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4. Su primera vez

Era su primera vez, podía notarlo y eso solo hacía que su impaciencia aumentará, aunque trataba de controlarse, por eso la besaba, no solo en sus labios, también jugando con sus pezones, los cuales ahora tenía expuesto por completo ante él.

Pudo sentir la punta del miembro de su amante penetrándola, intentando profanar esa parte de ella que jamás había conocido otro contacto que el de sus propios dedos, aunque sus orgasmos eran para él, mucho antes de ese día ella ya había gemido su nombre.

— Phantom…— pronunció su nombre aferrándose a sus hombros mientras sus piernas lo abrazaban de las caderas, así lo quería, así lo necesitaba y no pensaba dejar que se alejara ni un poco.

—Relájate mi conejita… te será más fácil alojarme por completo en tu interior — le susurró a su oído, al tiempo que sonreía al sentir la barrera que tenía que romper; era cierto, aunque pareciera increíble, esa hermosa mujer era virgen.

Phantom movió sus caderas hacia atrás antes de volver a embestir contra su cuerpo, enterrándose en ella de una vez y quedando por completo clavado en su interior. Quedándose quieto por un momento, dándole tiempo a que el dolor disminuyera, buscando su mirada, para cerciorarse de que estuviera bien.

Un fuerte gemido escapó de los labios de la fémina, parecía más un grito que un gemido, y es que ese pinchazo había sido doloroso; aun así, la sensación de tenerlo dentro, compensaba cualquier dolor, a pesar de esa pequeña lágrima que escapó de su ojo izquierdo.

Jamás le había importado eso, con ninguna otra chica, pero ella. Ella era diferente, no era cualquier mujer y si no hubiera estado tan excitado ese pensamiento lo tendría aterrado.

—¿Estás bien?

— Lo estoy…— aseguró ella buscando su mirada e incapaz de contenerse a no besarlo, por lo que se apoderó de su boca del mismo modo en que él se había apoderado de sus pensamientos y ahora de su cuerpo.

Ethan saboreó sus labios con dulzura, para luego morder levemente el inferior, pidiendo permiso para penetrar su boca con la lengua, del mismo modo en que él había profanado su coño. Deseando que no se detuviera, que siguiera moviéndose hasta que el dolor desapareciera, esto no podía ser lo único, debía haber más, quería ese placer que vendría y quería que fuera él quien se lo diera.

Esa hembra le encantaba, había estado obsesionado con ella por mucho tiempo, por lo que ahora que la tenía en sus brazos, nada podía impedir que la poseyera. Sobre todo, al descubrir que era el primero.

El primero y el último, se aseguraría de eso, no le importaba lo que tuviera que hacer o si tenía que ir en contra de su padre, no dejaría que nada le impidiera que volviera a hacerla suya por el resto de sus vidas.

Las caderas de Ethan se balancearon de atrás hacia adelante con firmeza mientras le concedía a la joven su deseo de ser ella, quién llevará el ritmo de ese beso que solo hacía que su deseo por ella incrementará, que perdiera el control y que sus esfuerzos por ser tierno se evaporaran.

Ethan jamás besaba a sus amantes si podía evitarlo, se deleitaba mordiendo y besando sus pieles para hacer que olvidaran sus labios, pero ella, quería devorar esa boca sin parar, tal y como lo estaba haciendo.

Phantom cargó a su conejita y caminó con ella hasta la cama en forma de corazón, solo separándose de ella para alzar sus hermosas piernas y colocarlas en sus hombros antes de volver a enterrarse en su interior, con fuerza, sintiendo ese calor húmedo que se apretaba alrededor de su polla, volviendo a perderse en ese infierno el cual se encontraba entre las piernas de la joven.

—Vuelve a llamarme conejita, quiero volver a escucharte, gemir mi nombre.

Aquello había sido extremadamente erótico para ella, la forma en que ese hombre caminó cargándola hasta la cama mientras la tenía penetrada para luego dejarla caer sobre el colchón y seguir poseyéndola.

Se llevó las manos a los senos para acariciarlos mientras lo observaba, lo quería completamente loco por ella, del mismo modo en que ella lo estaba de él, del mismo modo en que no había dejado de pensar en él, de bailar para él mientras lo veía observarla desde su rincón con esa copa de whisky en la mano

Verla tocarse, lo hizo enloquecer, por lo que sin dudarlo no tardó en llevar su boca a esos pezones sonrosados, lamiendo, chupando y hasta mordiendo esos perfectos senos.

—Así conejita, dámelos, ofréceme tus suaves y rosados botones

Los gemidos de Dylan se incrementaban en cada nuevo embiste, ante la sensación creciente de cada uno de los movimientos de su amante, certeros, impecables, ya ni rastro del dolor tenía, solo el placer atravesaba su cuerpo, nada más que placer.

— Phantom… Ahhh Phantom, sigue follándome así…— exigía ella entre gemidos.

Dejó que una de las piernas de su hermosa amante cayera por sus hombros, mientras seguía empujándose, cada vez más adentro, encontrando el ángulo perfecto para tocar su punto G ese que no solo la hizo gemir su nombre pidiéndole más, también gritar de placer.

—Te daré más, mucho más…— gruñó sosteniendo su cuerpo con un solo brazo y llevando su otra mano entre los femeninos pliegues, encontrando su clítoris y llevando a su hermosa amante a la locura.

Deseaba ver más que nada, su cara al llegar el éxtasis.

— Joder — gimió ella sintiendo como se deshacía en sus brazos, solo le faltaban esos dedos, estimulándola de forma magistral mientras su polla se hundía una y otra vez en su interior.

—Déjate llevar cariño…

— Phantom…— gimió su nombre mientras se corría, mientras sus paredes se apretaban alrededor de la erección de su amante, succionándolo para arrastrarlo con ella a la locura, para que compartiera con ella ese momento de placer culminante que le hizo arañarle los hombros mientras se arqueaba contra el colchón.

Él no tardó en cerrar los ojos y dejar que todo su cuerpo se precipitara a su inminente final, como si de un tsunami se tratara, dejando por primera vez su mente en blanco, con la respiración agitada y deseoso de besar a esa mujer que al igual que él, se estremecía con furia bajo su cuerpo.

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