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Bajo un poco mi cuello y lo coloco en el hueco de su cuello, respirando el aroma de su cabello.
-Hueles bien.- susurro.
Los escalofríos se extienden por su piel mientras permanece inmóvil debajo de mí.
-Tú también...- responde con voz débil.
Coloco mis manos en sus caderas, plantando un beso en el centro de su pecho. Su piel está caliente en comparación con mis labios.
Siento que se le corta el aliento y luego lo suelta cuando vuelvo a mirarla a los ojos. Paso mis manos a lo largo de sus caderas desnudas y luego vuelvo a tocar la tela del sostén. En ese momento, sin embargo, siento que se pone rígida y se mueve bajo mi agarre. Se vuelve a poner roja como un tomate y susurra algo tan bajo que no puedo entenderla.
Tomo el broche de mi sostén en mis manos pero, cuando estoy a punto de desabrocharlo, sus manos descansan sobre mi pecho y luego ejercen la presión necesaria para hacerme entender que tengo que alejarme.
-¿Cuál es el problema?-
No entiendo por qué me detuvo, muchas veces sucede que toma a una de las chicas que trabajan en Lux y luego se la folla en algún lugar del club.
Hoy la quiero, no parece difícil de entender.
-Yo...yo...tengo que trabajar.- dice, aclarándose la garganta.
-No creo que tu jefe se enoje. Lo conozco bien, ¿sabes?-
-Ah, ¿sí?- me mira a los ojos, tratando de ocultar la agitación que siente por dentro.
Asiento mientras me acerco a ella de nuevo.
-Espera- susurra mientras beso su cuello.
Estoy empezando a ponerme nervioso. No estoy acostumbrado a esperar por algo que quiero. Y ahora la quiero.
Las chicas se lanzan sobre mí y ciertamente nunca obtengo un "no" por respuesta.
-¿Cuál es el maldito problema, Cristy?-
-Aquí podrían vernos.- susurra moviendo la mirada de derecha a izquierda.
Está mintiendo, ese no era el problema.
-No en cambio. Todos están trabajando. De todos modos, si ese es el problema, podemos ir con seguridad a mi oficina. Nadie nos molestará.-
Se pone aún más rígido y comienza a retorcerse bajo mis manos.
-Tómalo con calma. no te hare daño.-
Bajo mis manos a su pequeño trasero firme y retomo mi exploración de la piel de su cuello.
Es cierto, soy un imbécil, pero nunca haría nada contra la voluntad de una chica.
Yo no era ese tipo de persona.
Sin embargo, un pequeño contratiempo me hace fruncir el ceño. Doy un paso atrás para poder ver su rostro y lo que veo me deja sin palabras: sus ojos brillan y las lágrimas corren por sus mejillas.
-¿Por qué estás llorando? ¿Qué hice? Pregunto, sin entender el motivo de su reacción.
Sacude la cabeza rápidamente y luego se lleva las manos a la cara y, literalmente, se echa a llorar.
-Cristy...- le devuelvo la llamada, pero es en vano.
Después de unos minutos, parece calmarse y se limpia las lágrimas con la sudadera que aún sostiene.
Me quedo como un pendejo mirándola sin saber qué hacer.
-¿Qué sucedió? ¿Fui demasiado lejos? Me encuentro preguntándole como si normalmente me importara un carajo. No sé qué le pasa, pero me interesa lo que acaba de pasar. Probablemente, si hubiera sido otro, me hubiera ido, dejándola allí sola. Pero algo me impulsa a querer saber el motivo de esta reacción suya.
Vuelve a negar con la cabeza en respuesta a mi pregunta.
-Yo... yo no, ya ves, yo no...- tartamudea algo, evitando a toda costa mi mirada. Y ahí es cuando entiendo. -¿Alguien te ha tocado alguna vez?-
Se sonroja y se retuerce mientras cambia su peso de una pierna a la otra.
-¿Es eso?- Pregunto de nuevo, recibiendo un pequeño sí como respuesta.
Me quedo boquiabierto como un idiota y me encuentro mirándola con aún más deseo que antes.
-¿Quieres decirme que nunca te has ido con ningún chico?-
Tal cosa parece imposible, es una chica hermosa con todas las curvas en el lugar correcto y, sabiendo que nadie la ha tocado nunca, me empuja a hacerlo. quiero hacerlo primero.
Él niega de nuevo y esto provoca una sonrisa traviesa.
-Muy interesante.- me encuentro dándome cuenta, viéndola ponerse la sudadera de nuevo y luego darse la vuelta y cerrar el casillero.
La escucho tomar una respiración profunda y luego girar en mi dirección.
-No tengo tiempo para estas cosas. Por la mañana y por la tarde trato de estudiar y si no estudio duermo, mientras que por la noche tengo que trabajar. El cuidado de mi hermana es caro y no tengo otros ingresos.- Estoy
asombrado por la forma en que me acaba de contar su vida.
- Eres menor de edad. ¿No tienes un tutor o alguien en quien apoyarte?-
Veo su rostro retorcerse en una mueca de frustración.
-Mi tía, la hermana de mi mamá. Pero ella nunca está allí: viaja por trabajo y no se preocupa por mí y mi hermana Emy.-
-Ya veo... ¿tienes amigos?-
-Yo los tenía… desde que mis padres murieron, ya no tengo tiempo para ellos tampoco. Sufro ataques de pánico y los de mi edad me consideran una carga.- Me
asombra una vez más la forma tan limpia y sin filtros en que me habla de ella.
Miro hacia abajo a sus labios de frambuesa, observándolos moverse cada vez que habla. Me doy cuenta de que me estoy acercando a ella en el momento en que siento su cálido aliento sobre el mío.
-Así que ni siquiera tienes novio, supongo...-
Él sonríe, sacudiendo la cabeza ligeramente.
-¿Y sabes que significa esto?- pregunto.
-¿Qué?-
Lentamente acerco mi boca a su oído y luego susurro: -Seré el primero en tocarte.-
Otra ola de escalofríos invade su cuerpo. La veo abrir la boca y luego mirarme con dos ojos brillantes.
-¿Eh?-
-Lo entendiste muy bien, Cristy. Te enseñaré todo lo que hay que saber. Yo y solo yo. Si aceptas la oferta, te enseñaré a follar. Te haré una mujer. Una mujer hermosa.-
Ni siquiera sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero la idea de convertirla en mi muñeca personal me atraía bastante.
Ella sigue mirándome, así que decido seguir adelante.
-Te mostraré la unión perfecta entre un hombre y una mujer y todo lo que implica el sexo. Sentirás ganas de volar Cristy. Te enseñaré a volar, Cristy.-
El brillo que aparece en sus ojos pero te hace sonreír victorioso.
-¿Y yo, Gabriel? ¿Qué obtengo a cambio?
-Yo, la pequeña Cristy.-
-¿Ustedes?-
-Si yo. Mi cuerpo. Mis enseñanzas y quizás también...mi respeto.-
Levanta la nariz y vuelve a mirar al suelo.
-¿Y los sentimientos?-
Me pongo rígido y doy un paso atrás.
-Sin sentimientos. Los sentimientos destruyen, niña. Los sentimientos matan y te quitan todo.- Respondo.
Parte del brillo de sus ojos se desvanece pero permanece en silencio.
-¿Ella es tu novia?-
Esta vez soy yo el que levanta la nariz.
-No te preocupes por Estreya. La boda es dentro de dos meses y además ella sabe muy bien que no tengo sentimientos. También estoy bastante seguro de que se tira a uno diferente cada noche.-
La veo abrir la boca y luego apartar la mirada.
-Mira, si te avergüenzas de tan poco, niña, aquí no vas a ningún lado- le canto entre risas.
-No me da vergüenza pero eres vulgar.- me reprocha.
-Pero no dije nada.- Me defiendo, todavía con una sonrisa en los labios.
Nos miramos fijamente durante unos minutos, hasta que ella rompe el silencio.
-¿Puedo pensar en ello?-
Asiento con la cabeza y luego doy otro paso atrás. -No me hagas esperar mucho, eh-
Me sonríe y luego baja la cabeza.
-¿Cristy?-
-¿Sí, Gabriel?-
-Buen culo, niña.- digo, luego me doy la vuelta y cierro la puerta detrás de mí.
Salgo del vestuario y, aunque mi primera idea era salir de casa, decido subir al segundo piso y encerrarme en mi despacho.
Sigo en plena negociación con el alemán y esto me lleva a tener que estudiar planes de ataque por si es un gilipollas.
Pero no será fácil concentrarme con la imagen de la niña en mi cabeza y el pensamiento de que ella está a solo unos pasos de mí.