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Termino de arreglarme con una sonrisa aún en mis labios. Una sonrisa que sin embargo desaparece cuando recibo en mi celular la notificación que me advierte de la inserción de un nuevo voto en el registro electrónico.
Cuatro en literatura.
La suerte que esperaba tener de no ser llamado no se dio.
Resoplé ruidosamente, luego cerré el casillero y me dirigí a la puerta.
Tomo asiento detrás del mostrador y busco al chico de ojos verdes, a quien no veo. En cambio, sin embargo, encuentro a Andrew mirándome con una expresión dura. Se me acerca y como resultado me pongo nervioso al instante.
-Entonces…Cristy, ¿verdad?-
Asiento, mirando hacia abajo.
- Escuché la historia del truco que hiciste con el cliente que te había dicho que te encomendaras. ¿Parecen cosas para hacer?- me bromea con una inquietante ironía en su voz.
Me paralizo instantáneamente y bloqueo la acción que estaba haciendo, es decir, lavar los vasos en el fregadero.
-No haces estas cosas, especialmente si el invitado en cuestión es un socio comercial importante. Tuve que desembolsar mucho dinero por el truco que hiciste.-
Trago saliva y lo veo apoyarse en el mostrador con el codo.
Me indica con el dedo que me acerque a él, así que me inclino ligeramente en su dirección.
-Tendrás que compensarlo, ¿sabes?-
-¿Q-cómo?- tartamudeé.
-Bueno... no le mostraste tu magnifico rendimiento físico, pero me lo puedes demostrar. Seguro que escondes muchas cosas bonitas debajo de ese vestido.- dice sonriendo de tal forma que me hace temblar.
-Olvídalo.- alcanzo a decir en un arranque de coraje.
Finge indignación durante unos segundos, pero luego la sonrisa espeluznante vuelve a su rostro.
-Desde que recuerdo tu hermanita ha estado enferma, ¿no?-
Creo que me puse pálido, y esto lo confirma la expresión orgullosa de su rostro.
-He dado en el clavo, ¿verdad? Bueno... debes saber que si no haces lo que te digo, tu dulce hermana puede olvidarse de la atención hospitalaria. ¿Sabes cuánto tiempo le toma a alguien como yo hacer algo así?- finge mirar el reloj en su muñeca y luego regresa su atención a mí. - Treinta segundos exactamente. Hora de una llamada telefónica.-
Siento que la presión baja hasta tal punto que me siento mareado. Apoyo las manos en el mostrador para mantener el equilibrio y lo miro.
La maldad que vive en sus ojos me desestabiliza. El destello que ilumina sus pupilas al verme tan indefenso me lleva a pensar que este chico no tiene corazón.
Abro la boca pero no sale ningún sonido. Sé lo que va a pasar pero le pido a mi cuerpo que no me abandone en este momento.
Lo veo mirándome y luego guiñándome un ojo.
-Tómalo como un honor y no como una imposición. Seguro que te gustará más que a mí.-
Vuelve a su posición de pie y cierra el botón superior de la chaqueta del traje.
- Una última cosa rubia. Ni una palabra con el Jefe. Ella no soporta este tipo de cosas pero seguro que no abrirás la boca si no quieres que pase algo desagradable, ¿verdad?-
Asiento asustada, solo para verlo desaparecer entre la gente.
Siento el rechazo del vómito inundar mi garganta y entonces lleno un vaso de agua y luego lo bebo todo de un trago.
Las náuseas aumentan, pero me veo obligada a volverme hacia el mostrador cuando un chico me llama.
-Oye guapa, dos chupitos.- dice señalando la botella de vodka de la estantería.
Tomo una respiración profunda y sirvo al chico, también sirvo a algunos clientes más y luego, finalmente, es mi turno de tomar un descanso.
Salgo por la puerta trasera después de recuperar mi teléfono y decido llamar a mi hermana.
Necesito escuchar su voz para calmarme. Si aguanto esta mierda, es solo por ella.
Les prometí a mis padres que cuidaría de ella sin importar qué, y tengo la intención de cumplir esa promesa.
Por otro lado, si los dos están muertos, es solo mi culpa.
Saco el pensamiento de mi mente y me siento en la pared baja que rodea la habitación. La música está alta y el olor a hierba también se siente aquí.
Está muy oscuro pero puedes ver las estrellas en el cielo.
Suspiro profundamente y siento las lágrimas rodar por mis mejillas.
Ojalá pudiera escaparme de aquí. Ojalá pudiera encontrar trabajo en otro lugar, pero el dinero no sería suficiente para mí con un contrato normal a tiempo parcial.
Mi tía paga todos los gastos del hogar, sí, pero en ausencia del seguro médico de Emy, ella no está legalmente obligada a pagar su tratamiento. El Estado no hace nada y por lo tanto soy yo quien los tiene que asumir.
Solo las medicinas de mi hermana cuestan casi ochocientos rublos, sin mencionar el costo exorbitante de las hospitalizaciones.
El dinero de un contrato normal que hacen todas las chicas de mi edad para ser independientes nunca podría ser suficiente para mí.
Aquí, sin embargo, además del salario normal que es bastante alto, también recibo propinas de los clientes.
Llevo mis rodillas a mi pecho y froto mis palmas en mis piernas para calentarme un poco. El frío del invierno ruso es devastador y aún no ha comenzado.
Marco su número y automáticamente sonrío cuando escucho su voz al otro lado del teléfono.
-¿Hola bebé como estás?-
- ¡Cristy! Está bien, estoy haciendo mi tarea.-
-¿A esta hora?- la regaño levemente.
-No me sentía muy bien esta tarde. Así que preferí descansar.-
-Ya veo... ¿los síntomas habituales?-
La escucho resoplar. -Sí... pero la respiración está empeorando. Tengo ataques de tos muy fuertes.-
-Emy mañana te llevo al doctor. Tengo suficiente dinero para un chequeo.-
-No te preocupes Cristy.-
-Lo he decidido, Emy. No me gusta nada esta tos.-
-Eso está bien.-
-Me tengo que ir bebé. Hablo contigo más tarde, no me esperes despierto porque no sé a qué hora volverás.-
-Sabes que yo hago lo mismo.-
Sonrío y desconecto la llamada.
Vuelvo un poco más despreocupado pero el olor a alcohol me devuelve a la realidad.
Estoy empezando a odiar este lugar.
Camino con la cabeza gacha entre las distintas mesas hasta que, por descuidado que sea, tropiezo con alguien.
-Disculpe, no quiero...- mi frase se detiene a mitad de frase cuando veo a Gabriel frente a mí.
-Se está volviendo un hábito correrse sobre mí, ¿no crees? Podría empezar a pensar que te gusta tirarte a la gente, a mí en particular. Me guiña un ojo con una sonrisa astuta que instantáneamente me hace sonrojar.
-No, que dices.- tartamudeé avergonzado.
-¿Me traes un bocadillo?- pregunta entonces.
-¿Un sándwich? Creí que eras más del tipo de las botellas de vodka o lo que beban los mafiosos.-
Hace un puchero de bebé que casi me hace sonreír y luego me mira.
-Ciertamente lo estoy, pero hoy no comí casi nada.-
-Ya veo...a ver que encuentro.-
Lo alcanzo y me acerco al mostrador donde le pregunto a una de las chicas si tenemos algo así, ella me mira con el ceño fruncido y luego me dice que intente revisar debajo del mostrador. Encuentro unas rebanadas de pan pero la única guarnición que encuentro es un bote de Nutella. Preparo dos sándwiches y luego miro a mi alrededor en busca de esos hermosos ojos verdes. Lo encuentro sentado en los devenires rojos y me acerco a él.
-No había nada más que el chocolate.- explico, mientras coloco la comida en la mesa.
Levanta una ceja y luego mira esas rebanadas de pan como si estuviera mirando a un monstruo de tres cabezas.
-¿Me tomaste por un niño? No comeré pan con Nutella.-
Resoplé una pequeña risa y luego me senté a su lado. -Mira, es bueno.-
-Cómelo si está tan bueno.-
Realmente parece un niño cuando se comporta así y no puedo quitarme la sonrisa de los labios incluso cuando muerdo el trozo de pan.
Cierro los ojos y un sonido apreciativo escapa de mis labios, y cuando los abro de nuevo, encuentro a Gabriel mirándome de una manera extraña.
-¿Qué es?- Pregunto sin dejar mi trozo de pan.
-Sentí que iba a tener un orgasmo.-
Me sonrojo de repente y mientras él se echa a reír, lo miro.
-Cretino.-
-¿Cómo me llamaste?- Inmediatamente vuelve a ponerse serio y se me acerca levemente.
-Yo..bueno lo siento, pero tú..- No sé que decir pero me congelo cuando veo su rostro acercándose al mío. Me mira a los ojos y luego se lanza hacia delante y le da un mordisco al trozo de pan que colgaba de mi brazo.
-Oye, eso fue mio.-
-Mmm, está muy bueno.- dice, agarrando inmediatamente la otra tajada.
-Oh, sí.- suspiro, mirándolo mientras come.
También me llevo la pieza restante a la boca y así terminamos nuestra "cena".
Lo veo volverse hacia mí y luego mirar fijamente la comisura de mi boca, extiende su pulgar y luego lo frota justo ahí y lo lleva a su boca. Todo bajo una Cristy que estaba a punto de desmayarse.
-Estabas sucia.- susurra en mis labios.
-Gracias.- grazno, y luego desvío la mirada avergonzada.
Lo escucho reír y también se me escapa una pequeña sonrisa.
-Vuelvo al trabajo.-
Él asiente divertido y luego me mira mientras me levanto.
Comienzo a caminar hacia el mostrador pero su mirada en mi espalda, lo siento.
Aparco el coche en el garaje de mi ático y tomo el ascensor hasta el último piso. Saco mi billetera de mi bolsillo trasero y tomo la tarjeta magnética para abrir la puerta. El apartamento está sumido en la oscuridad pero la luz que entra por el enorme ventanal ilumina el sofá de cuero en un rincón de la habitación. Nunca quise tener sirvientes, odio pensar que alguien anda por la casa teniendo libre acceso a curiosear en mi ausencia. Prefiero gestionar yo mismo el piso, que de todos modos ya lo hace todo por sí mismo al ser automatizado y vanguardista.
En el momento en que cierro la puerta detrás de mí, la computadora enciende la luz de la sala de estar que brilla con una luz amarilla muy acogedora.