Capítulo 3: SEGUNDA PARTE: Los guardianes y el pueblo de la Gran muralla.
Orbus: Parece que está agradecida, señor. Agradecida porque usted la ha salvado.
Legnar: ¿Cómo decirle que no tiene que agradecer? Orbus, analiza estas voces, ve si puedes encontrar este idioma y por amor a lo que sea, ve si puedes servir de intérprete.
Orbus: Ya me he dedicado a eso, señor, pero este idioma, este planeta. No figura nada de este mundo en nuestra base de datos.
Legnar: Entiendo, en definitiva es algo nuevo. Y esta niña aún no me suelta.
Otra gota de sangre vuelve a caer al suelo, la joven chica nota su herida. Se limpia las lágrimas en sus ojos y por primera vez Legnar la ve con atención a la cara, observa que es una niña muy hermosa, de largo cabello rojo, ojos verdes y una hermosa sonrisa. Su rasgado y sucio vestido no empaña su belleza. Ella le dice algo mientras toma su mano, pero Legnar no puede entenderle, ella lo jala de la mano mientras señala hacia la muralla haciendo señas para que la siga, y eso sí que lo entiende Legnar. Pero entre la muralla y ellos están estos otros seres, los cuales guardan calma en total silencio. Perfecto la joven chica insiste y Legnar cede.
Legnar: Muy bien niña, si muere alguien más, será tu culpa. Te seguiré.
Los seis guardianes se hacen a un lado abriendo paso al visitante soldado mientras que la joven les dice algo en su idioma.
«Esta niña, ¿Quién es esta niña? Les dijo algo, pareció una orden, ellos agacharon todos la cabeza menos uno. Él que me hizo el gesto de que me detuviera. Si ahora mismo quisiera escapar no podría, pues me tienen rodeado.» Pensó Legnar mientras caminaba.
Los guardianes escoltan a Legnar y a la joven hasta el interior de la muralla. Una puerta muy alta se abre y tras ella un grupo de hombres armados aguardan, nuestro soldado recarga su arma discretamente y se mantiene alerta ante cualquier situación hostil. Pasan la pesada puerta y está se deja escuchar al golpear el suelo tras cerrarse.
–Te he visto muchacho… Te he visto caer del cielo. – dijo un anciano cuya túnica ocultaba su rostro.
Legnar: ¿Puedes entenderme?
Anciano: Puedo entender muchas cosas… La pregunta es; ¿Tú puedes entender?
Legnar: Siempre que haya una explicación no veo razón para no entender, más aún, no sé de qué hablas. He llegado a este planeta por accidente, mi nave está averiada y no tuve de otra que aterrizar aquí.
Anciano: No te preocupes, guerrero. Tu camino aquí está escrito desde hace mucho tiempo. Lo que deberás entender no tiene palabras para ser explicado.
Legnar: Vale, comenzaré a pensar que estás divagando por tu edad. ¿Quién más puede entender mi idioma? No pretendo molestar, solo busco la tecnología adecuada para reparar mi nave y marcharme, no soy hostil.
Anciano: ¿Tecnología? Jajaja aquí no hay esa tecnología que buscas mi querido guerrero. Me temo que tendrás que conformarte con este viejo anciano, no hay nadie más aquí que pueda entenderte, solo yo. Deberás confiar en mí, ¿Podrás?
Legnar: ¿No hay tecnología, dices? Anciano, habla sin rodeos, ¿Qué quieres de mí?
Anciano: Primero déjame presentarte a estos seis guardianes, ellos son quienes resguardan esta muralla, todo lo que está del otro lado, justo de dónde tú provienes está corrompido por el mal. Bestias como esa que tú enfrentaste a menudo tratan de cruzar esta muralla para comerse a nuestra gente, estos seis guardianes nos protegen de la oscuridad que acecha del otro lado de esa pared.
El sol se ha terminado de ocultar y mientras el anciano habla Legnar escucha en silencio.
Anciano: Yo soy Neferus y humilde servidor de su majestad el rey que gobierna sobre las seis naciones que hacen vida en este planeta, he vivido muchos años, estaré a tu servicio joven guerrero.
Los guardianes dejan ver sus caras completamente. Legnar los mira y piensa «Pero son similares a los humanos, a simple vista puedo ver pocas diferencias.»
Los guardianes se presentan con sus nombres uno a uno expresando palabras que Legnar no entiende, pero si puede reconocer sus nombres.
Neferus: Estos guardianes que se acaban de presentar ante ti son los más fuertes de su clase, cada uno maneja una habilidad distinta, ya los irás conociendo.
Legnar: Anciano, hablas como si fuese a quedarme aquí. No tengo tiempo para conocer a nadie a fondo, tan solo necesito comunicarme con mi base para irme nuevamente.
Neferus: Es comprensible que aún no entiendas nada. Al menos pasa la noche aquí, mañana podrás decidir qué hacer, estás cansado y lastimado según puedo ver.
Con el brazo ensangrentado Legnar considera que pasar la noche allí no es tan mala idea, además volver a la nave con tanta oscuridad después de enfrentar a esa bestia no es muy lógico.
Legnar: Bien anciano, tú ganas. Me quedaré está noche pero dime, ¿Cómo es que puedes entenderme?
Neferus: Eso es una larga historia, Legnar, guerrero que proviene de la tierra. Sería una larga historia para contar y la sabrás, pero a su tiempo. La chica a la que le salvaste la vida está muy agradecida contigo, tan solo mírala, ¡Te admira! Pusiste tu vida en riesgo por ella, y ella te estará en deuda por eso, por tanto pasarás la noche en su casa, ella cuidará de ti. Por cierto toma esto.
El anciano extiende su brazo hacia Legnar y le ofrece un pequeño frasco y en su interior hay un líquido de color morado.
Neferus: Si tomas este líquido podrás entender nuestra lengua y al entender nuestra lengua podrás comunicarte con cualquiera aquí y no solo conmigo, tendrás acceso a todas tus preguntas, pero también debo decirte que hay cosas que de llegar a saberlas te obligarán a no querer irte.
Legnar: No necesito atenciones, anciano, yo solo puedo cuidar de mi. Esta niña debe ir a casa, no la involucres a algo tan incómodo como lo es convivir con un completo desconocido, ni siquiera tu me conoces.
Neferus: Tú crees que no te conozco mi joven guerrero, tu futuro aquí está escrito.
Legnar: ¿Mi futuro está escrito? —Este hombre está loco—. Esto que me estás dando. ¿Tú dices que si tomo esto podré entender el idioma de todos los aquí presentes?
Neferus: Si.
Legnar: ¿Cómo saber que no intentas envenenarme o algo parecido?
Neferus: Tendrás que confiar en mí, joven guerrero, igualmente aquí hay suficientes soldados para domar tu fuerza.
Legnar: ¿Domar mi fuerza, dices? Claro.