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Reynaldo Ruiz

—¿Que está sucediendo aquí?

—Querido, no te preocupes, no es alguien importante, solo es alguien que vino a perturbar la paz de este lugar.

El hombre quedó viendo a Jessica, en cambio Jessica al verlo se puso roja de furia.

—Ahora me andás siguiendo, pensé que había dejado en claro en el acta de divorcio que te alejaras de mi.

—¿Crees que quería ver una basura como tú, Cristopher? Imagino que está fue por la que me dejaste.

—Cristopher, ella es...

—Ella es Jessica, quizás nos vió entrar y nos siguió, porque no tiene dinero para comprar algo de este lugar.

—Señor, disculpe que me interrumpa, pero ella presentó está tarjeta, por lo que se la tuvo que haber robado a algún miembro de la prestigiosa familia.

Cristopher le da una cachetada a Jessica.

—Pensé que había sido muy claro, no podías tener una aventura con otro hombre, al final solo estás demostrando lo que eres, una cualquiera.

Jessica siempre había sido mimada por toda su familia y el día que decidió casarse con Cristopher nadie estuvo de acuerdo, pero si era lo que ella quería, nadie le llevaría la contraria, ella renunció a ser de la familia Alemán para tener la vida de su sueño con ese hombre, pero al final todo fue un tormento.

Nunca le había levantado la mano, pero si era muy frío con ella, no demostraba ni un poco de amor hacia Jessica.

No obstante, solo haberse reencontrado con Damaris, Cristopher empezó a repudiar a Jessica, ya que por culpa de ella, su padre envío a Damaris muy lejos y luego lo obligó a casarse con Jessica.

—Te arrepentirás de esto, está cachetada no se quedará impune

—Arodillate y pídele perdón a Damaris, le has arruinado el día, solamente de esa manera haré que te saquen de aquí de una manera menos humillante.

—Jamas me voy a arrodillar frente a esa mujer.

—Tu lo has pedido.

Cristopher estaba a punto de dar una orden a su personal, pero fue interrumpido.

—Si te atreves a tocarla te la verás conmigo.

Cristopher voltea a ver y observa a Reynaldo Ruiz, uno de los hombres más rico de la ciudad, Cristopher aún vendiendo todo no se acercaba a la fortuna de Reynaldo, por lo que tenía que mostrar algo de respeto, ya que con una sola llamada podía destruir lo que con tanto esfuerzo ha construido.

—No creas que ésto ha terminado, ya veo qué eres una interesada, solo te importa el dinero. Damaris, vámonos de aquí, iremos a una tienda más exclusiva.

—Igual no encuentro algo que me guste de aquí.

Damaris quiso patear a Jessica, pero vio como Cristopher no paraba de ver a Reynaldo y entendió que era alguien a quien no debe de molestar.

Reynaldo se acercó a Jessica, miró la marca de mano sobre su rostro.

—Una mujer nunca debe de ser maltratada, tu bello rostro está un poco hinchado.

Gira hacia la dependienta y le pide hielo, la dependienta quería rehusarse, pero conocía a la persona que tenía en frente.

«¿Cómo ese hombre tan bello y elegante puede fijarse en una divorciada y pobre mujer?»

Nadie conocía a la esposa de Cristopher, las pocas veces que salieron los dos no dejaba que alguien los publicara, su asistente de encargaba de eliminar cualquier publicación.

—No es necesario tantas molestias, puedo cuidarme yo sola.

—Te estabas defendiendo muy bien, no debí de interrumpir.

Jéssica tomó su teléfono y envío un mensaje, agarró su bolso y salió de ahí.

10 minutos después la dependiente y todo el personal estaba llorando, la tienda sería clausurada y ellos no podrían trabajar en cualquier tienda de la ciudad.

—Estoy seguro que esto fue una orden del señor Ruiz, él es alguien muy poderoso y he escuchado que su palabra siempre se cumple —dijo la dependiente.

—La persona que dió la orden es trabajador de la familia Alemán, ¿a quien has ofendido? Te he dicho que todos los clientes son iguales.

La dependienta estaba tratando de hacer memoria, no recordaba haber atendido a alguien de la familia Alemán, hasta que sacó la tarjeta del bolsillo.

—Le he quitado ésta tarjeta a una vagabunda, estoy segura de que es falsa.

El gerente toma la tarjeta, la revisa y luego voltea su mirada hacia la dependiente.

—Sabes que solo hay dos de estás y cualquiera que la porte tiene la capacidad de cerrar esta tienda, así que no es falsa, tiene todas las marcas de seguridad.

—Eso quiere decir que..., no, no es posible, si su ropa no era de marca.

—Las hijas de la familia Alemán no ocupan ropa de tienda, todas son elaboradas por diseñadores exclusivo que tú conoces.

La dependienta se dejó caer al piso, arrepintiendose de haber humillado a esa chica.

Mientras tanto, Jessica viajaba en un taxi, su estado de humor había empeorado, hasta que su teléfono sonó, era una llamada de su abuelo.

—Hija, escuché que te has divorciado, ven a visitarme, el abuelo quiere verte.

Javier siempre consintió a Jessica desde pequeña, sabía que ella en algún momento heredaría la fortuna de la familia Alemán, pero cuando ella decidió casarse con Cristopher aceptó su decisión y tal como le pidió Jessica, le diera tiempo a adaptarse en su nueva etapa.

Si abuelo, por más que quería comunicarse con ella, se mantuvo distanciado, pero en cuanto escuchó que ella se divorcio, sabía que su nieta debía de regresar a casa.

—Iré está tarde abuelo, solo quería tomar un respiro, pero las cosas no han salido a como yo he querido.

Jéssica observaba la marca de la cachetada que le dió Cristopher, sabía que si aparecía en ese estado su familia sería capaz de destruir no solo a Cristopher, sino a toda la familia Graham y lo que menos quería ella es que se diera a conocer su identidad.

Nadie conocía quien era la heredera de la familia Alemán, su familia por seguridad lo mantuvo en secreto y así se ha mantenido, solamente de esa forma ella pudo tener una crianza tranquila, sin correr ningún tipo de riesgo, además de que solo su padre y su abuelo sabían de que ella sería la heredera, a pesar de haber varios nietos en la familia.

La fortuna de la familia Alemán era tan grande, que aún con los 10 nietos que tenía Javier, no era suficiente para dirigir cada quien una rama de los negocios de la familia Alemán.

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