Capítulo 4
- Papá, por favor – digo cortando el kiwi lo más rápido posible – Me puse el primer conjunto que vi al frente, llego tarde –
- No tenías un traje de monja en tu armario, ¿verdad? Sería mejor comportarse que eso que llamas ropa - dice y mi madre le da una bofetada.
- Deja de intentar ordenar la ropa de tu hija, Vincent - dice ella enfadada y él pone los ojos en blanco.
- No estoy tratando de ordenarle la ropa, sólo estoy pensando que este conjunto es ridículo - dice y se encoge de hombros.
- Me encantó – dice Alan y mi padre lo mira rápidamente.
- ¿Eso es lo que muleke? - dice mi padre y Alan se ríe tranquilamente junto con los niños - Abraza a tu hijo, Cyr -
- No me meto en estas conversaciones, Alan y Sophia ya tienen edad suficiente - dice el tío Kio y me río suavemente.
- No dije mucho, sólo dije que me encantaba la blusa. Deberías usarlo más a menudo, Sophi. Resalta tus curvas - dice Alan y entendí que quería provocar a mi padre y al parecer funcionó.
- Estás jodido, Alan – mi padre se levanta, Alan corre y mi padre lo sigue.
- VINCENT, DEJA DE PASAR - dice Mina levantándose - A veces hasta me arrepiento de haberme casado con tu padre - me dice en voz baja y me atraganto con el kiwi y me pongo a reír.
- Papá, basta – digo yendo hacia la puerta de la cocina y lo veo arrinconando a Alan - Querido Jesús – digo luego de ver que mi padre logró agarrar a Alan.
-Vinnie, basta. El niño va a la escuela - Dice mi madre y mi padre sigue dándole unos cuantos golpes a Alan.
- Qué suerte tienes muleke - se levanta cansado y deja a Alan tirado en el suelo - Habla así de mi hija delante de mí otra vez, y te patearé el trasero -
- ¡Padre! - Lo miro incrédulo y conteniendo la risa, Alan estaba tirado en el suelo con la respiración desregulada y el cabello desordenado debido a sus cascos.
- A veces actúas como un niño - le dice mi madre riéndose a mi padre que está acomodándose la ropa.
- Tiene suerte de que no quiero dispararle en la pierna – dice y mis ojos se abren cuando veo que mi padre tiene el arma en su cintura.
- Dios mío, VAMOS ARTURO - grita el niño que se levanta del suelo y comienza a enderezarse.
- Joder, me duele la cabeza - dice Alan acercándose a nosotros, masajeándose la cabeza.
- Bien hecho - Dice Heloísa riéndose y Alan le lanza una mirada asesina.
- Chica, cállate - replica Alan.
- Cállate, idiota - dice Heloísa y cuando Alan estaba a punto de decir algo escuchamos gritar al tío Kio desde la cocina.
- MEJOR NO EMPEZARÉN CON ESTA HERMOSA PELEA – Grita el tío Kio y Heloísa le muestra la lengua a Alan y él le muestra el dedo.
- Vamos, Alan, iré contigo. No quiero conducir hoy - digo comiendo el resto de mi kiwi.
- Ala, mira. Están tomando algo, te lo aseguro - le dice mi padre indignado a mi madre y ella pone los ojos en blanco.
- Vincent.... Ni siquiera voy a contestarte – dice y Alan y yo nos reímos.
- Papá, deja de ser paranoico. Alan y yo no tenemos nada, simplemente no quiero conducir hoy – digo, rodeando la cintura del hombre mayor con mis brazos y abrazándolo.
- Quédate ahí, con tu chantaje emocional – dice, todavía sin devolverme el abrazo - Pero sólo te voy a abrazar, porque no quiero dejarte en el vacío – dice abrazándome fuerte y yo me río. .
- Vámonos – dice Alan y mi padre le lanza una mirada asesina.
- Si llegamos tarde no entraremos - dice Heloísa llegando a la habitación con la mochila a la espalda.
- Ok, ok - Me escondo del abrazo con mi padre - Adiós - Beso su mejilla y lo veo dar una pequeña sonrisa.
- Adiós princesa – dice y yo pongo los ojos en blanco.
- Hasta luego mamá – Beso su mejilla y la abrazo.
- Ya lo sabes, ¿verdad? - dice recordándome lo que dijo ayer y yo asentí - Ok, adiós amor -
- Vamos, Artlur – digo y el chico se pone serio, odia que lo llame así.
- Deja de llamarme así, carajo - dice, abriendo la puerta de la casa - Es molesto, si me llamas así en el colegio te mato, Pequeño Gusmaz - dice y yo me burlo de él.
- Está bien, ARTLUZINHO - grito, tomando la llave de su auto y corriendo hacia el Lamborghini rojo del chico.
- AÚN TE MATARÉ, SOPHIA – Grita y abro el auto y me subo al asiento del pasajero.
- Date prisa, maldita sea - grito cerrando la puerta del auto y pronto llega y sube.
- Eres muy atrevido – toma la llave de mi mano y arranca el auto.
- Un cincuenta por ciento de belleza y otro cincuenta por ciento de audacia. Encantado de conocerte – digo sacando mi celular y veo al chico reír débilmente.
- No sé por qué todavía te aguanto – dice y yo me río.
- Porque me amas, y porque no tienes otra opción – digo apoyando mi cabeza en el respaldo del asiento y mirando a él, quien al mismo tiempo me mira a mí.
- ¿Quién te engañó? - dice y le guiño un ojo, el chico sonríe un poco y se marcha con el coche.
Llegamos al colegio y Alan está aparcando el coche en un espacio. Otro privilegio que el colegio les da a los estudiantes de tercer año es que dejan una parte del estacionamiento de la escuela marcada solo para estudiantes de tercer año, es como un estacionamiento vacío solo para gente importante. No es por alardear ni nada, pero las personas más importantes en esta escuela somos nosotros, así que tenemos un poco de respeto por parte de la gente de esta puta escuela.
- Volvamos a esa mierda - dice Alan mientras bajamos del auto.
- Sí, ¿qué haces? Doy la vuelta al auto y me paro al lado del chico, esperando que lleguen los demás.
- Wing - Alerto al chico que está a mi lado y apunto con la cabeza hacia un pequeño grupo de putas al otro lado del estacionamiento - Estas copias de putas solo vienen a la escuela para ligar con los chicos -
- Cada uno tiene sus propias intenciones, oye - dice mirando a las chicas y yo pongo los ojos en blanco - Tres de ese grupo ya me han coqueteado... -
- ¿Y que hiciste? - digo riendo y él me mira serio.
- Lo tengo - dice sin expresión y yo dejo de reír - Puede que sean putianos, pero aún así están jodidamente calientes -
- Amamantame, Alan – digo y vuelvo mi atención al celular.