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Eres mi sol, yo soy tu luna

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Sinopsis

Salí del apartamento, sostuve mi corazón, el dolor de dejarlo todo, pero mi hija siempre fue una prioridad, no me importaba perder la vida mientras ella vivía, no me importaba si tenía que vivir mi vida. . toda la vida de un violador, he vivido en una casa como esta, puedo vivir debajo de un puente, si sé que está mejorando y sé que Edey lo hará feliz, creo eso. el amor que le mostró a mi hijo este mes sigue siendo el mismo y aún mayor cuando sabes que ya lo tienes. Con lágrimas en los ojos, pero una sonrisa en el rostro, me subí al auto y miré el departamento por última vez, recordando la casa de Edey por última vez. Respiré suavemente con mi mano, no quería que me golpeara por accidente, era un poco lento para caminar, lo siento, dejé demasiado al Dragón. Dejé que me dijera todo lo que había perdido toda mi vida, aunque ni mis abuelos ni mis padres sabían que yo sabía toda la verdad y que aunque tenía ocho años, tuve la oportunidad de ser mi madre. reunir. Ella fue una gran mujer que mi padre me obligó a dejar con ella, entonces yo tenía miedo, no quería que le pasara lo mismo a mi madre, odio la idea de cambiar la historia. y no quiero que vea a mi destructiva familia, ¿cómo puede amar a alguien que ha permitido tal abuso? Me odiaría si supiera la verdad, como cualquiera que me odie, y yo preferiría vivir sabiendo que me odia por esconderme de nuestra hija, vivir sabiendo que lo odia por ella, puedo elegir. , al menos lo que tiene para mí. Tomé mi celular y llamé a mi abuelo si esto fue lo último que lo escuché, quería decirle que lo perdoné, que nunca lo había odiado por obligar a mi padre a casarse con una mujer que no tenía. amor. y su separación del amor de su vida, debo decirle que lo amo y donde quiera que esté, lo extraño.

RománticoDulceAmor a primera vista Drama

1

Oriana había vivido toda su vida con un constante desprecio por sus padres por la extraña razón de que no sabía que él la odiaba. No le importaba porque su abuelo era su padre y él tuvo mucho que ver.

A los veinte años queda embarazada de un hombre misterioso, le preguntan quién es el afortunado, niegan que lo conozca y dicen que su hija es producto de la noche del amor.

En veintitrés años, todo cambió, la obligaron a casarse con un hombre fuerte, ella no quería, quería su vida solitaria con la pequeña Makani.

Solo tenía a su hija ya nadie más, y tenía miedo de quitársela.

¿Qué pasará entre el jefe más deseado y la exmodelo y chica invisible de relaciones internacionales de la embajada?

Harta de llorar por mi suspenso y porque me siento mal en general, decido que lo mejor es salir de mi residencia estudiantil e ir a beber, ¿puedo hacer? Si, en Alemania es legal beber desde los dieciocho y sino fuese legal tampoco me importaría mucho.

Plancho mi pelo azabache,maquillo mis ojos para resaltar su color y me pongo un poco de colorete, nada exagerado. Busco entre los miles de vestido de fiesta que mi madre me ha obligado a comprarme hasta dar con uno lo suficiente indecente como para desagradarle a mi madre. Salgo a una fiesta, a un bar, que es muy posible, y mi madre odia eso, así que si la decepciono más que mi presencia, que la decepcione pues, de ninguna manera, y en el vestido de la puerta. Nunca he usado esa ropa, incluso cuando viví con ella, lo cual es raro.

Cogí los tacones más altos de mi colección y cogí mi abrigo, esta vez a mediados de diciembre hacía frío y estaba genial, hacía mucho frío y ya empezaba a nevar.

- Ela? - Me di la vuelta y vi a las dos mujeres del apartamento. - Pensé que no ibas a salir, escuché que reprobaste el examen.

- Bueno, no siempre estoy en mi habitación - Trato de ser amable, aunque él no esté todavía. - Tus padres deben estar un poco decepcionados. - Me encogí de hombros y miré como si no me interesara.

- No más que tu querida, ¿aprobaste algo? - Me miró enojado mientras yo sonreía así.

- YO ...

- ¿Mujer? Usa un insulto más original.” Le sonreí y lo dejé con palabras en la boca antes de irme. Bajé a la recepción donde vi a muchas mujeres con sus novias y amigas. Algunos me miran y otros no me prestan atención, esto no es nada nuevo para mí. Siempre recibí atención, buena o mala, pero nunca me faltó atención.

- ¿Vendrás tarde?- veo al chico de seguridad de la residencia.

- No lo sé.

- Tengo que notificarlo.

- Pues diles que a lo mejor ni vuelvo.- él asiente, no tendría que permitir la entrada más tarde de las dos de la mañana pero es una norma que muchos, incluidos yo, se salta.

Salgo a la fría calle de Alemania, y corro todo lo que me dejan los tacones hasta mi coche. Agradezco que mi abuelo me lo regalase y aprobar el examen a la primera, creí que tardaría mucho más porque al principio le tenía miedo a conducir, a los coches en general.

Al entrar al coche y encender la calefacción enciendo también teléfono y le mando un mensaje a mi hermano, lo último que quiero es que me llamé y yo no atender y como consecuencia preocuparlo.

“Voy a salir un rato, no te preocupes”

Su respuesta no tarda mucho en llegar, a penas unos segundos después de que yo mandase el mensaje.

“Vale, lleva cuidado.”

Comienzo a conducir, pensando donde puedo o donde no puedo ir, siempre acabo yendo al mismo lugar, así que por comodidad y familiaridad acabo por ir allí. Es el bar de un hotel, el ambiente es agradable y no me siento tan acosada como en otros bares.

Al entrar saludo a un par de camareros, están bastante acostumbrados a mi presencia, parece que no pero soy una chica que sale bastante de fiesta.

- ¿Te sirvo lo de siempre?- me pregunta Sean al sentarme.

- Sabes que si.- intento sonreír pero vuelvo a sentirme mal por el puto examen.

Todavía no sé donde me he equivocado, donde he errado tanto para suspender un examen que llevaba preparándome semanas, pero la cosa es que lo hice y ahora me toca prepararme una recuperación.

- Te notas triste.

- Suspendí un examen.

- ¿Tan complicado era?

- Eso es lo que más me fastidia, que no lo era.- resoplo antes de acabarme de un trago la bebida.

- ¿Comiste algo?- niego.- Entonces come algo antes de beberte las copas con esa rapidez.

- Traeme algo y otra copa, por favor.- él asiente antes de irse.

A los quince minutos me ha traído un bocadillo, de los que seguramente se preparan para sus descansos y mi bebida. Mi idea de hoy es acabar lo más borracha que pueda, hasta tener que pedir una habitación del hotel y mañana tener la peor resaca de mi vida.

Me he bebido ya cinco copas, no sé ni que hora es pero siento muchas miradas que no me agradan para nada, y he llorado, menos mal que mi maquillaje es aprueba de agua o se hubiese ido todo a la mierda.

- Ey.- me giro para ver a alguien famoso, alguien que muchos en mi universidad conocen, Edey Calvin, modelo y empresario.- ¿Qué te ocurre para llorar mientras bebes?

- Suspendí un examen de la universidad.- no sé ni porque le respondo, culparemos al alcohol en mi sistema y no a su atractivo.- ¿Y a ti qué te ocurre?- sé ve que algo le pasa.

- Encontré a mi prometida con otro hombre en nuestro apartamento.

- ¡Vaya mierda!- digo antes de darle otro trago a mi bebida.- Así que viniste a embriagarte como yo.

- Si, y a divertirme.- se ríe, está algo borracho pero no creo que tanto, un par de copas de más seguramente.- ¿Quieres divertirte?

- No quiero seguir llorando, eso seguro.- intento bromear.

- Pues vamos.- me tiende su mano y yo la acepto.

Nos adentramos en la pista de baile y comenzamos a movernos al compás de la música, no soy la mejor bailarina pero sé moverme lo suficientemente bien como para que no me miren mal o extraño, para que incluso algunos me miren con lascivia, lujuria y deseo aunque no es lo que me gusta provocar.

Nos movemos pegados, como si no existiésemos más en la discoteca, me gusta esto. Se siente bien, libre, no sé como expresarlo. La borrachera se nos debe de haber pasado a ambos porque ninguno ha bebido nada y debemos de llevar bailando sin descanso por lo menos dos horas.

Me giro para encararlo, es guapo y con mis tacones somos de la misma altura por lo que puedo ver perfectamente sus ojos de color miel con algunas motas de color verde, ojos de color pardo. Él se me queda mirando antes de agarrarme de la cintura y volver a pegar nuestros cuerpos. La fricción entre ambos se siente bien, placentera de una forma que no es normal, me siento en sintonia con él y lo acabo de conocer si es que se le puede llamar conocer a la conversación de antes.

- Eres hermosa.- intento no sonreír por el halago.

- Tú no estás mal.- me muerdo el labio, intentando no bajar la vista a los suyos, algo que él no logra.

- Mi cordura se acabó.- no entiendo hasta que tengo sus labios encima.

Besa bien, mejor que cualquier otro hombre que haya conocido. Me acerco más a él, mucho más, todo lo que puedo para sentirlo. Él baja su agarre de mi cintura a mi trasero y no me quejo. Su lengua se cuela en mi boca y mis manos en su pelo, lo tiene sedoso.

No sé cuanto tiempo nos besamos, cuantos cambios de fluidos entre boca y boca hay, solo sé que no quiero acabar. No quiero que la noche acabe, me siento viva y con ganas de todo.

- Me voy a volver loco.- él tira de mi hasta sacarme del bar.- Necesito confirmación.- lo miro ligeramente confusa.- Lo diré de otra forma, más brusca, mi polla quiere estar dentro de ti, ¿puedo?- asiento completamente roja.- Perfecto, vamos a mi habitación.

Corremos hasta los ascensores donde volvemos a besarnos. Nunca un hombre me había pedido mi permiso para hacerlo, siempre se han basado en mis gestos, aunque muchos no han querido nada conmigo por mi “frágil” apariencia, algo que él no parece pensar en absoluto.

- Necesito oírte decirlo.

- Fóllame.