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Capítulo 3. Aitana

POR GASTÓN

Mi hermana no estaba en el vivero, necesitaba ir a una reunión y no tenía con quién dejar a Camila.

Es por una posibilidad de un trabajo bastante importante y me dejaría réditos muy sustanciosos.

Mi madre ese día tenía que ir al médico y la niñera era otro día más que no podía venir, estoy pensando en cambiar de niñera, yo no estaba muy conforme con su desempeño.

Es muy difícil hacerme cargo de mi hija como padre soltero.

La madre de Camila nos dejó cuando mi bebé tenía solo 6 meses.

Era modelo publicitaria, es una mujer realmente bella, la conocí en un evento, quedé prendado por su belleza.

Me enamoré apenas la ví.

Lástima que solo tenía para ofrecer su belleza y aunque era mucha, no alcanza para nada.

En un principio parecía que todo iba a funcionar entre nosotros

Yo había ido a Perú por trabajo, tenía tres autos que los trabajaba para servicios de empresas.

Uno de ellos era antiguo y siempre lo ploteaban para promocionar una bebida alcohólica, el gerente de publicidad de esa empresa, era el hermano de un amigo, por lo que me contrataba sin demasiados preámbulos.

Esa noche contrató mis servicios, como siempre y también contrató los otros dos autos, para trasladar a unas modelos, que eran bastante conocidas a nivel local.

Uno de los choferes no pudo llegar y yo tomé su lugar, estaba más que feliz, iba a pasear con modelos.

Fue cuando conocí a Aitana.

Quedé fascinado con ella.

Fue un flechazo para ambos.

Esa misma noche, después del evento, terminamos en un hotel.

No podía creer mi suerte.

Era una diosa.

Comenzamos a salir, o a tener una relación.

Ella era la menos conocida de las chicas que llevé esa noche.

Aunque era la más hermosa.

Su cabello oscuro, largo, hasta media espalda, lucía brillante, sus ojos, también oscuros, eran como dos luceros.

Es alta, mide 1,76, delgada, con un culo que no me cansaba de mirarlo y con unos pechos llamativos, bastante voluminosos, sin ser grotescos.

Por donde la miraba era hermosa.

Los primeros dos o tres meses no parabamos de tener sexo.

En mi trabajo no me podría ir mejor, pude comprar otro auto clásico y esa marca de bebidas alcohólicas, me contrataba los dos autos clásicos 4 veces por semana, era una fortuna, para mí, al menos lo era, los otros dos autos también los tenía contratados para la misma empresa, casi en forma permanente.

A los dos meses compré mi quinto auto.

Yo estaba feliz, sin embargo, fue cuando comenzaron los problemas con Aitana.

Yo tenía que trabajar y ella quería salir todas las noches.

Si yo tomaba el lugar de alguno de los choferes, aparte de ahorrarme un sueldo, me rendía más el dinero.

Ella gastaba muchísimo, pero sus gastos se los pagaba con su trabajo, cuando salíamos yo era quien la invitaba, eso ni dudarlo, pero sus gustos eran demasiados caros y aunque me estaba yendo bien, si gastaba todo lo que ingresaba, no iba a hacer la diferencia que estaba queriendo hacer.

Fue cuando quedó embarazada.

Yo estaba feliz cuando me enteré, realmente amaba a Aitana.

Ella no estaba para nada feliz, tampoco quiso abortar.

Los primeros cuatro meses de su embarazo fueron terribles, se sentía mal, tenía muchos vómitos y encima tuvo que hacer reposo.

Yo vivía por y para ella, pero parecía que nada le bastaba.

Nada era suficiente para ella.

Al dejar de salir y trabajar como chofer de uno de los autos, otra vez estaba mejor económicamente.

Supongo que esa empresa necesitaría lavar dinero, porque realmente me pagaban una fortuna.

Compré dos autos más, los de colección, tuve suerte, los encontré en una subasta.

Realmente estaba ganando una fortuna y comenzaba a hacer una diferencia importante.

Cuando Aitana estaba embarazada de 5 meses, su mal humor era insoportable, decía que se veía horrible y que odiaba estar embarazada.

Yo la veía hermosa, como siempre y la seguía deseando de la misma manera.

Tenía una barriguita hermosa, en un momento pensamos que podían ser mellizos, porque su panza era muy prominente.

En ese momento le llegó una propuesta para salir desnuda en playboy, desnuda y embarazada…

Pensé que iba a decir que no le interesaba la propuesta, sin embargo, me quedé frío cuando me dijo que aceptó.

Me pareció totalmente desubicado.

Cuando me comentó la cifra de lo que le ofrecieron, me di cuenta que no la iba a poder convencer de lo contrario, ahora parecía que ya no odiaba su embarazo.

Esa mañana, la que fue a la toma de las fotografías, no quiso ni que la acompañe, eso me molestó.

Se puso unos zapatos con tacos de 15 centímetros y se vistió como para ir a un cabaret.

Yo estaba loco de celos y enojado por lo poco que se cuidaba estando embarazada y porque se exponía sin necesidad.

Sí, iba a ganar mucho dinero, pero con menos, podíamos vivir bien.

Cuando vi las fotografías me quise morir, me llené de tristeza.

Definitivamente no era la mujer que me hubiese gustado que sea.

Estaba decepcionado.

Lo hablé muy seriamente con ella.

Para colmo, mi padre había sufrido un accidente y yo tenía que viajar a mi país.

Me asombró cuando dijo que me iba a acompañar.

Todavía podía viajar en avión.

Por primera vez en meses, me sentí acompañado por ella.

Dejé los autos trabajando en Perú, me seguía entrando dinero.

Llegamos a mi país, nos instalamos en la casa de mis padres, en mi antigua habitación.

Hacía dos años que me había ido.

Mi madre estaba feliz, me pareció que Aitana estaba cómoda, al menos delante de todo el mundo eso demostraba.

A mi padre le dieron de alta en el hospital al quinto día que estábamos en Buenos Aires.

—Ya está, ahora podemos volver, no soporto más toda esta gentuza.

Me recorrió una sensación espantosa por dentro.

Sus sonrisas eran falsas, su humildad no existía.

Se me desmoronó el mundo.

¿Por qué pensé que ella me iba a acompañar e iba a estar feliz de hacerlo?

Me sentí ingenuo, lo fui.

Le pedí que nos quedemos unos pocos días más.

Lo aceptó de mala manera.

Por la tarde fuimos hasta la casa de mi hermana, al pasar por la puerta de la confitería, me acordé de Delfina.

Estuvimos charlando con Roxana, aunque mi hermana tenía clientes que atender en su comercio.

Al pasar por la confitería, Aitana me dijo que quería tomar un té en la confitería de Delfina.

No sabía la razón, pero encontré cierta resistencia de mi parte, de todos modos accedí, a Aitana no le gusta mucho estar encerrada, aunque con su panza mucho no podía pasear, al menos como ella hubiera querido.

El lugar estaba muy bien puesto, yo nunca había entrado.

Nos sentamos en una mesa que estaba en el centro de la confitería.

No tenían muchas mesas, apenas unas 10 o 12, pero era todo muy coqueto, muy cálido.

Me alegré que le vaya bien a Delfina, es una chica muy trabajadora y empezó con nada cuando inauguró el local, lo sé por los comentarios de mis padres.

El local estaba bastante concurrido, creo que quedaba solo una mesa disponible.

Se nos acercó una camarera para tomar el pedido.

Aitana pidió un té más una porción de torta y yo solo pedí un café.

A los minutos la camarera, muy servicial, trajo todo, con un pequeño jugo para acompañar el café y unos minis sandwiches.

Todo era exquisito y verdaderamente debía ser así, porque hasta Aitana, que le veía un pero a todo, halagó lo que consumió y también el lugar.

Cuando 45 minutos después nos paramos para irnos, entra Delfina.

Primero me vio a mí, comenzó a acercarse y fue cuando se dio cuenta que estaba acompañado.

Le miró la panza a mi mujer y si dudó en acercarse, no se notó, pareció muy decidida y dando unos pocos pasos se aproximó.

—Hola Gastón ¿Cómo te va?¿Es tu mujer? ¡Qué linda panza! Los felicito.

—Hola Delfi, sí, te presento a Aitana…mi mujer.

—Un gusto.

Le dice mi mujer.

—Igualmente, me alegro de verlos ¿Saben el sexo del bebé?

Lo dice todo con mucha simpatía.

—Es una nena.

Le respondo yo, porque Aitana solo la miraba, está tratando de sonreír, pero no está en ella sonreir, solo lo hace en los eventos y si tiene una cámara delante.

Pienso que tengo delante mío a las dos mujeres que más me atrajeron en mi vida.

Porque no puedo negar la atracción que siempre sentí por Delfina.

No es alta, al menos, no lo es mucho, Aitana le lleva más de media cabeza y es un poco más grande físicamente, pero eso no le quita mérito a Delfina, Delfi es…un sueño de mujer, de hecho, de adolescentes me lo saco varias noches.

Es menuda, aunque muy bien formada, por el culo que tiene, me masturbé bastantes veces, cuando éramos chicos, adolescentes, se entiende ¿No?

Y las tetas, aunque no son tan grandes como las de Aitana, siempre que las miro, me dan ganas de zambullirme en ellas.

La deseo, me di cuenta que la estoy mirando demasiado y luego voy a tener que aguantar los reclamos de Aitana.

Aparte, está preciosa, con una especie de enterito, short, rojo, que le resalta la blancura de su piel y su cabello rubio.

No me animé a bajar la mirada para ver sus piernas, porque iba a ser muy evidente y tenía a mi mujer a mi lado.

Luego de dos o tres comentarios más, nos fuimos.

Cuando abrí la puerta para que pase Aitana, pude deslizar mi mirada sobre Delfina.

Mi mujer no se enteró, pero la que lo hizo, porque nos estaba viendo, fue Delfi.

Mierda, que ganas de estar con ella que tengo.

Debe ser porque nunca sucedió nada entre nosotros, solo unos pocos coqueteos que no llegaron a nada.

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