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Capítulo 5

-¿Qué ginebra?-

Pagaría oro por saber qué le pasa por la cabeza. A veces tengo tantos pensamientos al respecto que me confunden, pero sé con seguridad que Hans no es como él, como mi padre. Es una buena persona, si se dejara llevar por fin encontraría la figura que siempre ha estado buscando.

Su familia.

-Me recuerda a la muerte de mamá- dice finalmente, mirando hacia otro lado. La veo tragar, y por sus simples gestos entiendo de inmediato que me acaba de mentir.

¿Por qué me mentiste Gin?

-Vamos, bajemos- La obligo a levantarse de mis piernas, y luego me levanto yo también. Mira a su alrededor por un rato como si estuviera buscando algo, pero luego lo deja pasar y bajamos las escaleras, directamente al comedor.

No se que pensar. Está rara, incluso más de lo normal últimamente, y no entiendo por qué diablos no me cuenta lo que le preocupa.

Cuando llegamos, Hans no pierde tiempo y se levanta inmediatamente de su silla para ir a saludarla. Él la aprieta en un cálido abrazo y luego le da dos besos en las mejillas, deseándole lo mejor.

Ni siquiera parece molesto por no haber dormido en casa.

-Anoche traté de llamarte para desearte un feliz cumpleaños, pero no respondiste ni una vez. ¡Olvidas ese teléfono cuando vienes aquí!- Y aquí está la reprimenda. De hecho, me pareció extraño... él sigue siendo una especie de padre para ella. Es normal preocuparse.

Gin mira hacia abajo, -estaba exhausto- la escucho susurrar.

-¡Samalisa Ela, me lo dijiste! Tenemos el mismo teléfono, podría haberte prestado el cargador- mi madre se acerca por detrás desde la cocina, colocando una mano en su espalda baja. Gin se vuelve hacia ella para sonreír suavemente.

Kiara no se ocupa de sus propios asuntos.

-Yo no quería molestarte-.

-Nunca eres una molestia para mí- la acompaña hacia una de las sillas, justo en frente de Hans. Y es cuando aclara la vista de su padrastro que él se fija en mí.

- ¡Ross, buenos días! ¿Estás tratando de robarme a mi hija?- dice, y luego me saluda con una palmada en la espalda. Apenas le sonrío, nunca me gustaron sus chistes de mala calidad. Pero puntualmente mamá y yo fingimos una risa solo para hacerlo feliz. Yo también lo saludo, luego inmediatamente fijo mis ojos en los de Samalisa Ela.

No es su culpa, no piensa en ello cuando lo dice. ¿No es eso algo bueno?

Me siento a su lado, -¿Estás bien?- le pregunto en voz baja, mientras Hans y mamá empiezan a hablar del trabajo. Policía y abogado, qué trabajo de mierda.

-Bien. Sí-.

Pretenderé creerlo.

La tarde pasó rápido y después de terminar un juego de monopolio en el que obviamente gané, Hans me quitó a Samalisa Ela. No ha estado en casa en dos días, por cierto, así que lo entiendo. Estoy en la cama cuando finalmente recupero mi teléfono después de tomar una buena ducha caliente.

"Gin me dijo que Mike estuvo contigo anoche y que no os habíais acostado juntos".

Accidentalmente hago clic en el mensaje de Janette que acaba de llegar y casi lo juro. Ahora tengo que responderle a la fuerza, o mañana me dará el tercer grado.

Empiezo a escribir cabreado en el teclado del teléfono.

-Hablas demasiado- Le envío el mensaje a Gin, pensando en qué decirle a Janette .

-Pero que hice?-

Pongo los ojos en blanco, le respondo a Janette cuando comienza a enviarme calcomanías molestas. Solo yo puedo usarlos.

-Recuérdame por qué no te fuiste con tus padres a México a vivir la buena vida-.

-Porque tengo un futuro que construir, Lawrence. Cuando tenga algo propio y sea asquerosamente rico entonces llevaré la buena vida -.

-Ya eres asquerosamente rico- los recuerdo

-Hablando de irrumpir, ¿por qué no lo lograste Mike?- Estallé en carcajadas en el silencio de mi habitación. Janette es tan directa que siempre me sorprende.

Abro nuestro chat grupal para cortarle la cabeza al toro.

-Sí, no hicimos nada. Hablamos un poco, punto, ahora no rompas.-

Envío el mensaje rápidamente.

Cojo un paquete de patatas fritas que tenía en la mesita de noche y empiezo a comer mientras veo que la escritura -Jany está escribiendo- aparece y desaparece de vez en cuando.

Vuelvo a contactar a Gin en privado, parece extraño que no tenga nada que decirme.

-¿En ese tiempo? ¿No tienes nada que decir en tu defensa?-

Mientras tanto, Janette responde en el grupo.

-Lawrence, no me digas que empezarás a salir con él y luego terminarás enamorándote y traicionando nuestro credo libertino. No puedes dejar la hermandad.-

Tengo ganas de reírme de nuevo, pero me detengo en cuanto recuerdo lo que me dijo Mike.

-Me enamoraré el día que decidas hacerte monja.-

Como más papas fritas, luego vuelvo a abrir el chat con Gin. Aparece en línea pero aún no me ha respondido.

-Te quedaste dormida con whatsapp abierto de nuevo, ¿verdad bella durmiente?-

Siempre que duermo con ella tarda horas en conciliar el sueño, pero cuando está sola siempre se derrumba y me cuelga mientras hablamos.

Ya ni siquiera me enojo, estoy acostumbrado. Suspiro y abro el mensaje de Janette.

-¿Y privar a los muchachos de mi compañía? Nunca me lo perdonarían, Lawrence.-

Una vez más, Janette me da una sonrisa, pero rápidamente se me quita cuando llega un mensaje de Mike.

¿Estuvieron de acuerdo? ¿Todos contra mí esta noche?

-¿Quieres vernos o te molesté demasiado?-

Suspiro pensando en qué escribirle. No me molestó, es solo una mierda lo que dijo.

-¿Mi culpa si hablas tonterías?-, le digo entonces.

-Pero no lo negaste.-

¿No hice?

-¿La acostaste?- me pregunta Mike en cuanto llego a mi habitación. Me quito la camisa y la tiro al lado del escritorio. Estoy nervioso y quiero romper algo. Paso mi mirada al saco de boxeo colocado en el centro de la habitación, si no fuera por Mike ya lo habría destruido.

Pero alternativamente... tengo a Mike.

-Mañana terminaré de romperle la cara a ese idiota- gruño, tirándome sobre la cama. Mike llega a mi lado, trato de regular mi respiración.

Traté de que Samalisa Ela se pusiera ropa limpia, pero no me dejó. Empezó a gritar que la dejaran en paz, que no la tocaran, y solo cuando le recordé que soy yo se empezó a calmar. Pero todavía no tenía el coraje de intentarlo de nuevo. Sus ojos aún estaban abiertos cuando salí de la habitación, y sé que no dormirá pronto.

-Solo lo intentaba, como todo el mundo hace en una discoteca-.

Pero no tienen que hacerlo, no con ella.

- Bueno, no tienen que hacerlo. Las chicas no van a un baile con la intención de ser levantadas por un imbécil cachondo- lloré mi mirada en la de ella, probablemente más seria de lo que pensaba.

-Tu otro amigo también estaba rodeado de chicos, pero no te vi pateándolos.

-Samalisa Ela es...- particular. -No deben tocarlo- digo entonces, apartando la mirada de la de Mike.

Él no puede entender.

-Sabes, te he observado muchas veces en la escuela y siempre he tenido esta extraña sensación- comienza Mike, recostándose a mi lado.

-¿Que quieres decir?-

-Creo que estás enamorado de ella- Me giro bruscamente hacia él.

Mejor el saco de boxeo tal vez.

-¿Qué estás diciendo?- Frunzo el ceño.

-Sí, lo sé, te gustan los chicos, pero te juro que esto me parece muy obvio. A todos en realidad. No hay nadie en la escuela que no piense que ustedes dos están juntos.

"No me importa lo que la gente piense", digo. Y es verdad. Conozco los rumores sobre mí y Samalisa Ela, pero nunca me ha importado un carajo, y menos a ella.

-Debería- me dice, volteándose completamente hacia mí. -Si te interesa salir con alguien más, quiero decir-.

-Salgo con otras personas-.

-Sí, lo sé, por eso finalmente me convencí de escribirte. Pero luego vi cómo la protegiste de Patt y este pensamiento volvió para torturarme.

-No significa nada. Ella es mi mejor amiga, ¿debí haberla dejado allí en manos de ese gusano?- involuntariamente levanto la voz, Mike levanta el lado derecho de sus labios con la mirada de quien cree saberlo mejor.

Suspiro, luego me pongo de pie. -Tal vez sea mejor que te vayas- le digo entonces, señalándole la puerta.

Cuando se trata de ella siempre me pongo a la defensiva de inmediato, sí, lo sé, pero es más fuerte que yo. Además, él no sabe una mierda, así que ¿cómo se atreve a insinuar esas cosas?

-Repito. Creo que estás enamorado de ella- viene delante de mí, aún más seguro de sí mismo.

-En mi opinión te perdiste una gran cogida- le sonrío falsamente. Lo veo reír y quiero golpearme en la cabeza con una sartén cuando creo que tiene una sonrisa tan hermosa.

-¿Y quién dice eso? Tal vez en otro momento, ¿verdad? Si no estás enamorado de ella...- levanta y baja las cejas varias veces, lo empujo hacia la puerta, cansada ya de escucharlo.

-Vete a la mierda Mike- Lo persigo fuera de la habitación y en cuanto cierro la puerta vuelvo a acostarme en la cama.

Los libros de la biblioteca están desordenados, Mike debe haberlos rebuscado mientras yo estaba en Gin's.

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