Capítulo 4
Al entrar en el salón principal de la casa, divise a May en su sillón favorito – esperando a que llegara del trabajo, como hacia todos los días –, leyendo su última preciada adquisición, un libro sobre sombras y no sé qué más, a decir verdad. La trama de este libro no me llamó tanto la atención como había sucedido en otros casos. Solo sé que estaba en una batalla moral entre amar o no al antagonista de la historia.
Dejé mi cartera y mis cascos – que había dejado apoyados en mi cuello mientras hablaba con Hera – en el mostrador que teníamos en la entrada de la casa para dejar nuestras pertenencias.
Cuando May escuchó mis pasos se levantó rápidamente y corrió a recibirme. Me gustaba que siempre hiciera lo mismo cada vez que llegaba, me daba cierta ternura. A veces ella parecía una pequeña chica adolescente y yo el adulto, pero es obvio que nunca iba a ser de esa manera. Yo en ocasiones parecía un adulto de casi ochenta años por mi sequedad, pero muy pocas veces era con ella de esa manera y las veces que lo era no lo hacía para hacerla sentir mal, solo eran momentos en los que no quería saber nada.
–¿Cómo le fue en el trabajo al sobrino más tierno que nunca ha existido? – sí, esa es mi tía. Ante sus palabras puse la cara que ella ya conocía para estas situaciones – ¿De nuevo? – dijo con tono cansado, desapareciendo toda felicidad que había atravesado su cara segundos antes.
– Antes que digas nada, quiero contarte algo más importante – dije con cierto dolor.
– ¿Sucedió algo malo?
Si malo es que tu sobrino casi se tira por un puente porque tuvo un bajón depresivo que lo llevo a casi hacerlo. Si, había sucedido algo malo – respondí en mi mente
– Vamos al piano – dije encaminándome al piano de cola que estaba en la esquina del salón principal de la casa –. Sabes que explico mejor lo que siento cuando canto.
Desde muy pequeño, mi padre me enseñó que muchas veces no hace falta decir palabras para expresar lo que sentimos. La música nos transmite a través de sus melodías: tristeza, amor, alegría, dolor, entre otras muchas cosas. Él quería que yo entendiera eso. Que la música no es solo música, sino una vía de lenguaje por la que podemos decir algo que no sabemos cómo expresarlo con simples palabras.
Recuerdo un día que él y mi hermano tuvieron una discusión muy fuerte porque Acke le había roto el brazo a un niño en la escuela sin ninguna razón. Mi padre con palabras le intentaba dar a entender que lo que había hecho estaba mal, pero Acke no lo sentía como malo. Asi que, mi padre buscó su guitarra y se sentaron en el sofá de la sala de estar y tocó Zombi de The Cranberries. Después de eso Acke se levantó y se fue al patio. No volvió a entrar a la casa hasta la noche. Mi padre no volvió a intentar tocarle más canciones para hacerlo recapacitar. Fue un mes antes del accidente.
Le pregunte por lo sucedido:
– Acke es distinto de muchas maneras que tú todavía no puedes entender. Es un chico especial y por eso hay que tratarlo con cuidado.
–¿Qué quieres decir?
– Solo que cuando estés con él, ten siempre presente mis palabras.
Esa conversación siempre se quedó grabada en mi cabeza. Nunca pude entender que sucedía con Acke.
Tía May y yo nos acercamos al instrumento y Ella se sentó a mi lado en el banquillo predestinado al piano, estando rotalmente concentrada en lo que yo iba a tocar.
Delicadamente coloqué mis dedos sobre las teclas para comenzar a tocar y, a su vez, cantar Grey de Why Don’t We. Era una canción que trataba de todos los errores que uno comete y que terminan alejando a la persona que amas, volviéndote en una tristeza profunda por todo lo sucedido y arrepintiéndote por ello, o al menos así lo entendía yo. A mi tía le he hecho mucho daño y estoy claro de eso, la he hecho sufrir, y quiero arreglar todo antes que sea totalmente tarde. He perdido mucho, no quiero perderla a ella también.
I can't even hide it
I haven't stopped thinkin' 'bout
Your lips mm, your lips, yeah
I'm losing my mind
It's been too long, I'm missin'
Your kiss yeah, your kiss
You
You've been there through it all
You answered all my calls
Ooh
I can't believe I let you go
Tears and slammin' doors
I'm fallin' out on the floor
Beggin', beggin', please
You don't want me no more
I never hurt like this before
I'm beggin', beggin', please
Now every day it rains
And I'm the one to blame
Baby, I walked away
When you came to stay, oh
Now everything's grey
Llegado de nuevo el coro ya sentía mi garganta ronca y mis mejillas húmedas por todo lo que esta canción reflejaba y transmitía para mí, al igual que podía escuchar los sollozos de mi tía.
Una vez acabada la canción todo se sumió en silencio y lo único que podía escucharse eran nuestros sollozos.
– Lo intentaste ¿verdad?
– No – dije en un susurro casi inaudible –. En realidad, fue una crisis depresiva que llevó a mi subconsciente a actuar instintivamente, pero alguien me detuvo – se me quedo mirando sorprendida.
–¿Quién fue?
– Fue mi luz tía. Mi luz – solté, mientras la acercaba a mi para abrazarla con fuerza.
Me devolvió el abrazo con la misma fuerza. Solo podía escuchar su llanto, así que continúe:
–¿Recuerdas que, de pequeño, después del accidente, de lo único que te podía hablar era de esa luz que se había ido sin despedirse y que no sabía si la volvería a ver? – se separó de mi para mirarme a la cara mientras le hablaba.
– Lo recuerdo como si fuera ayer, te tenía muy idiotizado – soltó una pequeña risa al igual que yo.
– Si – di un pequeño respiro y seguí –, pues volvió y me salvó de hacer algo que hubiera sido lamentable.
– Mi niño… ¿Cómo pudiste siquiera pensar en hacerlo? – note en su cara un muy claro dolor.
– Sabes cómo me he sentido todos estos años tía. Yo debí haberme ido con ellos y es lo que he creído desde que ellos no están a mi lado o al menos es lo que me ha hecho creer mi cabeza y mi lógica – me detuve un momento –. Mis bajones estaban controlados, pero al parecer esta noche casi me llevan a hacer algo que te hubiera destruido.
– No sabes cuánto. Me hubiera ido contigo.
– No digas eso tía May.
– Pero es la verdad Loke – hizo una pausa –. Eres todo lo que tengo y más que mi sobrino te has convertido en mi hijo y no sabes cómo me hubiese sentido si te llegaba a ver en una de esas malditas bolsas negras, en las mismas en donde vi a mi hermano y a tu madre – soltó un llanto que me hizo estremecer.
– Pero no sucedió y estoy aquí – le agarré la cara por las mejillas y comencé a limpiar sus lágrimas con mis pulgares – y no iré a ningún lado. Se que necesito ayuda y te la estoy pidiendo. Quiero retomar mis sesiones con la Sra. Collins. Haré lo que sea. No quiero vivir más así.
–¿En serio lo dices? Porque no soportaría perderte. Antes que mueras, me muero yo – afirmo.
– Voy a luchar por vivir como un gladiador. Se que no será un camino fácil y voy a necesitar que estés a mi lado.
– Eso ni lo dudes. Siempre voy a estar para ti, mi pequeño gladiador – dijo con cariño.
– Te amo tía – le agarre ambas manos –. Puedes dudar de lo que sea, pero no de eso.
Recostó su cabeza en mi hombro y dijo: – Lo sé, mi niño.
Mi tía es todo para mí y sé que ha llegado el momento de reorganizar mi vida, no puedo seguir así. Lucharé por merecerme esta segunda oportunidad que mi familia y la vida me otorgó. Tardé unos años en darme cuenta, pero es mejor tarde que nunca.