3
El médico me dejó solo en mi mente, me pareció extraño. No pasó mucho tiempo antes de que supiera que estaba embarazada, y ahora no puedo imaginar que no estuviera embarazada. Solo espero que lo que come no afecte al niño de ninguna manera, me odiará por eso. Y ahora me tengo a mí mismo porque no sé cómo contactar a Edey, y no solo porque no tengo cómo, sino que no quiero, no quiero que él o mi novia me rechacen. peor, llévatelo contigo. Sabía que mis padres no me apoyarían si él quería quitármelo. Revisé si tenía una bolsa de dormitorio entre mis pertenencias, y sí, estaba en una silla y me negué a levantarme porque todavía no me sentía bien.
La puerta se abrió, entró su abuelo materno. Me miró como un remordimiento, yo lo miré con muy pocos amigos. Me gusta que no me escuche, siempre dice que si no quiero verlo, no puedo y cuando estoy lista para verlo, es de él, pero está aquí. le dijeron que se fuera.
- Ana.
- No.- niego con la cabeza.- No quiero saber lo que me tengas que decir.- él se calla.- Quiero pedirte un favor.- él asiente.- Protege a mi hija.
- ¿Hija?
- Estoy embarazada.
- ¿De quién?
- De quien sea, ¿la protegerás o no?
- Si
- Acercame mi bolso y vete abuelo, tú sola presencia me pone en riesgo.- él traga pero hace lo que le digo.
Saco el móvil de mi bolso, dudo mucho que papá o mamá se vayan a presentar si les digo que estoy en el hospital pero no tengo de otra alternativa. Estado embarazada me niego a seguir viviendo en la residencia estudiantil, por mucha vergüenza que yo les de.
Al final mis padres y Drako vinieron, de mi hermano pequeño me lo esperaba, él siempre está para lo que yo necesito y lo agradezco.
- ¿Qué te pasó?- pregunta papá con algo parecido a la preocupación, que bien podría ser fingido porque no suele preocuparse mucho por mi.
- Me desmayé.
- ¿Por qué? ¿Has dejado de comer? ¿Te has vuelto anorexica? Bueno eso ya lo eras.- respiro para no llorar por las palabras de la que dice ser mi madre.
- Estoy embarazada.- eso parece alegrarla pero yo voy a quitarle la sonrisa rápido.- Y no sé quien es el padre.- sonrío mientras que ella pierde la sonrisa.
- Serás zorra.- me grita y cuando va a golpearme mi hermano la detiene.
- Mamá, Ana está embarazada.
- Por zorra, fresca y suelta.
- Vuelvo a casa.
- ¿Vas a dejar la universidad?- pregunta preocupado Drako.
- Según el médico estoy de cinco meses, es decir, la pequeña es para septiembre.- me encojo de hombros.- Solo me quedan tres semanas de clase, así que no, terminaré este curso y empezaré un poco más tarde el siguiente, un mes y ya.- sonrío.
- ¡Seré tío!- dice feliz, contagiándome esa felicidad que no veo en mis padres, pero tampoco lo esperaba.
Respiro profundo, intentando no llorar. Yo estoy aquí, siendo más odiada que nunca por mis padres y él pasando su vida como si nada, de seguro ni se acuerda de mi. Todavía estoy intentando recordar si algún puto condón se rompió o si se nos olvidó alguna en una de las tantas veces que lo hicimos.
Después de ese día no me arrepentí de acostarme con él, de ser solo una chica más de todas con las que se había acostado, ahora me siento como una puta mierda. Lo odio a él por hacerme sentir cosas que no quiero, por hacerme amar a la pequeña criatura que se desarrolla en mi interior. Lo odio por ser una cobarde que por miedo a ser rechazada y desplazada no busca los medios para llamarlo. Y odio a mis padres por ser una mujer cobarde con esos pensamientos, sin ellos y podría echarle también un poco la culpa a mi abuelo Baltz, seguro que hubiese encontrado la manera de decírselo.
Mi hermano me mira, impidiendo que pueda llorar como quiero, al verlo a él en la televisión con una de sus nuevas novias, es guapo pero sigo sin explicarme como puede tener tantas mujeres y tantas chicas nuevas. No sé cuantas revistas habré leído de él, siempre con una nueva chica o con un nuevo rumor. Yo por suerte no aparezco en ninguna de estas revistas y lo agradezco.
-¿Te encuentras bien?- miro a mi hermano.- ¿La bebé hace algo que te molesta?
- No Enzo.- sonrío por su preocupación.- La bebé hoy está tranquila.
Cumplí seis meses hace dos días, mi barriga ya se nota, parece la de alguien con tres meses, según el médico, que es la mitad de lo que yo tengo pero yo estoy feliz con mi pequeña barriga. Se siente bien ver como crece, como dentro de mi hay alguien nuevo que en unos meses me dirá mamá. Tener algo mío y de él me emociona al tiempo que me pone triste pero jamás lo diré en alto.
- ¿Cuándo me dirás el nombre de mi sobrina? Me canso de llamarla bebé sorpresa.
- Cuando nazca Enzo, ni antes ni después.
- ¿Por qué tanto secretismo?
- Por si la bruja me gafa en nombre.- él se ríe, pero lo digo bastante en serio, temo que mi madre quiera hacer algo contra el nombre de mi hija, como un muñeco vudú, cualquier cosa me espero ya de esa señora con poco valores.
- ¿Hoy tienes la sesión?- asiento.- ¿Puedo acompañarte?
- Si quieres.
Después de comer me hago una cola de caballo alta, me pongo ropa cómoda y espero a que mi hermano tome las llaves de su coche y me lleve donde tengo la sesión de fotos. Por alguna extraña razón desde hace un tiempo para acá Drako detesta permanecer más tiempo del necesario en casa, algo que yo hace tiempo disfruto. Por primera vez en años no hay gritos, ni golpes, solo reproches, todo se centra en que esté bien, cómoda.
Mi hermano pasa todo el trayecto tatareando las canciones que pasan por la radio, yo intento no ponerme nerviosa. No es la primera sesión de fotos que tengo, pero si la primera embarazada. Digamos que espero que él vea esta revista y me llame para saber algo de mi estado. Sé que si él llama yo soy capaz de decirle que será papá, pero yo no soy lo suficiente valiente para ello.
Llegamos al edificio donde será la sesión de fotos, todavía ni me creo que Onea, el fotógrafo que más quiero y amo porque siempre trata bien a las modelos con las que trabaja, quiera que salga en su nueva revista, con ropa interior bonita embarazada. Muchas de las firmas de ropa interior con las que trabajaba me pidieron que las contactase cuando ya hubiese dado a luz a mi niña, no les interesa embarazada.
- Oriana.- oigo la voz cantarina de Onea.- Mira que bonita tu panza, ¿cómo lo haces para verte siempre hermosa?
- No sé, supongo que es genética.- le guiño un ojo.
- Si, debe de ser eso.- asiente completamente convencido.- Seguro la bebé sale tan hermosa como tú.
- De seguro.- le sonrío, con él es muy fácil ser feliz.
- ¿No hay candidato de padre?
- Todavía no recuerdo quien es.- ambos reímos, es fácil bromear con él.
- Vamos a hacerte esas maravillosas fotos.
- Vamos.
Paso a donde me van a maquillar. Me desvisto, quedando en mi ropa interior. Las chicas de vestuario miran mi prominente barriga, parecen embelesadas, como si fuese lo más bonito que hubiese visto. Es raro, nadie me ha dicho un solo comentario despectivo. Sé que han habido rumores y malas palabras pero a la cara nadie se ha atrevido a decirme nada. Y encima, muchos de mis profesores parecen encantados con que esté embarazada. Una de mis profesoras incluso se puso a darme consejos sobre maternidad que en verdad agradezco porque mi madre ni me habla, soy peor que un bicho y más ignorada que el jarrón de mi cuarto pero estoy bien con eso. Me gusta ser ignorada más que ser constantemente golpeada.
- Yo no me veía así de bonita en mi embarazo.- dice una de las chicas.
A mi me daría igual verme fea sin con eso mi vida y la de mi pequeña no corriese peligro pero lo hace. Mi embarazo es según tres obstetras y dos ginecólogos el más peligroso que han tenido en toda su carrera, porque mi cuerpo es incapaz de llegar a termino. No voy a poder cumplir los nueve meses de embarazos ni de lejos, y mi niña es muy pequeña para sobrevivir aunque nazca a los ocho meses. Estoy preocupada por eso, pero venimos de una familia con mujeres luchadoras así que no pierdo la esperanza de que ambas salgamos con vida.
- Definitivamente esta ropa interior te hace ver más perfecta.
- Gracias por el halago, pero no soy perfecta.
- Eres lo más cercano a la perfección que conozco, eres de las pocas modelos humildes y maravillosas que conozco.
- Gracias.- sonrío intentando no llorar por sus bonitas palabras.
Es cierto que durante el embarazo te vuelves mucho más sensible. Me enfado por cosas muy absurdas y lloro por cosas que antes me daban bastante igual. He perdido la cuenta de las veces que he llorado por ser ignorada por mi madre, aunque en verdad me importe poco. O la de veces que he llorado por los reproches de papá, otra cosa que hace tiempo no me importa pero ahora parece que si lo hace.
- Ya puedes salir.- me pide Onea.
- Ya estoy.
- Definitivamente el rojo es tu color.- sonrío.- Después te pondremos uno negro y luego otro azul cielo, y terminaremos.
- A sus ordenes.
Comenzamos la sesión, no me siento incómoda en ningún momento y me hacen sentir bastante querida y feliz. Me divierten con chistes y me dan comida cuando la pido. Me he vuelto bastante mandona desde que estoy embarazada, espero volver a ser yo cuando de a luz.
- Esta es ya la última.
Rodeo mis pequeña barriga con mis manos y hago la pose que me pide, admiro mi barriga como si ya estuviese sosteniendo a la pequeña.
- Quedaron hermosas.
- Gracias.
Tardaron tres días en salir en la revista, fui tendencia en el país. Muchos querían saber cuando había quedado embarazada, otros querían la identidad del padre de la pequeña y otros el sexo del bebé, fue lo único que rebelé. Hubieron también malos comentarios, la mayoría de hombres diciendo que me había echado a perder siendo tan joven, pero yo siento que crezco y que soy mejor solo por ser madre.
- Te ves hermosa.- dice mi hermano pequeño.- Quiero que ella nazca ya.
- No metas tanta prisa a tu sobrina, ella llegará cuando deba llegar.-le sonrío.
- Necesita mucho tiempo.- se queja como si en vez de diecinueve tuviese tres años.- Vale, ya paro me estoy dando asco.- me carcajeo.
Me voy del salón a mi habitación y lloro, él debe de haber visto la revista, me niego a creer que no. Y no ha llamado, no le interesamos ni yo ni su hija, que no le interese yo lo entiendo, pero al menos debería querer a su hija. Es una verdadera lástima que tenga que criarla yo sola, pero sé que voy a ser la mejor mamá que mi niña pueda tener. De igual manera continúo llorando, con el corazón en la mano. No quiero que ella pase por lo mismo que yo, no quiero que se sienta desplazada o poco querida. Quiero que ella sea la niña más querida y amada del mundo y pienso encargarme de ello.
- Te amo mi niña.- digo tocando mi barriga.
Un mes y medio después
Paseo con Dominic, mirando las miles de tiendas de bebé. El pobre lleva ya seis bolsas, solo de ropa de bebé, para mi pequeña.
- ¿Cómo puedes no cansarte?- dice ya harto de andar.
- Yo nunca me canso cuando se trata de cosas para ella.- señalo mi barriga.- Vamos a comer algo.