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Capítulo 3 La Farsa

Desde el momento mismo en que, Daniela, subió al elegante carro deportivo de Joel, se sintió incómoda y molesta consigo misma por seguir adelante con una farsa que no la llevaba a nada bueno, lo malo era que ahora, no sabía cómo librarse de esa relación de la que estaba segura no iba a poder soportar por mucho tiempo.

Era una locura y ahora lo comprendía, se arrepentía por haber actuado de aquella manera tan impulsiva, sin reflexionar con frialdad en lo que en verdad debió haber hecho.

No le gustaba mentir, no era parte de su forma de ser y era muy mala para fingir, así que al sentir el brazo de él rodeándole los hombros, para atraerla hacia su cuerpo y darle un beso húmedo, cargado de deseo y pasión, tuvo que hacer un esfuerzo supremo por no separarse con violencia de aquella boca que, como ventosa se pegaba a la suya, y lejos de halagarla como mujer, la enfadaba, provocándole repulsión y desagrado.

No era la primera vez que besaba a un hombre, aunque, si era la primera vez que lo hacía sin sentirlo, sin desearlo tan siquiera un poco, tal vez eso era lo que más le molestaba.

Era como si la obligaran a dejar que mancillaran sus labios de esa manera tan vulgar.

Como pudo se separó de su novio sonriendo y con naturalidad, le dijo que tenían que irse pronto ya que la película comenzaría y que no llegarían a tiempo para ver el principio.

El rostro de Joel, estaba enrojecido, su mirada se veía brillosa y en su rostro se veía la satisfacción por haber obtenido aquella caricia, Daniela, trató de no pensar en ello, diciéndose mentalmente que buscaría un pretexto para terminar con ese absurdo noviazgo.

Llegaron al cine, ella se encontraba tensa, no sabía que actitud tomar, veía a las otras parejas entrar abrazadas amorosamente, incluso se besaban ante todos, disfrutando de su relación.

Más ella se negaba a actuar de esa manera, no lo sentía, no lo deseaba y eso era algo que no podía controlar en sus entrañas, en Joel, no había nada que la motivara para hacerlo por su propia voluntad, por lo menos por atracción o por deseo.

Joel Briseño, no era nada feo, por el contrario, con una altura de 1.78; 66 kilos de peso, lucía varonil, su rostro de piel blanca y de facciones delicadas, lo hacían atractivo para muchas mujeres, además, vestía bien y a la moda, en términos generales, era un muchacho de su generación y vivía la vida a su manera.

Y pese a todo, a ella no le gustaba, pero si quería que nadie se diera cuenta que estaba viviendo una farsa amorosa, tenía que cumplir con su papel de noviecita ilusionada, y eso ya no le estaba agradando nada, sobre todo que al momento en que entraban a la sala cinematográfica, él la abrazo por su esbelta cintura, apretándola con firmeza, como para demostrarle a todos que ya era de su propiedad.

Poco a poco la mano de Joel se fue deslizando, por la comba de la cadera, más abajo de lo que marcaba la estrecha cintura, acariciando ya, una parte del firme y apetecible trasero de Daniela, aunque lo hacía con cierta discreción, sin llegar al descaro total.

Ella no protesto, ni hizo nada por detenerlo, ya que pensó que una vez que comenzaran a ver la película, Joel se olvidaría de ella por un momento y de que juntos disfrutarían de aquella cinta, a la cual las criticas habían calificado como el mejor filme en los últimos cinco años.

Se instalaron en las butacas, Joel, lejos de prestar atención a la pantalla, la abrazó y la volvió a besar con la boca abierta, chupándole los labios y provocándole un nuevo rechazo, ya que, si el primer beso no le había gustado, este segundo fue más desagradable.

Daniela, se separó de él, con cierta dificultad, de él y tratando de ganar tiempo le pidió que le comprara algo de la dulcería del cine, que tenía antojo.

Mientras el muchacho iba por lo que ella le pidiera, Daniela, experimentó el fuerte deseo de salir del lugar y no volver a verlo nunca, se detuvo y se controló, ya que imaginó el escándalo que aquello provocaría y sobre todo las burlas de Liza, al enterarse que todo había sido una farsa para ocultar su despecho.

Se mantuvo en su lugar y mentalmente trató de prepararse para comportarse como una muchacha normal en compañía de su novio. Pudo disfrutar de la mitad de la película mientras consumía el helado, las palomitas y el refresco que le había pedido a Briseño que le llevara.

Cuando terminó, fue como un pistoletazo de salida, Joel, volvió a la carga, la besó de aquella forma tan desagradable que empleaba como rutina, Daniela, respiro profundamente por la nariz y trató de corresponderle, cerró los ojos y se dejó llevar, aquello enardeció más el ánimo del muchacho, quién sin esperarse, comenzó a manosearla de una manera abierta y descarada.

Primero. fueron sus grandes, firmes y hermosos pechos, los cuales palpó por encima de la ropa, como si estuviera comprobando alguna fruta, luego, los apretó con firmeza, como comprobando que fueran de verdad, no tenía ninguna consideración o ternura. Daniela Ortiz y del Valle, sintió aquellas caricias eróticas como una grave ofensa a su persona y decidió que ya no podía más.

Con discreción determinante, separó las manos del muchacho de su cuerpo, justo cuando este trataba de meterlas bajo la tela de su blusa, Joel, no se molestó por aquello, simplemente busco otro lugar para su ataque y ahora sus manos trataban de separarle las rodillas, mientras que su boca húmeda recorría el cuello y las mejillas de ella dándole pequeños chupetoncitos.

Cuando las ansiosas y pasionales manos de Joel, se clavaron en medio de los carnosos y exquisitos muslos de Daniela, con una firmeza determinante que pugnaba por abrirle las piernas para poder accionar con entera libertad, ese fue el detonante que hizo que ella explotara, revelando la firmeza de su carácter, y lo separó con mayor brusquedad de su cuerpo:

—No, no me gusta que me acaricies de esa manera —le dijo tratando de que su voz se escuchara segura y firme— por favor, comportate ya.

—¡Déjame acariciarte plenamente...! ¡Eres mi novia y todos los novios lo hacen...! —insistió él tratando de forzarla con sus caricias— ¡Oh vamos...! No me vayas a salir ahora conque tu eres de esas mojigatas puritanas que se asustan de todo y que no comprenden el amor libre que es tan bello —le decía Joel, tratando de convencerla para que aceptara su manoseo.

—No, no quiero que me toques. Lo que hagan los otros novios no me importa, simplemente yo no lo deseo y ya… Así que comportate y vamos a seguir viendo la película o nos vamos de una vez a casa —respondió ella susurrante para que los demás espectadores no pudieran escucharla.

—Pero mi amor, no seas así, déjame conocerte mejor, ya verás que cuando hagamos el amor todo será maravilloso para los dos y no habrá nada que nos pueda separar —insistió Joel verdaderamente ansioso por acariciar aquellas tersas y delineadas formas.

—¿Hacer el amor, tú y yo…? —repitió ella preguntando a su vez, como negándose a creer lo que acababa de escuchar— “Este sí que está loco” —pensó decidida

—Claro, es la mejor forma de identificarnos más plenamente, de conocernos bien y a fondo, piensa que en la intimidad no hay mentiras ni falsedades, sólo dos seres que se aman —respondió Joel, llevando su mano derecha hacia el hermoso busto de Daniela.

Por estar pensando en todo aquello que él le decía, Daniela, no hizo ningún intento por detenerlo, su pasividad fue tomada por el muchacho como una clara señal para que continuara con el manoseo, aumentando la excitación en él y la presión de sus inquietas manos.

—Tu estas mal, muy mal, Joel… hablas de lo que no conoces, ni tienes idea de lo que dices —le dijo ella sin alzar la voz, al tiempo que le quitaba las manos de su cuerpo y tratando de que sus palabras sonaran convincentes— te mueres por poseerme y las razones son claras, primero, para satisfacer tu vanidad de hombre, y en segunda, para poder comentarlo con tus amigos, presumiendo de haberme conseguido.

—Yo te aseguro que… —la interrumpió él

—No me interrumpas, dejame terminar… hablas de hacerme el amor y piensas que el único lugar para hacerlo es en la cama, no te equivoques, para hacer el amor hay que sentirlo, vivirlo, disfrutarlo, anhelarlo, para entregarse por convicción, por ilusión… por amor… a una mujer se le hace el amor, en todas partes, a cualquier hora, eso no implica que tenga que ser sexual, hacer el amor es tener detalles, atenciones, cuidados, saber escuchar, preocuparse por la persona a la que le haces el amor y no por su cuerpo, sino en sus emociones y sentimientos.

Irse a acostar con cualquiera, no es malo, si así lo quieres vivir, aunque, no porque sea una moda que todos sigan y que al final sólo deje un sabor amargo de decepción y arrepentimiento, a tal grado que tal vez nunca más se vuelvan ni a hablar —siguió ella— así que entiéndelo y que te quede claro, lo que tú pretendes, no es hacer el amor, es tener sexo, es seguir los instintos más primitivos de nuestro cuerpo. Es denigrar y denigrarse al tener un comportamiento dictado por la pasión y él deseo, que tú seguramente sientes y crees que es amor.

—No, no es verdad, el amor va surgiendo en la medida que se practica —dijo con vehemencia Joel— cuando los cuerpos se acoplan perfectamente, cuando las pieles vibran en la misma intensidad. Cuando tus sentidos te guían hacia el placer supremo, cuando los sentidos se desquician y se convierten en locura.

Déjame demostrarte que la pasión es la base de todo el amor que se pueda sentir por una persona, la lujuria es la reina de todas las emociones y para saberlo, hay que vivirla —susurraba Joel besándole la orejita y acariciándole abiertamente uno de los perfectos senos.

Daniela se molestó mucho más de lo que ya estaba por aquella descarada caricia, que lejos de halagarla como mujer, la humillaba y la ofendía por la falta de sensibilidad y ternura del momento, al parecer no había servido de nada que le hablara, estaba claro que Joel, sólo entendía una cosa, que la deseaba y quería tenerla, por lo que, retirándole la mano con cierto coraje, le habló con todo su enfado:

—¡No me manosees…! —le dijo al apartarle la mano con fuerza— No te engañes y mucho menos pretendas hacerlo conmigo, no tienes ni la menor idea de lo que estás hablando, solo repites lo que alguna vez te habrá funcionado con una o dos de tus conquistas… pero entiéndelo muy bien… ¡Yo no soy como todas esas muchachitas desorientadas con las que estas acostumbrado a tratar! No tomo el amor como un juego, ni mi cuerpo como un laboratorio de experimentos estúpidos. Si tú me quieres tal y como soy perfecto, si no estás de acuerdo conmigo, lo mejor es aquí terminemos todo de una vez y dejas de buscarme.

Joel, se le quedo viendo fijamente, como si ella le hubiera hablado en un idioma completamente desconocido para él. Aunque, dentro de todo aquello, debía reconocer que ella era una mujer muy especial y eso le agradaba de verdad, si bien era cierto que no la amaba, también lo era que estaba embelesado por su persona, sobre todo por su físico.

Daniela, tenía razón en todo lo que le decía, él siempre había salido con muchachas con las que no era necesario emplear ninguna palabra amorosa o alguna promesa de fidelidad y cariño.

Simplemente se dejaban llevar por la atracción física del momento y después venía el intenso intercambio de caricias íntimas en alguna alcoba, en donde la entrega plena y total se llevaba a cabo como una obligación, como un reto a su amor propio.

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