Capítulo 10: Utilizarla como trampolín
Al día siguiente, Yadira se despertó por el timbre de su teléfono móvil.
Para encajar bien en la imagen de una rústica, aunque todos a su alrededor usaban teléfonos inteligentes con bonitos diseños y funciones complejas, ella seguía usando el tipo de móvil diseñado para los ancianos, que solo podía hacer llamadas y enviar mensajes.
Cogió el teléfono y miró la nota que se mostraba en la pantalla. De repente, su mente se aclaró, pero dudó un momento antes de responder a la llamada, -Papá-.
Henrico le preguntó con una voz seria como de costumbre, -¿Viniste ayer a casa? ¿Quién te trajo de vuelta?
Cómo un padre que llamaba a su hija recién casada, solo le hacía preguntas tan irrelevantes, entonces Yadira se sintió muy triste.
Por lo general, Henrico la llamaba muy de vez en cuando, pero su repentina llamada para hacerle este tipo de preguntas, hizo que Yadira no pudiera evitar dudar de sus malas intenciones, aún así le respondió de manera sincera, -El primo de Delfino.-
Henrico murmuró por un rato antes de decir, -Cuando tengas tiempo, lleva a tu hermana a visitar a la familia Dominguez, y también preséntale algunos jóvenes respetables, déjala que haga muchos amigos.- Yadira comprendió el significado verdadero de sus palabras.
Probablemente ayer, ¨Fidelio¨ y Perla se encontraron después de que Yadira salió de la villa de los Jimenez.
Era muy probable que Perla se hubiera enamorado de Fidelio, por lo que quería que Yadira hiciera de cupido. Padre e hija, ambos eran realmente astutos para planearlo todo.
La persona que inicialmente se había comprometido con Delfino fue Perla, pero al final fue Yadira quien se casó con él. Entonces, ellos iban a utilizarla como trampolín para ayudar a Perla a encontrar un buen partido para casarse dentro de la familia Dominguez.
Todos en Ciudad Mar sabían que aparte de Delfino, todos sus primos eran sobresalientes y destacados.
En los ojos de Yadira apareció un rastro de ironía y pensó, “Perla no era hija propia de Henrico, ¿pero ella misma si lo era?, ¿cómo es que su padre podía ser tan parcial?”
Yadira contuvo su tristeza y trató de mantener su voz lo más calmada posible, -Me gustaría llevarla a visitar a la familia Dominguez, pero hasta ahora todavía no he conocido a Delfino.-
Al escuchar que ni siquiera había visto a Delfino, Henrico se enfadó al instante. -Todavía no has visto a tu marido, ¡eres una inútil! ¿Cómo tienes el descaro de regresar a casa?-
Yadira sentía que su corazón se hacía añicos, pero se esforzó por contener las lágrimas. Así, ella pudo mantener su voz sin cambios y dijo, -¿Por qué no envías a Perla a la familia Dominguez? ¿Quizás así Delfino esté dispuesto a verla? Yo, siendo una impostora, ¿por qué querría verme?-
¨Fidelio¨, que acababa de salir del baño, escuchó sus palabras justo a tiempo.
Ella estaba sentada en la cama, su largo pelo negro como algas le llegaba hasta la cintura. En sus dedos, que sujetaban el móvil, se podían ver como su venas azules sobresalían de la superficie de la piel, debido a la fuerza de su agarre. En sus ojos, las lágrimas se llenaban como agua otoñal, pero obstinadamente no caían. Su esbelta figura tenía un aspecto lamentable.
¨Fidelio¨ entrecerró sus ojos y se dio cuenta que su nueva esposa parecía ser cada vez más agradable.
¨Fidelio¨ no sabía lo que la otra persona agregó, pero la cara de Yadira de pronto se puso pálida, ella no dijo absolutamente nada ni tampoco colgó la llamada.
Él se le acercó, le quitó el teléfono y lo colgó abruptamente.
“Ay...Esta mujer incluso usa este tipo de teléfono”, pensó en sus adentros..
Luego, bajo la cabeza para mirar a Yadira y le dijo con voz indiferente, -Si no quieres escucharlo, entonces no lo escuches.-
Yadira precipitadamente levantó la cabeza toda espantada, debido a que sus ojos todavía estaban llenos de lágrimas, solo pudo divisar una mancha delante de ella en vez de un rostro.
Lo extraño era que ella pudo captar una pizca de consuelo en sus palabras. Dentro de un momento, sus ojos se abrieron de par en par y preguntó sorprendida, -¿Por qué estoy en la cama?-
La noche anterior ella había cedido su cama a ese hombre mal herido, así que durmió en el sofá.
-Tú misma te subiste en un estado de sonambulismo-. ¨Fidelio¨ terminó tales palabras con indiferencia antes de acercarse a la cama y recostarse junto a ella.