Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 2 Liza Monterrubio

Su temperamento era ardiente y pasional, sólo que, a diferencia de Daniela, no poseía ternura ni sabía de romanticismos. Sus relaciones siempre eran abiertas, directas y plenas. Sin promesas ni compromisos. Ese mismo carácter la hacía explosiva a la menor provocación.

Sobre todo, si alguno de sus caprichos no se cumplía tal y como ella lo deseaba, siendo frecuentes en la hermosa rubia, explosivas e inesperadas manifestaciones de enfado o desagrado por tal o cual cosa.

Daniela Ortiz y Liza Monterrubio, habían sido las más acérrimas rivales desde que ambas eran unas niñas y estudiaban en la misma escuela. Luchando enconadamente, por destacar entre las demás niñas de su edad y esmerándose por opacarse la una a la otra.

Ya fuera en los festivales escolares, donde luchaban por obtener el mejor papel de la obra que se fuera a presentar. O por lograr las mejores calificaciones escolares, lo cual les requería esfuerzo, y por lo general terminaban empatadas.

Y no se diga todo lo que hacían por ganar los torneos de natación o del deporte que ambas practicaran. Liza, no se conformaba con las lecciones que recibían en el club o en la escuela, sino que, además, para vencer a Daniela, era capaz de pedirle a sus padres que le contrataran un entrenador privado y de esa manera conseguía vencer a su oponente.

También se enfrentaron varias veces por ser coronadas como reina de la primavera o del plantel, en fin, todo lo que implicaba un reto y un reconocimiento general las incitaba.

Al paso de los años, su rivalidad, al igual que ellas, fue creciendo, no obstante que se hablaban y convivían en el mismo entorno, llegaban hasta a charlar cuando se encontraban en algún lugar, lo cierto era que, no se soportaban y trataban de sobresalir por encima de la otra.

Todo eso fue incrementándose cuando se convirtieron en adolescentes, su antagonismo se manifestaba en todo lo que les interesaba, por insignificante que fuera

Buscaban la forma de lucir una, más hermosa que la otra, pugnaban por tener la mejor ropa, el mejor carro, las mejores vacaciones, lo más exclusivo y diferente.

Aunque resultaba difícil precisar cuál de las dos era la mejor, ya que ambas se veían muy hermosas, desenvueltas e inteligentes, sabían vestir con elegancia, su preparación y cultura eran similares, contaban con los recursos económicos suficientes para procurarse lo que fuera necesario y de esa manera lograr la victoria.

Por ese motivo los triunfos en sus confrontaciones se dividían, en unas ocasiones la gloria era para Liza, de manera contundente y absoluta, provocando que Daniela se deprimiera y se sintiera mal al haber sido derrotada de aquella forma.

En otras ocasiones, Daniela era la vencedora indiscutible, y no ocultaba el orgullo que experimentaba al haberlo logrado, principalmente, gozando al ver la cara de decepción y dolor de Liza quien, con toda seguridad, se prepararía mejor y haría más esfuerzo, para la siguiente contienda en que tuvieran que enfrentarse y en la que ambas lucharían con todas sus fuerzas para vencer.

Sus mutuas, amistades disfrutaban viendo aquellos enfrentamientos, unos gozando con el triunfo de Liza y la clara derrota de Daniela, que era consolada y alentada por sus seguidores y amigos, en otras ocasiones los papeles se cambiaban.

Siempre, había entusiasmo y nerviosismo en aquellas batallas personales, que la mayoría consideraba como absurdas, ya que no las conducían a nada.

En realidad, eso era cierto, ya que fuera de los trofeos y reconocimientos oficiales, todo continuaba igual para las dos jóvenes rivales.

Pues mientras una recibía los festejos y las felicitaciones, la otra rumiaba su coraje esperando una nueva oportunidad para ganar y humillar a la que ahora se llevaba los laureles, lo único que las mantenía en la contienda, era que los triunfos alimentaban su vanidad, que era lo que las incitaba a continuar.

Las cosas siguieron de manera casi normal entre ellas, que, pese a todas esas confrontaciones, se hablaban y se trataban como si fueran grandes amigas, frecuentando los mismos sitios y saliendo en ocasiones juntas a realizar algunas compras o a divertirse.

Sus inquietudes femeninas comenzaron a manifestarse, las invitaciones y el acoso de los muchachos no se hicieron esperar, lo que les ofrecía otro motivo de competencia.

Ahora debían ver quién tenía al novio más guapo. Quién recibía los mejores regalos. Cuál de las dos obtenía más invitaciones y por ende a los mejores lugares de la ciudad donde podían lucir a sus conquistas.

No contaron con que el amor se presentaría en sus vidas, en una sola persona que sería en sí mismo, como el trofeo máximo, de tal forma que las dos se vieron impactadas por el mismo personaje, Germán Cantú.

Guapo, varonil, cinco años mayor que ellas, atlético, deportista, dueño de una grata presencia y una deslumbrante personalidad, además de su nutrida experiencia de la vida, puesto que había viajado mucho gozando intensamente de su soltería.

No sólo contaba con esos atributos, que lo hacían atractivo a los ojos de cualquier mujer, sino que además su fortuna personal, podía competir con las de los padres de ellas, lo que lo convertía en un magnífico partido.

Germán las trataba por igual y ellas se emocionaban a su lado, haciendo todo por agradarlo y conseguir ser la elegida de su cariño y preferencia.

Ya no competían sólo por la emoción y la satisfacción que el triunfo, lo que antes las motivaba, sino que luchaban por lo que sus sentimientos experimentaban al lado de él.

Con desilusión y tristeza, Daniela vio que él prefería a Liza, iniciando un bello romance con ella. Aquella derrota le había dolido más que ninguna, ya que tenía ilusiones de pasar momentos bellos y románticos al lado de Cantú.

En medio de su dolor trató de que nadie notara su decepción, siguió comportándose como siempre y llevando el mismo ritmo de vida, frecuentando los lugares donde se encontraba con la juvenil pareja, lo que la llenaba de envidia.

Por las noches, en la intimidad de su recámara se hundía en una profunda depresión, invadida de tristeza y soledad, ya nada le parecía igual; soñadora y romántica por naturaleza, se había forjado muchas cosas bellas en torno a la pareja que formaría con Germán.

Incluso había llegado a pensar que él sería el primer hombre al que se le entregaría sexualmente, el personaje que la convertiría en mujer plena, ya que estaba dispuesta a llegar a todo con tal de tenerlo contento y amoroso a su lado, mimándola, cuidándola, llenándola de ternezas y detalles que harían más bellos todos los momentos de su vida.

En sus ensoñaciones, hasta había llegado a pensar en el matrimonio, en el cual vivirían felices y le darían a don Javier, todos esos nietos que vendrían a llenar los huecos que dejaran los hijos que ya no había podido tener, pero que añoraba con ilusión.

Más la cruel realidad se encargaba de poner sus pensamientos en los resultados, indicándole que sus sueños, no podrían realizarse y que simplemente en eso iban a quedar, en sueños bellos y románticos.

Liza, por el contrario, se veía muy feliz y enamorada, llena de vida y más hermosa que nunca, luciendo su amor, en todas las partes a donde se presentaba con Cantú.

La heredera de los Monterrubio, se desvivía por tener bellos detalles con su amado, soportando el acoso de las que pretendían seducir al atractivo hombre, que no tenía ojos, más que para su amada y lo que ella deseaba hacer.

Germán, parecía vivir para complacer a la hermosa Liza, y por todos lados se comentaba sobre lo hermoso de su amor, todos aseguraban que formaban una hermosa pareja y que lo más seguro era que se casaran para felicidad de todos.

Fue durante ese tiempo del noviazgo de Liza y Germán, cuando Daniela, decidió estudiar el doctorado, había concluido la maestría poco antes de que se ilusionara con Cantú, así que entre sus estudios y la empresa que recién había iniciado, se ayudaba a no pensar tanto en aquella pareja que mostraban su amor a los cuatro vientos y se alejó un poco de sus amistades.

Por despecho, más que por así desearlo, Daniela aceptó la declaración de amor, que le hiciera Joel Briseño, un muchacho de la misma edad de ella.

Muy de su tiempo, juvenil, inmaduro, caprichoso y voluntarioso.

Joel, era el clásico junior, consentido y a acostumbrado a obtener todo de la manera más fácil, le bastaba con desearlo para tenerlo, sus padres lo colmaban de todo, para disculpar así el abandono en el que lo tenían.

Por eso mismo, Joel, no tomaba nada en serio y siempre andaba en busca de diversiones y emociones fuertes, se conocían desde pequeños, aunque no fue sino hasta la preparatoria cuando comenzaron su amistad.

Briseño, representaba todo lo opuesto a Germán, no había en él nada que le gustara a Daniela, lo aceptó como novio para que nadie se diera cuenta del dolor que sentía al ver a su acérrima rival en compañía del hombre que le había hecho latir el corazón más de prisa con su sola presencia, no quería que nadie se enterara de su desilusión y su despecho.

Después de todo, lo mismo daba uno que otro, así que cuando Joel, la encontró en el deportivo al que acostumbraban ir, y se le acercó luciendo su cínica sonrisa, con un vaso jaibolero en la mano, Daniela, estuvo a punto de mandarlo a paseo, el junior le habló de la atracción que sentía por ella y del gusto que le daría que fuera su novia. Por lo que terminó aceptándolo, pensando que le sería fácil mantenerlo a raya.

Nunca se imaginó todo lo que aquella relación le acarrearía, simplemente había actuado motivada por la presencia de Liza y Germán. ya que llegaron al deportivo justo en el momento en que Joel le hablaba de su anhelo porque ella fuera su novia.

Al verlos juntos, destilando su amor por todo el entorno, sintió tanto coraje que le respondió que, sí. Briseño la vio por un momento fijamente, como negándose a creer lo que escuchaba, no tardó mucho en salir de su asombro y mostrarse muy contento con la respuesta de ella.

Tenían ya dos días de novios y no se habían visto desde el deportivo, él la llamaba varias veces al día y Daniela, se negaba, por lo que, al muchacho, las empleadas del servicio, le decían que no se encontraba o que estaba realizando tal o cual tarea.

No obstante Joel, perseveraba, demostrando un verdadero interés en ella. Y es que ella había sido su mayor anhelo, sabía que muchos de sus amigos querían conquistarla, sólo que, Daniela, por lo general, los mantenía al margen, sin ser grosera, ni agresiva, simplemente les dejaba en claro que sólo quería una amistad con ellos.

Así que desde el momento en que lo aceptó, Briseño, sintió que se había sacado el premio mayor de la lotería y quería aprovecharlo, deseaba lucirla por todos lados y que vieran que había sido él, quién había sabido conquistarla.

Ante las insistentes llamadas de Joel, Daniela, decidió que no tenía caso seguir con el engaño, así que, le respondió, pensando que no perdía nada al intentar tener una buena relación con Briseño, tal vez lo estaba juzgando sin conocerlo y eso no era leal ni para ella ni para el junior, así que estuvo de acuerdo en ir al cine con él.

Una salida así no implicaba nada en concreto, ni la comprometía, y tal vez les serviría a ambos para conocerse y saber que podían esperar el uno del otro.

Por otro lado, sus amigas ya sabían que era novia de Joel, mucho se lo habían echado en cara ya que Briseño, gozaba de muy mala fama, así que, ahora Daniela, tenía que demostrar ante todas, que no era mentira lo de su relación, tenía que llevar un noviazgo normal para que nadie se diera cuenta de su frustración y coraje por no haber sido la elegida de Germán Cantú.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.