Capítulo 4: No se permiten gafas en el futuro
El coche negro se detuvo frente a la entrada de la villa de los Jiménez.
Yadira estaba a punto de desabrocharse el cinturón de seguridad cuando Delfino se acercó, y con sus delgados y hermosos dedos presionó la hebilla oculta del mismo, soltandose la faja con un “pop”.
Su hermoso rostro estaba tan cerca que incluso Yadira, con un corazón de piedra, no pudo evitar sonrojarse, lo que generó un poco de pánico en sus ojos.
Solo ver su rostro, era más que suficiente para volver loca a cualquier mujer. Pero al recordar su mal comportamiento de ayer, la expresión de Yadira regresó a la normalidad.
Si solo es un tipo rico que tiene un gusto perverso hacia la esposa de su primo. ¿De qué sirve verse guapo?
Ella levantó su cabeza y, empujó sus gafas sobre la nariz. Tenía la cara de estar un poco perdida y su mirada denotaba torpeza. -Voy a salir del coche.-dijo Yadira.
Entonces, los ojos de Delfino se encogieron levemente, parecía como si un viento frío soplará sobre él, mostrando un aura que decía peligro.
Yadira estaba muy consciente de su cambio de humor y se apresuro a salir del coche, pero, cuando estaba apunto de bajarse, un brazo rápidamente bloqueo la salida.
Su cuepo ancho y brazos largos estaban frente a ella. Desde fuera, parecia como si la estuviera abrazando.
Él miró directamente a sus ojos claros que se escondían detrás de las lunas de sus lentes y sin emoción alguna dijo: -Yo, que amablemente traje a mi cuñada ¿Acaso no debería recibir un agradecimiento?-
Ella bajó la cabeza y con una ligera mueca dubitativa, susurró en voz baja: -Gracias.-
Sus familiares se cansaron de ver esa tonta expresión suya, incluso ¨Fidelio¨, al imicio también sintió lo mismo.
¨Fidelio¨ dio una mirada a los rosados labios de ella, haciendo que su deseo se profundice gradualmente. - Con un gracias tan poco sincero, no me queda más que tomarlo por mi cuenta.
Claramente el rostro de Yadira era poco atractiva, pero al ver que poseía unos carnosos y rosados labios, lo instaba a acercarse más y más.
Después de todo ella era su esposa, ¿entonces por qué debería ser paciente?
Aunque, dudo por un momento, él se inclinó para besarla.
Yadira sintió algo suave y helado que tocaba sus labios. Ella miró estupefacta el rostro que estaba frente ella y trato de alejarlo, pero encontró que sus manos habían sidosecuestrados por él.
Delfino se mostró muy satisfecho con su reacción, así que con una mano le quitó las gafas, dejando al descubierto sus claros y brillantes ojos. De esta manera, ella se veía menos fea.
Las mejillas de Yadira estaban completamente rojas, aquel tipo era tan presuntuoso que se atrevió a aprovecharse de ella frente a la entrada a la villa de los Jiménez.
Cuando terminó de besarla, le dijo con cierto tono de orden: -No se permiten gafas en el futuro, de lo contrario, te besaré una y otra vez cada vez que las tengas puestas.
Con un beso tan cálido y dulce, obviamente el quería volverlo a hacer a penas tuviera la oportunidad.
En la segunda mitad de sus palabras, él deliberamente bajo el tono para luego bruscamente subirlo, mientras sus ojos escudriñaban el cuerpo de Yadira sin ningún escrúpulo, como una bestia que patrulla su territorioen busca de invasores.
Justo cuando Yadira estaba a punto de regañarlo por tal descaro, una voz femenina la iterrumpió: -¿Yadira?-
Al escuchar esas palabras, Yadira giró su cabeza para mirar por la ventana entreabierta del coche .
Salia se quedo perpleja y con un tono entremezclado de asombro y enojo, pregunto: -¿Qué haces aquí?-
Yadira apretó sus manos con fuerza y rápidamente un sentimiento de pánico se reflejó en sus ojos, ya que su madre la había visto besando al primo de Delfino...
Salia no quería que su familia sufriera un escándalo, por lo que se aseguro que no hubiera moros en la costa, para luego decir con una apariencia de enojo: -Baja.
Yadira abrió la puerta del coche y se bajó.
A penas se bajó del coche, Salia la metió en la villa.
Inesperadamente, Delfino, desde la ventana del coche asomó su cabeza y acariciando maliciosamente sus labios con los dedos, tranquilamente dijo. -Cuñadita, aquí te espero.