Capítulo IV- Ella
No quería levantarme, era de mañana y el trabajo me había dejado agotada. Aún así la esperanza de ver a Julianne me motivó lo suficiente como para dar un salto y arreglar mis cosas rápidamente. Caminé hasta la sala y no encontré a nadie, mis hermanos seguían durmiendo y mis padres probablemente también. Suspiré y agarré una banana para comer el largo trayecto hasta la escuela.
Nuevamente era una de las primeras en llegar, no me molestaba, tenía un buen libro y los minutos pasaban rápido.
-¿Qué tal?-Albert llevaba el cabello ladeado y su camiseta sucia, entendió mi mirada- me he caído cuando salí de casa-se encogió de hombros.
-Pues debes limpiarte-le tendí un paño húmedo que llevaba de emergencia.
-Muchas gracias Nalia-por el rabillo del ojo pude ver como una sombra se acercaba.
-Albert saliste huyendo, debiste haberme esperado para que te limpia...-Julianne se quedó sin habla.
-Eh, Nalia te presento a mi madre-se levantó.
Julianne aún continuaba mirándome, su estado de shock aún no había pasado.
-Un gusto-le sonreí de oreja a oreja.
-Madre-la sacudió- no seas descortés.
Julianne volvió en sí e intentó sonreírme- el gusto es mío..Nalia.
Le devolví la sonrisa, miró a Albert por última vez y caminó con su traje de dos piezas hasta la entrada.
-Pues no me habías dicho que tu madre era la profesora de lengua-me levanté.
-Eh, es algo incómodo de decir-Albert me observó- ya sabes, ser el hijo de una profesora no es fácil.
-Ah vale-se abrieron las puertas y di por terminada nuestra conversación, me despedí de Albert y caminé hacia el salón que me habían asignado.
Lamenté no haber hecho ninguna amiga, cuando llegué todos se encontraban conversando entre sí, me resigné a sentarme de las últimas y abrir nuevamente el libro, no fue por demasiado tiempo, Julianne entró sin previo aviso, no miró en mi dirección y cuando comenzó la clase tampoco su mirada azul se había posado en mí.
-Partiremos desde lo básico-sonrió, y esa sonrisa causó estragos en mi-algunos de ustedes son caras nuevas, me gustaría que se presentaran.
Y al poco tiempo solo yo faltaba, Julianne me observó.
-Soy Nalia, vivo en el lado oriente y tengo dieciocho años-Julianne se me quedó viendo un momento, amaba cuando sus ojos no se movían de los míos. Pero lamentablemente el resto de su clase no me dirigió ninguna más, era obvio que me gustaba esto, y quería que así continuase.
-Hola-levanté mi mentón para ver a una chica -delgada y cabello oscuro- mirarme con una sonrisa.
-Hola
-Soy Jasmín, llegué hace poco a esta cuidad-un extraño acento se le notaba.
-Soy Nalia ¿de donde eres?
-Bulgaria-le miré sin parpadear-si, es lejos de aquí.
-Bastante-le devolví la sonrisa.
Jasmín era un año mayor que yo, su padre era búlgaro y su madre de ascendencia italiana, había venido por una temporada mientras sus padres intentaban formar una empresa, era tan alta como yo pero de rasgos más alargados y cejas pequeñas.
-¿y tú? ¿de donde eres?-me agradaba tener a alguien con quien hablar, le hablé sobre mi numerosa familia y mi trabajo en la panadería, ahora podía mentir sin rodeos.
-Vaya, yo nunca he trabajo-estábamos en receso-y tampoco pienso hacerlo.
Reímos juntas, a lo lejos divisé a Julianne conversando con otra chica, ella tenía una tonta sonrisa que deslumbraba, una punzada me atravesaba el cuerpo.
-¿qué miras?-Jamín miró en mi dirección. Lamenté haberlo hecho, Julianne probablemente se había sentido observada y miró hacia nosotras, desvié mi vista para encontrarme con Albert a poca distancia.
-Hey Nalia-se sentó a mi lado.
-Hey-Albert miró confundido a Jasmín-ella es Jasmín.
Y bastó eso para que iniciaran una charla sobre las comidas de Bulgaria y los cambios que había tenido que hacer. Me sentía cómoda charlando, el receso terminó y para mala suerte mía ellos querían salir a algún lado luego de clases, me excusé diciéndoles que debía trabajar en la panadería, que tenía algo de verdad pero me lamenté no habérselos dicho desde el principio, sí, trabajaba en un prostíbulo de la tarde hasta la noche, ya era demasiado tarde.
-Nos vemos mañana Nalia-Jamín se despidió de un beso en mi mejilla, vaya forma de despedida.
Y pasaron algunos días con la misma rutina, hacer el largo viaje hasta la escuela, ver a Julianne pasearse por el salón y babear por ella, conversar con Jamín y Albert, trabajar hasta la madrugada y nuevamente levantarme. Admito que me sentía cansada y sin ganas de moverme, pero ver a mi familia, a mamá llorando cada día y papá luchando por conseguir algún empleo de corto tiempo me daba la fuerza que necesitaba.
-Nalia ¿quieres ir luego de la escuela a mi casa?-Albert me sorprendió con su pregunta, iba a dar la respuesta de siempre, lo siento..ya sabes, trabajo todos los días..pero algo se iluminó en mi cabeza, si iba a casa de Albert lo mas probable era que me encontrase con ella, con mi profesora más querida, le dije que pasaría por el trabajo y luego me iría a su casa.
-Nalia es un viaje de una hora hacia mi casa ¿por qué no mejor te quedas a dormir? Mamá no pondrá problemas-y una sonrisa perversa atravesó mi rostro, podía verle, hasta posiblemente en pijama. Era una oferta muy tentadora, pero arriesgaba mi trabajo si decidía faltar sin pedir un permiso, así que alargué mi ida con Albert hasta la semana próxima, iría un día viernes a quedarme solo si conseguía el permiso del jefe.
-Nalia, debes entender que un día menos de trabajo, son dólares perdidos-intentaba llegar a un acuerdo, pero cada vez que contradecía sus argumentos el jefe respondía con uno mejor- sé que quieres un día libre, y ¿sabes? Te lo daré-le miré sorprendida- eres una de las chicas con las que más gano dinero Nalia, toma esto como un premio por tu contribución-casi me levantaba de un salto a darle un abrazo de felicidad.
-Muchas gracias Jefe-me levanté- le prometo que ganará aún más dinero.
-Eso espero-y rogaba para que la semana se pasara rápido, ahora tenía deberes en la escuela, tenía que estudiar más seguido y me costaba seguir el ritmo con el trabajo pisándome los talones, cuando llegaba a casa, doblemente cansada abría mis materias y hacía los deberes hasta la madrugada, en total apenas dormía unas cuatro horas al día y eso cada día me afectaba más.
Cuando al fin el día viernes había llegado no daba júbilo a lo que venía, llevaba un pequeño bolso con mi pijama, vestimenta de cambio y un cepillo de dientes, aún no tenía claro que haría para conseguir algún toque de Julianne pero tenía fe en no fallar.
-Que se diviertan-Jamín nos miraba con una sonrisa triste, sus padres no le habían dado el permiso para ir a dormir y también lo lamentaba, me había unido a ella en tan pequeño tiempo que casi abandono la idea de ir a casa de Albert.
-Vamos Nalia-me despedí de Jasmín y tomamos el autobús.
-Vivo un tanto alejado de la cuidad-Albert iba mirando por las ventanas.
-Así veo-le di una sonrisa de ánimo y al parecer sirvió. Efectivamente mi querida profesora vivía lejos, Albert debía levantarse muy temprano para llegar a una hora decente a la escuela.
Llegamos a un barrio bastante bonito, árboles en cada lado de la calle y casas de un tamaño aceptable, cuando íbamos por la mitad y una casa blanca y con un enorme patio nos recibió.
-Mamá sabe que vienes-le miré mientras entrábamos, era un lugar agradable de estar, con fotografías de Albert y otro hombre más Julianne, suponía que era su esposo-no sabe que eres tú, pero le daba igual, no suelo traer amigas a casa.
-Vale-me dio un mini-recorrido, las habitaciones estaban en la parte de atrás, eran dos, más un baño, la cocina y el salón, me gustaba, más por el hecho de imaginar a Julianne en poco tiempo aquí.
-¿Tu madre vendrá pronto?
-Debe estar por llegar-se sentó en el sofá, lo imité- suele llegar a esta hora.
Mientras esperaba a Julianne, Albert y yo lo pasamos en grande, tenía una playstation con varios juegos que llamaron mi atención. Algunos eran de carreras y solía perder, pero me divertía y reía como pocas veces lo había hecho.
-Vale,¿otra carrera?- sentí como la puerta de entrada se abría, instintivamente me acerqué a Albert, necesitaba saber que tanto causaba en Julianne.
-Hola, Albert te he dicho..-me observó sorprendida pero se recompuso rápidamente.
-Mamá, ya conoces a Nalia-le sonreí y la observé de pies a cabeza, que hermosa.
-Sí, hola-cogió su cabello y comenzó a jugar con el- bueno, sigan jugando, prepararé la cena.
La seguí con la mirada hasta que despareció por la cocina. Ahora no podía concentrarme en el juego, teniendole en el mismo perímetro esto se volvía más complicado.
-Vengan a cenar-gritó y me estremecí, Albert paró le juego y me guio hasta la mesa, Julianne aún no aparecía, Albert se sentó frente a mí, cuando llegó le vi con anteojos y bata, casi era de noche y no había calculado el tiempo. Se sentó justo entre nosotros, podía rozar accidentalmente nuestras piernas.
-¿Qué tal la escuela?-Julianne no me observaba y lo entendía, lentamente mi mano bajo hasta mis piernas, mientras Albert respondía y Juliane se servía una copa de vino toqué suavemente el comienzo de su rodilla, pegó un saltó que casi arroja la mitad del vino sobre la mesa.
-¿Qué te pasó mamá?-Julianne trago saliva pero continúo sin mirarme.
-Nada, me ha dado un tirón-respondió rápidamente y alejo lo más que pudo sus piernas de las mías. Pero yo iría mas lejos, no me rendiría.
-¿Y papá?
-Está de viaje, llega mañana temprano- alargué un poco más mi mano, ahora tenía la mayor parte de mis dedos sobre su piel, esta vez no saltó, pero sí bajó una de sus manos e intentó quitar la mía.
-¿Donde fue?¿a otra conferencia?-Albert no imagina que su madre y yo teníamos una pequeña batalla bajo la mesa.
-S-sí-Julianne no pudo detener el rápido acenso de mi mano por su muslo, me gustaba su suavidad, me encantaba todo de ella.
Alejé mi mano de sus piernas, esto era tan solo el comienzo, Albert y yo nos levantamos y agradecí la comida con una de mis mejores sonrisas, Julianne aún continuaba intranquila.
-Podemos ver películas si te apetece-Albert hacia todo lo posible para captar mi atención, le seguí el juego un par de horas más hasta que decidimos ir a dormir.
-Mamá no creo que ponga problema en que duermas en la misma habitación que la mía-íbamos de camino a su cuarto- te daré mi cama y yo duermo en el suelo, no te preocupes.
-Albert, no te preocu..
-Eres mi invitada, lo menos que puedo hacer es atenderte como se debe-y dejó el asunto hasta allí. Cogí mi pijama y fui a cambiarme al baño. Para mi gusto Julianne se cepillaba los dientes en el mismo instante que llegaba a la puerta.
Vio mi reflejo por el espejo y continúo cepillándose más rápido, quería evitarme y yo no le daría el gusto.
-Vengo a cambiarme, supongo que no te importa que lo haga aquí ¿no? Amabas tenemos lo mismo-Julianne se quedó estática.
Entré al baño sin pensármelo y como el espacio era estrecho rocé accidentalmente mi parte delantera con su espalda y trasero, cerré la puerta aún detrás de ella y me acerqué a su oído.
-Quizás te haga una pequeña visita en la madrugada-Julianne respiró agitadamente, seguía sin moverme y ella tampoco parecía hacerlo. Aproveché para subir una de mis manos por su bata, desde su abdomen a los senos, soltó un pequeño gemido.
Reí bajito, di pequeños besos en su cuello y eso pareció despertarle. Lavó su boca y salió a pasos rápidos del baño. Definitivamente iría a su habitación esta noche.