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CAPITULO 3. (parte 1)

No cuentes con mis encantos

—¿Qué voy a hacer Ry? Si repruebo el año, perderé la beca —metí una cucharada inmensa de helado en mi boca, más de la que era posible que tragara, sin querer pronunciar en voz alta el resto de mis pensamientos—. No puedo perderla… ¿Qué haré?.

—No te desesperes, Meg, y no hables en singular como si estuvieses sola en esto —me reprendió, pero me hizo sentir un poco mejor.

—Lo sé, es solo que… estoy tan asustada. Es mucho para mi sola, ¡dos matemáticas! —aunaún me costaba creerlo.

—Estoy pensando, ¿de acuerdo? Pero no caigas entres en pánico — respondió comiendo helado de forma más decorosa—. esteEste problema no se ahogará en helado por más que lo intentes.

Ignoré su advertencia calórica y seguí atacando el suculento postre.

Guardamos silencio un momento mientras veíamos televisión acostados en su cama. Cuando alguna crisis nos azotaba el punto de encuentro era su residencia, porque él tenía menos gula y podía guardarme mi dotación de helados y galletas, mientras que si lo mantenía a mi alcance desaparecía en un parpadeo.

—¡Lo tengo! — ggritó haciendo que me ensuciara de helado por el susto—. En la universidad hay un grupo de tutores.

—¿Un grupo de qué? — era primera vez que escuchaba algo así.

—Están dedicados en exclusivo a dar tutorías a todo el que lo necesite. Te explico, hace unos meses Taylor salió con una chica que me dijo que recibió clases de física y que tenían los exámenes de años pasados para estudiar. Puedes ir a inscribirte y que te den clases que te ayuden a pasar ambas materias — su cara era de felicidad.

—O… —medité por un segundo— puedo seducir a un nerd para que haga los trabajos por mí y me de los exámenes.

Ryan alzó una ceja y comiendo otro poco de helado se encogió de hombros:

—Lo que más te funcione y que no te haga repetir el año.

.

***.

—Espera — me dijo mientras tecleaba con rapidez en su teléfono, esperó la respuesta y volvió a hablar— .Taylor dice que esqueda en el aula 320veinte320, y el grupo se reúne después de las dos de la tarde. Las tutorías se establecen con cada tutor de forma individual y pueden usar el salón o cualquier otro que este libre en ese momento. Eso es todo lo que sabe.

—Está muy bien enterado, ¿no? — dije alzando mi ceja.

—Tenía que saberse los horarios para que no lo atraparan con los pantalones abajo follando.

Ambos nos reímos a costilla de Taylor, y cuando me contó de la bofetada del día anterior se me saltaron las lágrimas y me comenzó a doler la barriga. Taylor estaba para comérselo con chocolate, pero era bastante idiota y demasiado mujeriego, incluso para mí. Pero como sabía que a mi hermano le molestaba, no perdía la oportunidad de insinuarle que me gustaba por el puro placer de verlo celoso.

—Tengo que agradecerle el favor a Taylor —sugerí y mi hermano arrugó el entrecejo.

—Yo me encargaré de pagar tus favores con mi amigo, Megs —su tono era de advertencia.

—Mi pago le gustará más —insistí pero la mirada que mi hermano me dedicó me hizo sonreírle, descubriendo la broma que le gastaba.

.

.***

Mi segundo día de clases arrancó con mejor pie. Para cuando llegó Ryan a buscarme yo ya estaba terminando de maquillarme. Su cara de sorpresa la guardaré por el resto de mi vida. Además, como salimos más temprano de lo esperado nos dio tiempo de pasar por un café decente, en vez del de la cafetería que lucía y sabía a agua sucia. Con mi café en mano entré a la universidad con mi hermano.

Hoy las miradas eran más indiscretas que ayer. Me coloqué un vestido azul oscuro bastante ajustado, corto por las rodillas y sin tirantes con un escote corazón. El clima comenzaba a cambiar para recibir al otoño y este era un vestido de verano, pero la misión que tenía hoy lo ameritaba.

Con posesión y protección Ryan me tomócogió por la cintura haciendo rodar mis ojos detrás de mis gafas de sol, amaba que me protegiese pero como siguiese así no tendría una cita en mucho tiempo.

—¡Hey Bro! — saludó Taylor—. Por Dios Megan, harás que deje de llamar Bro a tu hermano y comience a llamarlo cuñado — me reí ante su comentario siempre coqueto, pero Ray en cambio lo fulminó con la mirada, hasta que este alzó las manos en son de paz—. Te venía a decir que cambiaron de aula. Ahora están en el 307 —evitó mirarme, pero alzó las cejas hacía Ryan.

Sonreí.

—Gracias Tay Tay — dije con Sorna mientras me alejaba a mi primera clase, bajo su imprudente mirada y la risa de Ryan.

.

.

Entré al salón y me senté en mi puesto habitual, al lado de la ventana.

—Meggi — dijo la única persona a quien tenía permitido llamarme así.

—Hola Nicole — la abracé con cariño.

Nicole era mi única amiga y la conocía desde el instituto. Compartíamos siempre algunas clases y aunque lo intentamos no quedamos juntas en la misma residencia, aunque aún no perdíamos la esperanza de lograrlo. Nicole era de las pocas muchachas que no se sentía nada atraída por mi hermano y se debía a que era lesbiana.

Recuerdo que cuando me lo dijo me sorprendí; incluso sentí miedo de que yo fuese objeto de sus deseos, pero supo ubicarme muy bien porque la segunda frase que me dijo después de «soy gay» fue «tú no eres mi tipo», y si era cierto o no, no me importaba; Sentí mucha vergüenza de que ella pudiese confiar en mi de esa forma y que yo reaccionara de aquella manera ante lo que fue una de las declaraciones más difíciles que había hecho. Lo que ella hiciera con su vida y su cuerpo, siempre que la hiciera feliz, no era de mi incumbencia.

—Acabo de llegar directo del aeropuerto, perdimos el vuelo de regreso porque mi papápadre se empeñó en tomar una ruta “panorámica” para disfrutar el trayecto. Al parecer la ruta panorámica bordeaba la ciudad en vez de atravesarla. Fueron las cuatro horas más largas de mi vida — ella como siempre tan dramática.

—Tampoco es que te has perdido de mucho. Ya sabes cómo es el primer día. Oh, bueno aunque si te perdiste de algo — me sentí un tanto avergonzada por la noticia que iba a darle—, resulta ser que me quedó matemática 1 y ahora veo ambas matemáticas y si no apruebo con un 70%setenta por ciento adiós segundo año y beca.

—¡¿Qué?! — gritó.

¿Es que no sabían reaccionar de otra forma?

.

***.

Me despedí de Nicole y Ryan, mientras caminaban anudados de brazos hacia la salida. Ambos iban guiñándoles los ojos a las mismas chicas, cosa que les encantaba hacer como una pequeña competencia sobre quien se sonrojaba con quien. Aunque Nicole tenía la teoría de que cualquier mujer, aunque fuese un tanto insegura de su lesbianismo, se tiraría a Ryan solo para probar, porque él estaba tan bueno que cualquiera se haría bisexual con tal de no quedar como un idiota y decirle que no; así las cosas, el juego estaba adulterado desde un principio.

Llegué al salón 307, toqué un par de veces y una voz masculina me dijo que pasara.

El salón tenía unos seis muchachos que ni se molestaron en subir su rostro desde el cuaderno cuando entré.

—Hola — saludé a nadie en particular.

Todos alzaron la vista y se codearon unos a otros como para asegurar de que nadie se perdiera mi presencia. Sonreí lo más amplio que pude y les regalé un pequeño y coqueto mordisco en mis labios. Uno de ellos sacó un inhalador y tuve que contener la risa con mucho esfuerzo.

—Necesito tutorías de matemáticas — no bien terminé la frase sus caras se alargaron con tristeza.

Me quedé esperando por una respuesta, hasta que las miradas acusatorias entre todos designaron al valiente que debía responderme.

—Estem, uhm… —tartamudeó de forma adorable—, este es el club de matemáticos. El grupo de tutorías se reúnen en el salón 301 al final del pasillo.

—Ups — me despedí caminando a la puerta y les guiñé un ojo con chulería.

Cuando cerré la puerta escuché sus exclamaciones emocionados y reí mientras caminaba al salón correcto. Antes de abrir la puerta me revisé el atuendo.

Toqué y entré sin esperar respuesta. Siete chicas estaban sentadas leyendo revistas de forma distraída y una de ellas le pintaba las uñas a la otra. Revisé el titulo impreso en la identificación del salón para confirmar que estaba en el correcto. Este vestido aquí no me serviría en nada, sabía que no era la favorita entre las mujeres.

—Hola — me animé a decir—, ¿este es el grupo de tutorías?

Las miradas se fijaron en mí y recorrieron mi atuendo con más descaro que los muchachos segundos antes. Vi formar en los rostros de cada una las miradas a las que ya estaba acostumbrada: molestia, celos, envidia, inseguridad, rabia.

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