Capítulo V- A media noche
Esperé pacientemente a que Albert cerrara sus ojos, y vaya que demoró, ya era casi media noche cuando sentí su lenta respiración en el silencio. Aún así esperé algunos minutos más y bajé lentamente de la cama, a puntas de pies avancé despacio por el enorme cuerpo de mi compañero como una sombra negra, y era ágil en esto, llegué a la puerta sin más complicaciones que mi agitada respiración.
-Vale-respiré hondo- puedes hacerlo.
Caminé pegada a la muralla, guiándome solo con mi pies en medio de toda la oscuridad, cuando distinguí el pomo de la puerta de Julianne lo giré lentamente, pero no podía abrir, intenté nuevamente ¡Había puesto el seguro! ¡Maldita sea! Al diablo, no había forma de entrar, había sido estúpido avisarle de mi visita nocturna. Aún que pareciese imposible en mi menté una luz brilló ¿y si entraba por su ventana? Eran pocas las posibilidades de que la ventana no tuviese el seguro puesto, pero no me rendiría si había llegado tan lejos.
Caminé esta vez más rápidamente hacia la puerta principal, había hecho un buen trabajo hasta que dí con un mueble que no esperaba.
-Joder-aguanté el dolor, había recibido justo el golpe en el dedo pequeño de uno de mis pies.
Estuve tanteando en la oscuridad con mis manos hasta abrir la puerta principal, por precaución la había dejado media cerrada. Dí un rodeo por la casa, la habitación de Julianne debía estar al lado izquierdo. Caminé entre cespéd húmedo, lamentando no haber traído un par de zapatos, pero si esa ventana estaba sin seguro lo valía.
La ventana era lo suficiente grande como para caer dos o tres personas y entrar de una vez.
-algo bueno-mi adrenalina subía a cada instante que me acercaba a la maldita ventana. Empujé suavemente el vidrio hacia adelante, no cedió. Lo hice con más fuerza, la ventana pareció moverse un centímetro. Algo no calzaba, empujé con mayor fuerza y solo se movió un centímetro más.
-Maldita sea-estaba enojada, húmeda de pies a cabeza y con frío, no había valido la pena venir. Intenté una última vez empujando con ambas manos y la ventana cedió, abriéndose de par en par y dejando un ruido pequeño, pero no lo suficiente para despertar a alguien dormido.
Sonreí abiertamente, pasé silenciosamente hasta el interior de la habitación y cerré detrás de mi las ventanas, agradeciendo mentalmente haber hecho tanto esfuerzo.
-No esperaba que llegaras tan lejos-pegué un salto que casi hace que vuelva a saltar por la ventana.
-!Me has asustado!-volví a serenarme, Julianne se hallaba parada y de brazos cruzados, había una lámpara prendida junto a una cama matrimonial.
-Debes salir de aquí-siguió mirándome, ella llevaba la misma bata que llevaba puesta horas antes, en cambio yo una camiseta larga y negra que apenas cubría mis muslos.
-¿y si me niego?- comencé a acercarme, Julianne retrocedió un paso.
-Me temo que gritaré, Albert no tardará en venir y..
-¿y? ¿le dirás que tu y yo estamos en la misma habitación por mera casualidad? ¿o le dirás la verdad?
Julianne se quedó pensando qué decirme, yo me aproximaba a su olor y piel con cada segundo que pasaba, era una adicción casi tan grande como una droga.
-Lo digo en serio-retrocedió más pasos a medida que me acercaba- no quieres que grite..
La acorralé junto a la muralla, poniendo ambas manos a cada lado de sus hombros.
-No creo que lo harás-sentir el aroma de su piel, estaba a pocos centímetros, sus labios también lo estaban, y sé que ella también estaba pendiente de cada uno de mis movimientos.
-Nalia no sigas-estaba justo frente a sus labios- no puedo hacer esto, eres una niña, apenas comienza tu vida..
-Creo que no te importó la primera vez que nos vimos-volvió a cerrar su boca- también creo que esa ventana la dejaste abierta a propósito ¿me equivoco?
-Estas loca, yo no dejé nada para que entrarás, ahora vete, ahora.
-Quizás-suspiré- un tanto loca por ti.
Julianne desvió la mirada y en ese instante pegué su cintura con la mía.
-Me iré en veinte minutos, no estaré más-Julianne volvió a mirarme- si cuando termine ese tiempo quieres que me quede lo haré, pero si no, esta será la última vez que te moleste.
Julianne me observó incrédula, yo esperando alguna señal, algo que me dijese que me dejaba besarle. A los pocos segundos asintió y no necesité nada más, toqué con mis labios los suyos, y una descarga de energía inmediatamente recorrió mi cuerpo, besé lentamente cada rincón de su boca, y para mi sorpresa Julianne subió mi camiseta, abajo mi piel desnuda y blanca, Julianne se quedó mirándome, más bien a mi cuerpo y casi doy media vuelta y salgo huyendo por la ventana. Volví a juntar nuestros labios, nunca había visto el cuerpo de una mujer desnuda, pero abrí la bata de Julianne, debajo no traía nada más que bragas, quedamos en iguales condiciones. El tiempo se estaba agotando así que la atraje hasta la cama y subí sobre ella, repartiéndole besos por su cuello hasta llegar a su clavícula, Julianne a veces tocaba mis senos y continuaba bajando hasta mi abdomen, me enloquecía, y yo imitaba cada uno de sus movimientos, me di el tiempo de juguetear con su senos, Julianne gemía y eso me hacía gemir a mí. Me atreví a bajar más, una de mis manos recorrió su abdomen y llegó al inicio de sus bragas, bajé con solo un dedo hasta el medio de su braga, Julianne gimió aún más fuerte.
-shh-la besé- si no quieres que Albert despierte.
Julianne continuó gimiendo a medida que pasaba una y otra vez mi dedo sobre su intimidad, sus bragas se habían mojado y eso me excitaba aún más.
-Nalia no pares-gimió-continúa, por favor..
Sabía que quedaba apenas unos minutos, aceleré mis toques sobre sus bragas, y en menos de un minuto Julianne terminaba sus gemidos. Verle así, con su cuerpo bajo el mío, sudando, y recuperándose del placer era una imagen bellísima.
-No puedo creer que hayamos hecho esto-Julianne volvía en sí- no me lo creo, eres mi alumna y te dejé..soy una depravada, esto no podía ocurrir, tú me sedujiste y caí a tus pies sin pensar..
Algo dentro de mí me decía que quizás esos veinte minutos serían los últimos que tendríamos, volví a juntar nuestros labios, juntando nuestras lenguas, y atreviéndome a tocar nuevamente cada parte de su cuerpo.
-Por favor vete-Julianne me quitó sobre ella y se levantó poniéndose la bata-ya han pasado veinte minutos, vete.
No volvió a mirárme y eso es lo que más dolió. Recogí mi camiseta, salí de su habitación a punto de llorar, yo me había metido en esto y ahora debía saber como salir.
*
Dormí apenas llegué a la habitación de Albert, no me importó hacer ruido, ya todo me daba igual, había hecho una mala elección y ahora terminaba lastimada. Soñé con ella y su cuerpo, y lo peor era que al despertar ninguno de los dos estaba presente ¿Qué imaginabas? ¿Qué seguiría contigo? ¡Qué estúpida era!
Bajé mi visión al suelo y no encontré a Albert allí, me vestí lo mejor que pude y salí de la habitación escuchando voces en la cocina.
-Papá no seas malo, solo te digo la verdad no he tenido nada que ver con baloncesto hace tiempo..
-No lo creo Albert-el hombre estaba sentado bebiendo café, Julianne cocinaba algo detrás suyo-aún en bata- y Albert continuaba mirando a su padre. Se veía como una familia, rozando lo perfecto y dándome dolor.
-¡Nalia! ¡Ven!-Albert había fijado su vista en mí- te presento a mi padre Dann, padre ella es Nalia mi compañera.
Mis ojos estaban puesto en Julianne, aún no se daba vuelta y eso me entristecía aún mas.
-Un placer Nalia-me acerqué y le di un asentimiento de cabeza- ¿son amigos?- Dann no parecía un mal hombre, fue bastante amable durante el desayuno, Julianne estuvo cocinando la mayoría del tiempo dándome la espalda, solo contestaba con cortos "sí, claro" y volvía a cocinar.
-Ey esperen-estábamos recogiendo la mesa- ¿tu y Albert durmieron en la misma habitación?-me quedó mirando serio.
-Papá, nosotros no hicimos nada, Nalia es mi amiga- Albert contestaba nervioso.
Dann rio abiertamente, hasta Julianne se dio vuelta y miró a su esposo dudosa.
-¿crees que te iba a castigar?-Dann le dio palmadas al hombro de su hijo- por Dios hombre, es algo natural si tu y Nalia tienen relaciones, ya sabes..
-Dann basta-Julianne solo tenía ojos para su esposo- yo recogeré la mesa pueden irse.
Seguí a Albert y su padre hasta su habitación. Para el mediodía ya debía irme al "trabajo" así que me fuí luego de dar las gracias y despedirme con un intento de sonrisa de Julianne y su esposo.
-Pareces triste Nalia-Albert me había acompañado hasta la parada de autobús- ¿hice algo que te haya causado molestia?
-No, no Albert-le miré- en serio me divertí solo estoy un poco cansada eso es todo.
Albert me dejó sobre el autobús y me despedí sonriéndole. El día había sido una auténtica mierda, clientes deseosos, algunos toques, nada comparado a lo que había sentido con Julianne. Me sentía demasiado triste y pareció notarlo toda la clientela, tanto así que el jefe vino personalmente a mi cuarto a verme.
-Tú no eres así Nalia-estaba parado junto a la puerta- eres quien mas trae ingresos aquí y verte en ese estado no ayuda mucho.
-Lo siento Jefe, este día me siento agotada-suspiré- disculpa si te he traído problemas.
-Puedes tomarte el resto del día libre-lo miré incrédula- algunas veces hay días malos y buenos, solo tenemos que aprender a vivir con ellos y dejar que no nos afecte tanto-abrió la puerta-te quiero fuera de aquí en cinco minutos, tienes este día para descansar, mañana te quiero ver repuesta ¿bien?
-Bien-le sonreí.
Caminé hacia casa, hoy necesita pensar, me sentía agotada, y caminar me despejaba la mente. Llegué a casa, como siempre solo estaban papá y mamá, y Lucía, detrás de un libro enorme.
-Hola-me senté sobre la cama.
-Hola-Lucía me miró detenidamente-¿qué te sucede?
Intentaba estar fuerte, pero mis lágrimas salían a montones y no podía controlar el llanto que quería salir como un animal herido de mi garganta.
-Nalia-Lucía me abrazaba-tranquilizate,¿es algo relacionado con el trabajo? ¿te han hecho daño? !Respóndeme Nalia!
-N-no y-yo..
-Nalia estas en un estado deplorable, recuéstate antes de que te alcance la fiebre, llamare a papá el sabrá que hacer..
-!NO¡
Lucía me observó.
-No puedes llamarlo-intentaba tranquilizarme- es solo que..
-¿Qué?-volvió a abrazarme- Nalia por favor solo dime si te han hecho daño..
-Si te cuento-suspiré-prométeme que no se lo dirás a nadie más, nadie puede saber de esto Lucía.
-Está bien, soy tu hermana puedes contar conmigo lo sabes-cogió una de mis manos- por favor deja de llorar Nalia.
-Yo...