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Pecaminoso Profesor

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Viviana
30
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9.0
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Sinopsis

Livia es una joven hermosa que aspira a ser novicia, pero por designios de sus padres la obligan a dejar sus votos en el convento e ingresar en la universidad, el trato era que probara un año siendo una universitaria común para que conviviera con muchachas de su edad. Ella acepta el trato ya que pretendía cumplir al pie de la letra las condiciones puesto que si lo lograba luego de un año regresaría al convento para continuar con su promesa, pero la partida se le echa para atrás cuando en la universidad conoce a un demonio personificado en persona “su profesor”. Dante Brennar, un pelinegro de penetrante mirada que la hace dudar de sus intenciones de ser monja, por más que Livia se resiste a él no consigue persuadir a sus deseos más oscuros que ni ella misma conocía. Dante es un hombre fuerte de decisiones firmes, pero su rectitud se va a la mierda cuando aparece en su vida Livia una inocente rubia que enciende su sangre tan solo verla. Esa chica era el pecado encarnado en una persona. Pero era un pecado que él pensaba cometer justo sobre la mesa de su escritorio… follarse a su alumna seria toda una aventura, pero también su perdición…

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Capitulo 1. Una virgen

Un sudor frío recorre su espalda mientras que su cuerpo se tensa con gran intensidad al sentir como el pene de ese chico penetra su coño hasta lo más profundo de su cuerpo. Pamela baja la mirada para observar como el grosor de aquel miembro entra y sale de su vagina.

—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —jadea con fuerza inclinando la cabeza hacia atrás.

En eso siente como las gruesas manos se apoderan de sus tetas desnudas las cuales subían y bajaban al mismo compa de las penetraciones en su coño, al sentir el contacto de aquellas manos sobre sus tetas ella muerde sus labios.

—Siiiii… apriétalas con fuerza —suplica con voz ronca.

Una fina capa de sudor cubre todo su cuerpo dejando todo su cuerpo más lubricado, pamela desliza una de sus manos por el centro de su cuerpo hasta coronar la entrada de su vagina, entre abre un poco más sus piernas consiguiendo que la polla de ese chico entre aún más.

—Joder, como duele tu puto pene.

Sin embargo no se levanta a cambio continua meneando su cintura contra aquel miembro erecto y palpitante. Ella conduce uno de sus dedos hasta la pequeña abertura de su vagina y comienza a frotar la pequeña protuberancia que se esconde entre los pliegues de sus labios vaginales.

Al tocarse la carne de su intimidad ella jadea aún más, entre abre sus labios sin parar de masturbarse.

—Mierda siii… fóllame más duro Ray.

—Guarda silencio Pamela…

—Joder, te dije que me folles más duro —reclama al joven bajo ella.

Pamela clava sus uñas sobre su pecho mientras que se inclina hacia él para besar sus labios de manera agresiva, introduce su lengua hasta envolverla con la de él. Prosigue moviendo sus caderas contra la pelvis del chico quien se aferra a la curvatura de su culo.

Sus dedos se aferran a la carne de sus nalgas moviéndolo a su antojo, el joven siente como el interior de su cuerpo se encontraba completamente húmedo, su polla entraba y salía de su vagina sin problemas.

El aroma a sudor provocaba que su nivel de excitación incrementara, Pamela era una mujer muy fogosa que le encantaba el sexo, siempre debía complacerla cada vez que le pedía coger. Era como ganarse un problema si no lo hacía.

Ray observa el rostro de placer de ella y se excita aún más, muerde levemente sus labios mientras que penetra su vagina mojada. Hasta que llego a un punto donde hace girar el cuerpo de ella, Pamela queda espalda contra la almohada y es en ese momento que él vuelve a entrar en su coño.

—¡Ahhhhh! Mierda, me ha dolido hijo de puta —se queja al mismo tiempo que golpea su brazo.

—¿Te gusta que te folle duro?

—Siiii…—jadea al mismo tiempo que arquea su cuerpo.

Ray sujeta una de sus piernas por debajo de su rodilla llevándola hacia la altura de una de sus tetas, en esa posición el joven penetra el coño de Pamela con brutalidad. Baja la mirada para ver como los labios inferiores de su vagina se tragan su pene.

El vello púbico de Pamela se encontraba un poco crecido, sin embargo podía ver claramente con su polla entraba y salía salpicada de sus fluidos internos. Sujetando su pierna con una mano y la otra la utiliza para entre abrir los labios de su coño.

Aparta un poco los vellos y parte de la carne de sus labios hasta lograr ver sus labios interiores, rosados e hinchados.

—Joder, que coño tan bueno tienes.

—Fóllame, fóllame… —suplica con el cuerpo arqueado hacia él.

Se afana a penetrarla hasta que siente como las paredes de su vagina oprime su pene por dentro hasta el punto de sentir que lo estaba succionando.

—¡Ohhhh! —el joven jadea ya que siente que no puede soportarlo más —. Maldita sea Pamela, me voy a correr.

—Sí, sí, si…

Ray deja de reprimirse y deja salir de su interior toda la excitación que cohibía en su interior, entre abre los labios al sentir que su boca se hace agua.

—Joder…—gruñe.

Ejerce presión contra la pierna de Pamela mientras que se inclina un poco más hacia su cuerpo, de esa manera logra meterle todo su pene dentro del cuerpo de ella.

—¡Ahhhhh! —la morena grita para luego sentir la mano de su novio cubrir su boca.

Pamela siente la fuerte penetración de Ray y se queja, pero le permite que la folle de esa manera puesto que le excitaba que fuese rudo con ella. La joven se deja llevar y consigue el clímax en cuestión de segundos.

Su pecho sube y baja rápidamente luego de que experimentara un increíble placer con su novio, al cabo de unos segundos siente que Ray extra su polla liberándola de la presión que sentir por dentro.

—Maldito, tienes una polla muy grande. Sentí que me rompiste por dentro —Pamela se incorpora y es cuando se percata de que la sabana estaba manchada de algunas gotas de sangre —. Mierda, me has lastimado el coño.

—Tú has pedido que te folle de esa manera, no te quejes —responde al mismo tiempo que se pone en pie —. Me exiges que te coja con fuerza, y eso es lo que hago.

—Pero no para que me rompas la vagina, Ray.

El joven comienza a vestirse sin prestarle atención a los reclamos de su novia, siempre era lo mismo con ella.

—¿A dónde mierda te vas?

—Debo ir a clase, ya me he saltado dos este día, no puedo seguir faltando.

—Yo también he faltado hoy, no quiere decir nada.

—Pamela llevamos tres días cogiendo seguido, no me has dejado asistir a clases, ¿quieres que nuestros padres nos maten?

Ella se reclina en la cama pensando en sus estúpidos padres, la obligaban a asistir a clases y para ella aquello era una pesadilla.

—Odio la universidad.

—Solo obedece, cuando termines podrás hacer lo que te dé la gana.

Ella sonríe ya que sus propósitos eran muy claros, no se mataría estudiando toda la vida para obtener un título con el que no haría nada productivo. Sus planes eran otros y mucho mejores que quedarse estudiando como una tonta.

—Si tienes razón en eso —le miente a su novio, se pone en pie para tomar sus prendas —. Debo ir al instituto antes de que Livia salga de sus clases.

—No creo que te diga nada por todas tus escapadas.

—No lo sé, es una chica muy tranquila. Quizás se escandalice mucho si se entera que me salto las clases para ir a follar con mi novio.

—Pamela, tendrás que acostumbrarte a follar en mi coche, este hotel queda muy lejos y encima que no puedo estar gastando tanto dinero cada vez que andes de calenturienta.

—Si nos pillan follando en tu auto tendremos muchos problemas.

Ray termina por vestirse para luego tomar las llaves del coche y encaminarse a la salida.

—Sé muy bien donde podemos follar sin ser descubiertos.

Ella observa a su novio con el ceño fruncido.

—¿De qué mierdas hablas? ¿Acaso has ido a esos lugares sin mí?

—No seas tonta, por supuesto que no, solo que los chicos me han contado.

—Y por tu bien espero que sea verdad —la joven pasa a un lado de él haciéndole saber que se encontraba molesta.

—¡Mujeres!

[…]

Distraída en aquel cronograma que era complemente nuevo para ella, Livia frunce el ceño a percatarse de que tenía previstas algunas materias que eran por la noche. Tuerce los labios puesto que no le agradaba mucho tener que ver clases de noche.

Suspira profundamente al tener que aceptar su situación, aunque no le gustase para nada. Mientras que continua mirando el horario la joven rubia choca de bruces con el pecho de alguien que la hace tirar todas sus pertenencias.

Livia mira sus cosas personales en el suelo y procede a agacharse.

—Lo siento mucho…—ella oye, más no levanta la mirada.

—No te preocupes —responde con fastidio, en eso observa que unas fuertes manos comienza a agarrar sus cosas que la lleva a levantar la mirada para toparse con unos ojos bastante grises y brillantes.

—No me he fijado. Lo siento tanto.

Ella parpadea al mirar aquella mirada tan penetrante que hasta se le olvida que estaba recogiendo sus cosas.

—Creo que esto es todo —ella parpadea varias veces al mirar las manos de aquel extraño, en ellas llevaba todas sus cosas, con algo de dudas recibe todo para luego ponerse en pie.

—Venia distraída.

—Bueno, creo que no falta nada.

Ambos se observan un momento y en ese instante ella siente un pequeño hormigueo en su interior. De hecho aquel cosquilleo se encontraba situado en la parte baja de vientre y ella piensa que eso no es posible.

—Debo irme…

Sale corriendo pasando a un lado de aquel hombre para alejarse todo lo posible de él, por el camino iba pensando en aquella minúscula sensación que su cuerpo experimento. Por dentro iba negando una y otra vez.

Hasta que de pronto vuelve a chocar de bruces con alguien más.

—Livia, ¿pero qué rayos te pasa? —ella observa a su prima.

—Pamela…

—¿Por qué carajos vienes corriendo? ¿De quién huyes?

—No, de nadie.

—¿Y porque estas roja?

—¿Yo? —se toca las mejillas —. No, no, yo no…

Pamela frunce la mirada, pero ignora por completo a su prima. Era una chica un poco extraña, quizás se debía porque sus padres intentaban sacarle de la cabeza que se metiera en un convento.

Por esa razón vivía en su casa, sus padres la enviaron con sus tíos para que estudiara en una buena universidad y se le saliera la idea de ser una monja. Pamela pensaba que ¿Quién quería ser monja en esos tiempos?

—Bien, ¿ya has terminado?

—Sí, ya no tengo más clases.

—En ese caso debemos irnos ya, se hace tarde.

—Si.

Livia camina detrás de su prima, pero algo le dijo que mirase hacia atrás. Al hacerlo ella ve a lo lejos a aquel hombre con el que choco, desde la distancia podía notar que era muy alto y fuerte.

Ella parpadea al vislumbrar que hablaba con un profesor, parecía muy serio, en eso repara que él no tenía atuendo de ser un estudiante. Pero, quien era ella para pensar algo diferente, en esa universidad existían alumnos de muchas edades.

En eso ella observa que él voltea únicamente la mirada y es cuando ambos contactan sus ojos una vez más. Livia regresa la vista al frente sintiendo que su corazón comienza a latir frenéticamente.

Traga saliva y apresura el paso, no deseaba sentir que ese hombre la estuviera viendo. Era extraño, pero la hacía sentir inquieta.

—Apresúrate.

—Si ya voy… Pamela, hoy no te he visto en tus clases, ¿Por qué? —la castaña se tensa.

—Me sentí un poco mal, estuve gran parte del tiempo en el baño.

Livia guarda silencio ante la respuesta de su prima, a ella le resultaba muy extraño, Pamela siempre se ausentaba mucho en sus clases. De hecho a duras penas se le veía tomando sus clases.

Ella comenzó a pensar que no estaba asistiendo a la universidad, sin embargo era un asunto que no le concernía.

—¿Por qué querías ser monja? —Pamela le pregunta a Livia luego de poner su coche en marcha —. No entiendo cómo es que deseabas ser monja, es tan aburrido.

—Es algo que aun quiero hacer.

—Pero mis tíos no quieren que seas, deberías hacerles caso.

—No pueden obligarme para siempre a estudiar en una universidad.

Pamela frunce los labios.

—Livia, ¿tú eres virgen? —la joven rubia mira a su primera toda avergonzada —. No me mires de esa manera, es una pregunta normal entre mujeres, ¿no lo crees así?

—Nunca hable de eso con mis compañeras.

—Es porque ellas son unas aburridas monjas y yo no lo soy.

—Eran novicias.

—Da igual, que no te de pena, respóndeme. Soy tu prima a nadie se lo diré.

Livia pensó que eso era algo muy privado de ella, pero Pamela era su prima y hasta los momentos era su única amiga.

—¡Si, lo soy!