Sinopsis
Yo, Megan Asper, la chica más popular de la Universidad, de cabello largo y dorado, ojos lapislázuli, 36C, curvas, caderas. Es decir, estoy lo que se dicen buena; que he tenido más relaciones de las que una dama puede contar y que he roto tantos corazones que sé que hay un lugar reservado para mí en el infierno; estoy enamorada de Alejandro Hott, un idiota cuatro ojos, presidente del club de matemáticas, ajedrez e informática, con unos frenillosaparatos odiosos y fanático de las historietas y los juegos de videos, y, por favor sujétense a su silla, virgen, ¿pueden creerlo? Yo con un virgen. Pero nadie me hace reír como él con sus chistes imbéciles y ese pequeño ruido que hace con su nariz cuando se carcajea, que me saca de mis casillas al mismo tiempo que me encanta. Amo todo de él, sus lentes de pasta gruesa, su corbata de pajarita, sus tirantes y su ridícularidículo pijama de Elfos. Pero lo peor de esta historia, es que yo a él no le gusto. Yo, Ryan Asper, no soy el más popular de la Universidad, soy el más mujeriego, ese reconocimiento es el que prefiero. Tampoco mentiré porque la modestia es un don por el que no hice fila en el cielo, soy malditamente atractivo, y es que no puedo menospreciarme después de todas las horas al día que dedico al ejercicio para verme bien, sentirme bien y tener un cuerpo sano. Tengo el cabello castaño dorado y un poco largo, paso más tiempo del que reconoceré arreglándolo para que me haga ver como si acabase de follar, y tengo todos los músculos de mi cuerpo bien marcados y definidos, mejor que si me hubiesen hecho con photoshop. Las mujeres con las que me he acostado responden al mismo patrón: piernas largas, sexys, sensuales, dispuestas a todo y bien buenas. Así que la mujer que amo por supuesto que es… todo lo contrario. Mikaela Hott, es pequeña, de piernas cortas, infantil, inexperta y con unos cuantos —bastantes— kilos de más. No come sano, nunca ha ido a un gimnasio, le da alergia trotarcorrer y su concepto de ejercicio es una ofensa para la vida sana. Pero su fuerza, su inteligencia y su seguridad me tienen idiotizado. Ella acabó con todos mis esquemas y patrones. Ah, ¿mencioné que tengo 20 veinte años y ella 17diecisiete? Si, así de jodido estoy.
PREFACIO
Yo, Megan Asper, la chica más popular de la Universidad, de cabello largo y dorado, ojos lapislázuli, 36C, curvas, caderas. Es decir, estoy lo que se dicen buena; que he tenido más relaciones de las que una dama puede contar y que he roto tantos corazones que sé que hay un lugar reservado para mí en el infierno; estoy enamorada de Alejandro Hott, un idiota cuatro ojos, presidente del club de matemáticas, ajedrez e informática, con unos frenillosaparatos odiosos y fanático de las historietas y los juegos de videos, y, por favor sujétense a su silla, virgen, ¿pueden creerlo?
Yo con un virgen. Pero nadie me hace reír como él con sus chistes imbéciles y ese pequeño ruido que hace con su nariz cuando se carcajea, que me saca de mis casillas al mismo tiempo que me encanta. Amo todo de él, sus lentes de pasta gruesa, su corbata de pajarita, sus tirantes y su ridícularidículo pijama de Elfos. Pero lo peor de esta historia, es que yo a él no le gusto.
Yo, Ryan Asper, no soy el más popular de la Universidad, soy el más mujeriego, ese reconocimiento es el que prefiero. Tampoco mentiré porque la modestia es un don por el que no hice fila en el cielo, soy malditamente atractivo, y es que no puedo menospreciarme después de todas las horas al día que dedico al ejercicio para verme bien, sentirme bien y tener un cuerpo sano. Tengo el cabello castaño dorado y un poco largo, paso más tiempo del que reconoceré arreglándolo para que me haga ver como si acabase de follar, y tengo todos los músculos de mi cuerpo bien marcados y definidos, mejor que si me hubiesen hecho con photoshop.
Las mujeres con las que me he acostado responden al mismo patrón: piernas largas, sexys, sensuales, dispuestas a todo y bien buenas. Así que la mujer que amo por supuesto que es… todo lo contrario.
Mikaela Hott, es pequeña, de piernas cortas, infantil, inexperta y con unos cuantos —bastantes— kilos de más. No come sano, nunca ha ido a un gimnasio, le da alergia trotarcorrer y su concepto de ejercicio es una ofensa para la vida sana. Pero su fuerza, su inteligencia y su seguridad me tienen idiotizado. Ella acabó con todos mis esquemas y patrones. Ah, ¿mencioné que tengo 20 veinte años y ella 17diecisiete? Si, así de jodido estoy.