Capítulo 6
No, no lo negué.
-¿Qué pasa Mike? ¿Quieres algo más de mí y quieres asegurarte de que soy libre románticamente?-
¿Por qué no puedo negar? No puede ser cierto, por supuesto que no, pero decirlo en voz alta, o incluso escribirlo o pensarlo, se siente como si la estuviera engañando, lo cual no tiene absolutamente ningún sentido.
¿Y qué significa amar? Mi papá dijo que amaba a mamá, pero ella nunca estuvo feliz con él. Cada vez que la escuchaba llorar... eso no podía ser el resultado del amor.
Vuelvo a abrir el chat con Gin y hago clic en su foto de perfil. Ahí estamos los dos en el agua, es una foto de este verano. Ella está sobre mis hombros y sonriendo a la cámara, la estoy mirando.
Miro esa foto por un rato, Gin siempre está tan feliz en el verano... cuando vamos a casa vuelve a ser la chica indefensa de siempre con la cabeza en las nubes como siempre. ¿Es su casa realmente el problema? Dice que le trae malos recuerdos por culpa de su madre. De hecho, nunca entendí realmente qué le pasó a ella, solo sé algo porque Hans se lo contó a mamá. Si hubiera esperado a Samalisa Ela, probablemente nunca hubiera sabido nada.
Mike me envía un mensaje de texto, así que vuelvo a su chat.
-¿En ese caso?-
Niego con la cabeza molesto, luego cierro su chat.
Pobre soñador.
Intento llamar a Gin, pero el teléfono suena vacío, así que lo intento de nuevo un par de veces y siempre obtengo el mismo resultado.
Me digo todos los días que no necesito a nadie, especialmente después de que Adam, mi hermano gemelo, me dejó solo, pero ahora realmente necesito a Gin.
Desde que la vi por primera vez, sentada al margen lejos de todos, supe que estaba hecha para mí y todavía creo que lo es.
Es como si fuéramos almas gemelas que son completamente diferentes pero se complementan.
Como amigos.
Siempre estoy a punto de hacer un lío cuando mi impulsividad me golpea, ella siempre está tranquila y calmada y es la única capaz de hacerme pensar. Incluso Janette no puede, a pesar de que a veces se me impone como si fuera mi madre.
"Creo que estás enamorado de ella".
Esa frase vuelve a ocupar mi cerebro, así que intento llamarla de nuevo y esta vez en vez de hacerme esperar en vano, me interrumpe directamente.
Creo que confundió mi llamada con uno de sus despertadores.
Me paso una mano por el pelo con nerviosismo y finalmente decido volver a bajar a la cocina.
Necesito chocolate.
¿Por qué diablos no puedo negarlo?
Estoy en el patio esperándola. Ella no ha respondido ni uno solo de mis mensajes y ni siquiera se ha molestado en dar una explicación por las llamadas rechazadas.
¿Estoy molesto? Sí. ¿Preocupado? De nuevo sí.
-¿Por qué pareces un león preparándose para atacar a su presa?- Janette se coloca frente a mí, así que la empujo a un lado para mantener siempre un ojo en la entrada de la escuela.
¿Dónde diablos está?
-¿Lo escuchaste?-
Janette suspira a mi lado, obviamente ya sabe a quién me refiero. -No, pero será un momento para llegar. Creo que Hans se la llevará, está en el turno de día.
-No me lo dijo- digo, todavía ansiosa. Ayer fue triste y ahora todavía tiene que llegar. ¿Qué pasa si es malo? ¿Y si le pasara algo? No debería haberla dejado ir, no ayer. No cuando ha estado rara todo el día.
-Ross, realmente eres demasiado aprensivo con él, deberías calmarte. Te pareces a su padre- comenta Janette, ganándose mi mirada.
-Lo siento si me preocupo por ella- Tomo el teléfono y trato de llamarla de nuevo.
¿Por qué diablos no me responde? ¿Y si Mike le decía algo?
-¿Te contesta?- No espero una respuesta de Janette, tomo el teléfono directamente de sus manos y marco el número de Samalisa Ela.
-Claro, adelante- dice sarcásticamente mientras la escucho resoplar. Luego, de repente, me aprieta el brazo, atrayendo mi atención, y solo cuando levanto la vista y finalmente me encuentro con la de Samalisa Ela en la distancia, lo entiendo.
Está bien.
Levanta una mano en nuestra dirección, pero ni siquiera espero a que nos alcance y voy hacia ella. Quiero gritarle, pero lo que hago en cambio es atraerla hacia mí para abrazarla.
-¿Podemos saber qué diablos te pasó?- Levanto la voz, apretándola aún más. No lo perdonaré tan fácilmente. Estoy enojado negro.
-Me desperté tarde y olvidé mi teléfono en casa-.
Me alejo de ella solo para tomar su rostro entre mis manos y mirarla directamente a los ojos. -No lo vuelvas a hacer nunca más. Me hiciste preocuparme hasta la muerte.
Me mira pensativa, pero luego me da un atisbo de sonrisa y empiezo a relajarme. -¿Estamos juntos hoy?-
-Hago lo que quieras, es suficiente para no desaparecer más así- Le acaricio la mejilla, luego la regreso a mi pecho.
Mierda si me preocupaba.
-Cuidado con lo que dices- los escucho decir, sofocado por mi cuerpo.
-Mataría por ti, Gin, y no estoy bromeando- Levanto su rostro hacia el mío. Sus ojos azules se ven más vidriosos que de costumbre esta mañana.
Me mira seriamente por unos momentos, luego una de sus sonrisas vuelve.
Por favor, no me dejes fingir.
-Lo sé- susurra. Besa mi mejilla, lento y dulce, luego se aleja de mí para ir con Janette. La sigo con la mirada hasta que mis ojos se encuentran con los de Mike.
Él imita un -tengo razón- con sus labios, así que levanto mi dedo medio en respuesta.
No, eso no está bien.
Janette
"Cariño, ven aquí", le indico a Gin que se acerque a mí mientras Ross se apoya en uno de los casilleros en silencio, con la cabeza en su teléfono.
-¿Qué sucede?- le pregunto en voz baja, tan pronto como se une a mí.
Esta mañana inevitablemente también me preocupó, como siempre.
-No pasa nada, ¿por qué?- me pregunta ingenuamente.
Sí, nunca pasa nada y luego Ross se asusta.
"¿De verdad olvidaste tu teléfono?" Pregunto levantando una ceja.
Aparta sus ojos azules de los míos. Asiente en silencio, mirando a los diversos estudiantes en los pasillos.
-Aun ayer me parece que te olvidaste de su existencia. ¿Está todo bien o estás tratando de escapar de alguien? Tal vez un chico- la empujo con un hombro, sonriendo con picardía.
-¿Que Chico? No, no, está bien, de verdad- ella también me sonríe.
Nada, Samalisa Ela siempre ha sido una tumba.
Suspiro mientras me vuelvo hacia Ross. Sus ojos están sobre nosotros, una señal de que nos estaba escuchando, al contrario de lo que pensaba.
Siempre el entrometido de siempre.
- ¿Quieres dejar de escuchar a escondidas, Lawrence? ¡Qué mierda!- Tomo a Gin del brazo y la arrastro por el pasillo, mientras a lo lejos escucho la voz de Ross llamándome una y otra vez.
¡Dios, no puede soportar estar sin nosotros!
- Vamos, ahora puedes decírmelo. ¿Problemas del corazón? ¿O con Hans?- trato de adivinar, con la esperanza de sacar algunas palabras de su boca, pero Gin permanece en total silencio mientras caminamos a paso ligero que no sabemos ni hacia dónde. Esta forma suya siempre me ha desconcertado, y si no la hubiera amado tanto, probablemente nunca le hubiera vuelto a hablar. Pero es Gin... y ella siempre ha sido rara, sí, pero más últimamente. Debe haber una razón, ¿verdad?
Sé que hay
-Mira Gin, si no hablas no podré ayudarte y tu teléfono terminará abandonado en algún lugar de esta ciudad de mierda y Ross denunciará tu desaparición a la policía- Le estoy tomando el pelo porque no No sé qué más hacer. Gin me da otra pequeña sonrisa que me hace explotar.
No puedo soportarlo cuando ella hace eso.
-¿Puedes dejar de hacer una maldita tumba? ¡Somos amigos! ¡Solo quiero ayudarte! Quizá si hablas conmigo podrías solucionar tus problemas, ¿alguna vez lo has pensado?- espeto al final, perdiendo mi inexistente paciencia.
Se detiene en medio del pasillo con la mirada baja. Al principio creo que la lastimé, pero finalmente me pilla hablando. -Me envió una foto-.
¿Y? ¡Detalles, Ginebra!
-¿OMS? ¿Qué foto? Detalles ¡Gin, sujeto!- Me acerco a ella, luego la empujo hacia una de las aulas vacías. Cierro la puerta y me giro para darle toda mi atención.
-Mark Timo. El sábado por la noche ella me insinuó en el club, Ross lo insinuó, ella es tan grave que tengo que acercarme aún más para escucharla.
Sí, me enteré de cómo terminó el sábado... obviamente, Ross tiene tolerancia cuando se trata de Samalisa Ela.
Y mucho menos si Patt está involucrado. Ross lo odia a muerte.
-¿Te envió lo que pienso?- Pregunto, ya disgustado con la sola idea.
Gin asiente imperceptiblemente, -si Ross se entera...-
Aquí lo tienes. Nada, nada y nada y luego tenemos la versión bomba de tiempo de Ross.
-Todo el infierno pasa, sí, lo sé- Trato de pensar en qué hacer. Pero ese idiota realmente no puede ser tan idiota como para andar diciendo que le envió una foto de su polla a Samalisa Ela, ¿verdad?
-¿Borraste la foto?- pregunto primero. Ross siempre contesta el teléfono de Gin, así que la vería de inmediato si todavía estuviera allí.
Gin niega con la cabeza, -n-no puedo- la veo tragar.
Me acerco a ella, tomo su mano y levanto su rostro hacia el mío para mirarla a los ojos. Los tiene relucientes.