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Nos sentamos en una de las primeras cafeterías que encontramos. Hace más calor que de normal, no me considero una persona calurosa pero hoy de verdad que el clima está muy cálido en la capital, y no me gusta sentirme pegajosa por el sudor, le he cogido asco en el embarazo. Aunque la pregunta ¿a qué no le he tenido asco durante el embarazo?
Siento un agudo dolor en la parte baja de mi vientre, no puedo evitar la mueca y el posterior sonido de dolor. Alertando de inmediato a Dominic.
- ¿Qué pasa?
- Duele.- sollozo cuando vuelve a doler pero con más fuerza.
- Vamos al hospital.
- No, solo un momento.- vuelve a doler y cuando me levanto un líquido algo pegajoso baja por mis piernas.- No es tu hora todavía.- sollozo al saber que estoy de parto.
- Vamos ya al hospital.
Mi primo me toma en brazos, le da igual la ropa de la bebé y a mi en estos momentos también. Ella debe vivir, da igual si yo muero, ella tiene personas que se lo van a dar todo, que la van a amar siempre. Esté yo o no, siempre la voy a amar, siempre, y la cuidaré desde donde quiera que esté.
- Duele mucho Dominic.- él conduce como un loco, mi primo no espera ni un solo semáforo, le dan igual los pitidos de los coches, mientras llama a mi padre para que vaya corriendo al hospital.
- Aguanta pequeña, por favor aguanta.
- Duele, me muero.- parece que exagero pero no.- Si tienes que decidir.
- No voy a decidir Oriana.
- Si tienes que decidir, eligela a ella, por favor Dominic.- lloro.- Es lo único que tengo.
- Es lo único que tienes de él
- Y de mí.- termino.- Ella es mi mayor tesoro Dominic, es lo que yo más amo en este mundo.
Llegamos al hospital sin que él hable, pero sé que va a hacer lo que yo le he pedido, sabe porque lo he hecho y no se negará jamás a nada que yo le haya pedido.
Veo entrar a papá y Drako, mi hermano pequeño se encuentra completamente pálido. Puede que por un tiempo lo odiase, por ser el favorito, él que todo lo hacía bien, pero es mi niño pequeño, él es quien me esperaba en casa con la boca llena de chocolate y ganas de jugar.
- Duele Dominic.- sollozo muerta del dolor.- No me encuentro bien.- no puedo verme, pero puedo asegurar que la palidez de mi cuerpo no debe de significar nada bueno.- Enzo acercate.- pido y él lo hace, obediente como siempre.- Si algo me pasa recuerda que te amo y estoy orgullosa de ti.- casi ni puedo hablar, esto duele como la mierda.
- Nada te va a pasar nada.- intento calmarlo con una sonrisa que queda a medio camino por el dolor de una nueva contracción.- No valen los “y sí...”, ¿te acuerdas?- se voz esconde su desesperación, las ganas por llorar que aguanta al saber que lo que digo es completamente cierto.
- Enzo, la posibilidad de que muera es alta.- no puedo mentirle y darle falsas esperanzas.- Vive, nunca olvides vivir y amar.- un fuerte dolor me hace chillar, interrumpiendo las miles de cosas que necesito decirle a mi hermano.- Vive Drako, hazlo siempre.- porque sé que ya no aguanta a mamá y que yo soy uno de sus fuertes pilares.- Te amo pequeño.- susurro, creo que no llega a escuharlo.
Los médicos no tardan en aparecer, me llenas de cables para controlar mi débil corazón. Dominic no se aparta en ningún momento de mi lado aunque puedo ver las gruesas lágrimas que caen por sus mejillas. Puedo ver el miedo en sus ojos, me arrepiento de verlos con tanto dolor y miedo, pero no me arrepiento de la decisión de tenerla, siempre será la mejor decisión de mi vida. Ella siempre será lo mejor de mi mundo.
Los médicos se preparan rápido y hacen la primera incisión en mi cuerpo, cuando la escuche llorar sobré que todo ha ido bien y podré descansar en paz, nada me atormentará.
Los llantos inundan la sala, me dejan respirar al saber que mi niña está sana, no lo digo yo. Lo dicen los médicos, lo gritan desencadenando mi risa de alivio, pero sé que mi tiempo es limitado, muy limitado, estoy a punto de irme.
- Dominic.- pido en un susurro, viendo las lágrimas de felicidad que caen por sus mejillas.
- Dime peque.
- Makani.- le digo el nombre de mi niña.- Makani Calvin.- le sonrío
- ¿Qué?
- Ella es Makani Calvin, Dominic.- él asiente.- Yo su madre, Edey Calvin su padre, inscribela así.
- Lo harás tú.
- Prometeme que la única personas que algún día sabrá quien es Edey, será ella, nuestra hija.
- Ana, se lo dirás...- se detiene cuando cierro los ojos. Sé que él cumplirá la promesa aunque no le haya escuchado decirlo.
- HA ENTRADO EN PARADA.- como predijeron aquel día mi corazón no resistió pero mi niña era sana, hermosa y la alegría de una familia sumida en la oscuridad y el dolor.
Permanezco en la cama del hospital sin hacer nada, creí que había muerto y por unos segundos fue así bueno por unos minutos fue así. Aunque podríamos decir que permanecí más tiempo muerta, no pude hacer nada por dos meses. Estuve en coma, justo antes de morir pensé en decir toda la verdad, dar el nombre y pedir que alguien contactase con Edey pero volví a ser una cobarde, volví a tener miedo y acabé por no hacerlo.
- ¿Quieres tomarla?- niego débilmente, no me siento madre.
Siento que soy una mierda, que jamás voy a ser madre. Soy una puta egoísta que le está quitando algo hermoso a su hija, el amor de su padre. Yo puedo darle todo mi amor pero será suficiente y en algún momento de su vida ella me reclamará por todo el tiempo que le quité con su padre. Soy mala madre y todavía no he tenido la oportunidad de ser madre.
- Hoy sales de aquí.- me dice papá.- ¿Qué harás?
- Ir a la universidad, si quiero un futuro para ambas es lo que debo de hacer.
- Podemos casarte...
- No, quiero que ella esté orgullosa de quien es su madre, no quiero ser como tu esposa.
- ¿Qué insinuás?
- Yo no insinúo nada, confirmo.- ella me mira molesta.- No cuentas ni como ama de casa, no has hecho nada productivo en tu puta vida, solo insultarme y golpearme.
- No me tientes niña.
- No me tienes a mi, ya no tratas con aquella adolescente que te tenía miedo.- ella me mira furiosa.- Lleva cuidado mamá.
- Ya hemos preparado las cosas de Remei.
- Mi hija se llama Makani.- la corrijo.
- Odio que Drako te haya hecho caso al inscribir a la puta niña.- así que esa es la mentira que le han contado, al menos veo que mi padre todavía aprecia ciertas cosas por mucho miedo que le tenga a a la condenada de su esposa.
- Bueno es mi hija y no la tuya, de llamarse Remei yo le cambiaba el nombre, no te preocupes.- le sonrío.- Y tampoco voy a volver a la casa, me voy a un apartamento.
- Oriana...
- No, está decidido.
Por la tarde me dieron el alta, mis padres decidieron no venir, según ellos estaban muy ofendidos porque los había utilizado. Ahora se sienten utilizados cuando toda mi vida me han utilizado, me odian y me mandaban lejos de casa, pero siempre que podían me llevaban a esas fiestas de ricos para mostrarme como un gran tesoro. Les gustaban los halagos que recibían por mi belleza y me obligaban a callar cuando hacia notar mi inteligencia. Mi abuela Virginia fue la que me enseñó que no existe mayor virtud que la inteligencia y la personalidad propia, así como me hizo ver que la inteligencia no siempre se basa en el grado de estudios que tenga una persona, y que existen infinidad de inteligencias. La hecho de menos, mucho, la extraño cada día que pasa y por desgracia no puedo volver atrás. Pero ahora sé que mi hija y yo tenemos una gran protectora allí arriba, alguien que siempre velará por nuestra seguridad.
- ¿Nos veremos?
- Por supuesto Enzo.- le sonrío.
- Me dio miedo perderte.
- A mi no me dio miedo perderme, me sentí libre.- le sonrío, con sinceridad.
- ¿Y ahora?
- Ahora que ellos no pueden hacerme daño vuelvo a sentirme libre Drako, por primera vez en años me siento libre.
- Me alegro que seas libre al fin.
- Recuerda Enzo, la libertad es el mayor sentimiento al que debes aspirar, cuando no te sientas libre, alejate porque entonces te apagarás.- acaricio su mejilla.- Te quiero hermanito.
Dominic abre la puerta de su apartamento o mío, el edificio por entero me pertenece así que bien podríamos decir que su apartamento es realmente mío.
Dejo mis cosas y las de Makani en la habitación de invitados y me quedo en la cama, sentada, mirando a la nada. Sintiéndome libre pero culpable, soy una mierda de persona aunque yo siempre me he considerado buen. Sin embargo, ahora tengo un secreto que me ahoga, no me importa mentir a nadie sobre el padre de mi hija, me ahoga no decirle a él que es padre. No solo le quito la oportunidad de mi niña a tener un padre, sino que le estoy quitando también la oportunidad a Edey de ser padre.
- Deja de sentirte mal.- me pide Dominic entrando a la habitación con mi hija en brazos.
No puedo ni sostenerla porque cuando abre sus ojos siento que se me corta la respiración, comienzo a ahogarme y siento que me muero. Pensé, como una tonta, que Makani heredaría mis ojos azules, igual que había heredado mi cabello azabache y mi piel pálida, pero no,tenía sus ojos lo que por cierto me complicaba más las cosas.
- Déjame en paz Dominic.- le digo de malas maneras.
Él se va, no me juzga pero sabe cuán emocionaba estaba por ser madre, sigo igual de emocionada pero la culpa me consume, no me deja ser feliz con mi niña. Y en realidad es todo mi culpa, llegará un momento en que todo el mundo me señale y reproche, pero eso ya lo tenía asumido de antes. Lo que no tengo asumido y nunca podré asumir es que mi niña me mire con decepción al saber que jamás di la cara y le conté a su padre de ella.
- Toma, él no parece muy afectado.- deja caer una revista en la cama.
Aprieto mis labios en una fina linea, esto no es nuevo pero sigue doliendo como el primer día.
- LARGO, LARGATE.- mi niña en sus brazos comienza a llorar.- VETE Y CALLALA, HAZ QUE PARE.- le chillo fuera de mí.- LARGATE Dominic.
Él se va, me deja sola con todos mis problemas. Algún día enloqueceré y solo habrá una culpable, y ni hoy ni nunca seré yo, la culpa de todo la tiene ella, la mujer que me crió Remei Klein es la puta culpable de todos mis problemas menos uno, el de no poder decir la verdad sobre el padre de mi hija.
Si pude decirle a Dominic es porque creí que moría y porque estaba claro que mi hija llevaría el apellido de su padre. Puede que yo sea una cobarde pero ella no es una niña ilegitima, ella es mía y si su padre llega a despreciarla pues le quitaré el apellido, jamás me pesará ser la única de los dos en amarla.
Lloro descontroladamente, sin poder dejar el pasado atrás, solo pensando en un futuro catastrófico del que no sé como salir. Yo me metí sola, yo me metí con un hombre dolido y despechado ahora me queda aguantarme. Sabía por revistas de cotilleos que antes de estar con su prometida era así, ¿por qué me creí especial? Supongo que por primera vez quise despegarme de las garras de mi madre, y creer que en verdad alguien me valoraría. La única persona que siempre me va a valorar seré yo, y eso es algo que he tardado en comprender pero que ahora entiendo a la perfección.