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Capitulo 3

Esa fue su única indicación de seguridad para mí y para ella, su amante se mudo dos días después de que mi madre me comunicará las nuevas noticias y tal como me dijo mi madre, me encerraba en mi habitación luego de salir de clases y como ahora tenía más tareas había dejado mi trabajo en la tienda como dependienta, así que ahora solo estaba a expensas de lo poco que me daba mi madre que a pesar de todo sus defectos me estaba costeando los estudios.

Semanas después mi casa se llenó de ajetreo, hombres y materiales de construcción, todo era ruido, polvo, sudor y testosterona, a demás de malas palabras que algunos guarros albañiles no se fijaban en decir si había damas en aquel momento.

Las semanas pasaron lentas entre el desorden y yo me sentía cada vez más ajena a todo, mi madre ya no era mi madre, ahora parecía felíz esperando a un nuevo hijo y me pregunté si ¿ella alguna vez estuvo así por mi? Pero no tenía caso preguntar sabiendo la respuesta. Yo preferí estar en mi mundo de libros, no había nada mejor que estar allí, si hubiera podido me hubiera metido a cada libro para vivir maravillosamente cada momento de la historia y ser la protagonista de cada libro, era una empedernida soñadora, cuanto me hubiera encantado ser alguien más que lo que yo era, ser alguien más que una chica delgaducha de ojos negros, tan negros como la noche, mi piel blanca tanto que mis venas podían verse atraves de mi piel y mi cabello era también negro y lacio, siempre lo llevaba cortado encima del hombro y por lo regular siempre suelto, solo a veces lo ataba en una coleta con una liga, no tenía un atractivo que ofrecer, además aún seguía sin tener senos y creó que ya no tendría más, mi trasero parecía solo haber tomado la forma de una mujer que llega a la adultez al igual que mis caderas que había tomado una breve forma, pero aún así no era atractiva para nadie, demás está decir que nunca tuve un amor platónico o enamorados, era tan invisible como el aire, pero el aire era más palpable que yo y más vivo que yo, que parecía vivir apagada.

Mi madre dio a luz a un niño, la casa se volvió de nuevo un caos, yo me sentía demasiado vieja para tener un hermano recién nacido, pero en fin tenía un medio hermano luego de 16 años, ya no me hacía ilusión porque hacía mucho había perdido toda esperanza e ilusión en mi vida.

Cuándo cumplí 18 años y me gradué del bachillerato mi madre tuvo a su tercer y último hijo, está vez una niña y me di cuenta de que la única que no tuvo el más puro amor de mi madre fui yo, mi corazón para ese momento era ya de piedra y me daba igual lo que pasará o no conmigo.

Terminé la prepa y mi madre me dijo que no podría pagarme mas estudios que lo mejor sería ponerme a trabajar para que ayudará con los gastos o que ganará dinero para mí misma, que ella no trabajaría más y que su pareja no me mantendría, yo acepté de igual manera ya que no quería seguir estudiando, no me parecía que fuera a tener un futuro brillante, mi estrella se había estrellado hacía mucho tiempo y veía difícil un futuro diferente para mi.

De nuevo busqué empleo y lo obtuve de cajera, allí pasaba ocho horas diarias y cambiaba de turno, una semana trabajaba de las ocho de la mañana a las tres y otras de tres de la tarde a diez de la noche, pero en ese último turno debía de entregar cuentas, contar el dinero de las ganancias del día y que cada cuenta fuera exacta, ni que sobrará o faltará porqué sino aquello costaba el despido o mínimo un regañó y eso era lo último que quería, por suerte me las arregle para que cada que tenía que pasar por aquello mis cuentas fueran las apropiadas, trabaje dos años allí, durante ese tiempo encontré libros con temática lésbica y los compré, sabía que los hombres no eran mi tipo, nunca me generaron atracción, en cambio la mujeres siempre eran motivó de mi atención pero me permitía mirarlas escondida en alguna parte de cualquier lugar en dónde me encontrará o también mirarla de soslayo aunque me costará mucho dejar de mirar.

Pero una noche en medio de mis sueño tranquilo apareció una mujer extraordinaria mujer ante mi, era guapa y me brindó una linda sonrisa que me desmoronó, nadie me había sonreído nunca como aquella mujer desconocida lo había hecho, yo como siempre dada a mi inseguridad a pesar de que era un sueño era consiente de que ni siquiera en ellos era una mujer segura de mi misma o capaz de atraer miradas, en mis sueños seguía siendo minúscula e invisible, pero era una fiel observadora de lo que pasaba en mis locos sueños, disfrutaba de solo mirar y sentir superficialmente aquellos sentimientos que estaba segura nunca sentiría por mi misma en carne propia, pero para algo eran los sueños, si, los sueños eran eso, un sueño y está vez una mujer hermosa me sonreía con su dentadura perfecta y yo me quedaba sin aliento al tiempo que buscaba a alguien más que seguro era el poseedor de aquella dedicada sonrisa, pero al poco me di cuenta de que era a mi a quien sonreía, sentí como mis mejillas se encendían por la timidez y más aún cuando siguió avanzando hacia mi tan segura de si misma.

-Hola – me dijo cuando llegó frente a mi tan segura de si misma.

-Ho..ho…hola – tartamudee, siempre lo hacía cuando me encontraba nerviosa.

-¿En dónde estabas que tardaste en venir? – me preguntó y aquella pregunta me desconcertó ¿cómo podría yo conocerla? Nunca antes había soñado con ella pero mis sentimientos hacia ella eran tan vívidos, tan increíblemente maravilloso cuándo me tomo de la mano y me llevó con ella hacia la orilla de un lago y nos sentamos en el pasto. Mi corazón latía rápidamente y me sentí muy feliz.

-Aun no me has respondido – me dijo luego de un rato de seguir en silencio y solo mirarla – ¿Qué te pasa?

-Nada – respondí sin dejar de mirarla – que guapa – le dije casi en un suspiro y ella me miró con cierta dulzura que ni siquiera había visto en mi madre.

-Hoy estás muy halagadora – y me beso en los labios brevemente para sonreírme y acariciarme los cabellos – tu también eres muy guapa Amy.

Mis ojos se llenaron de lágrimas ante aquellas palabras que una extraña pero que al mismo tiempo sentía querer me dijera aquellas palabras que me causaron más llanto de lo que una palabra de ofensa hacia mí pudiera hacerme. Cuando desperté de mi sueño seguía llorando y con un nudo en la garganta, sintiendo que en ese breve sueño había tenido más de mil emociones y felicidad que en todos los años de mi vida, tras secarme las lágrimas y recuperarme de aquel bello sueño desee con todas mis ganas y con todas mis pocas cosas que poseía soñar con aquella mujer de nuevo, quería verla otra vez, quería que me mirara con esos mismos ojos tan claros como la miel de nuevo, quería ser mirada de esa forma por alguien tan solo en mis sueños, tener a alguien tan bella solo para mí y también deseé que de no volver a soñar con ella de nuevo podría morirme.

Al día siguiente estaba de un humor agradable, casi se me dibujaba una sonrisa en el rostro y casi, casi canturreaba mientras tomaba el café para ir a trabajar, sin duda ese sueño había cambiado mi aburrida rutina, tenía una pequeña motivación y dado a que me gustaba imaginar no se me dificultó nada pensarme e imaginarme con ella a quien por cierto no le había puesto nombre o al menos ella no me lo había dicho, pero no sé lo podía preguntar porqué en mis sueños ella era mi novia y desde ese instante se convirtió en todo para mi y estaba loca y deseosa porque llegará la noche para ir a la cama, cerrar los ojos y soñar con ella otra vez.

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