Capítulo III- Primer día
Y así de rápido mi primer día de escuela llegó, apenas había conseguido las prendas de ropa que debía usar desde las doce hasta las seis se la tarde, de ahí en adelante debía ir al trabajo hasta la hora de cierre. Sabía que este año sería agotador para mí, pero debía hacerlo por el bien de la familia.
-Hija que sea un buen día para ti- papá cada día se volvía mas cariñoso, pero podía notar en sus ojos que escondía algo.
-Gracias papá, yo también lo espero-le abracé y comencé el largo recorrido hasta la escuela, ahora podía permitirme viajar en autobús, un lujo que no tenía desde pequeña. Solo llevaba un libro para todo el camino, me apoyé en una de las orillas y me absorbí en las palabras hasta llegar al final de la línea de recorridos, de ahí en adelante debía caminar un par de manzanas hasta la escuela.
Donde me había dejado el autobús era bastante distinto a donde me había recogido, aquí había verde por todos lados, me refiero a que la naturaleza mezclado con lo urbano daban una apariencia de no encontrarme en la misma cuidad. Aquí todo era más limpio, un reducido grupo de personas caminaban por aquí, y que hablar de las casas, eran llamativas y grandes. Algún día tendré una de esas, pero por el momento debía estudiar.
Debía dar vuelta a la manzana, y cuando lo hice me sorprendí de tan grande estructura. Era de un azul pálido y con varias manzanas de expansión.
-Que belleza-susurré. Yo había llegado más temprano que todos, divisé unos bancos y saqué mi libro nuevamente, se lo había quitado a Lucía. De a poco llegaba gente de diferentes edades, algunos parecían más mayores que yo. Decidí quedarme en el lugar hasta que abrieran las puertas de entrada.
-Hey, Veo que lees Tempestades-levanté mi vista y encontré a un chico de mi altura y cabello azabache.
-Sí, es mi libro favorito-le sonreí.
-El mío también-se sentó junto a mi- ¿Cuál es tu nombre? Creo que nunca te he visto por aquí.
-Nalia ¿y el tuyo?, soy nueva aquí.
-Eso me parecía-me sonrío- me llamo Albert.
No sabía que más decirle, tenía facciones cuadradas y ojos negros como el carbón.
-¿Vives cerca de aquí?-se notaba que hacía un esfuerzo para continuar la conversación.
-Vivo al otro lado de la cuidad yo..-y en ese momento hubo un murmullo por todo el lugar, las puertas habían sido abiertas y todos entraban a pasos rápidos. Albert se levantó y me dio una mano para seguirle.
-Cuando se abren las puertas tienes diez minutos para entrar sino quedas afuera, es un sistema de seguridad que se implantó para que no cualquiera entrara-entramos y varias sillas estaban ordenadas hasta el final.
-Las nuevas por favor siéntanse, los demás pueden ir a los salones principales-Albert me miró con desilusión.
-Bueno, luego nos vemos Nalia-y con una última sonrisa dio media vuelta.
Avancé hasta la mitad de las filas y esperé pacientemente a las siguientes indicaciones, me sentía nerviosa, movía mis manos continuamente hasta que todo fue silencio.
-Ustedes son nuestras nuevas alumnas, bienvenidas-la mujer pequeña hablaba desde adelante-las que van a primer, segundo y tercer año vienen conmigo, las demás esperen aquí.
Me levanté inmediatamente y seguí la fila de chicas que caminaban hacia la mujer pequeña. Como siempre yo era una de las más altas, no es que fuera una jirafa pero le sacaba varios centímetros a las demás, no había notado que la mayoría llevaba su cabello tomado, en cambio yo lo tenía suelto y desparramado hasta la mitad de mi cintura.
-Nuevamente bienvenidas, recibirán instrucciones de sus respectivas profesoras o profesores que tomen cada clase, las de primero y segundo suban al segundo piso, las de tercero avanzen hasta el final del pasillo.
Y mi mañana fue una especie de tour por el lugar, dos prefectas nos decían donde comer y donde podíamos descansar, lo demás eran salones con diferentes clases. El resto del día profesor tras profesor se fue presentando, lo que no esperaba era que le siguiente en presentarse fuese una mujer pelirroja, ¿Julianne?
-Buenas tardes, soy Julianne Carvey, y seré su profesora de Lengua hasta final de año..-no lo podía creer, era ella, la mujer que en tanto pensaba durante estas semanas ¿¡es mi profesora!? Julianne se tomó una pausa para mirar a su alrededor y cuando su mirada azul se cruzó con la mía se quedó estática, sus ojos abiertos como platos durante unos segundos, su mirada era intensa así que desvié la mía hacia otro lado. Cuando volví a mirar ya había quitado su vista sobre mí, me había avergonzado, ella me había visto prácticamente sin vestimenta... Luego nos dejaron en el salón que sería nuestro por todo el año, quería volver a verle, quería hablar..tener cualquier excusa para sentir su mirada nuevamente sobre la mía. Era inevitable no pensar en Julianne, ahora el destino se encargaba de juntarnos otra vez.
-Chicos y chicas por hoy se quedarán a cuidado de la profesora Carvey, ella les responderá todas sus dudas-y en ese momento volvió a entrar, con el mismo caminar que semanas atrás había visto.
-Bueno, para empezar..-quizás no había notado mi presencia, me sentaba de las últimas y durante toda su charla su mirada nunca se posó en mí. Quería sentir su mirada sobre mí.
Levanté mi mano, por fin sus ojos accedieron a posarse sobre los míos.
-Adelante-me señaló con indiferencia, había sido estúpida mi necesidad, ahora no tenía nada que preguntar.
-eh..-piensa, piensa-¿nuestros horarios de comida eran..?
Julianne tocó su cabeza como si estuviese pensando, luego sonrió.
-De las dos en adelante-y juro que cuando esa sonrisa apareció de la nada, a metros de mí pude comprobar el efecto que ejercía ella sobre mí. Siguió respondiendo preguntas, desilusionándome a cada instante, no volvió a mirarme y eso me dejaba devastada.
-Bueno, pueden irse-algunos comenzaron a levantarse- mañana les toca conmigo a la primera hora, no lleguen tarde- por un instante sus ojos me miraron, luego avanzó con los demás para salir del salón, suspiré.
-hey Nalia-ya habíamos salido y me retiraba para llegar al trabajo- Nalia!
Di media vuelta y me encontré con un Albert sonriente.
-Hey-me quedé quieta.
-¿qué tal tu primer día?- caminábamos sin rumbo fijo, aún en mi mente tenía al esperanza de volver a ver a Julianne.
-Bien, me han enseñado el lugar ¿tú en qué clase vas?.
-Voy en tercero uno más que tu al parecer-habíamos llegado a la parada de autobús.
-Sí, bueno Albert tengo que irme-el me miró con ¿tristeza?.
-Vale, nos vemos mañana Nalia-se despidió con su mano al aire.
**
El trabajo me había dejado agotada, aún faltaban unas horas para poder ir a casa, ahora era más solicitada, venían de distintos puntos de la cuidad hombres febriles y ardientes que solo con veinte minutos de diversión me ofrecían una cantidad de dinero que nunca pensé que obtendría.
Tres toques nuevamente, dije un "adelante" y entró la persona que menos esperaba este día. Julianne vestía con abrigo y tacones, el cabello suelto y labios completamente rojos.
-Hola-me acerqué, ella retrocedió un paso.
-Vengo aquí para aclarar algunas cosas, no para lo otro-estaba seria, esta mujer que apenas conocía me manejaba como una marioneta con su voz, su sensual voz.
-Sentémonos-me apoyé en la cama, ella hizo lo mismo solo que a una distancia prudente.
-Yo.. cuando vine aquí-suspiró- lo hice para desahogarme había tenido un día malo y..-me miró directamente, igual que hace unas horas atrás- solo quiero que sepas que eso fue un error, y si ahora vas a ser mi alumna te pido que dejemos eso en el pasado y empecemos de cero.
Consideré esa opción, eso significaba que nunca más tendría su cuerpo bajo el mío y por una extraña razón eso me hacía sentir mal. Julianne aún continuaba mirándome.
-Vale-no podía decir nada más, estaba confundida, deseaba a Julianne, pero al mismo tiempo no tenía seguridad de lo que eso significaba.
-Muy bien, nos vemos-se levantó, actué rápido y agarré su mano, me miró con severidad.
-Aún tienes que quedarte los minutos restantes-mentí- sino me despiden.
Se quedó mirándome unos segundos, luego volvió a sentarse, me acerqué lentamente.
No sabía que decirle, quería tocarle, atraerla hacia mí como la última vez y que ella suspirara bajo mi cuerpo. Si esto sería la última vez que le tendría a poca distancia de mí debía aprovecharlo. Me armé de valor y comencé a darle suaves toques por su mano, lo que me extrañó es que no se movió de su posición, continúe tocándole por su brazo hasta llegar a su rostro. Ahora sí Julianne se había movido hasta el otro lugar de la cama, sonreí para mis adentros, ella quería esto. Me aventuré y caminé decidida hacia su posición, sus ojos confundidos me analizaban.
-¿puedo hacerte una pregunta?-me senté nuevamente junto a ella, pude notar como se tensaba.
-adelante-miró hacia otro lugar. Desvié mi mirada a sus labios, sus llamativos labios.
-¿por qué me escogiste a mí?-por un instante Julianne me miró confundida-eh, ya sabes..puedes escoger a quien quieras, hombres, mujeres, y te decidiste por mí, una menor de edad.
Julianne pareció entender, asintió y se levantó caminando en círculos.
-No debo darte ninguna explicación Aurora-ella creía que me llamaba así, solté una risita- ¿de qué te ríes?
Me levanté, ella retrocedió un paso.
-No me llamo realmente Aurora, ese..es un nombre comercial, ya sabes-sus ojos me evaluaron, quería tocarle.
-vale
Me animé mentalmente, necesitaba estar con ella, no quería que se fuese.
-Puedo..¿tocar aquí?-una de mis manos estaba a punto de tocar su mejilla, Julianne cerró sus ojos.
-Es mejor que me vaya, yo..
-Tranquila, será solo un toque-me acerqué más.
-Yo..solo un momento-y mis dedos se posaron sobre su piel, quemaba, su piel bajo la mía quemaba, nunca antes había sentido tantas emociones por un toque, incluso cuando la vi por primera vez no había sentido como ahora.
Julianne me miraba fijamente, con deseo, y eso es lo que quería ¿no? Que me deseara como los demás hombres cuando me movía sobre ellos. ¿o quizás no? O quizás quería que me mirara con otros ojos, ¿pero qué quería de ella? Todavía no tenía claro lo que esa mujer me hacía sentir, tampoco lo que yo quería sentir de ella, ahora solo era un juego, algo que duraría veinte minutos.
-Ya pasaron los veinte minutos-me alejé de ella y de su aroma-nos vemos mañana.
Julianne se había quedado estática en su posición, de apoco comenzó a notar que ya me había alejado de ella. Me miró por última vez antes de irse.
Me apoyé sobre la cama ¿por qué esta mujer me llamaba tanto la atención? ¿por qué no paraba de pensar en ella y en su cuerpo? ¿era simplemente deseo?
Mis pensamientos fueron interrumpidos por tres toques en la puerta, a pesar de todo tenía que aclararme, buscar respuestas que solo encontraría analizándome, viendo que tanto efecto producía Julianne sobre mí. Nuevamente tres toques, de todas formas mañana le vería, y mañana me encargaría de resolver cada una de mis dudas.