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Capítulo 9: Ganas de tocarla

Yadira, al momento de aplicarle la medicina, parecía tan tierna que hizo que Delfino se conmoviera, provocándole muchas ganas de tocarla. Después de todo, ella era su esposa, así que era normal el querer hacerlo.

Pero para Yadira, él era Fidelio, el primo de Delfino.

Él se aprovechó de ella besándola reiteradas veces, haciendo que ella alcanzará su límite..

Yadira lo empujó violentamente y retrocedió varios pasos alejándose de él, luego dijo con mucha frialdad, -¡Fidelio, soy tu cuñada! Por favor, muéstrame algo de respeto.

Después de sacarle la bala, Yadira ya no odiaba tanto a "Fidelio", pero no esperaba que él siguiera siendo tan desvergonzado.

Delfino mordisqueó sus labios como si estuviera saboreando el beso y con su agradable voz, que tenía un matiz de desconcierto, dijo a Yadira, -Cuñada mía, si sigues con mi primo, serás como una viuda el resto de tu vida, ¿no has considerado tomarme en cuenta?-

Yadira se negó directamente y dijo con sequedad, -Nunca.-

Con esa cara impasible, vestida con un traje feo, dándole la apariencia de una viejecita, realmente resultaba poco atractiva para los demás. Sin embargo, a Delfino le parecía muy vívida una Yadira así.

Yadira pensó que no podía quedarse tranquila junto a Fidelio, esto solo haría que él fuera aún más imprudente.

-Deberías llamar a alguien para que te recoja, de lo contrario, llamaré a una ambulancia, entonces sabrán que tienes una herida de bala.-La voz de Yadira sonaba tan suave, que no tenía ningún efecto disuasorio a pesar de usar palabras amenazantes.

Delfino solo le echó un vistazo haciendo como si no la hubiera oído. Inmediatamente, cerró los ojos para descansar.

Yadira se quedó sin palabras. Se mordió el labio inferior mientras miraba su cara pálida como el papel, por lo que no tenía el valor de despertarlo para decirle que se fuera.

Entonces, aprovechando el tiempo que ¨Fidelio¨ estaría durmiendo, Yadira se fue al mercado.

Aunque nominalmente era la tercera hija de la familia Dominguez, ella no tenía la vida de una princesita, por lo que la mayor parte del tiempo estaba enferma y no había nadie que la cuidara; cuando tenía hambre, no había nadie que le preguntara, así que solo le quedaba apretar los dientes cuando sentía dolor. Como resultado, ella adoptó una gran capacidad de sobrevivencia.

Aunque ella odiara a ¨Fidelio¨ , no podía simplemente ignorarlo y correr el riesgo de que el muriera en su habitación.

Yadira, que siempre vivía con una actitud muy seria y de mucho esfuerzo, no quería involucrarse en un caso de homicidio ni tampoco quería acompañarlo al otro mundo, por lo tanto, tuvo que prepararle un caldo a regañadientes.

...

Al caer la noche, Yadira despertó a ¨Fidelio¨ y dijo,

-¿Tienes hambre? Te he preparado un caldo, ¿quieres tomar un poco?- ella mantenía una distancia de dos pasos de él, temiendo que volviera a cometer alguna sinvergüenzura.

Delfino levantó la mirada para verla y soltó una palabra como si soltara oro,-Quiero.-

Yadira sirvió el caldo y lo colocó en la pequeña mesa frente a su cama. Luego, se alejó de inmediato, pero su habitación individual era demasiado pequeña.

Aparte de una pequeña cocina y un cuarto de baño, solo contaba con pocas cosas sencillas tales como una cama de metro y medio, una pequeña mesa plegable, un sofá pequeño para una persona y una librería medio nueva, etc. No obstante, tales cosillas ya ocupaban la mayor parte de la habitación.

Por lo que no podía alejarse mucho, y era imposible escapare de la vista de ¨Fidelio¨.

¨Fidelio¨ le echó una ojeada y se sentó lentamente irguiendo la espalda. Después, sin expresión retiró la manta, develando la gasa empapada de sangre en su pecho, y casualmente dijo, -La herida está agrietada.

Ese tono de despreocupación, parecía como si él estuviera hablando de la herida de otra persona, en vez de la herida mortal que yacía en su cuerpo.

Yadira no quería preocuparse por él, pero no podía evitarlo. Por eso, ella lentamente se le acercó, sostuvo el plato de sopa con una mano y con la otra mano, cogió la cuchara para vertir un poco de caldo en los labios de ¨Fidelio¨.

¨Fidelio¨ no profirió palabra alguna, mantuvo la mirada baja y tomó la sopa que vertían en la boca.

La pequeña habitación estaba en completo silencio. Solo se escuchaba el diminuto sonido de la cuchara tocando el borde del cuenco, mientras que un ambiente de amor se extendía en silencio.

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