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Ajuste

Capítulo 1

La mayoría de las personas afirman que tenemos un propósito por el cual estar en el mundo. Yo en lo personal no entiendo esa afirmación. Las personas piensan que mientras estemos con vida tenemos que disfrutarlo y hacer todo aquello que nos hace felices, ya que nuestro tiempo aquí es limitado. Pero creo que no ven la realidad.

El mundo es asfixiante, cruel e injusto. He sido huérfano desde muy pequeño, ya casi ni me acuerdo del aroma del perfume de mi madre o de la gruesa risa de mi padre, hasta incluso lo que se sentía tener un hermano mayor – refiriéndome a un lazo biológico claro está –. Porque si nos ponemos a hablar en hechos, Joe ha ocupado y se ha ganado esa consideración. Él ha estado siempre allí y yo siempre he estado allí para él. Creamos un gran lazo de confianza. Él es de las pocas personas que no considero una mierda.

Desde el día que perdí a mi familia, no volví a ser el mismo. Mi mundo se vino abajo. La psicóloga, mi tía May, Joe y las otras personas que eran cercanos me decían que debía seguir adelante por mi familia, que ellos me protegieron para que yo librará la batalla entre la vida y la muerte, pero ellos no entienden que es vivir con el recuerdo vivido de cómo veías a tus padres irse poco a poco de este mundo y ni tampoco cómo se siente saber que no quedó nada de tu hermano mayor de ese desastroso accidente.

Recuerdo todos los días todo lo que sucedió después de eso. Son cosas que te marcan y nunca se olvidan. Entre ellas están: La mudanza de mi tía May al pueblo – la hermana de mi padre – porque pasaba a ser mi representante legal. Aunque era muy joven cuando se hizo cargo de mí, no dudo ni un segundo en aceptar la custodia. Por otra parte, las idas al consultorio de la Sra. Collins - la cual había hablado con mi tía para tratarme psicológicamente y así descartar cualquier trauma –. El rechazo y la burla de todos mis amigos – si es que se les podía llamar así – de la infancia, los cuales se reían de mi situación mental y me excluían de cualquier plan debido a que no tenía personas en mi vida a los cuales llamar “mamá” o “papá”. Lo sé, es estúpido que, en vez de apoyarme me hayan excluido, pero son cosas que hacen los niños sin ninguna razón.

En fin, la cosa es que mi vida no ha sido fácil. Al tener todos estos factores juntos y presentarse al mismo tiempo, conllevo a que desarrollara a lo que globalmente se conoce como depresión persístete. Desde los 7 hasta los 12 años estuve yendo a sesiones semanales con la Sra. Collins para que “liberara mis sentimientos” – como ella le decía –, pero para mí eso era una mierda con todas las palabras. Con la única con la que me apetecía hablar era con mi tía May. Ella nunca me presionó y me dio mi espacio y tiempo para reaccionar.

En parte acepté ir a las sesiones para hacerla feliz. Es la única familia que me queda. Claro que sé que no he sido muy justo con ella en cuanto a mi comportamiento. Sé que ella está muy preocupada por mis andanzas con las metanfetaminas y el alcohol, pero es mi vía de escape. No soy un adicto a ellos, pero los uso cuando tengo mis bajones.

He llegado a pensar que todo sería más fácil para ella si yo no estuviera en este maldito mundo de mierda y me fuera a reunir con mi familia a donde sea que estén.

No digas eso carajo, ella se iría contigo si te llegara a pasar algo, ya sufrió mucho después de la muerte de papá – me dijo la voz en mi mente. Y sé que tiene razón, pero estoy cansado de luchar y tratar de encontrar esa luz que me va a dar una razón para vivir. Sé que es egoísta, pero no creo ser el único que ha llegado a pensar así. Creo que la mayoría de las personas con depresión pensamos constantemente lo mismo. Tenemos desesperanza en las cosas, somos pesimistas ante ellas.

Saliendo de la avenida principal del pueblo, sigo caminando por la vía que recorro diariamente para dirigirme a casa.

Durante el recorrido pienso la manera de decirle a mi tía que me han despedido del trabajo…otra vez – van 5 despidos y contando.

Ya sé cómo va a ser la situación, siempre es así. Yo llegaré a casa, ella estará en su sillón favorito leyendo uno de los libros que tanto le gustan – los cuales me ha enseñado a apreciar como si fueran oro puro –, me acercaré, le contaré lo ocurrido como siempre – me despidieron por insultar a un cliente; me despidieron por tirar una góndola en el supermercado; me despidieron por beber alcohol; me despidieron por partirle la cara a un camionero, etc. –. Ella dirá que necesito ayuda y que ya tiene todo listo para que comience con un grupo de apoyo, para liberarme y abrirme a otros y asi contar mis problemas. Yo le diré que no voy a ir a ningún grupo de apoyo para hablar de mis problemas, porque no me interesa hacerlo. Ella se quedará callada y se dirigirá a su habitación, encerrándose en su baño privado para que no la escuche llorar. Sufriendo por saber que no estoy bien emocionalmente.

Ella lo sabe. Lo siente. Pero sabe que con presionarme a abrirme y contar todo lo que tengo para mí a otras personas que no sean ella, no va a lograr nada.

Voy llegando al puente que une a la zona residencial con el centro del pueblo y me detengo viendo el extenso lago que fluye debajo de él. Siempre me ha gustado The High Valley. Es el lugar perfecto para mí. Solo, triste y vacío, como yo. Claro que no puedo decir lo mismo de sus pobladores.

Mientras escucho Demons de Imagine Dragons en mis audífonos me quedo parado en medio de la vía, usualmente no transcurre ningún auto a las horas a las que suelo salir de trabajar. Me gustan más los trabajos nocturnos, aparte de que pagan más, no hay tanta presión para acabar las labores rápido, al igual que no hay muchas personas.

En el pueblo soy muy conocido por todo lo que he pasado y cada vez que voy a un lugar me vuelvo el centro de atención, por eso no salgo mucho durante el día de la casa, solo para situaciones que lo ameriten.

Sinceramente no me he ido de este pueblo porque he fabricado mi rutina y me siento cómodo aquí, no conozco nada más allá del pueblo, después del accidente no me volví a subir a ningún vehículo con ruedas. No puedo hacerlo. Antes de volverme a subir a una de esas máquinas del demonio que me arrebató a mi familia, me mato.

Cuando comienza el estribillo de la canción me encamino a la baranda del puente y me subo en el mismo.

Mientras escuchaba la canción, cantaba y detallaba la letra en mi cabeza. Esa era la única canción que tenía en mi celular – no solo conocía esta canción, en realidad tengo un muy amplio gusto musical, pero esas las escuchaba en casa –. Siento que esa canción describía totalmente a Locke Creuse.

Todo aquel que supiera de mí sabía que estaba lleno de demonios de los que nunca más escaparía. No podía alejarme del pasado, mi mente, los recuerdos no me dejaban.

De forma inconsciente di un pequeño paso en la gran baranda del puente, mientras en mi mente se reproducían todos los recuerdos de esa tarde. Después di otro, y otro, hasta que levante un pie para dar el último paso y escuche una voz detrás de mi espalda, una voz femenina. Me detuve un segundo, pero decidí no prestarle atención y seguir con la acción que mi mente inconscientemente me estaba impulsando a hacer.

Hubiera logrado mi cometido, sino hubiera habido una mano que me bajara de un golpe de la baranda, cayendo estrepitosamente al duro asfalto, provocando de esta manera que no les llegue oxígeno a mis pulmones

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