Pasión prohibida: Entre hermanos
Sinopsis
Ethan y Dylan viven obsesionados el uno por el otro desde el primer momento en el que por casualidad sus miradas se encontraron. Ella es una bailarina de striptease muy deseada por los clientes del bar Lux en el que baila, tras huir de su adinerado y estricto padre. Él es un rico heredero, con una doble vida, amante de las carreras clandestinas y el mejor en estas conocido en el bajo mundo con el seudónimo de Phantom. El romance entre los dos era algo que no podía evitarse, cuando el pide un baile privado con la estrella del bar Lux. ¿Qué sucederá cuando el padre de Ethan muera y él se entere de que no es el único heredero de su padre, si no que tiene una hermana con la que debe competir por la herencia? ¿Qué pasará cuando Dylan sepa que él amante con el que ha iniciado una tórrida relación no es otro más que su medio hermano? ¿Ganará el amor por el dinero o ambos sucumbieran a su pasión prohibida?
1. Dylan y Phantom
Hacía apenas un par de años desde que Dylan se vio en la necesidad de huir de su padre. A pesar de que jamás lo veía, porque él no era precisamente lo que se podía decir un buen padre, su vida había sido muy estricta, jamás pudo salir con chicos, ni siquiera la dejó elegir la carrera de arte que a ella le hubiera gustado elegir, decía que no le haría falta, que su futuro era otro.
Él prefería obligarla a casarse con el hijo de uno de sus socios, ese fue su punto de corte, ese por el que decidió huir y salir de debajo del ala de su dominante e inquisitivo progenitor.
Algo que ya no importaba, porque jamás volvería a él por mucho que muchos pudieran considerar que su vida era perfecta, la de una princesa que lo tenía todo, pero para ella no era suficiente porque lo único que Dylan ansiaba era dirigir su propia vida.
Allí, en el mundo real de la gente corriente, la que no tenía un padre multimillonario, ni va a todos lados protegida por guardaespaldas, a la que no le eligen las amistades ni de quién debe enamorarse.
En ese mundo, nadie se creía dueño de nadie, ni con derechos sobre los demás por haber nacido como un privilegiado, tampoco debía someterse a los caprichos y decisiones de su padre para mantener un ritmo de vida que ella misma podía procurarse.
Dylan había aprendido a hacer dinero por sí misma, primero entró a trabajar como mucama en un par de hoteles, pero no era lo suyo, creció con sirvientas que se lo hacían todo, jamás había sabido limpiar y, aunque así fuera, tampoco le daba el suficiente dinero como para vivir como a ella le gustaba.
Un día, por casualidad, uno de los clientes del hotel le dio su tarjeta y dijo que tenía un trabajo para ella, uno que le reportaría muchos más beneficios que el actual.
No mentía, tiempo después, Dylan se convirtió en la mujer más deseada del bar de striptease de alto standing, «Lux» la más deseada y a la vez, la intocable, jamás se había dejado tocar por ningún cliente, nunca aceptó una oferta indecorosa por mucho que pudiera reportarle o eso se decía de ella.
Aun así, solo bailaba cuatro veces en semana y le daba lo suficiente como para vivir holgadamente y sin preocupaciones.
— ¡Y por fin, el momento que todos esperaban, el baile de nuestra hembra más deseada Dylan!
Gritó una voz a través de los altavoces, justo antes de que la música empezara y una joven vestida de mujer policía sexy saliera con la gorra tan baja que la visera le tapaba la cara.
Él no era de los tipos que frecuentaba ese tipo de lugares; sin embargo, en ese momento, no era Ethan Shields quien entraba al bar «Lux» sino Phantom, la falsa identidad que había creado para escapar de Ethan, el famoso corredor de carreras ilegales, del que nadie conocía con certeza su identidad real.
Phantom sí que frecuentaba ese tipo de sitios, sobre todo desde que escuchó hablar de Dylan, la bailarina intocable, la estrella del «Lux».
La mujer que muchos querían tener y nadie la podía conseguir, desde el primer momento en que la vio supo por qué enloquecían por ella, se convirtió en una especie de obsesión que lo hacía ir ese sitio noche tras noche, para verla bailar, pero a diferencia de esos otros días, este pensaba tomar acción.
Esa noche, Phantom conseguiría lo que todos deseaban, esa noche obtendría a la chica, esa noche la haría suya.
Su confianza radicaba en haber ganado una carrera imposible. Una carrera que, de no haber ganado, le hubiera costado la vida, era tanta la adrenalina que recorría su cuerpo que lo hacía sentirse invencible, que necesitaba sacarla como fuera, y no se le ocurría una manera mejor que el hermoso cuerpo de una mujer, esa mujer que lo tenía obsesionado. Tanto como para pedir que, tras ese baile con el que se estaba deleitando, la joven fuera llevada a uno de los VIPS, donde podría verla más de cerca y seducirla.
No por nada había estado jugando con ella todo ese tiempo, en la distancia, tejiendo su tela de araña para atraparla en el instante perfecto, el momento había llegado, la dulce conejita sería atrapada. Y es que ella tenía un cuerpo hermoso, pero lo que más le llamaba la atención no era eso.
Phantom conocía a muchas mujeres con cuerpos hermosos, eran esos ojos color azul, tan parecido a los suyos y que se podían ver a través del antifaz que siempre llevaba, esa aura extraña y familiar al mismo tiempo, esa sensualidad natural, que se mezclaba con cierta inocencia, la que destilan las mujeres cuando todavía no han sido tocadas ni dañadas, cuando son un lienzo en blanco sobre el que escribir.
—La quiero en media hora en mi VIP — le dijo Phantom a uno de los meseros para después obsequiarle con una considerable propina — y te daré más si la consigues en menos de media hora ¿Qué te parece?
Dylan daba muy pocos bailes privados, solo a clientes muy exclusivos y tenía una única condición para que pudieran verla bailar a solas y tan de cerca, debían estar esposados al sillón y así se aseguraba de que nadie intentara tocarla o hacer algo a lo que no estuviera dispuesta. Por eso, cuando le dijeron que alguien había ofrecido mucho dinero para que ella bailara para él, Dylan sonrió.
— Solo si acepta las esposas — le dijo cubierta con una bata corta de satín negro, mientras se giraba a observar a su jefe y se encendía un cigarrillo — ¿Quién es? — preguntó ella llena de curiosidad.
— Phantom.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la chica y el humo del cigarrillo que encendió, se quedó bloqueado en sus pulmones un poco más de tiempo de la cuenta. Incluso podría jurar que su corazón también paró unas décimas de segundo para latir con mucha más fuerza luego, tan fuerte latía que parecía hacerlo en sus propios oídos, haciendo que cualquier ruido exterior se escuchara muy lejano