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Capítulo 5 - Pensamientos Invadidos

— Nuevo Mensaje de Grupo ✉ 'Los Mosqueteros de Michigan' —

@ Steve: [Señoritas, no sé ustedes, pero yo estoy listo para conquistar. ¡Estoy en llamas!]

@ Nate: [ Listo. Me duele todo por la práctica, pero con un par de tragos seguro se me pasa. ヽ(・∀・)ノ ]

@ Steve: [Ese es el espíritu, hermano. ヽ( ⌒ o⌒)(⌒-⌒ )ノ

¿Jas? Por favor dime que estás listo.]

[Nop. Apenas saliendo del baño.] ✔✔

@ Nate: [Joder, ¿en serio? o(〒﹏〒)o ]

@ Steve: [Amigo, tardas más que una mujer. ¿Acaso Manuela te estaba consolando?]

[Deja de quejarte, tienes que venir a buscarme de todas maneras. Recuerda que tengo dependencia automovilística hasta que tu papá arregle mi camioneta.] ✔✔

@ Steve: [¿Y me haces sufrir a mí las consecuencias? ٩(ఠఠ)۶ ]

[Los amigos se apoyan mientras sus autos están enfermos. ¿Acaso no eres mi amigo? Además, pensé que yo invitaba los tragos esta noche.] ✔✔

@ Steve: [¿Chantaje y manipulación? Hermano, me decepcionas. ┐( ˘ 、 ˘ )┌

PD: Aún así, tú invitas.]

@ Nate: [Les recuerdo que sigo aquí y que sigo esperando por ustedes ¬-¬]

[Si dejan de distraerme, podré terminar de arreglarme de una vez.] ✔✔

@ Steve: [No te olvides de llevar tu identificación falsa, genio. Recuerda en el lío que nos metiste la última vez. PD: Tú invitas todavía.]

@ Nate: [¡No se te ocurra olvidar la jodida identificación! Si hay problemas, los dejaré e iré a divertirme solo. ୧((#ΦΦ#))୨ ]

@ Steve: [Oye, no cuentes los pollos antes de nacer. Jas lo recordará, ¿verdad, Jas?]

@ Nate: [¿Jas? *inserte voz de advertencia* ୧((#ΦΦ#))୨ ]

@ Steve: [Responde, cielito~ ❤️]

@ Nate: [¡Wright Jasper! ((╬◣﹏◢)) ]

@ Steve: [ Eres un idiota. :"v]

Me río y bloqueo mi teléfono para poder comenzar a vestirme. Steve no vive muy lejos de aquí y sé que vendrá a buscarme, aunque yo no le diga nada, así que me apresuro.

Me coloco el primer bóxer que encuentro, tomo una de mis camisas negras del montón junto con un pantalón a juego y me decido por mi par favorito de botas militares. Termino mi atuendo con una chaqueta de cuero. Tengo mi identificación falsa escondida dentro de uno de mis zapatos, siendo precavido para que Ellie no la encuentre por 'accidente' mientras limpia.

La saco y la guardo en mi billetera antes de deslizarla en el bolsillo de mi pantalón. Para el momento en que bajo las escaleras, escucho el familiar sonido de la corneta de Steve. Tomo mis llaves y salgo, la noche es fresca y la brisa despeina un poco mi cabello. Troto hasta su auto y me deslizo en el asiento del copiloto.

—¿Cómo te atreves a dejarme en visto? — gruñe y pellizca mi muslo —. Eres el peor mejor amigo del mundo, eso no se hace.

—Deberían coronarte como reina del drama — me río y ruedo los ojos mientras pisa el acelerador.

—Y a ti como el de los idiotas — nos metemos en la carretera, los faros de la calle están encendidos y por fortuna no hay mucho tráfico —. Nate me dijo que ya está cerca.

—Hablando de Nate... — trago grueso y me remuevo un poco en el asiento —. ¿Te había contado alguna vez que su hermano tiene heterocromía?

—¿Hetero-qué? — pregunta con una mueca —. ¿Qué demonios es eso?

—Joder — gruño —. ¿En serio no sabes lo que es?

—Oye, soy un jugador de fútbol, no un jodido doctor — resopla mientras gira el volante para pasar una esquina —. ¿De qué se trata esa hetedrotamia?

—Heterocromía — lo corrijo mientras me río de él —. Es cuando el iris de un ojo es de distinto color que el otro.

—¿Ah, sí? — frunce el ceño —. ¿El hermano de Nate lo tiene?

—Sí, ¿no lo viste?

—No pude debido a los lentes jodidamente grandes que llevaba — se ríe —. Su nariz se ve muy pequeñita con esa cosa.

—Sí — desvío mi mirada hacia la ventana y sonrío, recordando la delicadeza de sus pequeñas facciones.

—¿Y de qué color tiene los ojos?

—Uno castaño... — susurro, creando distraídamente figuras en el cristal con mi dedo —. Y el otro azul.

—Oh, vaya. No tenía idea que eso era posible.

—Son hermosos... — digo antes de poder evitarlo y toso ruidosamente deseando que Steve no haya escuchado eso.

—¿Estás bien? — da palmadas en mi espalda —. ¿Te ahogaste con tu propia saliva, genio? — se ríe y yo suspiro de alivio cuando termino de fingir.

—Sí, supongo — carraspeo un poco.

—Bueno, podrás darle alivio a tu garganta en un par de minutos — lentamente estaciona el auto y los dos salimos. El letrero del "Bleu Detroit" ilumina con sus luces azules la calle y la cima de la cabeza de las personas que se encuentran alineadas afuera, esperando su turno para entrar.

—¿En dónde está Nate?

—No lo sé, déjame...

—Aquí estoy, bellezas — una mano cae sobre mi hombro y otra en el de Steve mientras nuestro amigo se cuela entre los dos —. ¿Listos para un poco de diversión?

—Oh, sí — Steve se pone a bailar y escucho la risa de algunas chicas mientras caminamos hacia la entrada.

Conocemos al gorila que custodia la entrada hoy. Es un enorme y robusto tipo de casi dos metros de alto y calculo que debe pesar alrededor de ciento cuarenta kilos. Sus brazos son casi del grueso de mis muslos y teniendo en cuenta el volumen de mis piernas, es bastante decir.

Siempre carga un pequeño auricular en su oreja y nosotros nos burlamos a su espalda de como la luz se refleja en su calva y brillante cabeza.

—¡Hey, George! — mi amigo estrecha su mano, pasándole con disimulo un billete de cincuenta dólares —. ¿Qué tal amigo?

—Hey, Steve — su voz gruesa y profunda cuadra a la perfección con su enorme cuerpo —. Espero no haya problemas con ustedes esta noche.

—Por supuesto que no, lo de la otra vez fue solo un malentendido. ¿Verdad, Jas? — Nate me codea con más fuerza de la necesaria mi costado.

—Solo un pequeño malentendido — asiento en acuerdo y alzo mis manos al aire.

—Bien — George quita parte de la baranda para que podamos pasar —. Diviértanse — el club está repleto. Por todos lados se pueden ver personas bailando y bebiendo, bañadas por las luces azules características del lugar.

—Es hora de que tu billetera pierda un poco de peso, ¿no crees? — Steve grita cerca de mí oído para que pueda escucharlo por sobre el volumen de la música.

—¿No se supone que debes conducir?

—Oh, vamos. Una cerveza no matará a nadie.

—Dice cualquier borracho mientras da su declaración a la policía sobre un accidente en la transversal — Nate grita entre nosotros y Steve le golpea el brazo.

—Será solo una, no seas aguafiestas.

—Solo una — le advierto y él asiente repetidas veces, con una expresión de "niño bueno" que no engaña a nadie.

Los tres nos dirigimos a la barra y pido tres cervezas al barman apenas tengo oportunidad. El tipo pide mi identificación, le entrego la falsa y la ojea con rapidez, luego me la devuelve. Le pago y luego se gira hacia una de las neveras.

Pasan solo unos cuantos segundos hasta que los tres tenemos en nuestra mano una botella fría del amargo líquido y las chocamos entre sí antes de tomar el primer sorbo. El ambiente aquí es genial. El DJ que trabaja aquí los fines de semana es uno de los mejores y hay enormes cantidades de chicas y chicos sumamente atractivos.

Los tres damos una rápida ojeada alrededor para evaluar el terreno.

—Amigo, no quiero que entres en pánico, pero... — Nate rodea mis hombros con un brazo y apunta hacia un lado de la cabina del DJ —. Allá está Leyla.

—Demonios — gruño y trato de pasar desapercibido —. Debí imaginarme que estaría aquí.

—Y eso no es lo peor — hace una mueca y echa una mirada de reojo hacia Steve, que ahora está bailando con una chica en la pista de baile —. Mira hacia allá.

Señala hacia un pequeño grupo de personas con la mano que sostiene su cerveza. Ahora puedo ver a casi la mitad del equipo de Hockey de la universidad, incluyendo al jodido Matthew con una muy alegre Jessica sentada sobre sus piernas y acariciando con picardía su cuello.

—Maldita sea — gruño entre dientes. Lo sabía. Jodidamente lo sabía.

Pero eso no quiere decir que la rabia no fluya a través de mis venas por el descaro de esa chica al seguir jugando con los sentimientos de mi amigo. Sí, Steve es un payaso la mayoría del tiempo, pero es un buen tipo. No se merece esto.

—¿Le decimos a Steve? — a pesar de la fuerte música, puedo notar la inseguridad en su voz.

—Por supuesto que sí — respondo con firmeza y sin titubear.

—Joder, ya me imagino como se pondrá.

—Pero al menos abrirá los ojos de una puta vez — dejo mi cerveza a medio terminar en la barra y me acerco hacia mi amigo. Él sonríe y baila con entusiasmo con la chica, pero sus manos se mantienen alejadas de su cuerpo. Ese es mi mejor amigo, un idiota, pero caballero al fin.

Por un momento titubeo y me siento inseguro, pero empujo el sentimiento lejos y termino de acortar la distancia, sosteniendo su brazo con firmeza. Él me ve y parece extrañado, después se preocupa por la seriedad en mi rostro.

—¿Qué pasa, hermano? — coloca una mano en mi hombro y aprieta —. ¿Todo bien?

—Necesito enseñarte algo — le digo al oído y él asiente, todavía luciendo preocupado. Despide a la chica que parece decepcionada al tener que dejarlo.

—Steve, solo no cometas una locura, ¿de acuerdo? — Nate le dice a medida que lo conducimos hacia un lugar en donde pueda ver la escena.

—¿De qué están hablando? — nos mira a los dos —. Díganme qué sucede, ya me están asustando.

—Mira hacia allá — señalo la dirección con mi cabeza y él se voltea. Puedo ver que busca entre la multitud por un instante, tratando de descifrar algo fuera de lo normal. Hasta que los ve.

Me doy cuenta cuando lo hace porque se queda congelado en su sitio, respirando con rapidez y los músculos tensos. Nate y yo vemos también la escena y ahora Jessica comienza a inclinarse lentamente sobre Matthew hasta que sus labios se unen. Demonios.

No sé si fue porque estaba muy distraído viéndolos, no sé si fue por las luces cegando momentáneamente mis ojos o… No sé cuál fue la razón por la que no fui más rápido en detener a mi amigo cuando salió corriendo hacia el grupo de Hockey y la chica fácil de la cual se enamoró.

Corro, esquivando a la gente que se cruza en mi camino y con Nate pisando mis talones. Pero llegamos tarde. Para el momento en el que alcanzo por fin a Steve ya está golpeando repetidas veces la cara de Matthew mientras Jessica está en el piso gritándole que se detenga. Nate o yo lo sostenemos por los brazos y tratamos de contenerlo mientras él lucha por liberarse para seguir descargando su ira contra ese imbécil.

—¡¿Pero qué mierda te pasa?! — Matthew grita con voz ahogada, sosteniendo su sangrante nariz —. ¡Jodido infeliz!

—¡Te mataré, hijo de puta! — los brazos de Steve brazos se retuercen entre el agarre que Nate y yo tenemos, pero apretamos con más fuerza y no lo dejamos ir —. ¡Suéltenme para terminar de partirle la cara!

—Jas... — volteo en dirección a Nate y él señala con su barbilla hacia la salida, en donde rápidamente se abren paso unos guardias debido al escándalo —. Tenemos que irnos.

—Steve, vamos — lo jalo, pero él sigue resistiéndose, tirando patadas al aire.

—Pero, ¿qué diablos le sucede a ese idiota? — escucho a un sujeto aleatorio que gruñe a mi lado —. Es mejor que lo saquen de aquí — volteo y por sus palabras por poco y suelto a mi furioso amigo para estrellar mi puño en su boca. Es uno de los jugadores de Hockey, amigo de Matthew. Dylan se llama, si no mal recuerdo.

—Mejor cállate si no quieres que el próximo en sangrar seas tú — le gruño y él sonríe con malicia de medio lado.

—Me gustaría verte intentarlo — me reta y tengo que hacer grandes esfuerzos para concentrarme de nuevo y girar mi atención hacia Steve. Ya me ocuparé de ese imbécil después.

—¡Stephen! — grito y solo entonces él parece calmarse lo suficiente para dejar de asesinar con la mirada a Matthew y verme a mi —. Ya basta, es hora de irnos — hago un gesto con mi cabeza hacia los tres guardias detrás de nosotros, que permanecen de pie con los brazos cruzados sobre sus pechos.

Él guarda silencio por un largo rato, pero al menos ya no está luchando para liberarse. Nate y yo poco a poco lo soltamos, trago grueso ante la pose de derrota que adopta.

—¿Stephen? — Jessica masculla con su voz temblorosa, sus lágrimas de cocodrilo han logrado que el rímel se le corra creando patrones negros sobre sus mejillas.

—Nunca más... — Steve gruñe en voz baja, pero lo podemos escuchar bien a pesar del nivel de la música —. Jamás te vuelvas a acercar a mí, ¿me entiendes?

—Pero...

—¡Jamás! — grita y ella se sobresalta, luego solloza más fuerte y asiente rápidamente.

—Vamos, hermano — Nate me ayuda para arrastrarlo hacia la salida. Los tres salimos del club siendo escoltados por los tres guardias. Pasará un buen tiempo antes de que podamos regresar.

La noche repentinamente nos golpea con el aire frío, o al menos así lo siento ahora.

—¿Quieren ir a mi casa? — Nate pregunta después de un largo e incómodo silencio —. Jimmy irá mañana. Deben probar su comida, juro por Dios que el chico tiene manos mágicas.

—Sí, lo que sea — Steve murmura de mala gana, pero sabemos que está aliviado al no tener que pasar la noche solo.

—Llaves — extiendo mi mano y él busca en el bolsillo de su pantalón, entregándome el llavero poco después —. Te seguimos Nate.

—De acuerdo — sonríe y se gira en dirección al lugar en donde dejó estacionado su auto.

—Jas, ¿sería demasiado gay si te pido que duermas conmigo? — una pequeña risita se me escapa y le doy una palmada en la espalda.

—Mientras no sea desnudo, por mi está bien — él resopla.

—Pues, que pena. Me encanta dormir desnudo.

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