Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capitulo 2. Se la chupa

Dante escucha atentamente a su colega ante él, el tema de conversación era bastante aburrido sin embargo era un hombre que no era grosero y mucho menos de hacer desplantes a nadie. Así que allí estaba escuchando a su compañero conversar sobre una nueva clase que le toco ese año.

Pero a pesar de escuchar una harta de locuras, Dante tenía la mente en otra parte. El pelinegro sonríe disimuladamente al mirar de reojo hacia la salida de la institución. Luego regresa la vista hacia su colega y vuelve a suspirar internamente.

[…]

Pamela guarda silencio mientras que conduce el coche de regreso a casa, ella sospechaba que su prima era virgen, pero no creyó estar en lo cierto. Pero si lo pensaba detenidamente, era más que evidente que Livia fuese virgen ya que pretendía ser monja.

—¿De verdad quieres ser una monja?

—No es tan malo como crees.

—¿Qué hay de los novios? ¿Un beso? ¿O ese cosquilleo que sientes cuando un chico te gusta?

Livia permanece en silencio antes todas esas preguntas, parpadea reiteradas veces justo cuando recuerda esa mirada grisácea que la perturbo por completo. Se pregunta porque pensó justo en esos ojos.

No tenía sentido.

—No necesito nada de eso, no estoy interesada en chicos.

—De acuerdo, pero déjame decirte que tú te lo pierdes querida prima.

Ella no lo miraba de ese modo, la joven rubia observa por la ventana sintiéndose un poco mal por no poder continuar con su vocación. Sus padres eran muy estrictos y no aprobaban su decisión.

Pero Livia lo deseaba con todas sus fuerzas.

[…]

Esa mañana Livia se encontraba completamente perdida, por más vueltas que le diera al horario no conseguía la estúpida aula de clases. Aquella universidad era como un laberinto.

—¡Cielos! Estoy perdida y llegare muy tarde a la clase —se queja enfurecida, odiaba aquella institución a la que sus padres la obligaron a ingresar.

Camina por el corredor notándolo un poco desolado, frunce un poco el ceño al percatarse de que mientras avanzaba más los estudiantes iban desapareciendo. Hasta que se detiene y piensa que quizás aquel no era el camino a su aula.

—Tendré que regresar y buscar a Pamela.

La idea de molestar a su prima no le gustaba, pero era la única que se conocía a aquel lugar. Y bueno, esperaba tener suerte y encontrarla… Livia camina de regreso, pero antes de seguir vislumbra una puerta con unos dígitos que se parecían muchos a la de su aula.

Revisa una vez más el horario percatándose que era la misma aula.

—Siii, la he encontrado.

Apresura el paso para no entrar tan tarde, con confianza abre la puerta entrando inmediatamente en ella. Livia se detiene abruptamente mientras que sus ojos se dan cuenta de la presencia de una persona.

De hecho era la única persona allí.

El corazón de Livia casi explota en miles de pedazos. Ella traga saliva en seco al mirar nuevamente aquella mirada grisácea observarla fijamente.

—¡De nuevo nos vemos!

—Lo siento —tartamudea.

Ella ve como aquel hombre se pone en pie, apaga un cigarrillo contra el escritorio para luego terminar sentado en el mismo y continuar viéndola.

—¿Eres de esta clase? —Dante introduce las manos en sus bolsillos mientras no aparta la mirada de esa chica.

—Creo… creo que sí.

—¿A si? —frunce la mirada, la verdad es que parecía bastante perdida y eso le causaba mucha curiosidad —. ¿Estás segura?

Ahora que se lo preguntaba ni ella estaba tan segura de eso, Livia baja la mirada para ver el horario en sus manos. Era la misma aula, no entendía porque se encontraba sin estudiante y únicamente con aquel hombre.

—Es lo que dice mi horario.

—Muéstramelo —ella ve como él extiende su brazo, Livia se percata de aquellos brazos que la hace sentir inquieta.

Sin embargo ella camina hacia él con todos y sus miedos para entregarle la hora, en lo que él la toma lo ve como la revisa detenidamente.

—Estas muy lejos de tu clase… mmm Livia Hamel—la rubia ensancha la mirada al escucharlo pronunciar su nombre, ella olvido por completo que en la hoja se reflejaba su nombre.

—¿Qué quieres decir?

—¿Por qué estás en este corredor? —Dante se inclina hacia ella abarcando casi todo su espacio personal—. No me explico que puedes hacer por aquí.

Livia traga saliva en seco ante la extrema cercanía de ese extraño, pero aun así ella no se apartó, ¿acaso estaba loca?

—No entiendo.

—Estas en el ala equivocada de la universidad —de pronto le muestra el horario señalando con su dedo que ella se encontraba en el lugar incorrecto de la institución —. Existen dos alas en esta academia y el aula que buscas se encuentra del otro lado.

—Entonces…

—Entonces vas a tener que caminar mucho de regreso y a juzgar por la hora de entrada y el profesor que te asignaron no lograras entrar jamás. Y si logras llegar créeme que perderás la clase.

Dante observa esa cara de ángel y aquella mirada de preocupación que le provoca compasión. Era una niña muy hermosa, situación por la que nunca había pasado en esa universidad.

El pelinegro baja la mirada hacia esos labios rosados y un poco agrietados, era evidente que no llevaba ni una pizca de maquillaje encima. Sus mejillas coloradas eran naturales y esa piel tan tersa era cautivadora.

—Me parece que estas en un buen lío —Livia observa fijamente la mirada de ese hombre que le inmoviliza el cuerpo de inmediato—. ¿No te parece Livia? —Dante roza los labios de ella con el pulgar.

—¿Qué? —responde con un hilo de voz.

—Que estas en un buen lío…—desliza el dedo por el centro de sus labios logrando entre abrirlos un poco hasta ver los dientes d ella —. O quizás sea yo quien este en un buen lío.

Livia parpadea, se encontraba como en trance. Solo sabía respirar en esos momentos y nada más.

Dante sonríe de medio lado al mismo tiempo que se aproxima lentamente a los labios de Livia, en cuanto roza su boca con la de ella siente que la rubia se sobresalta, pero el muy astuto toma su cuello con la mano para impedir que se alejara de él.

En ese momento prueba aquellos labios rosados y agrietados, no más al tocarlos, el pelinegro cierra los ojos justo cuando su lengua invade el interior de la boca de Livia. Se encorva considerablemente ya que ella era bastante pequeña para él.

Envuelve su estrecha cintura con uno solo de sus brazos hasta apretar el cuerpo de Livia con el suyo. Ella ni siquiera lo estaba tocando, de hecho no le respondía al beso. Al separarse un poco de ella abre los ojos para ver aquella expresión de vergüenza reflejada en su mirada.

Pero ella no abrió los ojos, simplemente se quedó así en la misma posición en la que fue besada. El pelinegro frota sus húmedos labios con el dedo esperando que ella abriera los ojos y lo mirase.

—Livia —musita muy bajo.

Ella continuaba sin mirarlo, era como si estuviera en otra dimensión. Lo que le hizo atreverse a arrastrar su frágil cuerpo al escritorio, termina por sentarla en la mesa de madera hasta lograr separar sus muslos y meterse en medio de ambos.

Sujetando a la rubia por la cintura con un brazo y con el otro sujetándola por el cuello, Dante vuelve a apoderarse de sus labios, pero en aquel momento toma a Livia por el mentón. Besa su boca volviendo a sentir que ella da un respingo.

El pelinegro aprieta su cintura un poco y con aquello consigue estrechar ambos cuerpo. Lentamente una de sus manos desciende hasta la curvatura de su cadera, desciende un poco más hasta alcanzar tocar el muslo de Livia.

Él no dejaba de besarla mientras que poco a poco deslizaba su mano por el muslo de ella, ese día llevaba una falda de pliegos, era extraño ya que ninguna estudiante utilizaba ese tipo de vestuario en la universidad.

No obstante él no se quejó ya que le facilitaba todo.

Separa un poco sus labios de los de Livia justo cuando logra sentir la piel de su pierna, Dante relame sus labios al notar que la boca de ella se encontraba levemente hinchada.

—Livia, quiero que me mires.

—¿Eh? —responde como si de verdad no estuviera allí.

—Solo abre los ojos para mí.

La rubia obedece a duras penas ante aquel mandato, la verdad es que no entendía lo que estaba ocurriendo, pero lo que estaba experimentando la transporto a otro mundo del que no lograba salir.

En cuanto ella abre los ojos observa una mirada llena de poder, esos ojos grises la hipnotizaron nuevamente. Eran tan cautivadores y ese jodido brillo que denotaba peligro le resultaba tan… tan…

Es que ni ella misma sabía lo que resultaba.

—Tu…

—Así, prefiero que me veas a los ojos.

Poco a poco Dante comenzó a deslizar sus dedos por la suave piel de su pierna hasta localizar la liga de su pantaleta al costado. En cuanto la siente empieza a realizar el descenso de la misma.

Suavemente eleva el culo de Livia para ir bajando la prenda sin apartar la vista de ella, sujeta su cuerpo con un solo brazo y hasta que la pantaleta no la saco por su tobillo él no desistió. Dante muerde levemente sus propios labios cuando decide llevar la mano por el centro de los muslos de Livia.

Sus habilidosos dedos frotan el coño de esa chica con delicadeza y no más al sentir la carne de sus labios exteriores se percata de que ella se encontraba empapada. Él ensancha un poco la mirada ya que siente que su erección rompería sus malditos pantalones.

Aprieta la mandíbula al saber que una vez que meta uno de sus dedos dentro del cuerpo de esa mujer se perdería. Sin embargo le importo una mierda las consecuencias y avanza con su cometido.

Mete el dedo medio entre los pliegues de la vagina de Livia.

—¡AAHHH! —ella jadea fuertemente como si estuviera obteniendo un orgasmo.

Dante relame sus labios con hambre en cuanto siente la extrema humedad del interior de la vagina de Livia.

—Mierda, pero que mojada estas —gruñe al mismo tiempo que la sujeta del mentón —. Me gustan las mujeres que se mojen así.

El pelinegro percibe que la mirada de Livia se cristaliza y no era precisamente por lágrimas, ella estaba completamente excitada. Era un nivel de excitación que ni él mismo hubiera presenciado en otros tiempos.

—¿Deseas más que mis dedos? —musita contra sus labios —. ¿Quieres más?

—Por… por favor… por…—Livia traga saliva en seco.

¿Qué era todo aquello? ¿Por qué ese hombre le estaba tocando su sexo? ¿Por qué le hacía eso? pero sobre todas esas preguntas, ¿Por qué ella sentía que le gustaba? ¿Por qué lo gozaba?

Era tan extraña esa sensación, pero a la vez tan deliciosa… le hacía agua la boca, era inexplicable, pero ella deseaba más y sabía que eso estaba mal. Era incorrecto lo que estaba haciendo con ese extraño.

Livia muerde sus labios mientras que suaviza la mirada en cuento siente que él profundiza un poco más ese dedo.

—¡Ahh! —jadea, aquellos gemidos estaban fuera de su control —. Por favor…—Livia se aferra a los brazos de ese hombre, pero su idea era intentar que se alejara, pero él era como su debilidad.

Dante observa esas mejillas coloradas y aquella debilidad a flor de piel que termina por retirar los dedos del coño de Livia, lleva la mano a su boca siendo objeto de mirada de esa rubia. Luego se apodera de los labios de ella para besarla con ferocidad.

Y así mismo como la beso la libera para agacharse, Dante abre los muslos de Livia para ver aquel hermoso, pequeño y muy rosado coño de esa chica.

—¡Oh, mierda! Esto es posible…

La vagina de Livia era pequeña, esos labios que cubrían la abertura de su intimidad eran tan rosados y tiernos que su boca se hizo agua en segundos.

—Joder, sí que me la pienso chupar.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.