Capitulo 4
Al que madruga, Dios le ayuda, con eso en mente se levantó Noelia, muy positiva y con todos los ánimos del mundo para lograr ser la elegida.
Tomo un baño rápido, poniendo un atuendo digno de una chica joven, sin mostrar tanto, su cabello cobrizo lo dejo suelto con sus ondas gruesas, maquillo su rostro algo suave, sin dejar de ser natural, aplicó un brillo y sonrió al espejo.
Tomo sus llaves y bolso y bajo muy tranquila, llevaba casi una hora de anticipación, era su intención llegar temprano, el portero se sorprendió al verla bajar tan temprano.
—Buenos días, nos vemos luego Ruperto— saludo muy sonriente Noelia.
—Buenos días, señorita, feliz día— respondió al saludo el hombre.
Con una actitud positiva llegó al edificio, presentándose nuevamente, fue directamente al ascensor, antes de entrar a la oficina donde pensó que estaría la señora Cristina, pasó por un café, respiró profundo y tocó.
Escucho un pase casi inaudible, entró confiada y solo se encontró con la mirada grisácea de ese bello hombre que no daba tregua con su mirada y su rico perfume la dejo idiotizada.
—Disculpe, señor, pensé que estaría la señora Cristina— Se disculpo noelia apenada, Leonel observo su reloj, él había llegado temprano para adelantar trabajo.
—Es muy temprano— habló cortante, disimulando su interés de querer observar su cuerpo.
—Oh, disculpa, esperaré a la señora afuera— Noelia estaba a punto de salir con el café, incómoda por la actitud de Leonel.
—Deme el café, lo necesito— Noelia vio el café y a él.
—Voy por otro, ya este está frío— Noelia salió antes que le dijera algo, unos minutos después estaba de regreso con otro café.
—Aquí tiene, señor, espero sea de su agrado— dijo Noelia, ya que no sabía el gusto de él. Tomo un sorbo sin dejar de verla
—Está bueno— murmuro él.
—Bueno, estás tú— susurró bajito, Noelia.
—¿Cómo?— interrogó Leonel al no escuchar bien.
—¿Que si necesita ayuda?, soy algo buena organizando— mintió Noelia, aunque no estaba mal hacer algo mientras su jefa llegaba. Leonel la quedo viendo y asintió, dándole unos documentos.
—Organiza esto, son los empleados, de mayor rango a menor— pidió Leonel, sus manos tuvieron un pequeño contacto que los llevo a imaginar cosas muy acaloradas.
Noelia tomó las carpetas y se sentó en el sofá, hundiéndose en esas carpetas, mientras Leonel la veía a cada momento, muy concentrada en lo suyo, sus labios se movían como hablando sola, le sorprendía que prácticamente olvidó que él estaba ahí y él sin poder quitar la mirada de ella.
—La chica está, Noelia, ¿no ha llegado?— se escuchó Cristina fuera de la oficina, hablando con Lola, Noelia seguía tan concentrada que no escucho nada.
—Hermano...— habló Cristina al abrir, con su mirada y una sonrisa entró a la oficina, al percatarse de Noelia.
— Buenos días, señora, ¿cómo está?— se levantó Noelia de inmediato.
—Justo pregunté por ti, niña— Noelia le regaló una sonrisa.
—Llegue algo temprano y quise ayudar al señor...—
—Soy Leonel, tráeme lo que hiciste, ve con mi hermana— le habló sin expresión alguna.
—Ya terminé, señor Leonel— Noelia recogió las carpetas y se las coloco en el escritorio.
— Ordenadas como las pidió— Con deseo de nuevamente tocarla, se apresuró a ayudarla y otra vez esa sensación de su piel erizada, besos con pasión y suspiro de placer.
Cristina observó como su hermano veía cada movimiento de la chica, eso le dio la impresión de que llamó su atención.
—Mamá, tengo hambre...— entró ámbar, sonriendo al ver a Noelia.
—¡Holaaa!— ámbar abrazo a Noelia, bajo la atenta mirada de su madre y tio.
—Mamá, ella es quien me regaló las galletas ayer, ¿puedo ir con ella a desayunar?— Cristina volteo a ver a Noelia y sonrió, el día anterior quedó muy contenta con Noelia, solo le preocupaba que fuera impuntual, pero al verla tan temprano y ayudando a su hermano, la tranquilizó y sumando que ayudó a su hija.
—¿Puedes ir por tres desayunos Noelia? — Pregunto Cristina.
—Sí señora, ya regreso— respondió Noelia muy formal.
—Yo voy con ella— Ámbar no espero ah que su madre respondiera, salió tras Noelia muy entusiasmada.
—El dinero, ¿se fue sin dinero?— Cristina recordó el dinero cuando ya Noelia se había ido.
—Esperemos que regrese por él— hablo Leonel, esperanzado de que volviera rápido.
—Oye, no te gustan las asistentes, pero te vi cómodo con ella— indagó Cristina con una sonrisa llena de picardía.
—No imagines cosas, solo me agrada porque trabaja en silencio y muy concentrada— aclaró Leonel, desviando la mirada.
—Lo mismo opino, creo que me la llevaré— anunció Cristina.
—¿Llevarla a Argentina?, ¿Y no es para tener a alguien aquí?— indagó Leonel. Aunque su corazón dio un vuelco de solo imaginar verla más seguido y porque no, probar de su bronceada piel.
—Aquí tengo a Lola y dejó a la otra chica— recalcó Cristina. Eso por alguna razón le agrado a Leonel y ni él sabía.
Pasaron veinte minutos y Noelia llegó junto a Ámbar que estaba feliz.
—Mamá, Noelia te conoce perfectamente, creo que te ama más que yo— bromeó Ámbar.
—¿Con qué pagaron?— interrumpió Leonel.
—Lola me dio la tarjeta de la empresa para pagar, no quiso que yo lo hiciera— respondió Noelia.
—Está bien eso y cuéntame más Noelia, ¿cómo es que me conoces tanto?— indagó Cristina.
—La verdad estar a su lado es un sueño, no importa el tiempo que dure, estoy feliz— Noelia sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Vez hermano, está decidido, quiero que te vengas conmigo a Argentina.— Anuncio Cristina dejando a Noelia en shock.
—¿Algún problema, niña?, ¿Tienes tú visa vigente?— indagó Cristina con algo de esperanza.
—No puedo creer que esto me esté pasando, tengo todo en orden— susurró Noelia entre llanto.
—Ve a tu casa y prepárate, mañana por la tarde salimos— le dijo Cristina, Noelia salió aun procesando la noticia, esa sería la noticia más grande para su amiga, ya su sueño se estaba cumpliendo, después de tanto tiempo y todo eso se debía a su compañera de trabajo, quien fue la atrevida de llevar ese currículum que guardaba en su teléfono.
Llamada
—More, me voy a Argentina— le soltó Noelia al tomar la llamada.
—¿Cómo?— quedo confundida la chica.
—¡Gracias a ti, me aceptaron y me voy con Cristina kigman a Argentina, trabajaré con ella, no sabes lo feliz que estoy!— exclamó Noelia feliz.
—Todo gracias a ti—
—¡Aaaaahh! No lo puedo creer— se escuchaban los gritos eufóricos de la morena.
—Esto nunca lo voy a olvidar, te prometo pagarte algún día— aseguro Noelia muy emocionada.
—Lo sé, no olvides mandar tu carta de renuncia y consígueme una foto de ese papucho de Leonel Fijan— bromeó la chica.
Termino de hablar con la responsable de cumplir su sueño y decidido llamar a sus amigos, llorando todos de alegría, el momento de ella ser feliz había llegado y solo empezaba. Las sorpresas llegarían a su momento, sin duda su nueva vida la llenaría de muchas emociones.