.
—Irme…—solo logra decir aquella palabra y la verdad es que fue algo obligado.
Sin decir una palabra más, Dante de incorpora luego la ayuda a sentarse, pero ella se pone en pie a paso veloz se viste mientras que él la observa.
—Livia…
—Lo siento, me tengo que ir.
—Espera—La sujeta del brazo, pero ella se libera ágilmente para salir corriendo del salón.
Dante no la sigue puesto que encontraría la forma de volverla a ver. Roza sus labios con la yema de los dedos rememorando lo que había vivido con esa chica.
—Mierda, sí que estoy jodido.
[…]
Camina con pesar por el corredor mientras que piensa en lo que había hecho con ese sujeto, Livia llevaba un horrible cargo de conciencia. Aprieta sus labios al mismo tiempo que sujeta su mochila.
Sin darse cuenta de nada, la joven choca con un estudiante y al levantar la mirada era un joven bien parecido que creía haber visto antes.
—¡Eh! Tú eres la prima de Pamela.
—¿Quién eres tú?
—Soy un amigo de tu prima —miente el joven, Pamela le hizo jurar que no le contaría nada a su prima de su noviazgo —. ¿Por qué vienes de ese corredor? No sabes que allí no dictan clases.
—¡¿Qué?! —pregunta atónita.
—¿No lo sabias? La mayoría de las personas lo usan para otras cosas, ¿Qué hacían allá?
Ella percibe que aquel chico estaba indagando mucho, y si se llegaba a saber lo que hizo con ese joven estaría en serios problemas.
—Me he perdido, pensé que también impartían clases en ese lado de la universidad.
—¿A si? —Ray frunce el ceño —. Parece que tu prima no te ha puesto mucho al tanto de cómo son las cosas en esta institución.
Justo cuando ambos estaban hablando Dante sale del sector de salones que no funcionan, él pelinegro mira a lo lejos y de inmediato frunce el entrecejo al vislumbrar a Livia hablando con Ray.
Aprieta la mandíbula debido a que no le agradaba que ella estuviera conversando con ese chico, Ray era catalogado por ser un mujeriego que le gustaba divertirse con las chicas nuevas. Y Livia era una de esas.
Camina con determinación hacia ellos para interrumpir lo que sea que estuvieran conversando. Le importaba una mierda lo que pudieran decir de él.
—¡Oh! Brennar, al fin te encuentro, ¿tienes un momento? —el pelinegro es interrumpido sintiéndose impotente por no poder interrumpir a aquellos dos.
—Claro…—responde sin apartar la vista de los chicos.
Por otro lado, Livia escuchaba a ese chico mientras que ella deseaba salir huyendo de ese lugar. Al parecer era famoso por todas las barbaridades que hacían, al parecer no existía ley en esa parte de la institución.
Y ahora que lo pensaba bien, ese hombre lo había visto fumando un cigarrillo. Esas cosas no deberían ser permitidas en una institución. No obstante, eso no es nada a comparación con lo que hizo con él.
Livia bate esos pensamientos de su cabeza al mismo tiempo que mira por encima de su hombro para ver la entrada del ala no funcional de la universidad. Pero aquello fue un gran error, ya que cuando miro hacia atrás se percató de aquel hombre se encontraba a sus espaldas hablando con alguien.
Él la estaba mirando, a pesar de estar conversando con otra persona él la miraba fijamente cosa que acelero los latidos del corazón de Livia. Ella regresa la vista al frente velozmente sin siquiera escuchar lo que aquel joven le contaba.
—Lo siento, debo irme.
—Pero…—Ray observa como esa chica sale corriendo y se extraña.
Dante al ver que ella se aleja de Ray siente un poco de alivio, pero de todas formas pensaba mantener vigilado a ese chico, era muy peligroso.
[…]
—Livia, llevo horas buscándote, ¿se puede saber dónde demonios estabas metida? —la rubia alza la mirada para ver a Pamela.
—Yo, estuve buscando mi aula de clases. Pero me he perdido.
—¡¿Te has saltado la clase?!
—No ha sido mi culpa.
—¿Y porque tienes esa cara de culpa? ¿Qué ha pasado?
Ella deseaba contarle lo que paso a alguien, pero sentía mucho miedo de lo que Pamela pudiera decir al respecto. Y si se atrevía a contárselo a sus tíos, o incluso a sus padres. ¿Qué iba a pensar sus padres de ella?
Es que ni quería imaginarse todo el escándalo.
—No es nada—baja la mirada al recordar lo que paso, es que aun llevaba grabada en su piel todo lo que él le hizo.
—¿Estás segura? Pareces perturbada.
—Estoy bien, no pasa nada.
—De acuerdo —responde Pamela alzando las manos al notar su mal genio —. Te buscaba porque ya mis clases han terminado, quería saber si nos vamos juntas o tienes alguna otra clase.
—Tendré que tomar el transporte, por lo que recuerdo de mi horario tengo una clase esta noche.
—¿Dónde está tu horario?
Ella muerde la carne interna de sus labios, no estaba muy segura de nada, pero sospechaba que lo había dejado en manos de ese extraño.
—Lo he perdido.
—Sera difícil que consigas uno nuevo, aquí son muy exigentes.
—Lo sé.
—Bien, entonces no te esperare. Nos vemos en casa.
Ella asiente entre tanto le sonríe a su prima y la ve marchar. Su sus padres no fuesen tan obstinados, ella estuviera en esos momentos recibiendo clases en el convento, se hubiera evitado todo lo que paso hace algunas horas atrás.
Ahora debía enfrentarse a cada rato con esos perturbadores pensamientos y con esa mirada grisácea que no lograba sacarse de la cabeza.
[…]
Cuando al fin dio con el aula de clases, Livia se sintió tranquila, más no cómoda. Sobre todo porque aun permanecía intacta esa sensación de hurgo en su vagina. Cuando caminaba sentía que los labios de su coño le apretaban.
La rubia toma asiento notando que aula estaba un poco vacía, si hubiera sabido eso se salta la materia. Por otro lado, perder clases de álgebra sí que era algo complicado.
Livia hace amago de sacar su laptop para comenzar la clase mientras que le rogaba al cielo que el profesor no asistiera.
—Buenas noches jóvenes —pero al escuchar aquel saludo ella ensancha la mirada.
Lentamente levanta únicamente la vista y es cuando sus labios se entreabren un poco, ¡era él!, aquel hombre que le hizo… Livia parpadea y relame sus labios, se le olvido sacar su laptop y todo lo demás.
Ella solo tenía ojos para ese hombre que se encontraba en medio del escenario.
—Mi nombre es Dante Brennar y seré su profesor de álgebra por este año.
—¿Mi Profesor? —musita con la boca abierta.
Dante se presenta sin quitarle la mirada a Livia quien se había sentado en los asientos de la parte de arriba, sin embargo lograba verla con claridad. Aquella expresión de asombro era impresionante.