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Malos Tiempos (temática lésbica)

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Ramslock
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Sinopsis

Nalia tiene dieciocho años, hija menor de una familia con pocos recursos, el desempleo de su padre y con la venida de un nuevo hermano a la familia decide trabajar durante el verano en un prostíbulo ¿Qué pasaría si en su nuevo trabajo se encuentra con alguien que conoce? ¿y ese alguien es su profesora de lengua?

románticas

Capítulo 1: Vida

Memoricé exactamente la página que tenía frente a mi, eran tres largas hojas con información de científicos antiguos que poco importaban, pero ahora los necesitaba en mi cerebro. Los exámenes venían uno tras otro, sin parar día tras día, y qué esperaba si es final de año, las materias se salían de control y todas rogábamos para salir de una vez. Este año sería el último en secundaria, ahora la secundaria sería en la escuela que se encontraba al otro lado de la cuidad, apenas había sido aceptada y tenía la carta en mis manos salté de felicidad, era una escuela con prestigio y esperaba tener un futuro bueno. No me esperaba tener buenas calificaciones, al menos este último año en la escuela intentaría salir con una buena nota final, aún así intentaba estudiar con los ronquidos de mi hermano mayor, acostado boca arriba a pocos metros de mí, se veía dulce durmiendo, ajeno a todo lo que nos sucedía. Di un vuelta entera y encontré a Sabina y Lucía durmiendo plácidamente, a parte de mis padres ellas también compartían una estrecha cama. Volví a mirar las páginas, podía recordar exactamente cada fecha y fórmula. Dejé las cosas debajo de mi cama, dos pasos a la izquierda y ya me encontraba acostada mirando al techo ¿aprobaría la materia? Pensar era uno de mis grandes defectos, por la noches todo lo que sucedía en el día venía a mi cabeza, y más ahora luego de que hace unos días papá llegó con la triste noticia de que estaba sin trabajo, estábamos mi hermano, yo, Lucía y Sabina todos apretados en el diminuto salón, mamá se largó a llorar, mientras nosotros nos mirábamos incómodos, sabíamos lo que significaba tener a papá en casa, la comida no sería suficiente, el agua y la luz quizás ya no nos acompañarían por un tiempo, pero eso no era todo, mamá mostró las fotografías de un nuevo bebé que venía en camino, todos guardamos silencio, incluso papá que intentaba mostrarle una sonrisa fingida a mamá, no reaccionamos a tiempo y mamá se largó a su habitación, ninguno quería moverse, Sabina miraba el piso ensimismada, Lucía y yo nos mirábamos intentando no lagrimear y mi hermano Herber pendiente de las reacciones de papá, esa noche no hubo cena, esa noche nos preparábamos para lo que se nos venía encima.

Dormí dos horas entre malos sueños, la luz del alba y Herber cantando en la ducha era mi típico despertar. Vi mi armario y encontré las dos prendas que siempre usaba, un largo vestido rosa pálido y una camiseta azul con un jeans negro, decidí por el primero ya que no parecía una mala mañana. Me peiné mis largos cabellos ondulados hasta la cintura y salí al pasillo que llevaba a la cocina, nuestra casa constaba de dos habitaciones donde en una dormían mis padres y en la otra yo y mis tres hermanos, luego venía una pequeña cocina y finalmente un salón sin nada más que una mesa, sillas y el sillón estrecho, teníamos una casa humilde, y eso era lo que bastaba hasta la próxima llegada del bebé, esa misma mañana luego de que todos nos hubiésemos levantado recibimos otra noticia.

-Mis niños-papá nos miraba cansado aún en pijama a nuestra dirección, no éramos muy parecidos, yo era la única rubia junto a mamá, de nariz fina y pómulos altos, los demás habían sacado el cabello oscuro de papá y la piel áspera y blanca que lo caracterizaba- sé que estos días no han sido los mejores, pero ya llegó el momento de pedirles que por el bien de la familia y de nuestro nuevo integrante que consigan trabajo- suspiró y miro a cada uno- sé que aún son pequeños, pero esto es necesario para que sobrevivamos, he podido con la familia durante años, pero ahora las fuerzas no me acompañan y necesito de su ayuda para salir adelante.

Silencio, durante un tiempo papá nos mira expectante, yo, Sabina y Lucía miramos a Herber, que tiene la sombra de la duda en su rostro.

-Esta bien padre- miró a mi dirección- pero Nalia no debe trabajar, apenas cumplió dieciocho años, nosotros ya somos mayores.

Sentí la mirada de papá de arriba a abajo, aún no tenía claro lo que quería pero si todos mis hermanos trabajaban ¿por qué yo no?. Aún así me quede en silencio mirando al piso, Herber hacía el rol de padre cuando el verdadero no se encontraba, por lo que sus palabras eran tan certeras como las de nuestros padres, me dediqué a asentir.

-Muy bien, Nalia tú no trabajaras todavía-asentí- por favor comiencen hoy a buscar empleo mis niños-se levantó y volvió a acostarse.

**

-Pues vaya que te ha ido bien ¿no?- miraba asombrada mi calificación, era la más alta de mi clase, continuaba teniendo en mis dedos algo que no pensé que lograría-responde Nalia.

-Disculpa

-Muy Bien chicos, pueden retirarse- la profesora nos sonreía y volvía a su escritorio- disfruten sus vacaciones.

-Te extrañaré demasiado Nalia-íbamos saliendo del salón, aún no podía creer que tuviera una calificación tan alta- Nalia ¿me escuchaste?

-Lo siento Alba-le sonreí- yo también te extrañaré, ¿Qué haré el próximo año? !Eres mi mejor amiga¡ no me imagino estar en esa escuela sin ti.

Alba me abrazó.

-Yo tampoco, tú fuiste aceptada en una buena escuela, yo seguiré aquí, con la misma basura de siempre-lo último lo dijo susurrando. Alba era mi única amiga, ella al igual que yo vivíamos en condiciones parecidas, no nos interesaba el resto, nos teníamos a nosotras y es bastaba, ahora eso cambiaría. Me regañé mentalmente, había dejado sola a Alba, una decisión egoísta que no pararía de pensar en los últimos meses.

-Podemos vernos seguido- le di la mano mientras caminábamos- prometo visitarte un par de veces a la semana durante el verano- Alba dio un apretón asintiendo.

Caminamos las siete manzanas que llevaban a mi hogar, rodeada de casas igualmente pequeñas era difícil de reconocer para alguien que no vivía aquí.

-Nos vemos pequeña

-No me digas así Nalia-rió- solo porque tu mides mas de un metro setenta- y era verdad, era una de las más altas de mi clase, Alba al lado mío era un hobbit.

-Aún así me extrañaras- le di un último abrazo.

-Cuídate gigante-se separó de mí- ven a verme luego ¿sí?

-Sí pequeña

Me despedí de Alba y entré.

Ahora que mis hermanos intentaban conseguir empleo la casa se sentía bastante vacía, mamá dormía todo el día y las raciones de comida que podíamos traer las repartíamos en seis, encontré a papá durmiendo en el estrecho sillón, lo dejé pasar de largo mientras iba a mi habitación, hoy era el último día de clases y no podía evitar sentirme nostálgica. Sabía que el aburrimiento me mataría los dos largos meses de vacaciones hasta la vuelta, pero en mi interior sabía perfectamente que no sería así. Cogí uno de los diarios mas nuevos que podía encontrar, la sección empleos ya la habían sacado.

-Maldita sea

Cogí las llaves nuevamente y con el vestido que siempre usaba salí silenciosamente. El centro de la cuidad se hallaba a media hora caminando, no tenía dinero para tomar algún transporte, así que mientras el cielo se volvía gris y oscuro pensé en todo ¿el empleo de mis hermanos serviría realmente? ¿podríamos sobrevivir? Algo en mi mente decía que no, que apenas alcanzaría para los gastos comunes, si yo consiguiera un empleo probablemente tendríamos más para sustentarnos a nosotros y al nuevo bebé. Y quizás también para comprarme algunas prendas para vestir también, hace tiempo que me acostumbré a vivir de esta forma, apenas con lo suficiente para comer y escasas necesidades básicas. El centro de la cuidad era grande y para un extranjero un laberinto gigante, por suerte para mí sabía de memoria cada calle y su numeración. Primero iría por locales de comida rápida, allí siempre buscaban gente para trabajar.

-Hola, Buenas tardes señor, he visto que necesitan a alguien para trabajar..-había ido al primer local de comida que necesitaba gente, el hombre gordo y pequeño me quedó mirando.

-¿Qué edad tienes?

-Dieciocho-lamenté haberlo dicho, había arruinado mi solicitud de empleo.

-Eres una niña, lo siento no aceptamos a adolescentes-se dio media vuelta. Me sentí decepcionada ¿tan necesario era ser alguien adulto para trabajar?

-Señor, por favor-hablé más fuerte- puedo ser responsable, y trabajaría por el mínimo-se dio media vuelta pensando.

-Escucha niña, no eres la única que viene aquí a pedir el empleo-tosió- aún así te vez buena gente, busca más empleos y si no consigues para la noche puedes venir y te recomendaré a un buen amigo mío.

-Muchas gracias señor- me fui de allí, quizás no era lo mejor pero aún así era algo. El resto de la tarde avancé a pasos rápidos por toda la cuidad, varias veces fui mal recibida e ignorada, cuando llegué a una lencería una chica de mi misma edad minutos antes ya había ganado el empleo, me sentía derrotada, había caminado buenas horas.

Era de noche, la tarde había caído tan rápido como había sido rechazada de todos los empleos, a mi mente vino el ofrecimiento del señor, caminé hasta llegar al local, aún estaba abierto, el señor estaba sentado mirando su celular.

-Señor hum-me acerqué, el hombre levantó su vista.

-Eres tú-carraspeó- toma asiento-me señaló el puesto delante suyo- pues si estas aquí es porque no has conseguido nada.

Me limité a asentir.

-La vida es difícil niña- dejó su celular a un lado- bueno, me llamo Adrian, créeme que para el otro trabajo que harás necesitarás agallas, necesito tu respuesta ahora si quieres o no el trabajo.

-¿Qué trabajo es?

El hombre guardó silencio, por algún motivo su mirada me transmitía miedo.

-Es de mi amigo José, el es administrador de un lugar para caballeros-me miró directamente- ya sabes, donde se tiene..

Me levanté inmediatamente.

-Lo siento señor, gracias por su ofrecimiento pero yo.. no quiero trabajar en un prostíbulo.

-No es exactamente un prostíbulo niña-se levantó- considera el trabajo, tienes dos días para decirme un sí o un no.

Me fui de allí corriendo, ¿Qué clase de hombre era ese? ¿Yo prostituta? Ni en sueños había considerado esa opción. Cuando llegué a casa encontré a Sabina sentada y a Herber ayudando a mamá en la cocina.

-¿Hubo suerte?- Sabina me miró con sus ojos negros sin expresión.

-No Nalia, ninguno ha conseguido empleo-suspiró- mamá y papá están un poco intranquilos, no queda mucho dinero.

Asentí y entré a la habitación, no tenía hambre, Lucía leía con la única linterna existente, generalmente no prendíamos la luz para no subir más las cuentas, solo si era necesario.

-¿Donde estabas Nalia?- Lucía era tan alta como yo, solían decir que era una copia de ella, solo que yo era la versión rubia y de ojos azules, Lucía era morena y de ojos negros.

-Paseando- a mi mente vino el ofrecimiento del señor, negué con la cabeza-necesitaba un poco de aire ¿y tú?

Me senté a su lado, leía sus típicos libros que sacaba a escondidas de las bibliotecas.

-Pues recorrí toda la maldita cuidad- se ajustó para quedar a mi lado- todos ya habían conseguido a alguien, me maté mis pies corriendo de un lado a otro, pero ya me vez aquí, he fallado.

-No Lucía-le abracé-no te sientas así, son tiempos difíciles.

-Lo sé hermanita- Lucía y yo éramos las más unidas, mi relación con Sabina y Herber no era tan fuerte como la que tenía con ella.

-Lucía hum- no sabía si decirle, le quería y confiaba en ella- he estado buscando empleo igual que ustedes-Lucía me miró confundida- ya sé que habíamos acordado que no trabajaría, pero de todas maneras busqué y..-suspiré- me ofrecieron trabajo, solo que..no sé si aceptarlo.

-¡Pues que buena noticia Nalia!-me dio un beso en la mejilla- ahora solo resta que los demás encontremos y salgamos adelante.

-Sí, pero Lucía.. yo no sé si quiera trabajar allí-me miró confundida.

-¿Por qué?-tragué saliva, no debía decirle, ¿acaso no había visto su rostro de felicidad cuando se lo dije? Era una oportunidad para todos, aún que fuese algo que no me gustase debía hacerlo por el bien de la familia ¿no?

-Es en.. una panadería-Lucía volvió a sonreír- solo que todavía no sé si trabajar allí, puede ser peligroso.

-No te preocupes hermanita ¡Que suerte la tuya¡ Digámosle a papá y que el decida.

Fui inmediatamente arrastrada al salón comedor.

-Papá !papá¡- se encontraba ya sentado con los demás en la mesa, cuando uno de nosotros entraba en la habitación durante las horas de comida significaba automáticamente que no quería cenar, papá nos miró con el seño fruncido.

-¿Qué pasa hijas?- dejó de comer.

-¡Nalia consiguió empleo¡- segundos en silencio, papá sonríe, Heber me mira confundido junto a Sabina, mamá continúa comiendo.

-¡Pues vaya!- papá ahora me regaló una de sus mejores sonrisas- ven acá mi pequeña Nalia.

*

Pues qué mas decir, luego de esa noche acepté el trato con Adrian, inmediatamente su amigo José vino a buscarme y me llevó en su auto hasta un barrio ajeno al centro de la cuidad.

-Eres muy bonita- era rubio y musculoso, una imagen totalmente opuesta a lo que había pensado- ¿Cuál es tu nombre?

-Nalia- dije en voz baja, José siguió sonriéndome.

-Bueno, tengo que explicarte las reglas de lugar, tus horarios y finalmente el dinero que ganarás-con lo último me anime a seguirle el paso. Habíamos llegado a una gigantesca casa de dos pisos, entramos en medio de la oscuridad, estaba alfombrada de rojo, las paredes pintadas de morado y cuadros con figuras extrañas.

-Puedes sentarte Nalia- me senté en uno de los sillones azules- muy bien, aquí es donde atendemos a nuestros clientes, ten entendido que somos cuidadosos y solo viene gente que estimamos importante, con mucho dinero...- me guiñó un ojo- generalmente trabajamos de las doce del día hasta la noche de la misma hora, días como hoy ósea los domingos no trabajamos, merecemos este descanso ya verás, tu horario sería de lunes a sábado, ganas dinero dependiendo de quien sea tu cliente-me miró directamente- no te mentiré Nalia, puedes ganar tanto como cincuenta dólares al día como quinientos- ¿Quinientos dólares en un día? ¡Dios mío! Comeríamos en la familia como reyes- lo sé suena excelente ¿no?

-Sí-no dije nada más.

-Bueno entonces quedas contratada- se levantó- a final de cada semana puedes recoger tu dinero Nalia.

-Una pregunta- se volteó- ¿tengo que tener relaciones.. sexuales?

José río un buen rato, mi cara de confusión era evidente.

-No Nalia-me agarró el hombro- tu eres menor de edad-lo dijo como si fuese lo mas obvio- solo haces bailes ya sabes-aún seguía confundida, José rodó los ojos- te mueves provocativamente, de vez en cuando te subes arriba de ellos, algunos toques etcétera.

-Ahh vale- podía respirar tranquila ahora, solo eran bailes, nada más, mi alivio no podía ser más grande.

-Te dejo en tu casa- avanzó hasta afuera- mañana es tu primer día llega temprano.

*

Y como siempre la noche la pasé en vela, aún no podía creer mi suerte, tenía empleo, conseguiría una gran cantidad de dinero y solo por bailar. No cabía emoción en mí, daba vueltas y vueltas sobre la cama, agradecía mil y una veces este regalo.

La mañana llegó y con ello mi ánimo, me duché rápidamente y salí caminado hasta el lugar.