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Capítulo 4. (parte 2)

Seguimos bailando entre risas y besos robados y poco a poco el resto de los invitados se nos unió. Vi a Sara bailando con uno de los compañeros de Gabriel, a Isabel hablando con Hayden en el sofá, Mike contando alguna anécdota de su trabajo, que cargaba a todos los estudiantes de derecho fascinados y mirándolo con admiración; a Fernando preparando los tragos con ayuda de Donovan y de Isaack… y a Gabriel perdiéndose dentro de su habitación con Carmen.

Bufé molesta, la chica era una idiota y al parecer era el tipo que más le gustaba a Gabriel: idiota y zorra.

—No puedo creer que hayas organizado todo esto para mi hermano.

—Espera a ver lo que organizaré para el tuyo.

—Yo solo quiero tenerte toda para mí, que no me sueltes ni te apartes de mí lado ni un segundo.

—Eso suena demasiado acosador.

Rámses se encogió de hombros: —Seré el cumpleañero y puedo pedir lo que quiera.

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El resto de la noche bailé con mi familia, Donovan e Isaack y por supuesto con Rámses. El francés nunca me quitó los ojos de encima, no estaba siendo posesivo, creo que al igual que yo, estaba feliz de que estuviésemos juntos.

Partimos la torta y algunos compañeros de Gabriel lo retaron a comerse su pedazo sin usar las manos, así que lo vi meter la cara en el plato y llenarse toda la cara de chocolate. Algunas chicas se relamieron, deseosas de abalanzarse sobre él a limpiarlo y a juzgar por la cara del cumpleañero él estaría más que dispuesto a dejarse.

Pero cuando vi que volvía a mirar a Carmen, intervine. Lo arrastré a la cocina y tomé algunas servilletas y comencé a limpiarlo.

—Espero que sepas que estás limpiando toda mi diversión.

—Espero que sepas que sigues escogiendo muy mal a tus parejas. ¿De verdad no ves lo parecida que es Carmen a Marypaz?.

Torció el gesto y suspiró resignado a dejarse terminar de limpiar por mí.

—Pero ella tenía cara de querer limpiarme con su lengua y tú no lo harás—refunfuñó molesto.

Rámses apareció a su lado con algunos platos ya vacíos y lamió la mejilla de su hermano sorprendiéndolo.

—¿Qué haces?—dijo limpiándose la saliva de su hermano.

—Esto es una pequeña venganza.

Recordé aquella vez que borracho Gabriel lamió a Rámses, justo antes de contarnos de que había confirmado en el instituto que manteníamos un trio entre nosotros y que Rámses terminara noqueándolo sobre la cama.

Donovan entró a la cocina y agarró a Gabriel en una pequeña llave junto con Isaack y se lo llevaron a la sala. Me asomé para ver como lo sentaban en una silla y todos los invitados hacían una fila frente a él.

Volvieron a llenar su cara con pastel y cada una de las invitadas limpiaron su rostro con lametones.

—Yo aquí queriendo salvarlo de Carmen y ellos se lo sirven en bandeja de plata—me quejé y Rámses rio, pero su sonrisa desapareció cuando comenzaron a corear mi nombre, al parecer faltaba yo.

La misma sonrisa socarrona y mirada pícara del antiguo Gabriel apareció en su rostro cuando me posicionaron frente a él.

—Más te vale que no voltees la cara hermano o no llegarás a la mayoría de edad—advirtió Rámses.

Quedaba poco lugar que limpiar y me negaba a pasar mi lengua por donde otras lo habían hecho. Miré a Gabriel y a Rámses con cara de circunstancias, mientras los invitados insistían.

Tomé su cara en mis manos y la giré y subí, tenía un poco de chocolate en su cuello del lado izquierdo y fue el lugar que limpié.

Cuando terminé Gabriel se abanicó con su mano y fingió acomodarse su pantalón. Se levantó tan rápido de la silla que terminó volteada en el piso y un huracán pasó por su lado dispuesto a arrasarlo. Gabriel se escondió detrás de Fernando quien intentó hacer entrar en razón a Rámses. Los invitados se reían, los más cercanos quizás estaban acostumbrados a los comentarios de doble sentido del portugués conmigo, los que no eran tan cercanos lucían un poco preocupados y nos evaluaban para saber cuánto debían preocuparse por la situación.

—Lo va a matar—dijo Sara a mi lado.

—Nunca lo hace, Gabriel es bastante rápido y Fernando un excelente mediador.

Sara e Isabel miraban la escena un tanto escandalizadas.

—¡Rámses! ¿No ves cómo se ríe de ti? Obviamente te está hinchando las pelotas—Fernando intentaba evitar que Rámses lo traspasase y detrás de él Gabriel se reía.

—Si hablamos de pelotas hinchadas yo…

—¡Cállate, Gabriel!—le gritó Rámses e intentó una vez más alcanzarlo por encima de su papá.

Vi a Mike y a Hayden conversando en un rincón, apartados de todos. La cara de ambos eran serias, más la de Hayden, Mike en cambio estaba un poco cabizbajo.

—Lo va a agarrar. Amelia, has algo—Sara interrumpió mi visión cuando clavó sus uñas en mi brazo.

Rámses había logrado agarrar a Gabriel, quien seguía riéndose. Fernando estaba entre los dos aún. Tomé mi porción de torta y caminé hasta los hermanos salvajes.

—Rámses, déjalo ya—le pedí pero era como hablar con una pared.

—Mia Beleza, vaya boquita te gastas…—Gabriel rió, Rámses gruñó, Fernando suspiró.

Me acerqué hasta mi furibundo francés y coloqué mi mano en su hombro, estaba tenso y su respiración era salvaje.

—Rámses, vamos, déjalo. Le encanta molestarte, le excita eso mucho más que cualquier otra cosa—le susurré—, pero si vienes conmigo ahora, dejaré que me untes chocolate y seas tú él que me limpie.

Soltó a su hermano de inmediato y me miró con una sonrisa torciéndose en su boca. Solo entonces notó que en mi mano estaba el plato con mi porción del pastel. Se la enseñé invitándolo a tomarlo, y así lo hizo.

Me tomó de la mano, me llevó hasta mi habitación y cerró la puerta en cuanto entramos.

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